KAILVALYA UPANISHAD
La indagación del Kailvalya Upanishad en la libertad suprema es el esfuerzo por conocer el secreto de la soledad total sin sentirse uno solitario... [...] Este es el secreto: cómo sentirse uno con todo el universo. Y si es posible sentirse unido a todo el universo, entonces uno es solitario sin la sensación de aislamiento. Este fenómeno es denominado kailvalya: soledad sin sentirse solitario.
(Osho: That are You)
AUM
Que
los
diferentes
miembros
de
mi
cuerpo
—mi
voz,
mi
nariz,
mis
ojos,
mis
oídos,
mi
fortaleza
y
también
los
demás
órganos
de
los
sentidos—
sean
nutridos
y
adquieran
inteligencia.
Todos
los
Upanishads
son
manifestaciones
del
mismo
Brahman.
¡Que
nunca
niegue
al
Brahman
y
que
el
Brahman
nunca
reniegue
de
mí!
¡Que
el
dharma
descrito
en
los
Upanishads
me
pertenezca
a
mí,
devoto
de
Brahman!
AUM
Paz,
paz,
paz.
***
El
sabio
Asvalayan
se
acercó
al
Señor
Parameshwar,
el
creador
Brahma,
y
le
dijo:
"¡Oh
bendito!
Enséñame
el
brahmavidya,
la
más
excelsa
ciencia
de
la
realidad,
el
sendero
hollado
siempre
por
las
gentes
de
bien,
siempre
oculto
para
el
hombre.
Debido
a
él,
los
sabios,
desembarazándose
de
todos
sus
pecados
pasados,
alcanzaron
el
Purusha
supremo,
el
Yo-búdico".
El
gran
señor
Pitama,
Brahma,
le
dijo:
"Conócelo
mediante
la
fe,
la
devoción,
la
meditación
y
el
yoga".
Ni
mediante
l
trabajo,
ni
por
estirpe,
ni
mediante
riquezas,
sino
solamente
mediante
la
renunciación,
se
alcanza
la
inmortalidad.
Excediendo
el
mismísimo
cielo,
la
Verdad
última
mora,
radiante,
en
la
cueva
del
corazón,
y
el
sincero
buscador
la
alcanza.
Aquellos
que
han
purificado
su
mente
mediante
la
práctica
del
sanyas
y
del
yoga,
aquellos
que
han
comprendido
el
significado
exacto
de
la
ciencia
espiritual
contenida
en
el
Vedanta
de
los
Upanishads,
esos,
por
fin,
son
capaces
de
alcanzar
el
bramaloka,
el
mundo
de
Brahma.
Y,
liberándose
de
todo,
se
esfuerzan
por
alcanzar
la
inmortalidad.
En
un
espacio
lejos
de
cualquier
molestia,
descansando
en
una
cómoda
postura,
limpia
y
pura,
con
el
cuallo,
cabeza
y
cuerpo
alineados
y
en
posición
erecta;
con
una
actitud
mental
de
sanyas,
habiendo
controlado
los
sentidos,
saludando
al
propio
maestro,
al
gurú,
con
devoción,
meditan
en
el
loto
del
corazón
—el
principio
de
devoción,
inmaculado,
puro,
sin
pesar,
limpio
y
transparente.
De
esta
manera,
mediante
la
meditación,
alcanzan
la
realidad
última,
la
inimaginable
e
inmanifestada,
la
primera
de
las
infinitas
formas,
la
siempre
auspiciosa,
la
pacífica,
la
inmortal,
origen
del
creador,
sin
principio,
evolución
ni
final;
la
única,
no-dual,
que
todo
lo
permea,
la
consciencia,
la
dicha,
la
sin-forma,
la
maravillosa.
Mediatando
en
el
Señor
Parameshwar,
el
señor
Supremo,
el
Todopoderoso,
el
de
los
tres
ojos,
el
Siempre-silencioso
consorte
de
la
Madre
Uma,
el
meditador
alcanza
a
Aquél
que
es
el
origen
de
toda
manifestación,
el
presenciador
de
todo,
el
que
trasciende
toda
ignorancia.
Él
es
Brahma,
Shiva,
e
Indra.
Es
indestructible,
supremo
y
auto-luminoso.
Es
Vishnu,
es
Prana.
Es
el
sol,
el
fuego.
Es
la
luna.
Es
todo
lo
que
ha
sido
y
todo
lo
que
será,
lo
eterno.
Concoiéndole,
uno
trasciende
el
aguijón
de
la
muerte
—no
hay
otra
manera
de
alcanzar
la
libertad
suprema.
Al
vivirse
uno
mismo
en
todos
los
seres
y
experienciar
a
todos
los
seres
en
uno
mismo,
se
alcanza
el
Brahma
más
elevado
—no
hay
otro
medio.
Los
sabios
hacen
de
su
consciencia
el
arony
inferior,
la
varilla
de
agitar,
y
del
AUM,
la
varilla
de
agitar
superior.
Y
con
la
ayuda
de
ambos
practican
la
agitación
del
conocimiento.
En
el
fuego
del
conocimiento,
nacido
de
dicha
fricción,
incineran
todas
sus
máculas
y
alcanzan
la
liberación.
El
Yo,
engañado
por
maya,
se
identifica
con
el
cuerpo
y
sus
ejecuta
todos
sus
actos.
En
el
estado
de
vigilia
es
él,
el
Yo,
el
que
encuentra
gratificación
a
través
de
los
diversos
objetos
de
disfrute:
mujeres,
vino,
comida,
etc.
En
el
estado
de
sueño
con
sueños,
es
el
mismo
ego
individualizado
el
que
experimenta
placer
y
dolor
en
un
campo
de
experiencias
creado
por
su
propia
maya,
la
menos
aprensiva
a
la
realidad.
Durante
el
estado
de
sueño
profundo,
cuando
todo
se
halla
fusionado,
es
subygado
por
tamas
—la
inercia—
y
la
experimenta
como
felicidad.
Bajo
el
acicate
de
las
acciones
realizadas
en
previas
encarnaciones,
el
jiva
regresa
del
sueño
profundo
al
sueño
con
sueños
o
al
estado
de
vigilia.
El
jiva,
el
alma
encarnada,
nace
de
esta
manera
en
las
tres
ciudades:
los
cuerpos
burdo,
sutil
y
causal,
de
donde
todas
las
diversidades
han
brotado.
Cuando
esos
tres
cuerpos
se
han
disuelto
por
completo,
solamente
entonces
este
alma
se
libera
de
maya
y
alcanza
la
dicha
eterna.
De
ésta
nace
el
prana,
los
órganos,
el
espacio,
el
aire,
el
fuego,
el
agua
y
la
tierra
que
todo
lo
soportan.
Eso
que
es
el
brahma
supremo,
el
yo
en
todo,
el
anciano
sostenedor
del
universo,
más
sutil
que
lo
sutil,
eterno,
Eso
y
únicamente
Eso
eres
Tú.
Tú
eres
únicamente
Eso.
Eso
que
ilumina
el
mundo
de
las
experiencias
vive
en
los
estados
de
vigilia,
sueño
con
sueños
y
sueño
profundo.
Aquél
que
realiza
"Brahma
y
Yo
somos
uno",
se
libera
de
toda
esclavitud.
Distinto
de
todo
aquello
que
constituye
el
experimentador
—bhokta—,
lo
experimentado
—bhogya—
y
la
propia
experiencia
—bhoga—,
en
los
estados
de
vigilia,
sueño
con
sueños
y
sueño
profundo,
Yo
soy
el
que
todo
lo
presencia,
el
siempre
auspicioso,
la
pura
consciencia.
Soy
el
Brahma
no-dual.
En
mí
y
sólo
en
mí
nace
todo.
En
mí
y
sólo
en
mí,
existe
todo.
En
mí
y
sólo
en
mí,
se
disuelve
todo.
Soy
más
pequeño
que
lo
menor;también
soy
lo
más
inmenso.
Soy
el
cosmos
maravilloso.
Soy
el
antiguo,
el
purusha,
la
base
de
todo.
Soy
hiranyamaya,
el
efulgente,
el
siempre
eterno.
Soy
la
incomprensible
shakti,
la
energía.
No
tengo
manos
ni
pies.
Puedo
ver
sin
ojos,
oír
sin
oídos,
saber
sin
intelecto
alguno.
vacío
de
toda
forma,
lo
sé
todo,
pero
no
hay
nadie
que
me
conozca
a
mí.
Soy
la
siempre
pura
consciencia.
Yo
y
sólo
yo,
soy
el
tema
de
los
diferentes
Vedas.
Soy
el
revelador
de
los
Upanishads,
del
Vedanta
y
los
Vedas.
Sólo
Yo
soy
el
verdadero
conocedor.
para
mí
no
hay
ni
virtud
—punya—,
ni
pecado
—papa.
No
sufro
destrucción
alguna,
ni
he
tenido
nacimiento,
ni
tengo
cuerpo,
ni
sentidos,
ni
mente.
Yo
solo,
soy
el
tema
de
los
distintos
Vedas.
Soy
el
revelador
de
los
Upanishads,
del
Vedanta
y
los
Vedas.
Sólo
Yo
soy
el
verdadero
conocedor.
Para
mí
ni
hay
tierra,
ni
agua,
ni
fuego,
ni
aire,
ni
éter
—akasha.
De
esta
manera,
realizando
la
naturaleza
de
Paramatma,
el
Yo
supremo,
el
que
mora
en
la
cavidad
del
corazón,
el
que
no
tiene
forma,
el
que
excede
toda
comparación,
advidya
—el
testigo
de
todo—,
más
allá
de
toda
existencia
o
no
existencia,
uno
alcanza
el
Yo
supremo.
Así
termina
el
Kailvalya
Upanishad.
AUM
Paz, paz, paz.