No crean nada, oh monjes, simplemente porque se lo dieron... o porque es tradicional, o porque lo imaginaron. No crean lo que su maestro les dice, simplemente por respeto al maestro. Pero luego de la indagación y el análisis, en razón de todo lo que descubran como conductor hacia el bien, el beneficio y el bienestar de todos los se res, crean en esa doctrina, adhiéranse a ella, y tómenla como su guía. Sidarta Gautama
Entre los imponderables tesoros espirituales que el budismo tibetano guarda en su tradición, se debe al maestro Padma Sambava un vasto y revelador tratado titulado La Liberación Natural Mediante la Contemplación de los Budas Iracundos y Apacibles. A él se le reconoce la introducción de las enseñanzas de Buda al Tibet durante el siglo VIII de la era presente.
Según las crónicas de la época, antaño en ese país regían cultos religiosos bárbaros ante los cuales, un emperador esclarecido llamado Trisong Detsen (755-797) decidió encaminar el destino tibetano en dirección de las enseñanzas budistas, cuya trayectoria en la India ya llevaba doce siglos de fértil implantación. En ese sentido, su obra de esclarecimiento fue facilitada por la visión de otro emperador que lo precedió, Songtzen Gambo (627-749), quien en la culminación de una época de alta beligerancia nacional apuntada a neutralizar tendencias militaristas feudales, decidió abrir su país a la cultura de la India, después de explorar el acervo espiritual del Asia.
Gambo, con la intención de proporcionarle al Tibet el lenguaje escrito que no poseía, envió a los eruditos más dotados de su reino a aprender sánscrito en centros religiosos indios, como paso previo para la traducción de los máximos textos budistas. Creía firmemente que un clima nacional de "sacralidad" podría orientar a su nación hacia la cohesión social y la grandeza moral.
El budismo es una de las más refinadas filosofías antiguas y hace 2.500 años que constituye una reveladora corriente religiosa. Iniciada en la India por el príncipe Sidarta Gautama, posee como elementos primordiales una bondad amorosa universal, el culto de la no-violencia, un impulso de paz e indulgencia, Asimismo, estimula a los seres conscientes a que se basen en sólidos principios éticos y a que durante su existencia terrena se enfoquen hacia la búsqueda de la verdad y el significado de la vida. Sus enseñanzas contienen una profunda comprensión de la mente humana y proponen múltiples disciplinas meditativas. Esto último se encuentra tan arraigado en las tradiciones budistas, que es tomado como obvio. De allí que se dé por sobreentendida la práctica de la meditación, y que se enfatice su aprendizaje bajo la guía de maestros idóneos.
La práctica de la meditación, especialmente dentro del budismo tibetano, apunta a que el discípulo descubra en sí mismo las zonas de conflicto, que comprenda la naturaleza de su ser y que desarrolle al máximo el potencial de su mente. El objetivo predominante es que la vida se colme de significados y de realizaciones, no simplemente para el bienestar personal, sino para el beneficio de todo el mundo.
En la esfera devocional, a Padma Sambava. (que en sánscrito significa nacido de un loto), se lo considera como el Segundo Buda, porque cuando Sidarta estaba a punto de fundirse en el parinirvana, le dijo a sus seguidores: Esta vida mundana es transitoria, y la separación resulta inevitable. Pero en el centro de un lago inmaculado situado en las tierras de Udíyana, aparecerá alguien que será más sabio y poderoso que yo. Nacerá en el centro de una flor de loto, será conocido como Padma Sambava, y revelará enseñanzas de los Mantras Secretos que liberarán a todos los seres de la precariedad material.
El término sánscrito parinirvana define la meta suprema de las aspiraciones budistas: la paz total, el reposo eterno. Sobreviene tras la muerte del cuerpo físico, una vez alcanzadas la plena purificación moral, la sabiduría suprema y el nirvana. Es un estado inefable e indescriptible. Implica el cese absoluto de la existencia mundana, la decadencia corporal, la muerte, el nacimiento y la repetición de los cielos encarnados.
El nirvana es un estado de liberación suprema del sufrimiento y constituye el objetivo de todas las prácticas budistas. Es la finalización del samsara o cielo infinito de la existencia: el budismo sostiene que todos los seres no realizados transmigran continuamente de una vida a otra, que los cuerpos mueren pero las mentes son eternas y están atadas a tal ciclo por la ignorancia, los deseos y las ilusiones. El nirvana está al alcance de todos porque es la verdad implícita de la condición humana y los maestros afirman que para una mente iluminada y despierta nirvana y samsara no son más que dos caras de la misma moneda. Algunas escuelas budistas lo sitúan más allá de este mundo, pero la línea universalista del budismo tibetano (y de otras latitudes del Asia) lo asumen como parte de la vida corriente donde se producen los fenómenos sensoriales. De modo que quien alcanza el nirvana transforma los sucesos relativos cotidianos en una dimensión perfecta, extraordinaria, llamada estado de Buda o Budidad.
Impresionado por las doctrinas budistas enseñadas en la universidad de Nalanda de la India, el rey tibetano Detsen le pidió apoyo a su rector, el maestro indio Khenpo Shantarakshita, para construir un primer monasterio en Samye. El sabio verificó que sus poderes eran insuficientes para enfrentar la reacción mágica y demoníaca de los chamanes adeptos a la antigua religión Bon, y convocó a Padma Sambava para concretar el difícil emprendimiento. Lo ligaban lazos de familia, pues el Segundo Buda tenía como consorte y discípula a la princesa Mandarava, hermana de Shantarakshita.
Considerado como una emanación del habla de Buda Avalokitesvara (señor de la Compasión Universal), de la mente de Buda Amitaba (señor de la Luz Inconmensurable) y del cuerpo de Buda Sakyamuni (Gautama, el fundador, sabio del clan Sakya), las biografías de Padma Sambava exceden los matices de cualquier personaje histórico pues, a la par de sus acciones físicas entre los seres vivos, ostentaba los poderes de ocho apariencias distintas de carácter sobrenatural.
La doctrina explica que todos los Budas de las Diez- Direcciones (cenit y nadir, norte, sur, este, oeste, noreste y noroeste, sudeste y sudoeste) y de los Tres Tiempos (pasado, presente y futuro) son en esencia idénticos y se unificaron en la figura de Padma Sambava, conocido también en la India como Gurú Padma y en el Tibet como Gurú Rinpoche. Las enseñanzas esenciales de Buda son siempre iguales para todos, pero según sea el estado de la evolución espiritual de los involucrados, pueden interpretarse de manera diferente. De allí las innumerables variaciones y corrientes del budismo. Padma Sambava se presentaba de modos disímiles, adecuados a la receptividad de los buscadores de la iluminación y de la consiguiente liberación del sufrimiento.
Creció, igual que Buda, en un contexto palaciego como hijo adoptivo de Indrabodi, rey de Odiyana, quien lo visualizaba como su heredero y se negaba a permitirle una vida de peregrinaje iniciático y de exploración religiosa. Para librarse de tal designio, Padma Sambava quebró la ley del reino: durante una ceremonia real se sumergió en una danza alucinada y clavó de modo letal un tridente en el pecho del hijo de un ministro. Se lo condenó al exilio en lo que se consideraba el peor lugar del reino: los crematorios. Pero allí se reunían los adeptos al Tantra (en el budismo, disciplina contemplativa vivencial ajena a la abstracción filosófica) y se vinculó con infinidad de dakinís (emanaciones femeninas de la sabiduría búdica, angelicales o feroces según las circunstancias, eventualmente eróticas). Desde ese momento, sus conexiones con múltiples divinidades fueron espontáneas y constantes. Distintos maestros lo fueron iniciando en matices sutiles de la epopeya espiritual, en tanto perfeccionaba ceremonialmente el tantrismo con su consorte Mandarava. A cierta altura, desentrañó los secretos de la longevidad, trascendió los márgenes de la vida y de la muerte y, por consiguiente, se volvió inmortal.
Cuando regresó a Odiyana disfrazado de mendigo, fue descubierto y el ministro cuyo hijo había muerto lo condenó a sucumbir en una gran pira, situación de la que Padma Sambava y Mandarava salieron totalmente ilesos. Hay otras versiones del incidente, y una de ellas narra que Mandarava era abadesa de un convento con 500 monjas, e hija del rey de lo que hoy es Mandi. El maestro entró al convento y la tomó como consorte, violando la ley. Ese monarca ordenó quemarlo pero las llamas se transformaron en un lago.
En consecuencia, y deslumbrado, el rey de Odiyana se convirtió en discípulo de su hijo. Dondequiera éste aparecía, revertía radicalmente mediante la fe situaciones de odio y violencia. Viajaba de modo incesante y así llegó a ser un máximo maestro tántrico en Nalanda.
El Tantra es un método meditativo apuntado a lograr la experiencia iniciática que precede a la iluminación. Abarca cuatro dinámicas esenciales: el mandala (cosmograma gráfico que permite captar la realidad cósmica inductora de la realización espiritual del practicante), las asanas (posturas correctas para la meditación), el mudra (gesto de carácter ritual consumado con las manos y los brazos) y el mantra (invocación mental edificante ligada al acto meditativo).
Padma Sambava diluyó de modo avasallador todas las fuerzas demoníacas que se mancomunaron para impedir que introdujera el budismo en el Tibet, y las crónicas señalan que trasmutaba sin cesar cuanta manifestación de negatividad aparecía en su área de influencia. No bien lo acometían los poderes imperantes basados en creencias míticas primitivas, Padma Sambava no cedía ante las fuerzas naturales hostiles desatadas en su contra, ni resultaba vulnerable a los designios mágicos destructivos.
Sin cesar, cuando era enfrentado con el entendimiento antiguo, proporcionaba nuevas explicaciones y exponía -con obstinación hábil y transparente- las facetas místicas y luminosas de la existencia humana. Sabía de los ritos primitivos de los tibetanos que procuraba iniciar en el budismo hoy conocido como Escuela Vajrayana (diamantina, joya de la sabiduría que expresa la realidad suprema y que manifiesta una compasión universal). El budismo afirma que las deidades celestiales (budas apacibles) o las formas demoníacas (budas iracundos) son expresiones de la mente humana. Por lo tanto, la neutralización de tales potencialidades requiere que se domen las, propias emociones.
No bien se consolidó una situación favorable al budismo en el Tibet, Shantarakshita asumió como abad del flamante monasterio de Samye, y comenzó la traducción sistemática al idioma tibetano de todas las enseñanzas del Buda preservadas en sánscrito. Muchos tibetanos fueron a estudiar a Nalanda, y numerosos maestros indios se radicaron en el Tibet.
No hay acuerdo entre los cronistas sobre el tiempo que Padma Saraava permaneció entre los tibetanos, y así como algunos lo miden en meses, otros lo establecen en décadas. En un documento histórico llamado 'Declaración de Ba" se resuelve la discordancia mediante esta explicación: parecía que el maestro abandonaba el Tibet pero lo que en verdad partía eran proyecciones creadas por Padma Sambava, que se recluía en cavernas distantes, o continuaba su labor misionera en Nepal y Bhután, para la transmisión colectiva del Darma (la Enseñanza o Verdad). Sostenía siempre que el conocimiento espiritual debe personalizarse y convertirse en testimonio individual, pues si se mantiene en mera teoría no cumple función provechosa alguna.
Dados sus poderes magnos, suele explicarse, concretaba grandes realizaciones que supuestamente demandarían mucho tiempo, cosa que en la práctica se volvía relativo. Hacía mucho en un instante, y cada instante equivalía a la eternidad. Y su leyenda afirma que Padma Sambava continúa viviendo como maestro en esté mundo, para beneficiar con su luz a todos los seres sensibles como gran regente del Vajrasatva (cúspide de los budas apacibles, custodios de los misterios sublimes) y para garantizar con su presencia que la genuina esencia del Darma permanezca para siempre en la tierra.
El tratado La Liberación Natural Mediante la Contemplación de los Budas Iracundos y Apacibles detalla con profundidad e intensidad las cúspides del credo tibetano sobre el arte de morir y renacer, corno forma de superar progresivamente los obstáculos que traban el desarrollo espiritual. Su recopilación inicial se debe a la princesa Yeshe Togyel, consorte y discípula tibetana principal del maestro Padma Sambava, quien no sólo transcribió sus enseñanzas orales - en un lenguaje codificado que hoy se denominan escrituras de dakini- sino que Togyel los ocultó en cavernas y otros lugares secretos e inaccesibles cuando el maestro vaticinó que vendría una época muy adversa para las enseñanzas del Buda en la región, cosa que efectivamente ocurrió a partir del siglo IX.
Los llamados termas (tesoros o reminiscencias de la Visión Pura), no sólo quedaron guardados en lugares conocidos apenas por sus discípulos más cercanos, que en encarnaciones posteriores los localizaron como reveladores de tesoros o tertones, sino que al mismo tiempo algunos quedaron como sembrados en la mente de otros iniciados, que los corporizaron en el futuro cuando las condiciones fueron mejores, En la práctica, el terma es inmaterial y permanece protegido en profundos niveles mentales, hasta que súbitamente lo devela uno de sus herederos espirituales. Hay siete tipos: algunos fueron escondidos en el seno de rocas, tierra o agua; otros quedaron como reminiscencias latentes; y otros fueron transmitidos de mente a mente (de maestro a discípulo).
Uno de los tertones más famoso fue Karma Lingpa, quien localizó esta enseñanza en una cueva montañosa de la zona tibetana central, en el siglo XIV. Época luminosa, que el tibetólogo Robert Thurman describe así: “Todos aquellos lamas eran eruditos, santos, científicos y exploradores psiconáuticos (navegantes de la mente). Se cree que una gran cantidad de ellos había conquistado la capacidad que llamamos 'muerte lúcida'. Habían practicado a la perfección los yogas esenciales que se alcanzan durante una vida de enfoque total en la iluminación... Esos lamas eran los científicos más avanzados, santos hombres y mujeres carismáticos al extremo, respetados líderes sociales, y los más amados miembros de la sociedad tíbetana “. Cabe señalar que se llama lama a todo maestro espiritual, sea o no un monje.
Siglos después de su recuperación en aquellos tiempos más propicios, una fracción funeraria de los mismos (el Bardo Thodol, que significa "liberación mediante el escuchar en el plano posmortem") fue traducido al inglés y publicado en Europa en 1927 bajo el título arbitrario de Libro Tíbetano de los Muertos.
La tarea básica fue realizada por el lama Kazi Dawa Samdup, que el profesor británico W. Y. Evans-Wentz, del Jesus College de Oxford, compiló y publicó firmando el resultado con su nombre. Recién al publicarse la tercera edición en 1955, en
Estados Unidos un oportuno prefacio del lama Anagarika Govinda colocaba a Padma Sambava en su justo lugar corno autor original del trabajo. Evans-Wentz, que por cierto había querido emular al Libro Egipcio de los Muertos (otro título arbitrario con el que algunos egiptólogos del siglo XIX bautizaron a un papiro en verdad titulado Libro de la Salida al Día), puso algunas cosas en su lugar en 1954 con la edición de otra fracción de las enseñanzas de Padma Sambava, bajo el título Libro Tíbetano de la Gran Revelación incluyó algunas secciones d la biografía del Gurú Rinpoche escrita por la dakini Yeshe Togyel. Pero en general, la sobrecarga de interpretaciones intelectuales que elaboró este divulgador europeo de formación cristiana, tornó bastante indigeribles sus dos aportes divulgatorios.
Para corregir ese fárrago retórico que en vez de esclarecer en Occidente las avanzadas enseñanzas del sabio Padma Sambava las oscurecía, el segmento de las ceremonias mortuorias de su prédica fue traducido de nuevo al inglés en 1975 por el lama Chógyam Trungpa y la investigadora Francesca Fremantle. La psicointerpretación del erudito lama contemporáneo resultó más extensa que el texto básico comentado: aclaró muchas zonas puestas en penumbra por Evans-Wentz, pero planteaba un problema nuevo. En vez de ir al "alma" del texto, se esmeraba en enumerar eruditamente en sánscrito el nombre de infinitas deidades totalmente desconocidas por lectores occidentales no budistas que sólo saben que el Tibet existe gracias a la prédica infatigable del Dalai Lama. Que no tienen la menor intención de adherir al ascetismo budista y que no saben qué pensar cuando Trungpa les expresa que “Ahora, los principios de los cinco Tagháta se transforman en los Héruka y sus consortes... Vajrapaní se manifestó como Hayagriva, la roja figura colérica con cabeza de caballo, y emitió tres relinchos para proclamar su presencia en el reino de Rudra, Luego penetró en el cuerpo de Rudra por el ano, y Rudra quedó humillado en extremo...
Por fortuna, en 1994, Robert Thurman tradujo, con mayor amplitud temática la obra original y recuperó una gran cantidad de plegarias y visiones de Padma Sambava desechadas por las dos versiones precedentes. Allí reside su mérito: no dejó afuera la poesía espiritual del Nacido de un Loto, quien dijo: 'Vine como lluvia que cae por el mundo en formas innumerables para quienes estén listos para recibirme. Las acciones de los Iluminados son incomprensibles. ¿Quién puede definirlas o medirlas?'