SUFÍES: LA GENTE DEL CAMINO

CAPÍTULO 4

El canto silencioso

 

Un hombre fue a ver a Bahauddin Shah y le dijo: “Primero he seguido a este profesor y luego a ese otro. Después he estudiado esos libros, y luego aquellos. Siento que aunque no sé nada de ti y de tus enseñanzas, esta experiencia me ha estado preparando poco a poco para aprender de ti”.

El Shah contestó: “Nada de lo que has aprendido en el pasado te servirá aquí. Si te quedas con nosotros, tendrás que abandonar todo orgullo por el pasado. Lo cual es una forma de autofelicitación”.

El hombre exclamó: “¡Esto es, para mí, la prueba de que tú eres el grande, el real y verdadero maestro! ¡Porque nunca antes nadie se había atrevido a negar el valor de lo que yo he estudiado!”.

Bahauddin dijo: “Ese sentimiento es indigno en sí mismo. Aceptándome tan entusiastamente y sin comprender, te estás elogiando a ti mismo por poseer percepciones que, de hecho, tú no posees”.

 

Un joven preguntó por qué, según parece, la vida no tiene ningún significado. Porque el significado no existe a priori. En la vida no existe ningún significado; uno tiene que crearlo. Sólo lo descubrirás si lo creas. Antes tiene que ser inventado. No es algo que está ahí en el suelo como una piedra, es algo que tiene que ser creado como una canción. No es un objeto, es una trascendencia que tú aportas por medio de tu consciencia. No lo esperes. No es algo que venga con sólo esperarlo. Uno mismo tiene que convertirse en un laboratorio, tiene que convertirse en un vientre materno, tiene que parirlo.

Esta es una de las cosas más importantes que hay que aprender; de no ser así, no conseguirás captar el significado. La gente está equivocada. Piensa que el significado existe ya en alguna parte. No es así. Buda creó el significado y luego lo descubrió. Por eso su significado nunca será el tuyo. El significado siempre es individual. Cada uno tiene que creárselo para sí mismo, no se puede tomar prestado.

Esa es la diferencia entre la verdad científica y la verdad religiosa. La verdad científica es una cosa muerta. Cuando es descubierta por uno, es descubierta por todos. Si Newton descubre algo –por ejemplo, la ley de la gravedad-, tú ya no necesitas descubrirlo una y otra vez. Entonces se convierte en una propiedad colectiva. Puede que Newton haya trabajado durante muchos años para descubrirlo, puede que haya dedicado toda su vida a ello, pero ahora cualquier niño lo aprende en la escuela en cinco minutos. No tendrá que pasar por los inconvenientes. La verdad científica es una cosa muerta-, es una cosa. Por eso, una vez descubierta, es descubierta para siempre. Cuando una persona la descubre, se convierte en propiedad de todos.

La verdad religiosa no es una cosa. Es un significado que tiene que ser descubierto por cada uno, cada uno tiene que abordar la exploración. La verdad de Buda desaparece con Buda. La verdad de Mahoma desaparece con Mahoma. Fue la fragancia de una flor que se abrió en el corazón de Mahoma; ¿cómo va a permanecer el aroma cuando la flor se ha ido? Ahora el Corán está muerto, igual que el Dhammapada, igual que el Gita, e igual que todas las escrituras. La escritura sólo está viva cuando la flor está ahí. Con la flor, la fragancia está viva; cuando la flor se va, todo se va.

La verdad científica se puede aprender. Puedes aprenderla en la escuela y aprenderla de un profesor. La verdad religiosa no se puede aprender. Tiene que ser creada no aprendida. No puedes aprenderla de un profesor. No se puede enseñar. No hay manera de enseñarla. Tendrás que ir a un maestro, no a un profesor; y la diferencia entre un profesor y un maestro es que un profesor trabaja con cosas muertas y un maestro vive su verdad.

Si estás en presencia de un maestro, empezarás a vibrar, a pulsar. La verdad no se te puede dar, pero sí puedes oler su perfume. Y entonces puedes empezar a buscarla en tu propio interior, en tu propio ser. Tiene que evolucionar. Tiene un crecimiento. El significado es un crecimiento. Tendrás que dedicarle toda tu vida.

Así que no preguntes por qué la vida no tiene significado. No lo tiene porque tú no lo has creado todavía. Para mí lo tiene. Yo lo he creado. Pero mi significado no puede ser tu significado. Incluso si te lo diera, en la propia transición el niño moriría. Lo que recibirías sería un cadáver. No hay forma de transferirlo.

Los sufíes son muy particulares acerca de esta cuestión, por eso niegan el conocimiento.  Ellos dicen que no hay conocimiento posible. Saber es posible, pero el conocimiento no es posible. ¿Cuál es la diferencia entre saber y el conocimiento? Según el diccionario, no hay ninguna diferencia, pero en la existencia hay una gran diferencia. El conocimiento es una teoría, saber es una experiencia. Saber significa que abres los ojos y ves. El conocimiento significa que alguien ha abierto los ojos, ha hablado acerca de lo que ha visto y tú simplemente has recogido la información. El conocimiento es posible aunque estés ciego. El conocimiento es posible… Sin ojos se pueden aprender muchas cosas acerca de la luz, pero si estás ciego no es posible saber qué es la luz. Saber sólo es posible si los ojos están sanos, si puedes ver. Saber es tu auténtica experiencia, el conocimiento es seudosabiduría.

No dependas del conocimiento, porque, si no, seguirás sin encontrar el significado. El conocimiento sólo puede ofrecerte una falsa promesa. Nunca se cumple. El conocimiento sólo puede darte seudomonedas falsa. No valen para nada. Ten cuidado con ellas. El conocimiento te puede hacer sentir muy, muy bien, porque realza tu ego. Empiezas a sentir como si supieras. Pero recuerda, es “como si”, no es real. Porque cuando sientes “yo sé”, el “yo” se refuerza.

Antes de que un hombre pueda llegar a ser un hombre de sabiduría tiene que abandonar todo conocimiento. Esa es la verdadera renuncia. He visto personas renunciando a sus hijos; lo cual es una tontería, porque los niños no se interponen en el camino a Dios. He visto personas renunciando a sus esposas, a sus maridos; lo cual es estúpido, porque Dios está presente en el marido y la esposa. Dios vive en ellos. Cuando renuncias a tu mujer estás renunciando a Dios: Dios en la forma de tu mujer. Cuando renuncias a tu marido estás renunciando a Dios que ha venido en la forma de tu marido.

He visto personas renunciando a sus hijos, esposas, maridos, pero nuca he visto a la gente renunciar a sus conocimientos, que son la verdadera obstrucción, el verdadero obstáculo; la única barrera que existe.

Mira… un hombre renuncia a su vida, se va a los Himalayas, pero si nació jaina, seguirá siendo jaina. Se lleva el conocimiento. Si nació hindú, seguirá siendo hindú. Incluso en lo más profundo del Himalaya, sentado sólo en una cueva, sigue siendo hindú. Si eres hindú, si todavía formas parte de la sociedad llamada hindú, no estás en los Himalayas. ¿Cómo puede un solo hombre ser hindú? Para ser hindú, uno necesita pertenecer a algo; para ser hindú, uno necesita una sociedad; para ser musulmán, uno necesita una secta, una masa. Hinduismo, islam, cristianismo, jainismo, budismo, todos ellos son nombres de diferentes tipos de masas.

¿Y tú dices que has dejado el mundo? ¿Entonces por qué te has traído esta masa y esta pertenencia? ¿Y qué significa que te llames a ti mismo hindú? Significa que cargas con cierto tipo de conocimiento, conocimiento impartido por los Vedas, el Gita. Y si crees que eres musulmán, entonces será un conocimiento impartido por el Corán. Tú no has renunciado al conocimiento.

Los sufíes dicen que si quieres renunciar a algo, renuncies al conocimiento. Esa es la valentía más grande; porque cuando renuncias al conocimiento, el ego empieza a desaparecer. El ego muere por sí solo. No puede existir. En el momento que dices “yo no sé”… ¿Has sentido la pureza de ese momento? ¿Has sentido la inocencia de ese momento? ¿Has sentido el silencio de ese momento? Cuando dices “yo no sé” estás haciendo una de las mayores afirmaciones que un hombre puede hacer, y esto es el principio.

El primer paso del sufismo es llegar a saber que no sabes. Y esto no debería ser una mera idea, debería ser una experiencia vivida. No deberías limitarte a decirlo, no debería estar solo en tus labios, debería estar en lo más profundo de tu corazón. Deberías sentirlo en las entrañas: “Yo no sé”.

¿Tú qué sabes? ¿Conoces a Dios? ¿Conoces la verdad? ¿Sabes algo de la muerte? ¿Sabes algo de la vida? Es cierto que Dios está en ti, que ha vivido en ti desde el mismísimo principio –el principio sin principio-, pero tú todavía no lo has conocido. La verdad está en todas partes. Tú estás rodeado de verdad, vives en el océano de la verdad, pero no sabes nada de ella. Tú eres tan ignorante acerca de la verdad como el pez lo es acerca del océano.

Pero crees que sabes por haber leído un libro, porque puedes recitar el Corán, el Gita, la Biblia. La gente cree que recitar, recordar, es saber; no sólo eso, sino que además cree que es el único saber que existe. El recuerdo, la memoria, no es saber. ¿Qué sabes por recordar algo? Un loro puede hacerlo, una máquina puede hacerlo, y de un modo mucho más eficiente que tú ¿Qué valor tiene eso? Un ordenador puede recordar al completo los Vedas, el Corán, la Biblia y todas las escrituras, y además puede presentar todos sus conocimientos cuando se lo pidas. Pero un ordenador no tiene consciencia, atención, alma.

El hombre que confía demasiado en su memoria y piensa que es sabiduría empieza a desaparecer como hombre y al final se convierte en un mecanismo. La memoria es mecánica.

Por eso los sufíes dicen: si quieres renunciar a algo, renuncia al conocimiento que has almacenado en la memoria. Ese es el verdadero muro. Es la idea de que sabes lo que te impide volverte inocente, lo que te impide volverte como un niño. Si eres un hindú, ¿cómo vas a ser inocente? Ya has sido corrompido, ya has recogido una opinión. Ya han entrado en tu mente las escrituras, las ideologías, los conceptos, las filosofías. Ya te has vuelto astuto. Eres listo. ¿Cómo vas a ser inocente?

Cuando un niño nace y abre los ojos por primera vez, ¿es cristiano, es musulmán, es hindú? Esos ojos son los ojos reales. Pronto empezará a acumularse el polvo. Pronto empezaremos a meter ideas en la inocente consciencia del niño. Pronto el espejo se ensuciará tanto que ya no reflejará la realidad.

Hay que deshacerse de esa basura. La memoria tiene que ser usada, pero uno no debería identificarse con ella. Yo no estoy diciendo que tienes que deshacerte de la memoria, sólo hay que deshacerse de la identificación.

Y te sorprenderás. Cuando uno se deshace de la identificación puede utilizar la memoria mucho más eficientemente que antes, porque entonces sólo es un mecanismo que puedes usar cuando lo necesites. Pero mantente alejado, distante, puro. Mantente niño.

Jesús solía decir: “Hasta que no seas como un niño, no entrarás en el reino de Dios”. Un día, estando él en un mercado entre la multitud, alguien le preguntó: “¿Quiénes serán dignos de entrar en el reino de Dios? ¿Quiénes serán los elegidos? Y Jesús miró a su alrededor… Naturalmente, el rabino de una aldea que estaba presente pensó: “Tiene que señalarme a mí, ¿yo seré digno?”. Pero Jesús no lo señaló. Tampoco señaló al hombre rico del lugar que estaba allí. También el profesor estaba allí y tampoco lo señaló. Ni al asceta. Sus ojos se posaron sobre un niño que estaba entre la multitud, completamente inocente. Tomó al niño en sus brazos y, mostrándole a la multitud, dijo: “Aquellos que sean inocentes como un niño, como un espejo, sólo ellos podrán entrar en el reino de Dios”.

Así que no debería sorprendernos que los rabinos estuvieran muy enfadados con él. No debería sorprendernos que los hombres cultos estuvieran en contra de él. No debería sorprendernos que los sacerdotes religiosos estuvieran en contra de él. Es lógico que se reunieran para destruir a este hombre inocente, a este sufí, Jesucristo.

Los sufíes hablan mucho de Jesucristo, y lo hacen de un modo mucho más amoroso que los cristianos, porque su comprensión acerca de Jesús es más profunda. La comprensión cristiana es dogmática. Los sufíes son gente con una visión, y la tienen porque han llegado a conocer el momento del no-saber. Recuerda esta expresión “el momento del no-saber”. Alcánzalo. El camino empieza desde ese momento.

Así que un maestro tiene que quitarte todos tus conocimientos. Tiene que destruir todo tu ego de opiniones, filosofías, credos. Tiene que ser muy duro. Tiene que golpearte con un martillo. Cuando desaparecen los conocimientos, cuando se abren las nubes y el sol de la consciencia brilla en todo su esplendor, empiezan a ocurrir las cosas, empiezan a ocurrir los milagros.

El primer milagro es que cuando no sabes empiezas a saber. Cuando tus ojos dejan de estar llenos de opiniones se vuelven claros, transparentes. Alcanzas la visión.

Pero antes de que entremos en esta preciosa parábola de uno de los más grandes maestros, Bahauddin Shah, hay que entender unas cuantas cosas, especialmente con relación a la mente moderna.

La mente moderna de ahora se siente más insignificante de lo que jamás se había sentido, porque en los siglos pasados vivió en una especie de estupor, de sueño. Había mucha ortodoxia. La convención era fuerte y pesada. La influencia de la religión era muy grande, muy poderosa y dictatorial. Durante siglos la gente ha vivido en la creencia.

Este siglo se ha atrevido a abandonar las creencias. Esas creencias daban a la gente la sensación de que la vida tenía un significado. Ahora esas creencias han desaparecido. Eso es bueno. Es bueno que las creencias hayan desaparecido. Esta época es la primera época de agnosticismo. Por primera vez, el hombre ha madurado, ha madurado en el sentido de que no se basa en creencias, en supersticiones. Hemos abandonado toda creencia supersticiosa.

Así que ha surgido una especie de vacío. Las creencias han desaparecido; y con las creencias también ha desaparecido la falsa sensación de significado. Se ha establecido un vacío. Hemos hecho la parte negativa, hemos demolido el viejo edificio, ahora hay que hacer la parte positiva; tenemos que levantar un edificio nuevo. El viejo templo ya no existe, ¿pero dónde está el nuevo templo? Las creencias han sido destruidas, ¿pero dónde está la confianza?  La creencia ha desaparecido –eso está bien-, pero no es suficiente. Es necesario pero no suficiente. Ahora tendrás que crecer en la confianza.

Déjame que te explique esas dos palabras. La creencia es prestada; es dad por otro: tus padres, tu sociedad, tu sacerdote, tu político, ellos te la dan. Empezamos en cuanto nace el niño: lo circuncidamos o lo bautizamos. Hacemos algo. Empezamos a condicionarlo inmediatamente. Antes de que se dé cuenta, las creencias ya han entrado en su sangre, en sus huesos y hasta en la médula. Antes de que se dé cuenta y pueda pensar con claridad, ya está envenenado. Las creencias ya están en el inconsciente. Ya ha sido condicionado. Él no es libre para pensar.

Por eso las religiones tienen tanto interés en enseñar religión a los niños. Les interesa que aprendan inmediatamente. Lo primero que quieren que se haga es que se enseñe religión al niño. Los psicólogos dicen que la única posibilidad de enseñar al niño religión es haciéndolo antes de que tenga siete años. Después de esa edad cada vez se irá haciendo más y más difícil enseñarle porque empezará a cuestionar, empezará a discutir. Lo asaltarán las dudas, se volverá escéptico. Hasta los siete años, el niño simplemente confiará en sus padres. Él cree que todo lo que hacen está bien. No tiene dudas. Se trata de un fenómeno natural. El niño tiene que confiar en la madre. El niño es un ser tan desvalido que no puede sobrevivir por sí sólo. Confiar en los padres es una necesidad para su supervivencia. Y él confía.

Las religiones utilizan esa confianza natural para condicionar al niño. La madre lo lleva a la iglesia o al templo, al sacerdote o al rabino, y el niño sigue a la madre, al padre, a la familia. A través del ambiente familiar empieza a introducirse un sutil condicionamiento. Cuando el niño sea lo suficiente mayor para poder pensar, para poder formular, ya estará condicionado. Esos condicionamientos se habrán introducido tan profundamente que luego no podrá deshacerse de ellos fácilmente.

El maestro necesitará golpear con un martillo. Necesitarás a alguien a quien ames más que a tu padre, a quien ames más que a tu madre. Necesitarás un maestro; es la única manera. El maestro puede llegar a las capas profundas de tu ser donde arraigó el condicionamiento y destruirlo. Si el maestro no se convierte en alguien más importante que tus padres, no es posible, no es psicológicamente posible.

Por eso Buda dice: “Hasta que no destruyas y mates a tu padre y a tu madre, no puedes venir a mí”. Una extraña afirmación. Jesús dice: “Si no odias a tu padre y a tu madre, no puedes seguirme”. No suena muy, muy bien. Jesús, el apóstol del amor y la paz, y Buda, el ser humano más compasivo que jamás haya caminado sobre la faz de la tierra, ¿hablando de odiar?; y no sólo odiar, sino matar.

¿Qué quieren decir? No se refieren a tus padres reales, se refieren a esos padres que se han introducido en lo más profundo de tu ser, que se han convertido en tus cimientos. Esos cimientos tienen que ser destruidos. Cuando esos cimientos sean destruidos, te volverás a convertir otra vez en un niño. Cuando ese condicionamiento haya sido abandonado, de repente te volverás a convertir en un niño, volverás a ser inocente. Y esta vez estarás en una situación mucho mejor porque no estarás desvalido, volarás con tus propias alas, e inocente como un niño.

Este es el significado de sannyas.  Este es el significado de la iniciación. Esto es a lo que se refieren los sufíes cuando dicen que alguien se ha hecho sadhaka, discípulo.

En esta época, poco a poco, la creencia ha ido desapareciendo. pero en su lugar no ha aparecido nada.

Debes haber oído hablar de Ludwing Feuerbach, un pensador alemán. Él parece ser el heraldo de la mente contemporánea. Según Feuerbach, Dios es el infinito deseo del corazón humano. Él dice: “No hay Dios. Dios no existe como realidad objetiva. Es tan sólo la satisfacción de un deseo. El hombre quiere volverse omnipotente, omnipresente, omnisciente. El hombre quiere volverse Dios; ese es el deseo del hombre, el deseo de volverse infinito el deseo de volverse inmortal, el deseo de volverse absolutamente poderoso”.

Este fue el primer martillazo sobre la creencia en Dios: que Dios no es objetivo; que Dios no existe; que Dios es sólo una proyección de la mente humana; que Dios no tiene ontología, que sólo es un sueño psicológico. Que el hombre piensa en términos de Dios porque se siente a sí mismo muy impotente. Necesita algo que le haga sentirse completo. Necesita una idea que le haga sentir que no es un extraño; que hay alguien que mira por él en este mundo. Dios no es otra cosa que un padre proyectado. El hombre quiere tener algo en que apoyarse. No es más que un puro deseo. No tiene realidad.

Luego vino Kart Marx. Según Marx, Dios es un intento ideológico para alzarse sobre la realidad dada. Marx dice que, como la gente es pobre, desgraciada y padece tantos sufrimientos, necesita un sueño; un sueño que le pueda dar esperanza. La gente vive en la desesperanza, en una aflicción tan grande, que si no puede soñar que alguna vez, en el futuro, todo será perfecto, no sería capaz de soportar esta intolerable realidad. Así que Dios es el opio.

La religión es el opio de las masas. Es una droga. Ayuda, consuela. Es una especie de tranquilizante. Tu dolor es tan intenso que necesitas un analgésico; la idea de que, es cierto, el presente es desgraciado, pero mañana todo irá bien.

Marx dice que por eso las bienaventuranzas de Jesús se han hecho tan importantes: “Benditos los pobres”. ¿Por qué? ¿Por qué “benditos los pobres”? Porque “heredarán el reino de Dios”. Así los pobres pueden tener esperanza. Aquí sin los pobres pero heredarán el reino de Dios. Y no sólo eso, Jesús también dice: “Los primeros serán los últimos, y los últimos serán los primeros”. Así el hombre pobre se siente verdaderamente feliz. Olvida su pobreza. Allá será el primero. El significado de Jesús para esas frases es muy diferente, pero Marx piensa que sólo son droga.

Y Marx también parece muy lógico. Cuando la gente es desgraciada sólo tiene una forma de soportarlo: imaginar un futuro mejor. Si estás en un hospital y piensas que mañana te darán el alta, que te irás a casa y todo habrá salido perfectamente, que sólo es cuestión de unas cuantas horas más, puedes soportarlo mejor.

Este mundo es sólo cuestión de unos años, no te preocupes. Dentro de poco te espera el paraíso. Y cuanto más pobre seas, más elevado será tu puesto en el paraíso. Y dispondrás en abundancia de todo aquello de lo que aquí careces. ¿No tienes una mujer hermosa? No te preocupes. En el paraíso todo el mundo tendrá todas las que quieras; y las más hermosas que puedas imaginar, apsaras.  Son muy hermosas y nunca envejecen, nunca se hacen viejas, sus cuerpos son dorados y siempre tiene dieciséis años. Nunca traspasan esa edad. Eso es lo que sueñan los hombres.

Aquí no puedes conseguir alcohol; o incluso si puedes, es difícil y caro. Además, los políticos siempre están pensando en su prohibición. Pero en  firdaus, en el paraíso, hay arroyos de vino, de alcohol, de todo tipo. Puedes beber todo lo que quieras, puedes bañarte, puedes empaparte en él.

Estos sueños no son más que cosuelos para los explotados, los oprimidos. Por eso, Marx dice que la religión es tan sólo una artimaña… un truco para explotar a la gente, un truco para someterlos, un truco para que no puedan rebelarse. Él golpeó con gran dureza las viejas creencias.

Y el tercero que golpeó fue Friedrich Nietzsche. Él dijo: “Dios no es más que una debilidad de las ganas de amar”. Cuando una persona o una sociedad envejece, se vuelve corrupta, aburrida y agonizante, empieza a pensar en Dios. ¿Por qué? Porque se está acercando la muerte y no hay más remedio que aceptarla. Habrá que renunciar a la vida, la vida se escurre entre los dedos, no se puede hacer nada para evitarlo, pero se puede aceptar la muerte. Dios es un truco para aceptar la muerte. Y la muerte sólo la aceptan aquellos que se han vuelto débiles, los enclenques.

Nietzsche solía decir que la propia idea de Dios procede de una mente femenina. Él solía decir que Buda y Cristo son afeminados. No son realmente masculinos. Son demasiado blandos. Son personas que han aceptado la derrota. No luchan por la supervivencia. Cuando una persona deja de luchar por la supervivencia se hace religiosa. Cuando el deseo de poder ya no funciona, uno empieza a encogerse y morir, uno empieza a pensar en Dios y en cosas por el estilo. Dios está en contra de la vida. La vida es el deseo de poder. La vida es lucha, una lucha constante. La vida es un conflicto y uno tiene que vencer. Cuando la gente se vuelve demasiado débil y no puede vencer, sus derrotadas mentes empiezan a volverse religiosas. La religión es la derrota.

Feuerbach, Marx, Nietzsche, entre los tres crearon una atmósfera en la que se podía declarar que Dios está muerto y el hombre es libre.

Esta es la situación en la que tú has nacido. Si eres contemporáneo, esta es la situación. Tú tienes más afinidad con Feuerbach, Marx y Nietzsche que con Patanjali, Kapila y Kanad. Estos están lejos. Nosotros no pertenecemos a su época, ellos no pertenecen a la nuestra. Hay demasiada distancia. Nuestros verdaderos profetas son: Feuerbach, Marx, Nietzsche, Freud, Darwin; y esta gente ha destruido todo el tejido, toda la estructura, los patrones de creencias. Y me gustaría que entiendas que le han hecho un gran servicio a la humanidad.

Pero no me malinterpretes.  Ellos han limpiado la consciencia humana de creencias por completo, pero eso sólo es la mitad del trabajo. Ahora se necesita algo. Es como si estuvieras proyectando un jardín y quitaras todas las malas hierbas y todas las piedras y dejaras el suelo preparado; y luego simplemente esperaras y no pusieras rosales ni sembraras nuevas semillas. Esa gente le ha hecho un gran servicio a la humanidad. Han arrancado todas las malas hierbas. Pero un jardín no se hace solo arrancando las malas hierbas, no puede estar completo. Arrancar las malas hierbas forma parte de la preparación de un nuevo jardín, pero no es el jardín en sí. Luego tienes que poner las rosas. Faltan las rosas, por eso falta el significado.

La gente se ha quedado atascada. Ahora son comunistas, freudianos o fascistas. Y creen que esta parcela de terreno limpia, en la que no crecen las creencias, en la que no brotan deseos de lo desconocido y del más allá, es el jardín. Y miras alrededor y no hay nada. Es un desierto. Esta gente ha limpiado el terreno pero lo han convertido en un desierto.

El hombre se ha vuelto muy, muy ansioso. Se ha creado la ansiedad. La ansiedad ha sido reprimida durante siglos ajustándose al partido, a la religión, a la secta, a la sociedad. La ansiedad ha estado encadenada durante miles de años. El hombre ha funcionado como un esclavo. Ahora, el candado se ha roto, el hombre ya no es un esclavo, y toda la ansiedad, la represión de miles de años, anda suelta. El hombre se está volviendo loco.

Lo que esa gente ha hecho puede tornarse en una gran liberación o puede tornarse en una pérdida. Depende. Si utilizas esta situación correctamente y empiezas a cultivar rosales en tu corazón, pronto sentirás un gran agradecimiento hacia Feuerbach, Marx, Nietzsche, Freud y todas esas personas que han destruido la creencia, que han destruido la vieja religión. Ellos han preparado el camino para una nueva clase de religión; más crecida, más madura, más adulta.

Yo estoy totalmente de acuerdo con ellos, pero no me detengo con ellos. Si te detienes, tu destino será la falta de sentido. Es cierto; que no exista Dios es bueno –el Dios de las creencias-, pero entonces empieza a buscar lo que hay en tu interior. Entonces embárcate en una exploración, te tropezarás con Dios. Y ese Dios será el Dios de tu experiencia.

Ellos han creado una situación en la cual tú puedes decir: “yo no sé” –eso es el agnosticismo-; ahora utiliza esto como un trampolín para saltar a lo desconocido. Estás preparado para entrar en lo desconocido. El conocimiento ya no te ata. Nadie te encadena los pies. Por primera vez eres libre. ¿Qué haces ahí? Antes estabas ahí porque te hallabas encadenado, pero ahora que ya no hay cadenas, ¿por qué sigues ahí? Ve hacia delante. ¡Explora! Toda la existencia es tuya. Explórala sin ningún concepto, sin ningún prejuicio, sin ninguna filosofía a priori. Explórala con la mente abierta y te sorprenderás al descubrir que Dios existe.

Pero será un Dios completamente nuevo, totalmente nuevo, absolutamente nuevo. Este Dios será el Dios que se llega a conocer, no el Dios en el que se cree. Este será el Dios vivo que late en tu corazón, que respira, que florece en los árboles, que canta canciones en los pájaros. Este será el Dios de las montañas, los ríos y las estrellas. Este será el Dios de la vida. No será el Dios que existe en alguna parte en el cielo, no, este será el Dios que existe aquí y ahora; en mí, en ti, en todos. Este es el Dios equivalente a existencia, sinónimo de existencia.

Pero este Dios sólo puede venir a través del saber, no del conocimiento. El conocimiento ha sido destruido, y eso es bueno. Estas tres personas –Feuerbach, Marx y Nietzsche- han hecho un buen trabajo despejando todo el desatino de siglos, pero recuerda, ni siquiera ellos se beneficiaron de ese trabajo. Nietzsche murió en un manicomio, y si te quedas estancado en Nietzsche estarás esperando a la locura y nada más. Nietzsche hizo un gran servicio, fue un mártir, pero se quedó estancado en su propia negatividad. Destruyó las creencias, pero luego nunca fue a explorar. ¿Qué queda sin las creencias? Algo queda. No se puede decir que no queda nada. Algo queda. ¿Qué es? Él nunca entró en la meditación. Es cierto que el pensamiento, el pensamiento lógico, puede destruir las creencias. Pero no puede guiarte a la verdad.

A la verdad sólo puedes entrar a través de la puerta de la meditación o a través de la puerta del amor, marifa o mahaba, o bien por el saber o bien por el amor, o bien siendo un amante, un ashik, un bhakta, un devoto, o bien siendo un yogui, dhyana, un meditador. Esos son los dos únicos caminos, a través de la inteligencia o a través del sentimiento. Esas son las dos puertas a Dios.

El hombre tiene que crear ahora el significado. El significado ya no es dado por la sociedad, por la iglesia; ya no es dado por nadie.

Martin Heidegger dice: “Cuando uno se ha dado cuenta de la falta de significado de la existencia, surge una gran ansiedad, angustia, congoja. Esto ocurre al abrir lo que durante siglos había mantenido cerrado el sometimiento a la conformidad y al condicionamiento. Una vez que esta liberación ha ocurrido, uno puede actuar; pero no según las normas dadas por alguien o algo. Uno tiene que apoyarse en uno mismo”.

Heidegger tiene razón. Tienes que apoyarte en ti mismo. Ahora no puedes apoyarte en nadie. Ninguna escritura servirá de nada. Los profetas se han ido. Aquí no hay mensajeros. Tendrás que apoyarte en ti mismo. Tendrás que volar con tus propias alas. Tendrás que volverte independiente. Heidegger lo llama “resolver”. Tendrás que llegar a una solución, a la resolución de que “yo estoy sólo y no hay ninguna ayuda de ninguna parte. ¿Ahora, que voy a hacer? Yo no sé nada. No existen creencias que me den un mapa. No hay ningún mapa y estoy rodeado de lo inexplorado. Toda la existencia ha vuelto a ser un misterio”.

Es una gran suerte para los valientes porque ahora la exploración vuelve a ser posible.

Esto es lo que Martin Heidegger llama resolver. Esto es lo que los hindúes han llamado sankalpa. Ahora tienes que resolver. Él lo llama resolver porque, al hacerlo, el individuo se vuelve resoluto, el individuo se vuelve individual. Uno tiene que ser uno mismo, uno tiene que decidir adónde ir, qué hacer y quién ser; sin Dios, sin convenciones, sin leyes, sin mandamientos, sin normas, sin principios. Ese es el significado del famoso lema existencialista: “La existencia precede a la esencia; es decir, la naturaleza humana esencial no existe. El hombre crea lo que es, el hombre se proyecta a sí mismo”.

El significado tiene que ser proyectado, el significado tiene que ser creado. Eres tú quien tiene que cantar tu significado, quien tiene que danzar tu significado, quien tiene que pintar tu significado, quien tiene que vivir tu significado. Llegará a través del vivir, empezará a penetrar en tu ser a través de la danza, vendrá a ti a través de la canción. El significado no es como una piedra en el suelo, es algo que tiene que florecer en tu ser. Tiene que convertirse en un loto interior.

Ahora esta preciosa parábola.

 

Un hombre fue a ver a Bahauddin Shah y le dijo: “Primero he seguido a este profesor y luego a ese otro. Siento que aunque no sé nada de ti y tus enseñanzas, esta experiencia me ha estado preparando poco a poco para aprender de ti”.

 

Cuando te acercas a un hombre como Bahuddin te estás acercando al peligro, te estás acercando al fuego, te estás acercando a la muerte.

Este hombre seguramente ha estado yendo de un profesor a otro. Profesores hay millones, maestros hay muy pocos. Puedes encontrar profesores a docenas fácilmente, son baratos. Yendo a un maestro estás asumiendo un riesgo.

Este hombre le dice a Bahuddin –como debe haberle dicho a los otros profesores-: “Primero he seguido a este profesor y luego a ese otro”. La gente es así. Cree que eso es algo muy glorioso. La gente viene a mí y me dice: “Primero he ido al gurú Maharajá y luego a Muktananda y luego a este y al otro; ahora he venido a ti”. Creen que son grandes peregrinos, creen que son grandes buscadores. Enumerando todos esos nombres se sienten muy bien. Lo único que demuestran es que todavía son estúpidos.

Un verdadero buscador no se preocupa por los profesores, no se apega a los profesores. Aunque vaya a un profesor, se dará cuenta de que lo que imparte no son más que enseñanzas, y escapará lo más rápido posible. Y no irá por ahí presumiendo de ello porque no es algo de lo que se pueda presumir.

Uno tiene que encontrar, uno tiene que ir a tientas en la oscuridad. Pero cuando buscas la puerta a tientas, algunas veces llegas a un rincón de la habitación y te das contra la pared y te quedas estancado y te duele la cabeza, luego tropiezas con algún mueble y luego esto y lo otro, y por fin llegas a la puerta… Cuando llegas a la puerta, ¿vas por ahí contando las veces que has tropezado? ¿En qué rincón? ¿Con qué mueble? ¿Las veces que te has golpeado en la cabeza? No. Todo eso carece de sentido. Cuando encuentras la puerta, todos los tropiezos en la oscuridad se han acabado. No hay nada de qué presumir.

De hecho, cuando dices que has ido a Muktananda o al gurú Maharajá o a Sai Baba o a este o al otro, lo único que estás diciendo es que tú no tienes ojos para ver. Lo único que estás demostrando es tu falta de inteligencia. Eso es lo que me pasa a mí. La gente viene y me cuenta esas cosas.

Los estúpidos están divididos en tres grupos; todos los tipos de gente están divididos en tres grupos. El primero lo forman los que funcionan a través de su mente. No es que sea muy grande pero aun así funcionan a través de ella; los estúpidos intelectuales. Siempre que alguien dice que ha estado con Prabhupada, entonces sé que se trata de un estúpido intelectual. El segundo lo forman los que son estúpidos pero emocionales. Los que funcionan a través de la emoción. Estos irán al gurú Maharajá. Se convertirán en premis, amantes. Y la tercera posibilidad: los estúpidos con voluntad, obstinación, o que buscan algún poder. Estos irán a Satya Sai Baba… milagros. Estarán interesados en la magia.

Cuando vienes a mí diciendo que has estado aquí y allá, lo único que estás haciendo es mostrar todas las tonterías que has hecho en el pasado.

El segundo tipo, las mentes mediocres, también se dividen en tres grupos. Si la mente mediocre funciona como intelecto, entonces irá a Sri Aurobindo. Si funciona a través de la emoción, entonces irá a Muktananda. Y si funciona a través de la voluntad, entonces seguirá a algún hata yogui. Seguirá a algún gimnasta y empezará a torturar su cuerpo. O puede que se haga seguidor de un jaina muni. Será una especie de masoquista. Disfrutará torturándose a sí mismo. Usará la tortura para sentirse poderoso.

Y luego están los inteligentes, los realmente inteligentes. Ellos también tienen tres enfoques. Si una persona realmente funciona a través de su inteligencia, irá a Krishnamurti o a Ramana. Si es una persona de sentimientos, encontrará algún maestro como Meher Baba. Y si es una persona de voluntad, encontrará un maestro como Gurdjieff.

Pero si has encontrado al maestro no necesitas venir a mí. Cuando encuentres al maestro, no irás a ninguna parte. Tu viaje se habrá completado. Sólo debes seguir buscando si todavía no has encontrado al maestro. Así que diciendo que has estado con este y con el otro, lo único que demuestra es que todavía no has encontrado. Eso no demuestra que ahora seas mejor, simplemente demuestra que has estado tropezando aquí y allá y que todavía no has encontrado. Simplemente demuestra que echas algo de menos, pero no lo has encontrado. En realidad no es tu currículo, porque este ni siquiera ha comenzado todavía.

Cuando encuentras a tu maestro, se acabó, parada y fonda. Has encontrado la puerta. Entras a través de ella. Ya no vas a ningún otro lugar. Así que, si todavía no has encontrado, todos esos sitios a los que has ido no tienen ningún sentido.

Este hombre visita a Bahuddin y le dice:

 

“Primero he seguido a este profesor y luego a ese otro”.

 

¿Qué está diciendo? Está diciendo: “Yo no soy un hombre común, soy un gran buscador”. Se está presentando a sí mismo y mostrando su currículo. “No deberías tomarme por una persona corriente. Yo soy un gran buscador, un gran devoto. He estado con tal y cual maestro”. Esa es su idea. Pero él no conoce a Bahaddin, él no sabe lo que Bahauddin pensará de esto.

 

“Después he estudiado esos libros, y luego aquellos”.

 

Algunos incluso enumerarán los libros que han leído.

Precisamente hace unos días recibí una larga lista de alguien con un puesto muy elevado en Nepal. Me manda una lista de libros: “He leído estos libros. ¿Cuál es tu opinión?”. ¿Por qué debería yo tener una opinión acerca de los libros que tú lees? “Si tú crees que falta algún libro, ¿podrías sugerir…?”, me pregunta. Yo he sugerido que queme todos los libros. Los libros no servirán de nada. Pero por la forma de escribir la carta, él se sentía muy importante; como si hubiera estado haciendo algo grande, como si le hubiera hecho un servicio a toda la existencia leyendo esos trescientos libros. Debe haber adquirido muchos conocimientos y, con los conocimientos, ego.

 

“Siento que aunque no sé nada de ti y de tus enseñanzas, esta experiencia me ha estado preparando poco a poco para aprender de ti”.

 

Fíjate que tontería. Él dice: “Aunque siento que no sé nada de ti ni de tus enseñanzas, la experiencia de ir a un profesor y otro, y el estudio de estos libros, poco a poco me han preparado para aprender de ti”. Él no sabe lo que Bahauddin puede enseñar; porque un maestro no tiene nada que enseñar. Un maestro destruye todas las enseñanzas. Un maestro retira todo lo que has aprendido; un maestro ya no tiene nada que darte para aprender. Él te introduce en un proceso muy diferente: el proceso de desaprender. Un profesor enseña. Un profesor te da mucho para aprender. Si quieres aprender, ve a un profesor; si quieres desaprender, ve a un maestro. El maestro te quita todo lo que tú sabes. Tiene que ser muy destructivo, porque solo cuando se destruya todo lo que no sirve te será posible renacer.

 

El Shah contestó: “Nada de lo que has aprendido en el pasado te servirá aquí”.

 

Tiene que haber sido un trauma para el gran buscador. Bahauddin dice: “Nada de lo que has aprendido en el pasado te servirá aquí”. Nada, incondicionalmente. Él dice: “Nada de lo que has aprendido en el pasado te servirá aquí, porque nosotros no ayudamos a aprender. Aquí ayudamos a desaprender. Así que tienes que abandonar todo lo que sabes, independientemente de lo que sea”.

Todo lo que sabes.. Si un hindú viene a mí, tiene que abandonar sus Vedas; si un musulmán viene a mí, tiene que abandonar su Corán; si un budista viene a mí, tiene que abandonar su Dhammapada; si un cristiano viene a mí, tiene que abandonar su Biblia. No importa qué es lo que tenga que abandonar, porque tiene que abandonar todo lo que lleve con él.

Hay que deshacerse del condicionamiento. Quién ha causado el condicionamiento no es la cuestión. La mente tiene que llegar a un punto en el que pueda sentir un descondicionamiento; una libertad que traiga una visión, unos ojos que ya no están turbios con conceptos. La vida es muy colorida; las teorías son muy grises. Cuando tus ojos están llenos de teorías no puedes ver el color de la vida. La vida es nueva a cada momento, las teorías son siempre viejas. Cuando tus ojos están llenos de lo viejo, no puedes ver lo nuevo. La vida es muy, muy silenciosa; las teorías no pueden ver lo nuevo. La vida es muy, muy silenciosa; las teorías son clamorosas, ruidosas. Las teorías crean un mercado en tu cabeza y la vida es muy meditativa. A través de las teorías no podrás contactar con este eterno silencio.

Y déjame decirte –puede parecer paradójico pero es así-: incluso si escuchas sonido en la vida, será el sonido del silencio. Sólo el hombre hace ruido. Estos pájaros cantan silencio; estos árboles cantan silencio; estos ríos que se apresuran hacia el océano cantan silencio. El sonido no contiene ruido. Sí, hay sonido, pero el sonido nace del silencio. El sonido no contiene ruido. Sólo el hombre es ruidoso, charlatán. Ha sido el hombre quien ha introducido el lenguaje en la existencia; y con las palabras lo ha perdido todo. Se ha perdido en la jungla del lenguaje.

Un maestro te ayuda a quemar toda esa jungla de lenguaje. Te lleva a un espacio no-lingüístico.

Por eso Bahauddin dice:

 

“Nada de lo que has aprendido en el pasado te servirá aquí. Si te quedas con nosotros, tendrás que abandonar todo orgullo por el pasado. Lo cual es una forma de autofelicitación”.

 

Bahauddin puede parecer muy duro. Uno siente que debería haber sido un poco más cortés con ese pobre hombre. Pero los maestros son duros; no pueden ser corteses contigo. No pueden seguir la cortesía ordinaria. Tienen que ser rudos porque sólo te pueden conmocionar a través de la rudeza. Y sólo cuando estás conmocionado estás alerta. Sólo a través de la conmoción, poco a poco, te vas volviendo alerta.

Gurdjieff solía decir que la gente ha creado “absorbedores de conmoción” y los ha puesto a su alrededor. La cortesía es uno de esos absorbedores de conmoción. Es como un amortiguador. Te sientas en un automóvil, el automóvil tiene varios amortiguadores. Esos amortiguadores son útiles, absorben los baches. La carretera puede estar en mal estado, pero tú no sientes toda la brusquedad de los baches. Los trenes tienen topes, entre dos vagones hay topes. Si ocurre algo, esos topes absorben el choque.

El hombre ha creado muchos topes, muchos amortiguadores, muchos absorbedores de la conmoción. Cuando ves a alguien, cuando te encuentras con alguien en la calle, dices: “¡Hola! ¿Cómo estás? Buenos días”. Eso es un amortiguador. Puede que no te encuentres bien. Puede que no te apetezca encontrarte con esa persona por la mañana temprano, pero tienes que decir: “Buenos días”, tienes que decir: “Me alegro de verte”. Eso es un amortiguador para ocultar el hecho real. Y el otro también dice: “Me alegro de verte”. Ambos os sentís mal al veros. No os estáis viendo el uno al otro para nada, estáis eludiendo. Simplemente estáis soltando esas palabras para eludir una situación tensa, para eludir y suavizar una situación incómoda.

Pero el maestro tiene que golpearte para que te vuelvas alerta y despierto. No hay más remedio. Para llegar al despertar tienes que ser conmocionado. Así que el maestro nunca deja pasar una oportunidad. Siempre que tú ocasionas una oportunidad, si puede golpear, golpea. Seguro que golpea. Nunca pierde una oportunidad.

Este hombre debe haber sido conmocionado. Estaba siendo correcto, educado, no le estaba diciendo nada fuera de tono al maestro. Él simplemente estaba diciendo: “He estado con tal y cual maestro y he leído estos libros”. Simplemente estaba diciendo: “Soy digno de tu atención. Por favor, puedes aceptarme. Estoy preparado. Todos mis estudios y preparación me han conducido hacia ti”. Él no se podía esperar esto. La conmoción tiene que ser inesperada, recuerda. Si te la esperas, no tiene sentido. Si te la esperas, ya estás preparado para absorberla. Sólo cuando no te la esperas, cuando viene de pronto, desde un rincón del que nunca hubieras esperado que viniera, hace efecto en ti; si no es así, te preparas, te pones a la defensiva.

Así que un maestro no puede repetir. No puede utilizar la misma situación una y otra vez de la misma forma. Es diferente con cada discípulo; porque cuando se convierte en una cosa estereotipada no causa conmoción, la conmoción es necesaria.

 

“Nada de lo que has aprendido en el pasado te servirá aquí. Si te quedas con nosotros, tendrás que abandonar todo orgullo por el pasado”.

 

Tienes que abandonar el pasado y el orgullo por el pasado. Todo orgullo viene del pasado. Has nacido en una familia muy rica, has nacido en una familia aristocrática, has nacido en una familia muy famosa, has nacido en una familia muy noble. Has estudiado en Harvard, en Oxford o en Benarés. Eres brahmin, tu padre fue un gran erudito, tiene muchos títulos universitarios. El orgullo viene del pasado y un discípulo tiene que abandonar el pasado. Cuando abandonas el pasado, el futuro te abre sus puertas. Si te aferras al pasado, estarás mirando atrás. Y eso es lo que estás haciendo; por eso siempre tienes problemas y accidentes. Eres como un conductor que va conduciendo hacia delante y mirando hacia atrás. El accidente es seguro. Si algunas veces no ocurre, es un milagro.

La gente va mirando hacia atrás. Siempre va mirando al espejo retrovisor. Ven el camino que ya han recorrido y no ven el camino que está delante. Y hay que verlo. Si quieres evitar accidentes, tienes que verlo. Uno tiene que estar completamente libre del pasado, sólo así los ojos estarán abiertos al futuro. Recuerda, no se pueden ver las dos cosas a la vez.

El maestro pone el futuro a tu disposición, y eso sólo puede hacerse de una manera: quemando el pasado, por completo. Algunas veces cuando yo digo a mis discípulos “Abandonad el pasado”, ellos preguntan: “¿Todo? ¿Por completo? ¿Crees que todo mi pasado es malo?”. Lo que están diciendo es que hay cosas buenas que se pueden salvar; las cosas malas se pueden quemar. Pero esa no es la cuestión. Si salvas las cosas buenas, otra vez estarás mirando al pasado no se trata de elegir entre el pasado y el futuro, recuerda. No se trata de tener que escoger lo bueno y dejar lo malo; tienes que dejarlo en su totalidad. Sólo entonces los ojos se volverán hacia el futuro. Y el futuro es potencial, porque el futuro es el futuro.

 

“… Tendrás que abandonar todo orgullo por el pasado. Lo cual es una forma de autofelicitación”.

 

Bahuddin está poniendo re relieve que decir: “He estado con este y ese otro profesor, he leído este y ese otro libro, he estado practicando yoga y haciendo zen, y he estado con Subid y todo eso”, no es más que una forma de autofelicitarse. Está golpeado duramente.

 

El hombre exclamó: “¡Esto es, para mí, la prueba de que tú eres el grande, el real y verdadero maestro!”.

 

El hombre también es extraordinario. Debe haber estado con muchos profesores y puede que algunas veces se haya tropezado con algún maestro. Está intentando vencer a Bahuddin. Fíjate, también para eso tiene un amortiguador. Dice: “De acuerdo, estás intentando golpearme, pero no puedes golpearme. También tengo una defensa para eso”. De repente gira. Se pone a la defensiva de una forma muy sutil. Dice:

 

“¡Esto es, para mí, la prueba de que tú eres el grande, el real y verdadero maestro! ¡Porque nunca antes nadie se había atrevido a negar el valor de lo que yo he estudiado!”.

 

Este hombre es realmente astuto, realmente listo, realmente posee conocimientos. De no haber estado hablando con un hombre de la categoría de Bahauddin, su engaño hubiera podido tener éxito. Si en Bahuddin hubiera habido incluso la más mínima mota de ego, este hombre lo habría engañado, lo habría conseguido.

Ahora parece completamente sincero. “Eso es exactamente lo que ha pasado –ahora veo al verdadero profesor, al verdadero maestro-. Te has atrevido a decir algo así”. Normalmente los profesores persuaden. Son vendedores. Lo intentan. Siempre te dan la razón. Dicen: “Bien. Lo que has hecho es lo correcto”. No te golpearán tan duramente porque lo que les interesa es conseguir discípulos. No pueden perder un cliente tan fácilmente. Si eres un tendero y un cliente entra en tu tienda, ¿vas a golpearlo? Tienes que persuadirlo, tienes que soportar sus tonterías, incluso tienes que aplaudirlas.

Si vas a un profesor, un profesor corriente, y dices que has estudiado esto y lo otro, él dirá: “Muy bien. Así es como debe ser. Eres un gran alumno”. Si dices: “Puedo recitar los Vedas al completo”, él dirá: “Muy bien. Entonces ya estás preparado. Así que no tendré que trabajar mucho contigo. Tú ya has hecho la mitad del trabajo”. Te hará sentir muy bien.

Recuerda, sólo aquellos que no intentan explotarte en ningún sentido te golpearán. Los que quieren explotarte de alguna forma no podrán golpearte.

 

“¡Esto es, para mí, la prueba de que tú eres el grande, el real y verdadero maestro!”.

Ahora está elogiando a Bahauddin.

 

“¡Porque nunca antes nadie se había atrevido a negar el valor de lo que yo he estudiado!”.

Bahauddin dijo: “Ese sentimiento es en sí mismo indigno”.

 

Vuelve a golpear duramente, incluso más duramente.

 

“Aceptándome tan entusiastamente y sin comprender, te estás elogiando a ti mismo por poseer percepciones que, de hecho, tú no posees”.

 

“No intentes engañarme”, dice Bahauddin. “¿Qué crees que estás haciendo? ¿Crees que me estás elogiando? Te estás elogiando a ti mismo de una forma indirecta. Te estás elogiando a ti mismo, estás diciendo que eres muy perceptivo; y no lo eres. Estás intentando probar que puedes reconocer a un gran maestro cuando está frente a ti. ¿Cómo vas a reconocerlo? Tú estás ciego. Todos tus elogios son banales”.

Bahauddin puede ver que el hombre está ciego y, sin embargo, está diciendo: “Tú eres la luz más resplandeciente”. “¿Cómo vas a ver? ¿Tú no comprendes y me elogias tan entusiastamente?”. Elogiar a un maestro toma su tiempo. Para elogiar a un maestro se necesitan años. Sólo a través de la comprensión… Si elogias a un maestro a través de la comprensión, él lo aceptará. Si sólo lo elogias desde el entusiasmo, no lo aceptará. Sólo puede aceptar tu visión, no tus adulaciones; porque lo único que hace el adulador es adularse a sí mismo indirectamente.

 

“Ese sentimiento es indigno en sí mismo”, dice Bahauddin. “Aceptándome tan entusiastamente y sin comprender, te estás adulando a ti mismo por poseer percepciones que, de hecho tú no posees”.

 

“De hecho, lo que está diciendo es: “Yo soy alguien por haber reconocido a Bahauddin como un gran maestro”.

Esta es la categoría de un maestro y especialmente de un maestro sufí. Es muy difícil hacerse amigo de un maestro sufí. Es muy difícil poseer su gracia, su baraka. Es muy difícil hacerse digno de recibirlo en el corazón. Pero siempre ha sido así; porque si te vuelves digno de recibir a un maestro, habrás dado un gran paso hacia Dios. Te habrás hecho digno de recibir a Dios. Un maestro tiene que desnudarte por completo, porque ante Dios estarás completamente desnudo.

El maestro tiene que ser duro. Esa es su compasión. Es duro por su compasión. Recuérdalo: cuando un maestro sea duro contigo, reconócelo como un acto de compasión hacia ti. Si no tiene compasión, será cortés. ¿Qué le importa?

Si yo sigo golpeándote despiadadamente en la cabeza, es sólo por una razón: porque quiero ayudarte.

Hace unos días dije algo acerca de la teosofía y una mujer escribió: “Tu comentario fue muy despectivo. La teosofía es una gran ciencia, ha ayudado a mucha gente. ¿Qué hay de Madame Blavatsky? Ella decía exactamente las mismas cosas que tú estás diciendo”. Recuerda, yo no critiqué la teosofía, critiqué a esta mujer. ¿Qué tengo yo que ver con la teosofía? Madame Blavatsky no está aquí. ¿Qué sentido tiene? A quien estoy golpeando es a todos los que están aquí y piensan que son teosofistas.

Cuando digo algo en contra de Satya Sai Baba no estoy diciendo nada en contra de Satya Sai Baba. ¿Qué tengo yo que ver con Satya Sai Baba? Nada. Pero estoy golpeando a todos aquellos que piensan que están relacionados con Satya Sai Baba. Recuérdalo siempre. ¿Qué tengo yo que ver con Muktananda? Pobre hombre. Pero cuando digo algo de Muktananda te estoy golpeando a ti. Tienes que recordarlo siempre, porque si no me malinterpretarás.

Cuando Bahauddin le dice a este hombre que abandone todo su pasado le está diciendo: “Toda esa gente con la que has estado en el pasado estaba equivocada”. No está diciendo: “Tienes que olvidar todas tus escrituras porque están equivocadas”; no, para nada. Él está sólo diciendo algo muy sencillo: que el orgullo por el pasado es cosa del ego y que un hombre no puede crecer a través del ego. Si quieres crecer, tendrás que abandonar todo el orgullo por el pasado.

Si estás aquí conmigo y quieres quedarte aquí conmigo, medita acerca de esta pequeña parábola. Eso te dará una pista de lo que estoy haciendo aquí y que voy a hacer una y otra vez. Mi martillo siempre estará destruyendo, de mil y una formas. Tu cráneo, tu cabeza. Si realmente te amo, tengo que decapitarte, tengo que destruirte; yo me he convertido en una crucifixión para ti; porque sólo después de la crucifixión viene la resurrección.

  • OSHO:  SUFÍES, LA GENTE DEL CAMINO, cap 4


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