¿Qué es la muerte?
La muerte es un cuerpo muerto.
Cuando veas que la muerte es sólo un cuerpo muerto entenderás
a la muerte instantáneamente y nunca más estarás perplejo
o atemorizando ante ella. Pero en nuestra sociedad moderna los seres humanos
ya no somos simples en lo que concierne a la muerte. Ya no podemos verla
tal como es ni podemos mirarla objetivamente. Hemos delegado la muerte,
todos los cuerpos muertos, en otros: en profesionales. Nos hemos apartado
de ella, raramente vemos ahora la muerte. ¿Cuántos cuerpos
muertos viste hoy? ¿Cuántos han visto tus niños desde
que nacieron? ¿Cuántos has visto este año? ¿Y
en tu vida?
En sociedades mucho más antiguas donde la gente manipulaba
a sus muertos, vivía con los muertos y enterraba a sus muertos,
no le temían a la muerte. Tener que enfrentarla cada día
a su alrededor les recordaba continuamente la simple verdad de que
la muerte es sólo un cuerpo muerto. No necesitaban especular acerca
de la muerte tal como hacemos nosotros: estaba allí frente a ellos.
Cuando vives con los muertos a tu alrededor estás realmente en contacto
con la muerte y no le temes. No le temes a ninguna cosa con la que estás
en contacto. Le temes a aquello con lo que no tienes contacto.
La muerte es la parte inconsciente de nuestro ser. Lo que hemos
hecho es separarnos completamente de nuestro inconsciente. El resultado
es extremadamente serio para todos nosotros.
Para ser mentalmente sanos como sociedad y como individuos necesitamos
estar en contacto no sólo con nuestra parte consciente sino también
continuamente involucrados con el inconsciente. Lo consciente y lo inconsciente
son las dos mitades inseparables de tu ser. La mitad consciente es el vivir
y la inconsciente es la muerte. Tal como estar despierto es parte de lo
consciente y dormir es parte del inconsciente. No le tienes miedo a dormir
porque al dormir cada noche la parte durmiente del inconsciente te resulta
familiar. Pero como has perdido todo contacto con la muerte, la perspectiva
de la muerte te espanta.
Y que nadie te venga a decir que no le tiene miedo a la muerte
antes de que llegue el momento. Cuando la doctora les pone la mano sobre
el hombro y les da la noticia, o cuando súbitamente se dan cuenta
de que se están muriendo, a ver si hablan con tanto coraje. Sólo
los moribundos saben cómo es enfrentar la muerte, sólo aquellos
que ya no pueden imaginar una salida.
En nuestra sociedad, al no haber cuerpos muertos a nuestro alrededor,
hemos sido forzados a confiar más y más en nuestra imaginación
para tratar de mantenernos en contacto con la muerte. Y todos sabemos lo
que hace la imaginación, especialmente en la infancia, cuando escuchamos
las supersticiones y los miedos de los mayores, leemos cuentos de terror
y formamos imágenes que se adhieren a nuestro subconsciente por
el resto de nuestras vidas. Todos tenemos en nuestro subconsciente alguna
de esas aterradoras imágenes de la muerte que no contienen ni un
ápice de verdad. En breve, hemos complicado la muerte hasta tal
punto con nuestra imaginación que cuando digo que la muerte es sólo
un cuerpo muerto, parece que esto no significa demasiado, no tiene suficiente
sustancia, ¿no es así? Es demasiado simple. Queremos algo
increíble en lo cual creer, algo que encaje con las cosas complicadas
e imprecisas que imaginamos, y no la simple verdad que cualquiera puede
ver cuando mira un cuerpo muerto.
Entonces, ¿qué significa “la muerte es un cuerpo
muerto”? Significa, y por favor escucha cuidadosamente, que la muerte sólo
puede ser vista en un cuerpo muerto. Si estás muriendo en este momento,
y si es así te hablo con profundo respeto y amor, no puedes verte
a ti mismo como un cuerpo muerto. Si alguna vez ves tu cuerpo, obviamente
tú no estarás muerto. Y esto es precisamente lo que sucede,
tanto a los vivos como a los muertos. Siempre vemos solamente un cuerpo
muerto y nosotros no somos nunca ese cuerpo.
Cuando mueras te volverás consciente de tu cuerpo muerto
frente a ti y, maravilla de maravillas, conocerás la simple verdad
que podrías ver ahora si realmente lo intentases: que no hay muerte
para ti. La única muerte es la que ves en un cuerpo muerto.
Permíteme decirte lo que sucede cuando tu cuerpo está
muriendo. Quiero decir muriendo realmente, en las últimas horas
o minutos, cuando estás inconsciente por última vez en lo
que al mundo concierne.
Puede haber un período de no darte cuenta, tal como ocurre
en el sueño profundo. Repentinamente, tu cuerpo, con la gente que
lo rodea, toda la escena de la muerte aparece frente a ti. En tu asombro
puede que no notes que el mundo de tu cuerpo se ha alejado; sí,
se ha movido, mientras que tú no. No se aleja mucho al comienzo,
tal vez un metro o algo así, pero te das cuenta realmente de que
todo está extrañamente separado de ti de un modo que nunca
antes has conocido. El mundo que conocías tan bien, como una especie
de elemento permanente alrededor de tu cuerpo, ha retrocedido. Y te quedas
mirándolo, asombrado, cautivado, casi sin creerlo, excepto por que
tu darte cuenta es mucho más real y vivo.
Es entonces cuando ves tu propio cuerpo completamente separado
de ti. Puede que todavía no hayas muerto, hasta puede que lo veas
respirando. Pero, por supuesto, no estás mirando a través
de los ojos del cuerpo, probablemente habrás notado que, de todos
modos, están cerrados. No tienes cuerpo, estás mirando desde
otro lado, pero puedes ver, oír y comprender todo lo que está
sucediendo. Es un prodigioso milagro, estás subyugado.
En este estadio, hay personas que han vuelto a la conciencia
del cuerpo y han vivido para describir la experiencia. Han informado que
dejaron el cuerpo. Pero lo que no recuerdan o no se dieron cuenta es que
el cuerpo y todo el mundo ligado a él se había alejado de
ellos, no ellos del cuerpo, y que toda la escena tenía una increíble
o indescriptible perspectiva más allá de la mirada desde
cualquier posición espacial o sensorial. No es en absoluto una percepción
espacial o sensorial. Es un estado alterado de conciencia causado porque
el cuerpo y el mundo se alejan, dejando la conciencia individual en el
inconsciente.
Permíteme explicar esto de otro modo porque cuando llegue
el momento y estés muriendo, no importa cuánto más
adelante sea esto, te encontrarás dándote cuenta de lo que
estoy diciendo ahora y afirmando para ti mismo: “es verdad, lo que está
sucediendo es lo que él dice”. Esto es así porque estamos
hablando de lo más importante de tu vida y cuando te estás
muriendo recuerdas aquello que fue realmente importante en tu vida. Más
tarde te explicaré porqué es importante también entender
qué es lo que sucede cuando estás muriendo.
Aproximémonos entonces de otro modo al estado de la muerte,
entendiendo la diferencia entre muerte y sueño. Cuando te vas a
dormir te retiras adentro de tu cuerpo, vas hacia adentro, hacia el inconsciente,
que es la muerte. Pero, por supuesto, en el sueño no llegas tan
lejos, te retiras dentro del subconsciente, justo por debajo de la conciencia.
La muerte, el inconsciente, es el próximo nivel hacia abajo. Por
lo tanto, los tres niveles de nuestro ser son el consciente donde estamos
despiertos, el subconsciente donde dormimos y el inconsciente donde sobrevivimos
a la muerte.
Cuando duermes o estás inconsciente sólo estás
retirándote adentro de tu cuerpo y puedes volver. Pero cuando mueres
el mundo se retira de ti, digamos que te mueve el piso totalmente y te
deposita completamente en el inconsciente de donde no puedes volver. Pero
está bien porque entonces, maravilla de maravillas, descubres que
no hay muerte, que la muerte es ciertamente sólo un cuerpo muerto.
La muerte es el secreto mejor guardado del mundo. De hecho estás
en medio de una asombrosa conspiración mundial que podría
ser llamada “el macabro juego de esconder el cuerpo”. Cada día,
solamente en el Reino Unido mueren dos mil personas, los crematorios y
los cementerios de las grandes ciudades están agotados y aun así,
todo lo que vemos es un coche fúnebre con una caja con flores sobre
ella o titulares en los periódicos, fotos e imágenes de televisión;
pero no verdaderos cuerpos muertos. ¿Por qué? ¿Qué
está pasando?
¿Pensaste en esto alguna vez? Podrías preguntarte
seriamente si hay alguna ley que te prohiba ver cuerpos muertos reales.
Y la respuesta es: sí, hay varias leyes. Tienes prohibido ver a
los muertos como no seas un familiar muy cercano y aun así, no por
mucho tiempo. No puedes entrar en la morgue para ver la muerte. Los laboratorios
y museos médicos están cerrados para ti. Trata de obtener
permiso para presenciar una cremación y mira si el sistema, insultado,
no te hace sentir como un voyeur o un profanador de tumbas.
Como hombre o mujer común no tienes permiso para estudiar
la muerte ni para interrogar a la muerte relacionándote con la única
evidencia que hay de ella: los cuerpos muertos. Debes tener una razón
oficialmente aprobada. Te pregunto muy seriamente, ¿hay alguna razón
mejor que el hecho de que te va a suceder a ti?
Pero la sociedad, bajo la forma de los profesionales que hemos
designado y a quienes hemos entregado el cuidado de los muertos, no lo
tolerará. Un interés así es considerado morboso, excéntrico,
fóbico o insalubre y, dado que la sociedad es sólo un reflejo
de la voluntad de la mayoría, probablemente tú también
hayas seguido esta actitud y aun ahora puede que encuentres un poco incómodo
o de mal gusto hablar así acerca de la realidad de la muerte.
Exhibir cuerpos muertos en público está enfáticamente
prohibido. ¿Por qué? El interés estaría allí
por cierto si tuviéramos la oportunidad o la excusa. Una de las
filas perpetuas más largas del mundo es para ver el cuerpo muerto
de Lenin en el mausoleo de la Plaza Roja en Moscú.
¿Qué es entonces lo que nos ha hecho ponernos
bajo la presión de esta extraordinaria censura y cuáles son
las objeciones? ¿Respeto por los muertos? No hay necesidad de ser
irrespetuoso; la gente nos mira mientras estamos vivos, ¿por qué
no habría de mirar nuestros cuerpos muertos? ¿Razones de
salud entonces? ¿Qué tiene que ver la salud con que tú
o tus niños vean a los muertos en los museos médicos o en
las morgues? ¿Por qué habría de ser malo para tus
niños ver una cosa tan natural como la muerte? ¿Por qué,
como seres humanos, los únicos que tienen este privilegio son los
médicos y los agentes funerarios? ¿Por qué no podrías
tener la libertad de pagar una entrada, si el costo fuese una objeción,
y que las horas de observación fuesen limitadas para que los profesionales
no fuesen obstaculizados en su trabajo? Te pregunto muy seriamente: ¿hay
alguna objeción real para que veas cuerpos muertos aparte del hecho
de que una aproximación tan simple arruinaría la conspiración
de esconder el cuerpo y nos haría tal vez cuestionarnos como individuos
y como sociedad toda nuestra actitud irracional y proscriptiva hacia la
muerte?
¿Has notado que el amor parece estar desapareciendo del
mundo, que la idea que el mundo tiene del amor es más la de humanidad
y tolerancia, lo cual no es amor en absoluto? No estoy hablando de un modo
de amar, estoy hablando del amor. ¿Has notado que, al mismo tiempo
que el progreso parece estar haciendo más fácil vivir en
el mundo, es más difícil encontrar amor: un amor en el que
puedas sostenerte, un amor al que realmente le importes, que realmente
te pertenezca, un amor que esté realmente contigo? ¿Has notado
cómo estás teniendo que tomar en cuenta el olvido de aquellos
que te aman y algunas veces tu propia falta de amor?
Increíblemente, estos son los síntomas de estar
desconectado de la muerte, del inconsciente. El impacto de esto sobre la
psiquis humana, especialmente en el último siglo, ha creado una
neurosis global galopante, una enfermedad mental peculiar de todos los
que vivimos en el mundo moderno. Nuestro obsesivo ocultamiento de los muertos
y nuestro casi secreto descarte de los cuerpos nos pone en evidencia. Es
la naturaleza humana esconder o esconderse de la evidencia física
de una neurosis. Por lo tanto ya no hay más cuerpos muertos alrededor.
Como todos sufren de esta neurosis y de sus fantasías que son excusas,
le quitamos importancia a su efecto devastador en nuestras vidas, considerándolo
parte del vivir normal; y así la causa continúa sin ser percibida.
Pero el hecho es que esta neurosis está destruyendo la calidad de
vida sobre la Tierra, tu vida. Y al hacerlo, cada uno de nosotros se siente
obligado a defender y justificar un poquito más el propósito
y valor de su existencia.
Permíteme describirte los síntomas con más
detalles. Mira si no reconoces el problema subyacente en tu vida y en la
del mundo moderno a tu alrededor.
Nosotros, las personas, nos sentimos superfluos. Cada uno de
nosotros se siente cada vez menos amado y necesitado como una unidad sobre
la Tierra. Algo, y nadie parece ser capaz de nombrarlo, nos está
suplantando. Por más que tratemos de sostenernos los unos con los
otros, aun con aquellos a quienes amamos, tenemos una rara sensación
de separación progresiva, de no ser completamente capaces de llegar
a los otros. Nos reunimos en el amor y al hacer el amor, pero la sensación
de distancia incluso estando juntos está allí a menudo, aunque
generalmente nos las ingeniamos para ahuyentar el pensamiento. Decimos:
“A veces es bueno, a veces no: así es la vida” ¿Es así?
¿La vida es así o es solamente otra excusa para poder soportar
vivir la vida a medias que vivimos? La vida no es el vivir. La vida es
completa y hermosa. Vivir como lo hacemos la mayor parte del tiempo es
un encubrimiento de los síntomas.
Es más difícil expresar nuestro amor y nuestros
sentimientos, posiblemente porque nuestros seres amados no parecen escucharnos
ni oírnos: otro síntoma más de la neurosis. Hay más
malhumor, insatisfacción, emocionalidad y descontento a nuestro
alrededor y en nosostros mismos. Simplemente, no estamos felices tan a
menudo como sentimos que deberíamos estar, la alegría no
es duradera. Para los que envejecen el sentimiento es a veces de desesperación.
Para los maduros y los de mediana edad, las madres y los padres, se está
tornado más frecuentemente en un momento de depresión parecido
a cuando se desmoronan esperanzas largamente sostenidas. Y para los jovenes
que todavía no pueden registrar el sentimiento directamente, su
efecto es la obsesiva búsqueda de algo nuevo, algo sensacional,
¡por Dios!, algo tangible y que valga la pena, ser algo que los haga
sentirse verdaderamente necesarios.
A medida que la neurosis penetra más profundamente, cada
generación encuentra más difícil expresar amor y ser
amor. La maravilla de estar vivo, la riqueza y simplicidad naturales están
desapareciendo. Y no se debe a la tecnología que, en nuestra ceguera,
tratamos de culpar. Es que estamos muriendo por dentro, todos nosotros.
Estamos muriendo por la necesidad de estar una vez más en rejuvenecedor
contacto con el inconsciente: con la mitad faltante de nosotros mismos
que hemos borrado exitosamente de nuestras vidas.
La principal dificultad para un moribundo, antes de perder completamente
la conciencia, es un agudo sentimiento de aislamiento. No porque estén
dejando todo, como podríamos imaginar, sino porque perciben por
primera vez con alarmante claridad que nadie comprende la muerte. Aunque
las personas que están a su alrededor sean amorosas y estén
tristes, y los doctores y enfermeras se dediquen a ellos devotamente hasta
el punto de la santidad, los moribundos se dan cuenta de que los que los
rodean no tienen esta comprensión y ellos están completamente
solos. El verdadero amor mostrado por otros es vitalmente contenedor y
reconfortante para los moribundos, pero no disminuye la angustia y frustración
que sienten al verse desconectados por la falta de comprensión de
los vivos.
Morir es un proceso de retirarse a una nueva vida, a una nueva
conciencia. Los vivos no se dan cuenta de esto porque le han dado la espalda
deliberadamente. Los moribundos, a través del clarear de su estado
de conciencia alterado, ven que los vivos no sólo no comprenden
la muerte sino que nadie quiere hacerlo realmente: que todos, hasta los
más tristes, están demasiado absortos en vivir. La sensación
de distancia e inutilidad es tremenda.
Consecuentemente, los moribundos se desconectan de nosotros
antes de morir, tal como nosotros nos desconectamos de los muertos. En
muchos casos verás que la persona que se está muriendo, realmente
da vuelta la cara hacia la pared al sentir la total inutilidad de tratar
de comunicarse allí donde no hay comprensión, o puede parecer
que se vuelve apáticamente vacía. Tú mismo debes haber
experimentado el equivalente mundano de esta frustración de tener
que abandonar el intento de comunicarte con alguien que simplemente no
entiende o no puede entender. Si las personas que están alrededor
de los moribundos comprendieran la muerte enfrentándola antes de
que suceda, la muerte sería una experiencia muy diferente, ennoblecedora
para todos los que están involucrados en ella. Los moribundos se
comunicarían y morirían felices y los vivos sabrían
que no hay muerte y vivirían mucho más felices. Sin embargo,
tal como son las cosas, en nuestra neurótica sociedad global, mueres
completamente solo aunque estés rodeado por personas que te aman
y te cuidan.
¿Has notado la torpeza e incomodidad de las personas
cuando están con alguien que se está muriendo? ¿O
cuando se ven forzados a hablar de la realidad de la muerte? ¿Te
has observado a ti mismo en estas ocasiones, has sentido tu falta de naturalidad,
la embarazosa búsqueda de algo significativo que decir o hacer?
¿Has visto la sombría mirada de dolor que es universalmente
adoptada para proclamar cuán seriamente contemplamos el lecho de
muerte, sin tener nada que valga la pena transmitir al que yace en él?
La mayoría de las veces bien podríamos no estar allí.
Enviamos flores y tarjetas para compensar nuestra pobreza de
comprensión, esperando que hablen por nosotros. ¿Qué
es lo que las flores y las tarjetas les dicen a los que realmente se están
muriendo? Nada. Las flores y las tarjetas son solamente para los vivos,
para nosotros. Damos esas cosas para reconfortarnos y reasegurarnos a nosotros
mismos y no a los moribundos, que hemos hecho todo lo que hemos podido.
Cuando, en realidad, no hemos hecho nada en absoluto, no hemos dado nada
de nosotros mismos.
Es verdad que los hemos amado y los amamos pero ese amor que
significa tanto para nosotros ya no es suficiente para los que verdaderamente
se están muriendo. Ese amor que sentimos el uno por el otro mientras
estamos vivos es nuestro modo de comprender el vivir, pero tal amor no
nos da la comprensión de la muerte, si lo hiciese no nos sentiríamos
tan despojados cuando un ser amado muere. Lloramos y nos lamentamos porque
nuestro amor por el otro no fue suficiente para ayudarnos a comprender
la muerte, para permitirnos cruzar con ellos al otro lado de la tumba:
al inconsciente, mientras aún estaban vivos.
Morir es un viaje más allá del amor mortal. Permanecer
con los que se están muriendo durante todo el camino requiere un
amor no egoísta mucho más elevado: un amor inmortal.
¿Quién les va a dar ese amor a los moribundos?
¿Quién se lo va a dar a tus seres amados? ¿Quién
sino tú, tomando ahora la determinación de traer a tu vida
la comprensión de la muerte? Esta es la forma más elevada
de amor humano, por eso es tan raro.
¿Qué puedes hacer para sobreponerte al desconsuelo y la
soledad que trae la muerte de un ser amado? ¿Cómo podrás
soportar entrar de nuevo en la casa, preparar una comida sabiendo que no
estará allí, abrir un guardarropas o ver una silla vacía
sin desmoronarte y estallar en lágrimas? ¿Cómo soportarás
las noches, por no hablar de los días, y cómo llegarás
a un acuerdo con el enojo inevitable: “¿es que acaso no hay justicia
en esta vida, cómo puede haber un poder providencial o un dios que
permita tal dolor y miseria?”
Permítanme hablarles primero a aquellos de ustedes que
no están sufriendo en este momento la pérdida de alguien
a quien aman. El modo de protejerte del dolor futuro es empezando a responsabilizarte
por tu vida ahora, hoy. Todos nos estamos haciendo responsables por vivir,
pero no por la vida. Trabajamos y ganamos dinero para sostener a las personas
que más amamos, o los cuidamos manteniendo un hogar. Los amamos,
los ayudamos y los guiamos lo mejor que podemos hacia el futuro que, esperamos,
será bueno y largo. Todo esto es hacernos responsables por vivir.
Sacar un seguro de vida de cincuenta mil libras no es hacerte
responsable por la vida, es hacerte responsable por vivir. Ese seguro de
vida y todo el amor y el cuidado que les das a tus seres amados no aliviará
en lo más mínimo la agonía por la que pasarán
cuando te mueras, o por la que pasarás cuando ellos mueran.
Entonces, ¿cómo te haces responsable por la vida?
Dejando de vivir de tu imaginación. Dándote cuenta de la
verdad de lo que estoy diciendo. Enfrentando cada día, a cada momento,
el hecho de la vida y no solamente la idea tipo “seguro de vida” de amar
y vivir. El hecho de la vida es la muerte: tu amado hijo, esposo, esposa,
amante, mamá y papá, cada persona que quieres, va a morir.
¿Piensas que ya lo sabes, que ya te has enfrentado con
esto? Cuando llegue la muerte de tus seres queridos, ésta te aturdirá,
te arrollará y no estarás listo, ¿no es así?
Si ya hubieses enfrentado el hecho de la vida estarías listo y la
muerte no tendría poder para crucificarte. Pero cuando llegue, vas
a pasar por toda la agonía que acabo de describir, como lo han hecho
todos antes que tú, porque todos imaginan que ya se han enfrentado
con la muerte, pero no es verdad.
Si uno de tus seres amados se muere dentro de diez años,
será tan terrible como si sucediese ahora, ¿no es así?
Dentro de diez años... diez años atrás... es hoy.
Si le sucediese hoy a tu ser más amado, ¿estarías
mejor preparado? La verdad es que no crees en la muerte. La muerte es algo
que le pasa a alguien allá en la casa de al lado.
Cuando le llegue la muerte al ser que más amas vas a
culpar a alguna fatalidad. Vas a reaccionar como si hubieses sido engañado,
como si fuese una novedad para ti que éste es un mundo de muerte.
En suma, vas a actuar irresponsablemente, inmaduramente, como si no supieras
de qué se trata la vida, porque pensabas que se trataba de vivir.
La vida se trata de aprender a vivir con la muerte. Tú lo entiendes
cuando la muerte te golpea.
Pero la gente y la sociedad que te rodea, ofreciéndote
simpatía y no soluciones, te ayudará a olvidar la lección
y a seguir viviendo de esperanzas. Y así seguirás sufriendo
una y otra vez cada vez que le suceda a alguien que amas, tal
como sufrirán tus hijos y los hijos de tus hijos, y todos los seres
que amas porque nadie tiene el tiempo o el amor suficiente como para enfrentar
la verdad.
Desde que eras niño e hiciste la primera pregunta acerca
de la muerte, la vida ha estado tratando de mostrarte que éste es
un mundo de muerte. Pero no puede atravesar el poder de tu imaginación,
la neurosis que te dice que éste es un mundo de esperanza. En este
mundo no hay esperanza. Ver esto es la única esperanza.
Por cierto, detrás de este mundo está el mundo
inmortal de la vida después de la muerte, inmortal como los gorriones
que siempre están aquí. Pero hasta que no te das cuenta de
que cada gorrión muere, que cada amada mascota por la cual lloraste
alguna vez como si fuese un niño, no es diferente de la persona
que más amas ahora, hasta que no te des cuenta de eso no podrás
participar en esa vida inmortal que sabe que no hay separación en
la muerte y que, por lo tanto, no necesita ningún duelo.
Hacerte responsable por la vida significa también hacerte
responsable por aquellos a quienes amas. Nuevamente, no te estás
haciendo responsable por esto. Estás haciendo lo mejor que puedes,
particularmente con tus hijos, pero lo mejor que puedes no es suficiente.
¿Y qué es lo que estás haciendo por los adultos que
amas?
Ser responsable es hacer que todos los que amas empiecen a hablar
abiertamente de la muerte y a comprender la muerte. Esto es verdadero amor.
Porque, si los amas de verdad, ¿serás capaz de dejarlos cuando
te mueras con la agonía que de otro modo tendrán que soportar?
Hablen juntos de la realidad de la muerte, del modo en que yo
te estoy hablando ahora. No permitas que la muerte los sorprenda. Presenta
el tema a la familia, hablen regularmente, no dejes que se escondan de
la muerte. Escucha lo que estoy diciendo tan a menudo como puedas hasta
que entiendas la idea. Escuchen juntos hasta que puedan empezar a hablar
abierta e inteligentemente. ¿Qué pasa si alguien no quiere
escuchar? Muy pocos quieren escuchar: llegar a ellos es una tarea del amor.
El verdadero amor no es fácil.
Permite que los niños escuchen. Incluye siempre a los
niños. No trates de protegerlos, ellos son el futuro de esta comprensión.
Antes de que los contaminemos con nuestras nociones neuróticas,
ellos saben más de la muerte que nosotros. Pero en estos días,
los jóvenes están empezando a tener miedo de la muerte más
temprano que nunca. Puedes ver que esto está sucediendo cuando ellos
se apartan de alguien que está muriendo o muerto en vez de quedarse
allí con su inocencia y curiosidad naturales. Esto no es necesariamente
culpa tuya, la neurosis grupal infecta a los muy jóvenes.
Escucha las preguntas de los niños, escucha sus observaciones,
pero no les des nada que no sean los hechos, la verdad. Y demuestra siempre
lo que estás diciendo en la vida a tu alrededor y en su propia experiencia,
no en su imaginación. No les pidas que crean en nada o que crean
nada. El hecho es que la muerte es sólo un cuerpo muerto. La verdad
es que la vida es eterna. No hay necesidad de creer en ello.
Lleva a los niños al jardín o al parque. Muéstrales
la muerte, hay cuerpos muertos por todos lados: hojas muertas, pájaros
muertos, plantas muertas, árboles muertos. Luego muéstrales
la vida: está en todas partes.
Pregúntales : “¿Te acuerdas de cuando estabas
muerto?”
Si la respuesta es no, puedes decir: “Es porque nunca estuviste
muerto, no hay muerte, hay solamente cuerpos muertos como estos.”
Si la respuesta es sí, puedes decir: “Si puedes acordarte
de cuando estabas muerto, entonces no puedes haber estado muerto, ¿no
es verdad?”
“Pero si todavía no me he muerto, tengo sólo tres
o cuatro años.”
“No, y nunca te morirás, sólo tu cuerpo
muere.”
“Abuelito se murió.”
“No, el cuerpo de abuelito se murió.”
Si el niño o el adulto dice: “Pero, ¿adónde
te vas cuando te mueres?”
Puedes decir: “Vuelves al lugar de donde viniste, al igual que
las hojas, los pájaros y los árboles cuando se mueren.”
“Pero yo salí de la panza de mi mami.”
“No, fue tu cuerpo el que salió de la panza de tu mami,
igual que la hoja salió del árbol, el árbol salió
del suelo y el pájaro salió del huevo. Tú no eres
un cuerpo, ni tampoco lo es la belleza viviente del pájaro, del
árbol o de la hoja. Tú eres vida. Sales de tu cuerpo como
el hermoso verde viviente de la hoja. Mira, estás saliendo de tu
cuerpo ahora, hablando conmigo. Mira que dulce y rosadito te ves, no te
ves así cuando estás muerto, no lo hace esta hoja muerta,
tal como puedes ver. Un cuerpo muerto, igual que una hoja muerta, no se
ve vivo porque la vida que estaba en él, lo que tú eres ahora,
simplemente se ha ido al lugar de donde vino. Cada noche, cuando te vas
a dormir, vuelves al interior de tu cuerpo, ¿no es cierto? Cuando
te estás muriendo todo lo que haces es volverte un poco más
adentro de tu cuerpo como volvió la belleza verde y viviente de
esta hoja mientras se estaba muriendo. La vida que canta con alegría
en los pájaros o que ríe y ama en tu cuerpo, nunca muere.
Mira a tu alrededor: en todas partes la vida sigue cantando y siendo hermosa
porque sabe que no hay muerte, que la muerte es un cuerpo muerto.”
Tal vez el niño diga entonces: “¿Pero qué
pasa si nos sentimos infelices y lloramos? Eso no es hermoso.”
Podrías contestarle: “No, pero la gente llora y es infeliz
solamente porque no sabe que no hay muerte. ¿Me ayudarás
a mostrarles esto y a hacer el mundo más feliz?”
Eres un jugador en el riguroso juego de vivir.
No puedes culpar al juego si no crees en las reglas o no te
ocupas de recordarlas.
La primera regla del juego es que todo jugador muere.
Nadie sabe cuando llegará, a menudo los más jóvenes
y los mejores se van primero.
Todos tienen que jugar.
El juego sigue para siempre o hasta que ganes.
Ganas si encuentras la muerte antes de que ella te encuentre
a ti.
El premio es la vida.
Permítanme hablarles ahora a aquellos de ustedes
que acaban de perder a la persona más querida de su vida, o que
todavía están intentando sobreponerse al dolor abrumador
y a la soledad.
Nadie puede saber lo que estás pasando hasta que le sucede.
No hay nada tan final, tan completamente real como la muerte. Has sido
dolorosamente afligido y quiero que sepas, por favor, que mi amor está
contigo. Pero debes salir de esto. No debes dejar que el dolor mate o adormezca
una parte tuya, como ciertamente lo hará si lo superas con el tiempo
del modo normal o si lo cargas dentro tuyo sin resolverlo.
Hay una razón para el sufrimiento que la muerte les causa
a los vivos. Es para tratar de hacerte comprender que no hay muerte. Las
personas criadas en las culturas más simples, que vivían
con sus muertos y enterraban a sus muertos, lo comprendían. No sufrían
como estás sufriendo tú y tenían a sus mujeres y hombres
sabios que los instruían en estos asuntos. Pero ahora, todo esto
prácticamente ha desaparecido junto con los cuerpos muertos.
Debes usar tu dolor. No trates de librarte ni te escapes de
él. Se desvanecerá inmediatamente y sin dejar cicatrices
en el momento en que te enfrentes con él, entendiéndolo.
Y voy a ayudarte a hacer eso.
Notarás que el dolor viene en olas. Por un rato estás
libre de pena y, de pronto, está encima tuyo y estallas en lágrimas
nuevamente. Sin aviso previo, puedes encontrarte llorando incontrolablemente
en público o teniendo que abandonar rápidamente una habitación
donde hay gente, para ir a llorar.
Permíteme explicarte lo que está pasando. Cuando
amas mucho a alguien te apegas a él. Haces esto permitiendo que
literalmente crezca dentro tuyo una imagen emocional de él, una
especie de réplica sensorial de todos tus sentimientos por la persona.
A lo largo de los meses y los años, la imagen emocional se vuelve
una parte viviente de ti. Es tan real y sensible en sentimientos como cualquier
parte física lo es en sensaciones. Cualquier cosa que le pasa a
la otra persona, buena o mala, es sentida allí. A través
del contacto constante y el pensar en la persona mantienes la emoción
activa y viva. Cuando están separados la emoción te hace
sentir cerca del otro, siempre que la separación no sea demasiado
larga. Si lo es, la emoción comienza a doler por falta de contacto
o noticias suyas y te sientes solo o deprimido. Cuando tienes noticias
suyas la emoción en ti se reasegura y te sientes mejor, ¿no
es así? Por favor, mira la verdad de esto en tu propia experiencia.
Cuando ese ser amado muere y acúas como si fuese su fin,
te separas completamente de la emoción y ésta reacciona violentamente.
Recuerda, la emoción es una parte viva y sintiente de ti. La creaste
con tu amor, es como tu propio hijo. Y, tal como un niño, depende
completamente de ti para recibir el flujo de amor e información
que le has estado dando por tanto tiempo. Informarle, tal como lo estás
haciendo ahora ante la evidencia de un cuerpo muerto, que tu amor está
muerto, es tan brutal como decirle a un niño que ya no es amado.
Estás diciendo: "Se terminó, nunca más habrá
amor para ti, mi amor está muerto."
¿Ves lo que estás haciendo? Estás abandonando
esa parte viviente y amorosa de ti y la parte está gritando: "¡Pero
yo no estoy muerta, por favor no me dejes así, por favor ámame,
vuelve!" Ese es el dolor y la pena terrible que sientes y que te hace llorar.
Trata de observar la verdad de esto por ti mismo. Por favor, no lo descartes
ni me creas solamente.
Después de unos pocos ataques de llanto te darás
cuenta por momentos que no eres tú realmente el que está
llorando. Tu cuerpo está llorando y te sientes espantosamente, pero
de algún modo no eres todo tú, estás extrañamente
desapegado. Si todavía no has tenido esta experiencia trata de darte
cuenta la próxima vez que la emoción aparezca. Permance muy
quieto interiormente y mira por ti mismo. Pero no trates de detener el
llanto, solamente obsérvalo.
Como nadie habla de esto, cuando notamos que nos suceden estas
cosas tan extrañas, tendemos instantáneamente a descartarlas
o ignorarlas. En un momento así, hasta la sugerencia de que estamos
actuando o no estamos siendo sinceros es demasiado contradictoria. Pero
cuando lo veas no te sientas perturbado, no eres tú el que está
llorando. Tú no tienes porque llorar, tu ser amado vive. Es la emoción,
el apego que alimentaste en ti mismo y que se siente abandonado y no amado
el que está haciendo llorar a tu cuerpo. Llora pidiendo tu atención
y tu amor porque le has dado la espalda.
Actuando del modo en que lo haces, te estás cortando
por la mitad. Tienes que aprender a amarte a ti mismo. Tienes que curar
esa herida abierta dentro tuyo y unificarte. Te voy a decir cómo
hacerlo; de hecho ya lo estamos haciendo. Si te observas ahora muy de cerca,
notarás que te estás sintiendo más liviano, más
curado. Esto es así porque tu herida emocional escucha y renueva
sus esperanzas por mi amor y mi comprensión de su dolor, y entonces
te sientes menos dividido, más completo. Tienes que hacer por tu
herida lo mismo que estoy haciendo por ella. Podemos hacerlo juntos hasta
que estés más fuerte. Sigue escuchando este cassette una
y otra vez hasta que captes la idea.
Ahora deberías entender la diferencia entre amor y emoción.
Tu amor por aquel cuyo cuerpo se ha ido es constante, no varía,
¿no es cierto? Pero el dolor emocional que sientes no es constante,
viene y se va. Viene cuando no estás amando, o sea cuando estás
viviendo en el pasado, cuando piensas en tu ser amado como estando muerto,
imaginándolo como solía ser. Esto hace que la emoción
se sienta terriblemente infeliz y entonces llora, o más bien te
hace llorar. Notarás que esto también sucede cuando vuelves
a lugares que ambos conocían, tratando de hacer algún tipo
de contacto sensiblero, o cuando hojeas tristemente el álbum de
fotos o te entregas a la autocompasión por lo miserable que es ahora
tu vida sin el otro. En otras palabras, cada vez que te comportas como
si tu amor estuviese muerto y se hubiese ido. Tales viajes sentimentales
torturan a la emoción en ti.
A menudo la gente trata de consolarnos en esos momentos diciendo
que por lo menos tenemos nuestras memorias, como si las memorias fuesen
una compensación. Las memorias son lo que ha pasado, lo que está
muerto. Las memorias son la causa de todo tu dolor porque te hacen creer
que tu amor está muerto, cuando no está muerto, sólo
su cuerpo está muerto. Cada vez que piensas en tu ser amado, y naturalmente
piensas en él como un cuerpo que está muerto, la emoción
que está viva en ti protesta y tú sufres. Piensas y el dolor
reaparece, es tan simple como esto. Obsérvalo, por favor, es terriblemente
importante. Prueba la verdad de lo que estoy diciendo en tu propia experiencia.
Tan pronto como piensas en la persona en tiempo pasado, te pones emocional.
Debes dejar de pensar que tu amor está muerto. En cuanto
lo hagas, el dolor cesará. Veamos ahora cómo puedes hacer
esto.
El punto de partida, la verdad maravillosa es que tu ser amado
no está muerto, que la muerte es sólo un cuerpo muerto. El
ser que amas está presente contigo ahora. Desde que murió
ha estado tratando de decirte que no está muerto, pero no puede
llegar hasta ti cuando la emoción está allí. Cuando
no estás emocional, él está allí. Es por eso
que no sientes el dolor de la separación todo el tiempo, es por
eso que algunas veces sabes sin duda alguna, que está presente,
y es por eso que hasta puedes reírte entre dientes y decir en voz
alta alguna intimidad o algún chiste privado que compartían.
El se da cuenta de todo lo que haces pero no es posesivo, sólo desea
que ames y seas feliz.
Al lamentarte por tu amor y cavilar tristemente acerca de lo
bueno que solía ser, al desear que estuviese de vuelta, al querer
decirle cuánto lo querías y cuánto lo extrañas,
al hacer todo esto estás diciendo que está muerto, en la
tumba. Cuando en verdad, está contigo en este momento, una presencia
viva, si puedes estar lo suficientemente quieto interiormente como para
registrarlo.
Cada vez que piensas en tu ser amado como muerto, te separas
de su presencia. Eliges lo que era en vez de lo que es y él no puede
llegar a ti. ¿No has anhelado otra oportunidad de amarlo más?
Bueno, ésta es esa oportunidad.
Imagínate mirando a través de una ventana una
habitación sellada y viendo a la persona que más amas llorando
sobre tu fotografía y besándola. No le dirías: "¿Por
qué estás amando esa cosa? Eso no soy yo. Estoy aquí.
Amame como soy: nuestro amor, el ser real, no ese sustituto del amor que
te esta distrayendo y se está interponiendo entre nosotros. El amor
no es besar. El amor no es mirar hacia atrás de esa manera. El amor
no es una memoria. El amor es ahora."
Tu ser amado sabe exactamente cómo te sientes,
cuán solo estás y cuánto lo extrañas. Está
diciendo: "Amame como si estuviese allí y gradualmente sentirás
la certeza de mi presencia. Cada vez que piensas que estoy muerto, me dejas.
No estés triste, no llores. Alégrate como yo. No hay muerte."
Cuando hagas esto, la emoción que está dentro
tuyo sentirá una vez más tu amor fluyendo y comenzará
a curarse. Y los períodos de dolor y vacío se reducirán,
no porque hayas superado tu pérdida permitendo que esa parte tuya
languidezca y muera sino porque, sabiendo que tu amor vive, habrás
cruzado al otro lado de la tumba y te habrás hecho completo.
Tú y la persona que más amas pueden inmortalizar
su amor antes de que uno de ustedes muera. Entonces, cuando la muerte llegue,
no habrá sensación de separación, ni dolor ni angustia
junto a la tumba ni después, porque sabrás que tu amor vive
para siempre.
Lo haces manteniendo tu amor vivo mientras ambos viven en vez
de permitir que desaparezca gradualmente en la familiaridad, el descuido
y el hábito. Todos amamos, el amor es la cosa más natural
del mundo pero, tal como hemos visto, el amor por otro, mientras estamos
en estos cuerpos, surge en nosotros como un apego emocional a su presencia
física o su existencia visible. Comenzamos a conformarnos con la
comodidad y la satisfacción de su presencia física y con
el hábito de estar juntos, en lugar de insistir en la presencia
constante del amor que nos unió en el primer momento. El resultado
es que, cuando el cuerpo del ser amado muere, nuestro apego a su existencia
física es más fuerte que nuestra conciencia de su amor y
sufrimos terriblemente. Le permitimos y nos permitimos perder el amor.
Que sepas que amas a tu hijo o a tu pareja no significa que
tu amor esté vivo. ¿Cuántas veces te evades y permites
que ellos se evadan con descuidos y concesiones hechos por tener un poco
de paz en el vivir cotidiano de tu amor? ¿Cuán a menudo cada
día permites que tu hijo sea emocional, demandante y no amoroso,
sin tomarte el tiempo y el trabajo de sentarte y ayudarlo a entender qué
es el amor, hablarle de la realidad del amor?
¿Cuánto entiendes el amor tú mismo? ¿Cuánto
has hablado en tu vida acerca de la realidad del amor, no del sueño
o los desengaños de éste?
Si le hablas y le demuestras amor a un niño lo suficientemente
temprano, él entenderá el amor desde el principìo
y no lo confundirá con meras sonrisas encantadoras, abrazos y besos
y con decir: "te amo". El amor necesita de más conciencia que eso
para permanecer vivo y no desaparecer en el hábito de crecer o envejecer.
¿Cuán a menudo hablan de amor cada día
tú y tu pareja? ¿Cuán a menudo cada día examinan
el amor entre ustedes en una conversación honesta y se comprometen
el uno con el otro a erradicar el hábito y la familiaridad que se
ha deslizado en la relación? ¿Cuántas veces le permites
al otro evadirse con un rápido beso en los labios o en la mejilla
antes de correr hacia algo muy importante como el trabajo o irse a la cama,
mientras el amor entre ustedes se muere? ¿Cuán a menudo te
pones excusas por la falta de una vida realmente amorosa entre ustedes?
¿Cuán a menudo te dan ganas de llorar porque todo lo que
has conseguido es comodidad, comprensión, compatibilidad e hijos
pero muy poco amor vivo y vibrante?
Si el amor que sienten el uno por el otro no es capaz de sobrevivir
al peso abrumador de la comodidad, la satisfacción y el hábito,
con certeza no sobrevivirá a la muerte. Mejor que lo hagas revivir
ahora. Mejor que empieces ahora. Mejor que hagas algunos cambios. Mueran
un poco ahora, los dos, y no será necesario hacerlo después.
Comiencen por hablar de la muerte desde el comienzo mismo de
la relación, tal como tú y yo hemos estado hablando de ella.
Si no puedes empezar una relación sobre esta base, es mejor que
la olvides o que te olvides del amor. Aun si tu amor es un niño,
deben descubrir juntos todo lo que puedan acerca de la muerte y no dejar
nunca de enfrentar y compartir juntos su presencia e inevitabilidad. Es
la muerte la que parecerá separarlos. Pero la muerte no puede separar
a dos personas amorosas que la han enfrentado y la han comprendido juntas.
Luego, ambos deberán ser directos acerca de su amor.
Deben ver juntos que ambos están dando por sentado el amor y que
éste se ha vuelto un hábito. Deben ser capaces de decirse
el uno al otro en dónde sienten que aparece el descuido. Y cada
uno debe comprometerse a hacer las cosas mejor, dándole al otro
el derecho a llamarle la atención en cualquier momento por cualquier
falla de su parte para mostrar amor.
Y todo esto debe hacerse sin emoción. Debes tratar de
no defenderte, poner excusas o justificar tu falta de amor cuando el otro
te lo señala. El objetivo es el amor, así que toma en cuenta
el señalamiento del otro y haz lo mejor que puedas, pero haz algo.
No se acusen mutuamente. Solamente señalen amorosa y
pacientemente dónde es que el otro ha fallado. Acusarse es ser emocionales
y la emoción invita a la emoción, tal como el amor invita
al amor. Sólo los hechos pueden mantener afuera a la emoción,
y atenerse a los hechos y no a las opiniones requiere mucho amor.
No vuelvan al pasado. La emoción, que es la muerte del
amor, está allí y la disputa será interminable. El
amor está en el presente. Señala la falta de amor ahora,
mientras está sucediendo, y el amor del otro tendrá más
posibilidades de tratar con ello sin emoción. Todos nosotros demostramos
suficiente falta de amor en el presente, sin que haga falta volver al ayer.
Estás haciendo esto por tu amor, no por ganar un punto, ganar un
punto no es amor.
Deben demostrarse el amor mutuamente día tras día.
Encuentra el modo: eso es amor. Permanece quieto interiormente. Los gestos
amorosos que el mundo aclama se han vuelto trillados por la falta de sinceridad
y por la emoción carente de amor: no son lo suficientemente buenos.
Debes jugarte, debes morir un poquito por amor.
Comienza por reconocer el amor en tu amado cuando sea que lo
veas. No te contengas, no estés demasiado cansado, vuélvete
vivo. Cualquier acción amorosa por parte del otro, una sonrisa,
un gesto cariñoso hacia cualquiera, aunque sólo sea hacia
una planta del jardín, reconócelo diciendo: "Lo que hiciste
recién fue hermoso, vi amor en ti." Y si él o ella en respuesta
te sonríe con amor, tampoco dejes pasar eso, dile: "Y ahora hay
amor en tu cara."
Cuando reconoces el amor, haces amor, haces más amor.
Por favor, observa esto en tu propia experiencia. Cuando tu amor es reconocido
te sientes bien y no puedes evitar el deseo de amar más, te vuelves
vivo. Reconociendo el amor mutuamente de esta manera, éste reaparecerá
entre ustedes en lugar de la emoción. Tu relación se volverá
cada vez menos una concesión. Habrá menos cosas acerca de
las cuales discutir y más acerca de las cuales hablar abiertamente,
porque el amor nos abre.
El enfurruñamiento y los silencios heridos significan
que alguien tiene algo que decir. O no está amando lo suficiente
como para expresarlo o no hay suficiente amor en la otra parte como para
escucharlo, o ambas cosas.
Una última palabra acerca del amor. Todo amor está
enraizado en el hacer el amor físicamente.
Si estás teniendo relaciones sexuales pero no estás
haciendo el amor verdaderamente...
si el acto de hacer el amor se ha vuelto habitual o si no te gusta
hacer el amor...
si ya no eres un niño pero eres muy tímido para hacer
el amor o le has dado la espalda a causa de desengaños pasados...
o si no recibes ninguna alegría del acto o tienes problemas
asociados con él...
...entonces no puedes amar a nadie con la plena capacidad de tu ser,
sea a un hijo, un hombre o una mujer.
Sin embargo, antes de que los problemas en el hacer el amor
físico puedan ser eliminados, es necesario que empiecen a amarse
el uno al otro del modo en que hemos hablado antes. Cómo hacer el
amor es el próximo cassette de esta serie "El Mito de la Vida"
Morir es un arte. Es un arte porque tiene propósito, o
sea, no tiene un objetivo práctico. No hay en ello nada que tenga
un valor mundano para nadie.
Naturalmente, los vivos no pueden percibir el propósito
de la muerte, pero los que se están muriendo, en algún momento
lo perciben, sólo que entonces es demasiado tarde para que ellos
vuelvan y nos digan cuál es. Me gustaría decirte el propósito
de la muerte y, para concluir, transmitirte el arte de morir.
El propósito de la muerte es que la humanidad como un
todo construya un puente de amor o conciencia entre el mundo de los vivos
y el mundo de los muertos. Todos cruzan al morir. La mayoría lo
hace inconscientemente, al igual que los animales y el resto de las especies.
Pero el arte es que el individuo, hombre o mujer, cruce conscientemente,
o sea, permaneciendo consciente a lo largo de todo el proceso de morir.
En la medida en que una persona es capaz de hacer esto, ayuda
a construir el puente con su propio amor y conciencia. Morir totalmente
consciente, esto es en estado de amor inmortal o de completa comprensión
de la muerte y su propósito, es volverse para otros un cruce entre
los dos mundos dentro del puente mismo. Cristo hizo esto y, desde entonces,
otros lo han hecho, pero el puente es aún oscuro y tenue si tratamos
de cruzarlo solos. En lo posible deberíamos cruzarlo solos, sin
sostenernos de la conciencia de otro. Pero si para mantenernos libres de
miedo y conscientes tenemos que invocar a Cristo, a Dios o al amor de otros
que lo han hecho, ese amor y conciencia estarán allí. Es
mejor permanecer conscientes en tal amor que irnos solos e inconscientes.
Entonces, en la medida en que hayamos ido y amado, habremos ayudado a construir
el puente de amor para otros que sigan y nuestra vida, recién terminada
en lo que a los otros o al bien común concierne, habrá sido
así de valiosa y llena de propósito.
El miedo nos impide morir conscientemente. Le tenemos miedo
a aquello que no entendemos. Confío en que esta última hora
te ha ayudado a entender más y a temer menos la muerte. Pero, por
favor, no seas complaciente, está viniendo y no estás listo.
Ahora, ¿me permiten hablarles a aquellos de ustedes
a quienes les han dicho que se están muriendo?
La vida sobre la Tierra es maravillosa, pero no es ni de lejos
tan maravillosa y tan hermosa como el mundo que subyace a la muerte. Creas
o no en Cristo o los profetas de cualquier religión, ellos no eran
tontos.
El principal problema no es el irse sino el dejar, ¿no
es así? Realmente, el dejar a los seres amados y especialmente a
los niños pequeños, si los tienes. Trata de recordar que
aquello que te cuidó, los cuidará, ellos se sobrepondrán.
Diles a los niños seriamente que el amor que compartían es
como un haz de luz que conecta ambos mundos y que, inmediatamente que te
hayas ido, el haz se tornará vivo. Y que si pueden acordarse de
no llorar demasiado, como si hubieses sido tú el que se hubiese
muerto y no tu cuerpo solamente, entonces estarás con ellos, dentro
suyo, y ellos sentirán tu amor y tu calor.
Diles que practiquen pensar en ti con amor y no con tristeza.
Diles que eso mantendrá el haz despejado, de manera que tú
puedas viajar por él desde la tierra del amor a la cual te estás
yendo, para amarlos y guiarlos en su vida diaria. Diles que cuando piensen
en ti siempre sonrían aun a través de las lágrimas,
porque cuando sonríes, no puedes llorar. Diles que no tienes miedo
de morir porque allí donde hay amor, no hay muerte, y que nunca
deben olvidar esto.
¿Me permiten ahora hablarles a aquellos de ustedes que
en este momento están muriendo verdaderamente?
Algunos de ustedes se irán durante el sueño o
repentinamente, mientras están hablando. Pero la mayoría
de ustedes pronto parecerán perder la conciencia y permanecerán
en ese estado hasta que su cuerpo muera.
Primero mira la condición de tu cuepo y entiende que
tu muerte es inevitable. Todo se ha terminado, enfréntate a esto.
Tu cuerpo está gastado o irreparable, no puede seguir. De todas
maneras, fue solamente una fina máquina que usaste para existir.
Todos los que se han muerto antes que tú desde el comienzo de los
tiempos se han ido de este modo. No tengas miedo, es completamente natural.
Morir, como nacer, es hecho para ti. Cuando comience te sentirás
sostenido en un proceso. No puedes detenerlo del mismo modo en que no podías
detener las olas en las que naciste, los dolores de parto de tu madre.
Si eres una madre sabes cuán impotente estabas cuando las contracciones
comenzaron en tu cuerpo. Es así con la muerte, sólo que las
contracciones no son físicamente dolorosas.
Relájate, cuando empiece no trates de mirar hacia afuera.
Observa todos los movimientos interiores y las sensaciones, focaliza allí
toda tu atención. Sucederán muchas cosas extraordinarias
que no podrías describir aunque pudieses hablar. Deja que el proceso
se haga cargo de ti completamente, tú eres el bebé esta vez,
yendo hacia un nuevo nacimiento. Siéntate en la primera fila en
tu interior, ante el asombroso espectáculo de la muerte de tu cuerpo
y date cuenta del cambio aún más asombroso que está
sucediendo en ti, el que está observando.
Entrégate. Está todo fuera de tus manos. Ignora
cualquier sentimiento que tengas de tener que hacer o comunicar algo, te
causará tensión, y la tensión, al igual que el miedo,
hará que te pierdas lo que está sucediendo adentro. Recuerda,
el propósito de la muerte, el arte de morir, es que permanezcas
consciente en tu interior todo el tiempo.
El miedo y el pánico causan inconsciencia, ésta
es la protección de la naturaleza, te desmayas. Pero entonces te
pierdes mucha de la maravilla, de la pura energía de la experiencia.
En cada vida tienes una sola oportunidad de morir. Es un tiempo precioso
y es un don precioso, como vas a ver. La muerte es la experiencia culminante
de vivir, la oportunidad última de percibir por ti mismo la verdad
completa que subyace a la existencia.
Cuando pareces estar inconsciente para el mundo,
aún estás consciente de ti mismo. Puede que percibas tu cuerpo
y las personas que están en la habitación como describí
antes, pero gradualmente la escena retrocederá y desaparecerá
y, de todos modos ya no estarás más interesado en ella. Luego
hay un período de soñar, pero ya no puedes ver la diferencia
entre el sueño y la realidad porque la única realidad que
conocías, tu memoria del mundo, ahora se ha desvanecido. Estás
en el subconsciente, por debajo de la memoria, y es tan real como estar
vivo de nuevo, sólo que es diferente. Puedes volver a vivir sucesos
de tu vida o vivir experiencias asociadas con los conceptos de cielo o
de infierno, o sus equivalentes.
Finalmente, harás el viaje a través de la muerte.
La muerte es negra. La muerte es aterradora porque en ella no hay nada
más que tú. Parece interminable porque no hay movimiento
aparente. Pero si estás en quietud, te darás cuenta de que
eres más fuerte, más libre, más tú mismo, más
consciente que nunca de la realidad de ti mismo. Sabes que eres tú
mismo, mientras que cuando estabas vivo nunca lo supiste.
La muerte es un largo pasaje negro hacia la vida, hacia la cual
todo lo que alguna vez vivió regresa. Si puedes hallar suficiente
amor o conciencia en ti mismo, permanecerás consciente y te darás
cuenta, en la medida en que vayas más y más profundo, que
ya has estado aquí muchas veces antes. Pero si tu amor todavía
no es suficiente como para mantenerte despierto, estarás inconsciente.
Y cuando el viaje a través de la muerte concluya, te despertarás
en un mundo equivalente al amor y la conciencia que eres. Te sentirás
más en casa que nunca antes en tu vida. De cualquier manera que
vayas, consciente o inconsciente, llegas al fin del viaje.
Entonces te darás cuenta que el amor es lo más
importante de la vida y que el mundo de los vivos existe sólo para
la demostración de más amor. Verás cuán lejos
está del amor y querrás decirle a todo el mundo lo que has
descubierto. Pero eso no será posible porque tienes que descubrirlo,
declararlo y vivirlo mientras estás vivo. Cada uno debe descubrir
por sí mismo el secreto del amor, si no lo hace antes de morir,
después. A nadie le puede ser dicho.
En la medida en que amaste verdaderamente a otros sobre la Tierra
y ellos a ti, serás capaz de llegar a ellos y de influenciarlos.
Pero encontrarás que el mundo de los vivos es un lugar muy muerto
para tratar de atravesar con el mensaje del amor verdadero. Sin embargo,
según la fuerza de tu amor, seguirás intentándolo,
hasta que un día en el tiempo de la Tierra, volverás al mundo
de los vivos en un nuevo cuerpo físico, otra fina máquina,
y pasarás tu vida en él, intentando recordar la poderosa
lección que aprendiste al morir: que el amor lo es todo.
Alégrate mientras te estás yendo. No hay muerte.
TRADUCCION: KISHORI & SHALABHA