PRECEPTOS PITAGORICOS


Juan Pablo Benito Danés/Fernando Arroyo Durán

 

Honra, en primer lugar,

y venera a los dioses inmortales,
a cada uno de acuerdo a su rango.
Respeta luego el juramento,

y reverencia a los héroes ilustres,
y también a los genios subterráneos:
cumplirás así lo que las leyes mandan.
Honra luego a tus padres

y a tus parientes de sangre.
Y de los demás, hazte amigo

del que descuella en virtud.

Cede a las palabras gentiles

y no te opongas a los actos provechosos.
No guardes rencor

al amigo por una falta leve.

Estas cosas hazlas

en la medida de tus fuerzas,
pues lo posible se encuentra

junto a lo necesario.

Compenétrate en cumplir

estos preceptos,
pero atente a dominar
ante todo las necesidades

de tu estómago y de tu sueño,
después los arranques

de tus apetitos y de tu ira.

No cometas nunca

una acción vergonzosa,
Ni con nadie, ni a solas:
Por encima de todo,

respétate a ti mismo.

Seguidamente ejerce

en practicar la justicia,

en palabras y en obras,
Aprende a no comportarte

sin razón jamás.

Y sabiendo que morir

es la ley fatal para todos,
que las riquezas,

unas veces te plazca ganarlas

y otras te plazca perderlas.

De los sufrimientos que caben

a los mortales por divino designio,
la parte que a ti corresponde,

sopórtala sin indignación;
pero es legítimo que le busques remedio

en la medida de tus fuerzas;
porque no son tantas las desgracias

que caen sobre los hombres buenos.

Muchas son las voces,

unas indignas, otras nobles,

que vienen a herir el oído:
Que no te turben ni tampoco

te vuelvas para no oírlas.
Cuando oigas una mentira,

sopórtalo con calma.

Pero lo que ahora voy a decirte
es preciso que lo cumplas siempre:
Que nadie, por sus dichos o por sus actos,
te conmueva para que hagas o digas

nada que no sea lo mejor para ti.

Reflexiona antes de obrar

para no cometer tonterías:
Obrar y hablar sin discernimiento

es de pobres gentes.
Tú en cambio siempre harás

lo que no pueda dañarte.

No entres en asuntos que ignoras,
mas aprende lo que es necesario:
tal es la norma de una vida agradable.

Tampoco descuides tu salud,
ten moderación en el comer o el beber,
y en la ejercitación del cuerpo.
Por moderación entiendo

lo que no te haga daño.
Acostúmbrate a una vida sana sin molicie,
y guárdate de lo que pueda atraer la envidia.

No seas disipado en tus gastos
como hacen los que ignoran

lo que es honradez,
pero no por ello

dejes de ser generoso:
nada hay mejor

que la mesura en todas las cosas.

Haz pues lo que no te dañe,

y reflexiona antes de actuar.
Y no dejes que el dulce sueño

se apodere de tus lánguidos ojos
sin antes haber repasado

lo que has hecho en el día:
"¿En qué he fallado? ¿Qué he hecho?

¿Qué deber he dejado de cumplir?"
Comienza del comienzo

y recórrelo todo,
y repróchate los errores

y alégrate de los aciertos.

Esto es lo que hay que hacer.
Estas cosas que hay

que empeñarse en practicar,
Estas cosas hay que amar.
Por ellas ingresarás

en la divina senda de la perfección.
¡Por quien trasmitió a nuestro

entendimiento la Tetratkis (*)
la fuente de la perenne naturaleza!

¡Adelante pues!

ponte al trabajo,
no sin antes rogar

a los dioses que lo conduzcan

a la perfección.
Si observares estas cosas
conocerás el orden

que reina entre los dioses inmortales

y los hombres mortales,
en qué se separan las cosas

y en qué se unen.

Y sabrás, como es justo

que la naturaleza es una

y la misma en todas partes,
para que no esperes

lo que no hay que esperar,
ni nada quede oculto a tus ojos.

Conocerás a los hombres,
víctimas de los males

que ellos mismos se imponen,
ciegos a los bienes

que les rodean,

que no oyen ni ven:
son pocos los que saben

librarse de la desgracia.
Tal es el destino

que estorba el espíritu

de los mortales,
como cuentas infantiles

ruedan de un lado a otro,
oprimidos por males innumerables:
porque sin advertirlo

los castiga la Discordia,
su natural y triste compañera,
a la que no hay que provocar,

sino cederle el paso

y huir de ella.

¡Oh padre Zeus!

¡De cuántos males

no librarías a los hombres
si tan sólo les hicieras

ver a qué demonio obedecen!

Pero para ti, ten confianza,
porque de una divina raza

están hechos los seres humanos,
y hay también la sagrada naturaleza

que les muestra

y les descubre todas las cosas.
De todo lo cual,

si tomas lo que te pertenece,
observarás mis mandamientos,
que serán tu remedio,

y librarán tu alma

de tales males.

Abstente en los alimentos como dijimos,
sea para las purificaciones,

sea para la liberación del alma,
juzga y reflexiona

de todas las cosas y de cada una,
alzando alto tu mente,

que es la mejor de tus guías.

Si descuidas tu cuerpo para volar

hasta los libres orbes del éter,
serás un dios inmortal, incorruptible,
ya no sujeto a la muerte.

 


(*) Tetraktys o Cuaternidad. Número sagrado y fundamental de los pitagóricos por el cual juraban su fidelidad. Simboliza la unidad origen y principio, la dualidad de las oposiciones y las complementariedades, y el triunfo de la trinidad, que finalmente se despliega en el universo del cuatro. 1 + 2 + 3 + 4 = 10, la unidad expandida en la manifestación, = 1 + 0 = 1, el retorno a la unidad del origen.