HAFIZ
Poeta persa nacido en Shiraz,
aproximadamente en el año 1315.
Desde muy joven mostró su inclinación por la literatura, aprendiendo de
memoria el Corán y dedicándose al estudio de la mística, la teología y la
poesía. Su obra contiene diversas formas poéticas, muy especialmente
en el arte del ghazal un tipo de poema amoroso corto, clásico en la
literatura persa, diseñado para ser cantado.
En sus versos está presente su anhelo por el vino, considerado por él como
el éxtasis místico que permite alcanzar el perfume de la Verdad, y la
delicada, y a veces triste, apreciación de la belleza terrena partiendo de
la idea de que de la oscuridad nace la luz.
Falleció en Shiraz posiblemente en 1390.
Alba
Esto dijo al alba el ave a la rosa recién despertada:
«Sé amable, pues muchas como tú florecen en esta explanada.»
La rosa rió: «Verás que en verdad no mostramos dolor,
Mas nunca un amante con tan duras palabras acosó a su amor.
Si tu deseo es beber vino de rubí de la copa enjoyada
Debes ensartar perlas y corales traspasados por pestañas.
No puede atraer a las ventanas de su nariz el sabor del Amor
Quien el polvoriento suelo de la taberna con la mejilla no barrió.»
Anoche, en el jardín de Iram, cuando en el aire agradecido
La brisa del nuevo día meció las hermosas trenzas de jacinto
Pregunté:«Trono de Jamshid, ¿dónde está la copa que revela el mundo?
Suspiró: «Esa despierta fortuna yace ahora en un sueño profundo.»
No siempre de la lengua brotan amorosas palabras:
Ven, trae vino, oh tabernero, pon fin a esta charla.
Las lágrimas de Hafiz arrojan al mar su paciencia y talento.
¿Qué hacer si no puede ocultar cómo el amor desgarra su ser?
De "El despertar del amor"
Editorial Sufi 2ª Edición 2003
Versión de Carmen Liaño
El amigo perdido
¿Dónde está el amante que no ha hallado su hermano en el dulce martirio?
No le falta razón al lamento de Hafiz.
Su historia es extraña historia y es su tono maravilloso.
Fieles creyentes:
en otro tiempo tuve un amigo al que podía confiar todas mis penas:
corazón que las compartía y que me daba su consuelo.
Cuando yo gemía en medio de la tempestad,
él sólo sabía hablarme de las tranquilas riberas.
Pero cuando me extravié en los caminos del amor, perdí mi amigo.
En vano he buscado, llorando, sus huellas.
En la embriaguez de mi desesperación, tened piedad de mí; de mí,
que alguna vez fui juicioso y sutil y que ahora no soy sino
un pobre hombre cuya razón vacila.
Cuando mis palabras eran inspiradas por el amor,
cada una de ellas era saludada a su paso.
Pero no elogiéis más la cordura de Hafiz,
puesto que sois testigos de su locura.
De "Los Gazales de Hafiz"
Colección Visor de Poesía 1981
Versión de Enrique Fernández Latour
El enigma de la vida
Con el vino de anoche cantando en mi cabeza
Al amanecer buscaba la taberna,
Aunque medio mundo en la cama dormía
Y el arpa y la flauta sonaban todavía,
Creando un placentero canto matutino;
Ya estaba llegando la copa de vino:
-Razón-, dije yo, «ya debías marcharte
Si quieres llegar a tu diario destino,
La santa ciudad de la intoxicación».
Así pues, la despedí y se marchó
Con una botella para los amigos del viaje.
Solo en la taberna, observé a la criada
Y quise conquistarla con mi labia,
Mas desdeñosa se volvió,
y se burló de mi ilusión.
Dijo, enarcando las cejas:
«¡Tú, blanco de toda mala lengua!
Mi cintura no rodearás,
Ni siquiera por todas tus baladas,
Mientras solo te veas a ti mismo
Como centro y fin en lo creado.
Apresa en tus redes a otro pájaro
No llegas al nido del Anka, amigo.»
Entonces me refugié de tal océano
En la buena arca del vino, mas ¡ay de mí!
Ella es de doncellas un compendio
Es Saki, camarada y trovador,
La que rechaza mi pobre corazón.
¡El ego es lo que debes superar, Hafiz!
Presta atención a la sabiduría
De la hija de la taberna; vanidoso,
Ficción de agua y barro construida
Cuidando tu belleza como un loro.
Hafiz, la vida es un enigma, abandona:
No hay otra respuesta que esta copa.
De "El despertar del amor"
Editorial Sufi 2ª Edición 2003
Versión de Carmen Liaño
La amistad
Ofrezcamos con nuestros elogios el incienso de la amistad
al hombre cuyos ojos resplandecen.
Que la claridad de un corazón puro brille como la antorcha
que ilumina la celda de un devoto del amor.
Ya no veo a mi lado a quien fue mi compañero.
Mi corazón está lacerado de tristeza.
Mas ¿dónde está el escanciador?
Dónde se vende el vino que podría vencer al hipócrita?
Mi corazón está lleno de angustias y de amarguras.
Mis compañeros han de tal modo roto el pacto de la amistad
que dudo de su existencia.
Si mi corazón destrozado pudiera un día alcanzar sus deseos
no buscaría un bálsamo en todos esos corazones de piedra.
¿Quieres poseer la alquimia de la felicidad?
Vive apartado de los malos compañeros.
Hafiz: que no te aflija la crueldad de los tiempos.
¿Qué sabes tú, esclavo, de lo que hace tu amo?
De "Los Gazales de Hafiz"
Colección Visor de Poesía 1981
Versión de Enrique Fernández Latour
La estación de la rosa
Llega la estación, que alienta gozos
De rosados vestidos ataviada;
Dejad que el júbilo borre el dolor,
Al sonriente huésped aclamad.
La vejez nos hace mejorar
La primavera con vino y amor.
Para los deseos del corazón
Cuán pocos hay generosos.
Las horas que imparten dicha
Pasan girando deprisa:
Entonces, por el vino que atesoro
Venderé mi alfombra de oración.
Dulce es la brisa de primavera,
Pero aún tendría más dulzura
Si la bella, su grata frescura
Con elegancia compartiera.
Alegrados por su jovial presencia
Pasaríamos la copa con más donosura.
Suave es la lira de temblorosas cuerdas
Que sofoca la rabia del destino;
La suerte sobre el meritorio niño
Arroja el manto de la tristeza:
Dejad, pues, que el grito de pena
Se ahogue en melódicos ríos.
Con ardiente y pasional ansia
Nace la sonrojada rosa;
¿Malgastaremos el vino como el agua
Que se precipita cuando brota?
Palpita en nuestro seno, ahora,
El ansia de amor y de esperanza.
Oh Hafiz, tu deliciosa canción
Que vuela sobre las alas del viento
Según nuestros poetas es parejo
A los cánticos del ruiseñor;
No es extraño que la música
En la estación de la rosa fluya.
De "El
despertar del amor"
Editorial Sufi 2ª Edición 2003
Versión de Carmen Liaño
No preguntes
¡Oh, amor, cómo he sentido tu sufrimiento!
No me preguntes cómo.
¡Oh ausencia, cómo bebí tu veneno!
No me preguntes cómo.
Buscando, por el mundo he vagado,
Y, ¿por quién, al fin, he optado?
No preguntes quién.
Para: ver de su umbral el polvo
¡Cómo lloraba mi anhelante ojo!
No preguntes cómo.
¿Por qué, amigos, mordéis los labios disgustados?
¿Sabéis qué labios de rubí he alcanzado?
No preguntéis cuándo.
Anoche, en estos mismos oídos
Tales palabras su boca ha vertido.
No preguntéis cuáles.
Como Hafiz en el laberinto circular del amor,
Mis pies, al fin, han encontrado su dirección.
No preguntes dónde.
De "El
despertar del amor"
Editorial Sufi 2ª Edición 2003
Versión de Carmen Liaño
No te aflijas
No te aflijas: la belleza volverá a regocijarte con su gracia;
la celda de la tristeza se convertirá un día
en un jardín cercado lleno de rosas.
No te aflijas, corazón doliente: tu mal, en bien se trocará;
no te detengas en lo que te perturba:
ese espíritu trastornado conocerá de nuevo la paz.
No te aflijas: una vez más la vida reinará en el jardín en que suspiras
y verás muy pronto, ¡oh, canto de la noche!,
una cortina de rosas sobre tu frente.
No te aflijas si no comprendes el misterio de la vida.
¡Tanta alegría se oculta tras del velo!
No te aflijas si, por algunos instantes, las esferas estrelladas
no giran según tus deseos, pues la rueda del tiempo
no siempre da vueltas en el mismo sentido.
No te aflijas si, por amor del santuario, penetras en el desierto
y las espinas te hieren.
No te aflijas, alma mía, si el torrente de los días
convierte en ruinas tu morada mortal, pues tienes el amor
para salvarte de ese diluvio.
No te aflijas si el viaje es amargo y la meta invisible.
No hay camino que no conduzca a una meta.
No te aflijas, Hafiz, en el rincón humilde en que te crees pobre
y en el abandono de las noches oscuras,
pues te quedan aún tu canción y tu amor.
De "Los
Gazales de Hafiz"
Colección Visor de Poesía 1981
Versión de Enrique Fernández Latour
Recuerda
El día de amistad en que nos encontramos, recuerda;
Recuerda los días de fervoroso quebranto,
Recuerda.
El dolor en mi paladar es como veneno amargo:
El grito en nuestras fiestas: «¡Que sea grato!»,
Recuerda.
Puede que se hayan olvidado mis amigos;
Pero yo miles de veces ese gentío
Recuerdo.
Y ahora, por la cadena de la desgracia atado,
A los que agradecidos mi bien buscaron
Recuerdo.
Aunque mil ríos de mis ojos surjan,
Yo, Zindarud, que los jardineros cuidan
Recuerdo.
Y
aplastado por inconsolable dolor,
Los que trajeron solaz a mi aflicción
Recuerdo.
No saldrán más secretos de los labios de Hafiz:
A los que los guardaron, ay de mí,
Recuerdo.
De "El despertar del amor"
Editorial Sufi 2ª Edición 2003
Versión de Carmen Liaño
Recuerdos
Qué cosa más amable para el corazón que el recuerdo de palabras de amor?
Bajo el domo redondo de este cuarto aun creo oír sus ecos, pero el vino de
rubíes
que he bebido no es sino un agua amarga.
Absuelve a mi corazón, que desde siempre y para siempre está embriagado de
tu belleza.
El narciso se muere envidiando tus ojos. No ha sabido encontrar la magia de
tu mirada
y sus pétalos están mustios.
El pintor quedó tan maravillado de tu belleza, que en todas partes, en
puertas y paredes,
dejó su recuerdo.
El corazón de Hafiz vino un día a jugar con tus trenzas. Mas cuando quiso
irse sintió
que estaba en ellas ya para siempre preso.
De "Los
Gazales de Hafiz"
Colección Visor de Poesía 1981
Versión de Enrique Fernández Latour
Sufre en silencio
¡Mil veces gracias! Una vez más mis ojos ha podido
aplacar sus deseos mirando tu rostro
Leal y pura, vuelves a ser la compañera de mi alma.
A veces pisan los viajeros el camino de la desgracia.
Pero el compañero de ruta no se inquieta por si sube o si baja.
Vale más sufrir en silencio por una pasión oculta
que confiarse a un compañero. Secretos hay
que no se depositan en corazones llenos de malicia.
Regocíjate si la presencia de la bienamada te ilumina.
Si la noche viene a envolverte de tristeza,
¡consúmete, oh, antorcha, pero brilla!
Con la ilusión de un beso, compra la dicha.
Salvará tu cuerpo y tu alma de las astucias del enemigo.
Largas horas y aun días me harían falta, ¡oh, mi amada!,
para decir la tristeza que ensombrece mi rostro
a causa del dolor con que me abrumas.
El canto del amor ha hecho conocer en Irak e Hijaz
la dulce melodía de los gazales de Hafiz.
De "Los
Gazales de Hafiz"
Colección Visor de Poesía 1981
Versión de Enrique Fernández Latour
¡QUE
SIGA LA COPA!
¡Oh escanciadora, haz que la copa siga la rueda y llegue a mis manos!
que el amor
pareció primero fácil, después se presentó lleno de obstáculos.
El perfume que el viento de Saba liberar quiere de aquel bucle,
la onda
almizclada de su lazo, ¡qué hervor en el corazón infunde!
La noche oscura y el miedo de la ola y el remolino pavoroso...
¿Cómo saben
los ligeros de carga de la costa nuestra suerte y modo?
Do mora el Alma de las almas,(1) no es seguro para mí el recreo,
en tanto,
sin cesar, la campanilla clama: preparad las literas del camello.
Si el mago anciano lo aconseja, la alfombra de oración tiñe con vino,
que el que
sigue la vía no ignora las costumbres de las etapas ni el camino.
Por egoísmo, toda mi obra alcanzó mala fama en el extremo último.
¿Cuándo el
secreto que convoca tertulias, puede quedar oculto?
Si una presencia ansias, Hafez, no ausentes tu persona:
cuando la
vista alcances del que anhelas, el mundo deja y abandona.
1. El amado, Dios.
*
LA CLAVE
DEL TIEMPO
Si aquel
turco de Shiraz(2) mi corazón deleitara,
por su
lunar hindú le daría Bujara y Samarcanda.
Sírveme
vino, escanciadora, que en el paraíso no hallarás
las riberas
del Roknabad ni el jardín de Mosalá.(3)
Estos
gitanos alegres, dulces agitadores de la ciudad,
como los
turcos los banquetes, saquearon mi corazón de paz.
Para
nuestro pulcro amado no es un amor tan imperfecto:
agua,
color, lunar, retoques, ¿para qué los quiere el rostro bello?
Yo, por la
hermosura creciente de José, sabía
que amor
del velo de inocencia a Zulaika privaría.
Insúltame y
maldíceme a placer, que por ti rezo.
¿Merece
respuesta amarga el labio granate y bello?
Deja la
clave del tiempo, e indaga y habla de vino y juglaría:
nadie,
merced a la ciencia, desveló ni desvelará este enigma.
Escucha,
alma mía, esta advertencia: más que por el alma,
los jóvenes
dichosos por el consejo del sabio anciano claman.
Puliste la
perla del poema, Hafez, alegre ven y canta,
que el
firmamento, en tus versos, el sartal de las Pléyades desgrana.
2. Se trata de las bellezas turcas que en aquella época vivían en Shiraz,
famosas por su encantador modo de hablar.
3. Roknabad y Mosala, río y barrio de Shiraz.
*
HAY UNA
TIERRA
Vuelve al
jardín la fortuna de tiempos de juventud,
el ruiseñor
de dulce voz recibe de la rosa la buena nueva.
Oh céfiro,
por mí saluda a las plantas de olor, al ciprés
y la rosa,
si llegas a las púberes hierbas de la pradera.
Si entonces
aparece el joven mago, vendedor de vino,
trocaré mis
pestañas en escoba del umbral de la taberna.
¡Oh, tú,
que de ámbar puro en tu cara de luna pintas un mazo,(4)
no siembres
de inquietud mi desorientación y pena!
Temo que
aquellos que se ríen de los que beben posos
pierdan la
fe en la labor de las tabernas.
Sé
compañero de los hombres de Dios, que en el arca de Noé
hay una
tierra(5) que un diluvio ni una gota de agua considera.
Sal de la
casa giratoria y pan no pidas,
que esta
tacaña mata al final al que invitado era.
No sabrás
ni un detalle de los misterios de la existencia,
mientras no
estés desorientado en el círculo de la existencia.
¿Es
necesario llevar hasta el cielo el palacio?
Para todos,
el lecho es al final un puñado de tierra.
Oh luna de
Canán, el trono de Egipto ya posees,
hora es de
despedirse de la cárcel y salir de ella.
No sé qué
intenciones escondes en la punta del bucle
que tu pelo
agitado a almizcle perfumea.
Oh Hafez,
bebe vino, sé alegre, entrégate a la bohemia,
mas el
Corán en trampa de hipócritas no conviertas.
4. Se trata del empleado en el juego de polo, cuya bola, en poesía, en un
principio de marfil, se emplea como símbolo del destino.
5. Se dice que Noé llevaba en su barco el cuerpo de Adán para que lo
protegiera controlando el diluvio, como hizo.
*
EL CANTO DE VENUS
Ve, céfiro, y di a aquella esbelta gacela
que a la
montaña y al desierto nos ha guiado.
¡Larga sea tu vida, vendedor de dulces!
¿Por qué
olvidaste aquel loro golmago?
¿Debido a tu belleza altiva, oh rosa,
no
preguntaste por el ruiseñor enamorado?
Con humor ufano, a los gnósticos se atrae,
al ave
sabia, ni con trampa ni con grano.
Cuando te sientes a beber con el que amas,
recuerda a
los que intentan brindar con él en vano.
¿Por qué en su cumbre, los de cara de luna
y negros
ojos parecen ignorarnos?
Tu rostro hermoso carece de defectos,
mas de
lunar de amor y de fidelidad no veo trazo.
Dice Hafez: en el cielo no es de maravillar
que el
canto de Venus a Jesús haga bailar.
*
EL SECRETO OCULTO
¡Huye de mí el corazón! ¡Dueños de los corazones, os conjuro!
¡Qué
sufrimiento: se hará visible el secreto oculto!
Navegantes somos, ¡oh, viento favorable
haz que
veamos de nuevo el rostro conocido!, ¡levántate!
En la rueda giratoria sólo hay diez días de fábula y hechizo,
con
bondades para los amigos, apúralos, amigo.
¡Oh señor de la grandeza, de tu salud haz donativo
y recuerda
algún día a este derviche mísero!
La paz entre los dos mundos, en dos palabras se ha resumido:
con los
amigos ser caballeroso, contemporizar con los enemigos.
¡Mira!, el espejo de Alejandro es la copa de vino
que pone a
tu alcance el territorio de Darío.
No te rebeles, que, debido a sus celos tal vela arde el Amado,
aquel en
cuya palma se torna cera el basalto.
En el círculo de la flor divina, anoche, el ruiseñor canto bien.
Los que
estáis ebrios, despartáos, saciad el ansia con vino del amanecer.
Aquel sabor amargo que el sufí nombró madre de las maldades,
para
nosotros, más que el beso de doncella, es dulce y agradable.(6)
Entrégate al placer y a la ebriedad en tiempos de pobreza,
que al
mendigo convierte en Coré(7) esta alquimia de existencia.
Esas bellezas de lengua persa fuentes son de la vida.
Oh
escanciadora, a los persas ancianos, dales albricias.
Donde reinan los de buena fama, pasar no nos dejaron.
Si no te
gusta, modifica el sino predestinado.
No por su voluntad vistió Hafez un manto manchado de vino.
¡Oh maestro
sin mácula, en esto sé benigno!
6. Verso escrito parte en persa, parte en árabe, lo cual es habitual en la
poesía persa.
7. Coré, personaje del pueblo de Moisés que amasó una fortuna merced a la
alquimia y un día se hundió con sus tesoros. Mencionado en el Corán, azora
29, aleya 50.
*
UN FUEGO
El Fuego
del corazón prendió en el pecho y ardió doliente por el Amado.
Un fuego
había en la casa que la morada quemó.
La
distancia del Amado hizo arder mi cuerpo.
Separado de
su rostro, un fuego mi alma quemó.
Como el
cuenco, se rompió de arrepentido mi corazón.
Sin vino ni
copa, tal tulipán, mi corazón se quemó.
Mira arder
mi corazón, mira el fuego de las lágrimas.
El corazón
de la vela, como mariposa, anoche, de compasión se quemó.
Acaba la
discusión y vuelve, que mi pupila,
quitándole
el manto suyo, dando gracias lo quemó.
Todo el que
vio la cadena anudante de tus rizos
se
enardeció y, por mi locura, se quemó su corazón.
No es raro
que de mí se compadezca el conocido:
cuando me
fui de mí mismo, el corazón del extraño se quemó.
El agua de
la taberna se llevó mi manto de abstinencia,
el fuego de
la taberna mi casa de inteligencia quemó.
Bebe vino,
Hafez, y olvida ya la leyenda,
que de
noche no dormimos y, por amor a la fábula, la vela se quemó.
*
¡VUÉLVETE!
El cáliz en
la mano, llegó mi amado al convento de los magos
ebrio de
vino y los comensales ebrios de su ebrio narciso.
De su
caballo, en la herradura, creciente la luna clara;
y por su
altura, del cedro la altura baja.
Se levantó,
y la vela de los corazones de todos se sentó.
Él se
sentó, y el grito de los contempladores se levantó.
La algalia
emite alto perfume, pues se enrosca a su bucle;
El khol
dibuja un arco, que el de su ceja asume.
Mas ¿por
qué digo soy, si de mí mismo no he noticias?
Y ¿por qué
digo no es, si con él tengo la vista?
Vuélvete, y
que la vida en fuga de Hafez vuelva,
Aunque la
flecha que salió del pulgar nunca regresa.
*
A MEDIANOCHE
Con los
rizos al viento, perlado de sudor, riente y ebrio,
camisa
desgarrada, entonando una oda y la copa en la mano,
los ojos
pendencieros, la ironía en los labios,
a media
noche, junto a mi lecho se sentó.
Acercó la
cabeza a mi oído y en un tono triste
dijo: mi
inquieto enamorado, ¿tienes sueño?
El amante
al que ofrecen de noche un vino tal,
¡que adore
el vino o en el amor sea pagano!
¡Vete,
devoto, no te metas con los que beben posos!,
que otro
don no les fue concedido el primer día.
Bebimos
cuanto derramó él en nuestra copa,
ya fuera
vino peleón o del tonel del paraíso.
Como en el
caso de Hafez, ¡cuántos arrepentimientos han quebrado
la copa del
vino y su sonrisa, y los bucles del amante con sus lazos!
LA COPA DE CRISTAL
Florece la rosa, y el ruiseñor se embriaga.
Acudid,
sufíes que adoráis el vino.
La base del arrepentimiento como piedra es firme.
Asombraos:
la copa de cristal la ha destruido.
En la corte de la opulencia, lo mismo sea el rey,
que el
alguacil, que el ebrio... ¡Trae vino!
De este caravasar(8) con dos puertas hay que partir:
techo y
tejado de la vida, alto o bajo es lo mismo.
Morada y rapto de gozo sin sufrir no se alcanzan,
si el
primer día el sufriente estrecha vínculos.
Tengas o no, no sufras y sé alegre, pensamiento,
la no
existencia es el final de cuanta perfección ha sido.
La gloria de Asef,(9 )el caballo de viento(10) y entender a los pájaros...
todo lo
llevó el viento, y quedó el señor desnudo en el vacío.
Pues la flecha lanzada se elevó un rato y volvió a la tierra,
con ala y
pluma no te desvíes tú del camino.
La lengua de tu pluma, Hafez, ¿cómo puede dar gracias,
si va
pasando de mano en mano el don de tus palabras?
8. Se refiere al mundo.
9. Visir de la época y también de Salomón, Hafez juega con esa ambigüedad.
10. Referencia a Salomón, su caballo volador y su capacidad de entender el
lenguaje de los pájaros.
LOS FIELES DEL CORAZÓN
Cuando
oigas la palabra de los fieles del corazón,
no digas
que es un error.
Tú no eres
un entendido en la palabra,
éste es el
error.
Mi cabeza
no se inclina ante este mundo ni el otro.
¡Dios sea
loado por las rebeliones de nuestra cabeza!
No sé quién
habita en el interior de mi corazón cansado,
apagado
estoy yo, pero él, en gritos y alborotado.
Mi corazón
se ha salido de tono, ¿dónde estás, juglar?
Gime, que
en este tono prospera nuestro afán.
Por las
cosas de este mundo nunca tuve inclinación.
Tu rostro
lo embelleció ante mis ojos.
Por la
ilusión que alimento no he dormido.
Tengo la
sed de cien noches, ¿dónde está la casa del vino?
Ya que ha
enturbiado el cenobio, de mi corazón, la sangre.
Estaréis en
lo cierto si me laváis con vino.
Por esta
causa me quieren los magos del convento:
aquel fuego
nunca se extingue en mi corazón.
¿Qué
instrumento tocaba el juglar en aquel tono,
que la
mente todavía está llena de su eco?
Anoche la
llamada de tu amor resonó dentro de mí.
El ámbito
de tu pecho, Hafez, está lleno de sonido.
EL PALACIO DEL DESEO
El palacio del deseo tiene cimientos muy frágiles,
ven, trae
vino, que están en el aire los cimientos de la vida.
Esclavo soy del virtuoso que, bajo este índigo círculo,
exento está
de albergar los colores del apego.
Un consejo te doy, aprende y aplícalo,
pues este
dicho recuerdo de mi maestro:
«No esperes que tan frágil mundo cumpla con su compromiso.
Es el novio
de mil novias ese anciano.»
Anoche, hallándome en la taberna, ebrio y desastrado,
¿sabes qué
nueva me dio el ángel del misterio?
«¡Oh, tú, de alta mirada, halcón real que habitas en el árbol del séptimo
cielo,
tu morada
no es este rincón de sufrimiento!,
desde la alta torre del trono, te están llamando.
¿Qué te
sucede? ¿Tan hondo has caído en esta trampa?»
No acojas la tristeza del mundo y no olvides mi consejo,
pues uno
que está en la vía esta máxima me dijo:
«Confórmate con lo que tienes, desata el nudo de tu ceño,
no está
abierta para ti ni para mí la puerta de la elección.»
De fidelidad y de compromiso, en la sonrisa de la flor no hay indicios.
¡Emite una
queja, ruiseñor sin corazón, que este es el lugar del grito!
¿Por qué, pues, envidias a Hafez, mal rimador?
El gustar y
la gracia del verbo son un don de Dios.
TU SOMBRA DE CIPRÉS
Sucumbieron tus cabellos en manos de la brisa,
de dolor se
ha partido en dos mi loco corazón.
Tu ojo hechicero a la negrura del alba es semejante,
¡mas ay!,
esta copia, ¡cómo ha languidecido!
¿Sabes qué es aquel punto negro que tu bucle enlaza?
El punto es
de tinta, caído en el círculo del yim.(11)
En el paraíso de tu cara, tus negros rizos perfumados
son como un
pavo real en el jardín de la gracia.
Sumido en el deseo de tu rostro, oh Bienamado,
mi corazón
es la tierra que la mano del viento arroja en el camino.
Este terrenal cuerpo elevarse no podrá como polvo
ni alejarse
de tu alcance, pues ha caído muy grave.
Tu sombra de ciprés en mi forma, oh tú, el de hálito de Cristo,
reflejo es
del espíritu que en los pútridos huesos ha caído.
El que sólo en la Caba tenía su morada, recordando tus labios,
veo que en
el umbral de la taberna se ha afincado.
Hafez por ti de pena se extravía, oh buen amigo:
es un pacto
eterno en época remota concluido.
11. Letra del alfabeto persa que forma una curva.
MI DESMEDIDA AMBICIÓN
Decirte cómo está el corazón es mi deseo.
Recibir
noticias del corazón es mi deseo.
Mira mi desmedida ambición: descubierta la historia,
ocultarla a
mis rivales es mi deseo.
En la noche de Gadr, tan noble y tan amada,
dormir
contigo hasta el alba es mi deseo.
¡Oh, qué perla tan fina!,
en la noche
oscura, pulirla es mi deseo.
Eh, viento de Saba, esta noche ayúdame,
que al alba
llenarme de asombro es mi deseo.
Borrar con las pestañas el polvo del camino,
por mi
honor, es mi deseo.
A pesar de tanta estulticia, como Hafez
entonar
versos de ebriedad, es mi deseo.
NO TE SIENTES SIN VINO NI AMANTE
La rosa junto a mí, vino en la copa, a vista del amado;
en un día
tal, el rey del universo se vuelve mi esclavo.
Todo mi oído está en el son de la flauta y la música del arpa.
Mi ojo
todo, en su labio granate y en la copa que baila.
En nuestro credo, oíd, lícito es el beber vino, mas,
oh floral
ciprés, sin tu rostro es ilícito.
Para este encuentro al cenáculo no traigas vela,
que esta
noche la luna de su rostro está llena.
Del sabor del terrón y del azúcar no digas nada,
porque ese
labio suyo tan dulce a mí me sacia.
Y ahorrad el perfume cuando juntos estemos,
que, sin
cesar, nos halaga el olfato su cabello.
Mientras mi corazón guarde el tesoro de la tristeza que me causas,
un rincón
de la taberna será siempre mi morada.
Bebedores de vino, bohemios, jugadores con los ojos somos,
y en esta
ciudad, ¿quién es el que no es como nosotros?
No habléis con el alguacil de la culpa nuestra,
también es
su intento el beber sin tregua.
Hafez, no te sientes sin vino ni amante instante alguno:
día es del
jazmín, día de la rosa y fiesta de ayuno.(12)
12. Día
después del Ramadán.
LA VIRTUD DE LOS DERVICHES
El supremo paraíso es el retiro de los derviches.
El crisol
de la grandeza es servir a los derviches.
De la clausura el tesoro tiene extraños talismanes,
su clave es
la generosa mirada de los derviches.
El palacio del paraíso cuya puerta Ridván guarda
es una
imagen tan sólo del prado virginal de los derviches.
Aquello por cuya luz el corazón negro se torna oro
es la
alquimia que se gesta en la voz de los derviches.
Aquello ante lo cual pone el sol su corona de arrogancia
es la
grandeza que habita la corte de los derviches.
El reino no resguardado del miedo cuando amenaza la pena
escucha
sinceramente: el reino es de los derviches.
Los reyes son la alquibla de las súplicas de todos,
la causa es
la servidumbre al trono de los derviches.
El rostro deseado que orando buscan los reyes
tiene
su:más claro ejemplo en el espejo del rostro de los derviches.
De una punta a otra abarca, de tiranía, el ejército,
pero del
principio al fin es la hora de los derviches.
¡Ey, poderoso!, no ostentes tanta arrogancia, que
tu cabeza y
tu oro están a la sombra del acuerdo de los derviches.
Oh corazón, apártate con cortesía: la realeza del amor
se debe a
la servidumbre de los derviches.
Si por Su ira el tesoro de Coré se sigue hundiendo,
habrás
leído que esto se debe también al celo de los derviches.
Oh Hafez, si quieres agua de vida eterna,
su fuente
es la tierra del solitario umbral de los derviches.
Soy esclavo de los ojos de Asef, el actual visir,
que tiene
el rostro señorial y la virtud de los derviches.
EL MAR DE LA ANIQUILACIÓN
¿Qué sale del taller de la existencia toda? Poca cosa.
Acerca el
vino, que los bienes del mundo son poca cosa.
Unos cinco días tendrás de plazo en esta etapa.
Con gozo
tranquilízate, que el tiempo es poca cosa.
Alma y corazón por el honor existen de hablar con el Amado.
El
propósito es éste, o alma y corazón son poca cosa.
No aspires a la sombra del árbol Tuba ni del Loto,
ágil
ciprés, presta atención, verás que es poca cosa.
La fortuna es aquella que sin exceso de dolor se alcanza.
Con
esfuerzo y trabajo, el jardín del Edén es poca cosa.
A la orilla del mar de la aniquilación estamos, oh copera,
apura ya,
que del labio a la boca es poca cosa.
Sé cauto, asceta, no te fíes del juego del orgullo:
la senda
del cenobio a la taberna de los magos es poca cosa.
Quemado, dolido y débil, mi sufrimiento, al parecer,
no requiere
palabras ni explicaciones tantas, que es poca cosa.
El nombre de Hafez es cifra de la buena fama,
mas, para
el rend, la cifra entre ganancia y pérdida es poca cosa.
TIENE UN PORQUÉ
Si duerme aquel narciso hechicero, tiene un porqué.
Si su bucle
en ondas se deshace, tiene un porqué.
Tu labio vertía leche, y yo decía:
esa dulzura
junto a aquel salero tiene un porqué.
Tu boca es fuente de agua de vida, mas
debajo de
tu labio, el hoyo de tu mentón tiene un porqué.
¡Mil años vivas!, digo, pues sé de cierto
que en tu
arco la flecha de tu pestaña tiene un porqué.
Dolor de separación y pena de sufrimiento te han puesto enfermo,
oh corazón,
ese grito tuyo, ese lamento, tiene un porqué.
Por el jardín pasó anoche el viento de sus dominios,
oh flor, tu
vestidura rasgada tiene un porqué.
Aunque el dolor del amor oculta a la gente el corazón,
este llanto
de tus ojos, Hafez, tiene un porqué.
AL ALBA
Al alba el ave de los campos dijo a la rosa recién nacida:
como tú
florecen en este jardín muchas, no seas altiva.
La rosa respondió entre risas: «No nos ofende la verdad, pero
ningún
enamorado dijo a su amada palabras tan ofensivas».
Muchas perlas hay que pulir con la punta de las pestañas,
si codicias
el vino de esta copa de incrustada pedrería.
Ni en la misma eternidad, el perfume del amor alcanzara el olfato
del que no
haya barrido la tierra del umbral de la taberna con sus mejillas.
Anoche, cuando en el jardín de Eram, regalado por el aire
el bucle
del jacinto se agitaba ante la brisa,
dije: oh asiento de Yamshid, ¿do está tu copa que el mundo reflejaba
Dijo: ¡qué
pena, aquella fortuna despierta quedó dormida!
Las palabras de amor no son aquellas que a la lengua llegan,
¡oh
escanciadora, dame vino, este diálogo termina!
Las lágrimas de Hafez lanzaron al mar la prudencia y la paciencia.
¿Qué hacer?
No ha sabido ocultar las penas de amor ni su herida.
EL REFLEJO DE DIOS
¡Eh, abubilla, con el viento de Saba a Saba te envío!
¡Mira de
qué punto hasta qué punto te envío!
¡Ay, un ave como tú en un terrenal espacio de tristeza!
Desde este
lugar, al nido de la fidelidad te envío.
En el camino del amor, cercanía y lejanía no son etapa;
yo
claramente te diviso y una oración te envío.
Cada mañana y cada noche, una caravana de rezos píos
con el
viento del norte y la brisa del alba te envío.
¡Que tus huestes de tristeza, el reino del corazón no destruyan!,
como
víctima, en ofrenda, mi amada vida te envío.
¡Oh tú, oculto a la vista, que al corazón acompañas!,
por ti
elevo una plegaria y mis loanzas te envío.
Y para que los juglares te informen de mis anhelos,
poesías y
decires, con canto y tañer de cuerdas te envío.
Observa en tu propia cara la divina creación,
que el
espejo que a Dios muestra te envío.
Acércate, escanciadora, que el cosario del secreto tal buena nueva me dijo:
sé paciente
con el sufrimiento, que una pócima te envío.
Las letanías de este círculo, Hafez, enumeran tus virtudes.
¡Date
prisa, acude ya!: caballo y capa te envío.
ENTRE ESTAS RUINAS
El vino y el gozo oculto, ¿qué son?: una labor sin fondo.
Contra
viento y marea somos del rango de los bohemios.
Desata el nudo del corazón y olvida el firmamento todo,
que no
desata ese nudo la ciencia de un ingeniero.
No te asombres de los giros que dan los tiempos,
que la
rueda recuerda miles, miles y miles de cuentos.
Con respeto sostén este búcaro en tus manos:
de la testa
de Yamshid, Bahman y Gobad fue hecho.
¿Quién sabe, Kavus y Key(13) a do partieron?
El trono de
Yamshid, ¿adonde lo llevó el viento?
Mira: los labios de Shirin(14) hacen que crezca un tulipán
en la
tierra donde yace Farhad de celo.
El tulipán tal vez captaba la infidelidad de nuestra era
pues
sostuvo la copa de vino desde su nacimiento.
Ven, ven, y con el vino, durante un rato, seremos ruinas
y tal vez,
entre estas ruinas, un tesoro hallaremos.
No me permiten viajar ni rondar el mundo,
del
Roknabad,(15) el agua, del Mosala, el soplo del viento.
A la seda del gozo han atado el corazón alegre:
¡bebe ese
vino puro al son del arpa y el pandero!
No me reproches que no aparte la mano de la copa de vino,
porque más
puro nunca encontré otro compañero.
Tus penas de amor, Hafez, han llegado a lo que han llegado.
¡Que el mal
de ojo de la era no llegue a los enamorados!
13. Yamshid, Bahman, Gobad, Kavus y Key, reyes persas.
14. Shirin y Farhad, famosa pareja de enamorados de la literatura persa.
15. Roknabad y Mosala, río y barrio de Shiraz.
HASTA UNA COPA ME HURTÓ
Mucho hace que el amado no mandó mensaje alguno,
no envió
ningún saludo ni una palabra escribió.
Cien cartas le remití, y aquel rey de los jinetes
para mí ni
un mensajero al galope despachó.
A mí, salvaje y sin juicio, aquel de casta de ciervo
ni un
caminante, como la perdiz, mandó.
Sabía que me escapaba el ave del corazón,
y de su
bucle o cadena ni una trampa me lanzó.
¡Ay de aquel escanciador de dulce labio, embriagado,
sabiendo
cómo yo ardía, hasta una copa me hurtó!
Tanto como presumí de carismas y moradas,
de moradas
y carismas ni una noticia me dio.
Hafez, sé respetuoso, que reclamar no es usado
si es el
rey el que no envía los mensajes a su esclavo.
EN QUÉ TRAMPA ATRAPADO
En la vejez revivo el amor de juventud,
aquel
secreto que ocultaba el corazón se ha revelado.
Por una mirada, el ave del corazón voló muy alto.
¡Oh ojo,
contempla en qué trampa fue atrapado!
Por aquel ciervo almizclado de negros ojos,
¡qué dolor,
la sangre que, tal vesícula, derramó mi corazón!
Por cruzar las tierras de vuestro reinado,
el perfume
de almizcle en la brisa del alba ha recalado.
Cuando esgrimió tu pestaña la espada conquistadora del universo,
¡cuántos,
cuántos vivos cayeron con el corazón muerto!
En este convento hemos sufrido castigos numerosos.
Cayó el que
se enfrentó con el bebedor de posos.
Por entregar la vida, la piedra negra granate no se torna,
¿cómo
modificar la naturaleza de una esencia tan tosca?
Hafez, que jugaba con el bucle de los ídolos,
y en amor
no hubo rival, ahora ha sucumbido.
DE LA MEZQUITA A LA TABERNA
Al dar la imagen de tu rostro en el espejo de la copa,
por la
sonrisa del vino, a codicia sin medida sucumbió el enamorado.
Con una aparición única en el azogue, tu bella cara
tantos
dibujos formó como ilusiones sin fin en el espejo.
Tantas hermosas imágenes y tan distintos esbozos
luz son del
rostro de la copera que en la copa se refleja.
Amor celoso cortó la lengua de todos los selectos,
y así en la
boca del pueblo cayó el misterio que los apena.
Sucederá, señor, que en el cenobio no me verás en adelante:
los labios
de la copa absorben nuestra labor, de la copera, el semblante.
No por mi pie fui a parar de la mezquita a la taberna:
consecuencia de mi sino desde el primer día ha sido.
¿Qué hará el que el círculo del tiempo como un compás no culmina,
el que ha
caído en el giro de los días?
Cada momento mi abrasado corazón nuevo favor obtiene.
¡Observa a
este mendigo!: consigue limosna como merece.
Bajo la espada de su tristeza hay que ir bailando,
pues quien
de su mano muere buen fin ha hallado.
Del pozo de tu barbilla se colgó en tu rizo el corazón;
¡Ay!
Salióse presto del pozo, mas en la trampa cayó.
Ebrios de amor, los sufíes todos juegan con la mirada,
sólo Hafez,
de corazón doliente, tiene la mala fama.
NO DEJES ESTA PUERTA
El ave homa que culmina la suerte caerá en nuestra trampa
si tú te
dejas caer por nuestra morada.
Tal burbuja, de alegría lanzo al aire mi sombrero
si una
imagen de tu rostro a nuestra copa se lanza.
Si ni el mismo viento a tu corte tiene acceso,
¿cuándo
tendremos acceso a intercambiar un saludo?
Mientras caía inmolada, por tu labio, la vida, imaginaba
que una
gota de tu transparencia caería en nuestra boca.
La ilusión de tu bucle dijo: no emplees la vida como instrumento,
que nuestra
trampa mucho se emplea en esta caza.
Desesperado no dejes esta puerta en pos de augurios,
que la
fortuna del reino acuda en pos del nombre nuestro.
La noche aquella en que la esperada luna irrumpió en el horizonte...
Será que a
veces, algún luminoso rayo irrumpe en nuestro tejado.
De la tierra de tus lares, cuando a Hafez se le escapa una palabra,
escapa
hasta nuestro olfato la brisa del vergel del alma.
LA CAJA DE LOS TRUCOS
Él sufi tendió una trampa y abrió la caja aeíos trucos.
Con el
cielo artificioso empezó sus embelecos.
Ese juego de la rueda le hará un día una jugada,
pues hasta
a los iniciados con malabarismos trata.
Ven escanciadora: de los sufíes, el testigo esbelto
ha
aparecido otra vez y se ha lanzado al coqueteo.
¿De dónde es el juglar que de ida compone música de Iraq
y, en la
senda de vuelta, melodías de Heyaz?
¡Acércate, corazón, refugiémonos en Dios!,
que aquel
de manga corta con mano larga actuó.
No pretendas que es amor auténtico el de cualquiera:
ante el
corazón, su amor cerró la puerta de la esencia.
¡Oh perdiz donairosa, qué bien caminas!,
el gato del
asceta(16) hace oración: sé precavida.
Mañana, cuando estemos cara a la corte de la verdad,
sentirá
vergüenza el caminante que actuó con falsedad.
No regañes a los bohemios, Hafez, que el primer día
nos liberó
Dios de falsa abstinencia y de hipocresía.
16. En tiempos de Hafez hubo un asceta que enseñó a su gato a hacer oración
cuando él la hacía. Dio pie a un tratado poético-político Mush o gorbe (La
rata y el gato), donde se criticaba la sociedad a través de estos
personajes.
LA RUEDA TURQUESA
Un ruiseñor con su sangre hizo crecer una rosa,
mas el
viento de los celos cien espinas le clavó.
Un loro con la dulzura del labio se contentaba,
mas la
tromba de la nada su espejismo aniquiló.
¡Ay de mí! Por envidia del ojo de la luna y el sol,
el de ceja
tal creciente de luna en la tumba se afincó.
¡Luz de mis ojos! ¡Vida al recuerdo del fruto de mi corazón!
¡Cuan fácil
fue su partida y cómo dificultó mi labor!
¡Que Dios me asista, se me ha caído la carga, oh camellero!
De este
palanquín, esperar tus dádivas me hizo compañero.
No tengas en poco mi rostro de tierra y mis ojos en llanto,
que la
rueda turquesa construyó un recreo con este barro.
El rey y la torre(17) no moviste a tiempo, Hafez.
El juego
del tiempo me distrajo. ¿Qué hacer?
17. Referencia al ajedrez, juego de gran tradición en la literatura persa.
EN PIE COMO UNA VELA
Partió el amado y no informó a los que sin corazón vagaban.
Al amigo de
la ciudad olvidó, y al compañero de viaje.
O abandonó mi suerte la vía del amor,
o por la
vía principal del recto camino no pasó.
Me quedé en pie como una vela, para sacrificar mi vida.
Y él no
pasó junto a nosotros como la brisa del alba.
Dije; que con el llanto se ablande su corazón.
La gota de
lluvia no afectó a la dura piedra.
No juegues, que el ave de mi corazón inquieto
no se quita
de la cabeza la locura de la trampa de amor.
Quien vio tu cara besó mi ojo,
lo que mi
vista hizo no lo hizo sin visión.
Tanto rompía el corazón, Hafez, tu dulce historia,
que quien
la oía con entusiasmo la aprendía de memoria.
TRAS EL VELO DEL ENIGMA
Viste, corazón, las penas de amor qué hicieron.
Qué hizo
el amado cuando partió con el amigo fiel.
¡Ay!, qué juego provocó aquel narciso hechicero.
¡Oh!, esa
criatura ebria, con los sobrios, qué hizo.
Cobró el color del ocaso del desamor mi lágrima.
Mira qué
hizo, en este afán, tu sino sin ocaso.
Destelló al alba, de la casa de Layla,(l8)
un relámpago.
¡Ah,
Machnún, corazón roto, con tu cosecha, qué hizo!
Dame la copa de vino, escanciadora, que no está claro qué hizo
de lo
oculto el dibujante tras el velo del enigma.
El que llenó de dibujos ese círculo en azules esmaltado...
Nadie ha
llegado a saber, con el giro del compás, qué hizo.
El corazón de Hafez ardió de pena, de un relámpago de amor.
Mirad el
amigo antiguo qué hizo con el amigo.