LAS
TECNICAS
SON
UTILES
Las
técnicas
son
útiles
porque
son
científicas.
Te
evitan
andar
errando
innecesariamente,
de
andar
a
tientas
sin
sentido;
si
no
conocés
ninguna
técnica
va
a
llevarte
mucho
tiempo.
Con
un
Maestro
y
técnicas
científicas,
podés
ahorrarte
mucho
tiempo,
aprovechar
oportunidades
y
energía.
Y,
aveces,
en
unos
cuantos
segundos
podés
crecer
tanto
que
ni
en
varias
vidas
lo
habrías
podido
lograr…Si
se
usa
la
técnica
acertada,
el
crecimiento
es
explosivo.
Y
estas
técnicas
se
usaron
en
miles
de
años
de
experimentos.
No
las
creó
un
solo
hombre;
las
crearon
muchos,
muchos
buscadores
y
acá
se
da
la
esencia
solamente.
Vas
a
llegar
a
la
meta
porque
la
energía
vital
adentro
tuyo
se
va
a
mover.
A
no
ser
que
llegue
el
punto
donde
no
sea
posible
ningún
movimiento,
se
va
a
mover
hasta
la
cumbre
más
elevada.
Y
por
eso
uno
sigue
naciendo
una
y
otra
vez.
Si
lo
intentás
por
tu
cuenta
vas
a
llegar
pero
vas
a
tener
que
viajar
muy,
muy
lejos
y
el
viaje
va
a
ser
muy
tedioso
y
aburrido...
Todas
las
técnicas
pueden
ser
útiles,
pero
no
son
exactamente
la
meditación;
son
un
andar
a
tientas
en
la
oscuridad.
De
repente,
un
día,
haciendo
algo,
te
convertís
en
el
espectador.
Haciendo
una
meditación
como
la
dinámica,
la
kundalini
o
la
whirling.
De
repente,
un
día
la
meditación
va
a
seguir
pero
vos
no
vas
a
estar
identificado.
Vas
a
estar
atrás
silenciosamente,
lo
vas
a
observar.
Ese
día
sucedió
la
meditación;
ese
día
la
técnica
ya
no
es
un
obstáculo,
ya
no
es
una
ayuda.
Podés
disfrutarla
si
te
gusta,
como
un
ejercicio;
te
da
cierta
vitalidad...
Meditación
es
presenciar.
Meditar
significa
volverse
un
espectador.
¡La
meditación
no
es
una
técnica
en
absoluto!
Esto
va
a
resultarte
muy
confuso
porque
yo
te
voy
dando
técnicas.
En
última
instancia,
la
meditación
no
es
una
técnica;
la
meditación
es
una
comprensión,
es
conciencia.
Pero
necesitás
técnicas
porque
esa
comprensión
final
está
muy
lejos
tuyo.
En
este
preciso
momento
la
podés
tener,
pero
no
la
vas
a
tener
porque
tu
mente
sigue.
Este
preciso
momento
es
posible
y
sin
embargo,
imposible…
Las
técnicas
van
a
tender
un
puente
sobre
la
brecha;
están
solamente
para
tender
un
puente
sobre
la
brecha.
Entonces,
al
principio,
las
técnicas
son
meditaciones.
Al
final,
vas
a
reirte:
las
técnicas
no
son
la
meditación.
La
meditación
es
una
cualidad
de
ser
totalmente
distinta…No
tiene
nada
que
ver
con
nada.
Pero
va
a
pasar
recién
al
final;
no
pienses
al
principio
que
ya
pasó
porque
sino
la
brecha
no
se
va
a
poder
unir.
Las
técnicas
de
meditación
son
acciones
porque
se
te
aconseja
que
hagas
algo.
Incluso
meditar
es
hacer
algo;
incluso
sentarse
en
silencio
es
hacer
algo;
incluso
no
hacer
nada
es
una
forma
de
hacer.
Entonces,
en
un
sentido
superficial,
todas
las
técnicas
de
meditación
son
acciones,
pero
en
un
sentido
más
profundo,
no,
porque
si
tenés
éxito,
el
hacer
desaparece.
Solamente
al
principio
parece
ser
un
esfuerzo.
Si
te
sale
bien,
el
esfuerzo
desaparece
y
toda
la
cosa
se
vuelve
algo
espontáneo
y
sin
esfuerzo.
Entonces
no
se
requiere
ningún
esfuerzo
de
tu
parte:
llega
a
ser
algo
así
como
la
respiración;
está
ahí.
Pero
al
principio
va
a
haber
esfuerzo
porque
la
mente
no
puede
hacer
otra
cosa
que
esfuerzo.
Si
le
decís
que
no
haga
esfuerzos,
todo
eso
le
va
a
parecer
absurdo.
En
el
Zen,
donde
se
pone
mucho
énfasis
en
lo
“sin
esfuerzo”,
los
maestros
le
dicen
a
los
discípulos:
“Solamente
sentáte…
no
hagas
nada”.
Y
el
discípulo
lo
intenta.
Por
supuesto,
¿Qué
otra
cosa
podés
hacer
excepto
intentar?
Al
principio
va
a
tener
que
haber
esfuerzo.
El
“hacer”
va
a
estar
ahí,
pero
solamente
al
principio
como
un
mal
necesario.
Tenés
que
acordarte
constantemente
de
que
tenés
que
ir
más
allá.
Tiene
que
llegar
el
momento
en
que
no
hagas
nada
por
la
meditación;
simplemente
siendo
y
sucede,
simplemente
sentado
o
parado
y
ocurre.
Sin
hacer
nada,
solamente
siendo
conciente,
pasa…
Todas
estas
técnicas
están
nada
más
que
para
ayudarte
a
llegar
a
un
momento
“sin
esfuerzo”.
La
transformación
interna,
la
comprensión
interna
no
puede
suceder
mediante
el
esfuerzo
porque
el
esfuerzo
es
una
especie
de
tensión.
Con
esfuerzo
no
podés
relajarte
del
todo;
el
esfuerzo
se
va
a
volver
una
barrera.
Teniendo
esto
presente
como
antecedente,
aunque
hagas
esfuerzo,
de
a
poco
vas
a
ser
capaz
de
abandonarlo
también…
Cada
uno
de
los
métodos
que
vamos
a
discutir
acá
lo
dio
alguien
que
arribó.
Acordáte
de
esto:
van
a
parecerte
demasiado
simples.
Y
lo
son.
Para
nuestras
mentes,
las
cosas
que
son
muy
fáciles
no
son
atractivas.
Porque
si
las
técnicas
son
tan
simples
y
la
morada
tan
cercana,
si
ya
estás
en
ella
y
está
tan
cerca
el
hogar,
vos
mismo
vas
a
verte
ridículo.
Entonces,
¿Por
qué
es
tan
alusivo?
En
vez
de
sentir
lo
ridículo
de
tu
propio
ego
vas
a
pensar
que
esos
métodos
tan
simples
no
pueden
ser
útiles.
Ese
es
el
engaño.
Tu
mente
va
a
decirte
que
esos
métodos
tan
sencillos
no
pueden
ser
útiles
-que
son
tan
simples
que
no
pueden
lograr
nada…
-
“Para
llegar
a
la
Existencia
Divina,
para
alcanzar
lo
Absoluto
y
lo
Supremo…
¿Cómo
van
a
poder
usarse
métodos
tan
simples...?”
Tu
ego
va
a
decirte
que
no
pueden
ser
útiles.
Acordáte
una
cosa:
el
ego
siempre
se
interesa
por
lo
difícil,
porque
cuando
algo
es
difícil
hay
un
reto;
si
podés
vencer
la
dificultad,
tu
ego
se
va
a
sentir
satisfecho.
El
ego
nunca
se
siente
atraído
hacia
algo
simple
-¡Nunca!
Si
le
querés
dar
un
reto
a
tu
ego
vas
a
tener
que
ingeniarte
algo
difícil.
Si
es
algo
simple
no
hay
atractivo
porque
incluso
si
lo
conquistás
no
va
a
haber
satisfacción
del
ego…primero
que
no
había
nada
que
conquistar;
la
cosa
era
tan
simple…El
ego
pide
dificultades
-algún
obstáculo
para
sortear,
alguna
cima
para
conquistar…y
cuanto
más
difícil
sea
la
cima,
más
tranquilo
se
va
a
sentir
tu
ego.
Como
estas
técnicas
son
tan
fáciles,
no
van
a
tener
ningún
atractivo
para
tu
mente.
Acordáte:
todo
lo
que
atraiga
a
tu
ego
no
puede
ayudarte
en
tu
crecimiento
espiritual.
Estas
técnicas
son
tan
fáciles
que
podés
alcanzar
todo
lo
que
le
es
posible
a
la
conciencia
humana,
en
cualquier
momento
que
decidas
alcanzarlo...
PRIMERO,
ENTENDE
LA
TECNICA
Escuché
una
historia
sobre
un
doctor
anciano.
Un
día
su
ayudante
lo
llamó
por
teléfono
porque
tenía
un
gran
problema:
su
paciente
se
iba
a
morir
atragantado;
tenía
una
bola
de
billar
atascada
en
la
garganta
y
el
ayudante
estaba
perdido
sin
saber
qué
hacer.
Entonces,
le
preguntó
al
doctor
anciano:
-
“¿Qué
tengo
que
hacer
ahora?”
El
doctor
le
dijo:
-“Hacéle
cosquillas
con
una
pluma.”
Al
rato,
llama
el
asistente
muy
contento
y
le
dice:
-“¡Tu
tratamiento
fue
maravilloso!
El
paciente
se
empezó
a
reir
y
escupió
la
bola…
pero,
decime:
¿dónde
aprendiste
esa
técnica
tan
notable?”
El
doctor
le
dijo:
-“Acabo
de
inventarla.
Mi
lema
siempre
fue:
‘cuando
no
sepas
qué
hacer,
hacé
algo...’”.
Pero esto no va a servir con la meditación. Si no sabés qué hacer, no hagas nada. La mente es muy intrincada, compleja, delicada. Si no sabés qué hacer es mejor no hacer nada, porque cualquier cosa que hagas sin saber, va a crear más complicaciones que las que podés llegar a resolver. Hasta puede resultar fatal, hasta puede resultar suicida si no sabés nada de la mente -y la verdad es que no sabés nada de ella…-
Mente es una palabra nada más. Vos no conocés su complejidad. La mente es la cosa más compleja que existe; no hay nada que se le compare…y también es la más delicada; podés destruirla, podés hacer algo que después no se pueda deshacer...
Estas
técnicas
se
basan
en
un
conocimiento
muy
profundo,
en
un
encuentro
muy
profundo
con
la
mente
humana.
Cada
técnica
se
basa
en
una
larga
experimentación.
Así
que
acordate
de
esto:
no
hagas
nada
por
tu
cuenta
y
no
mezcles
dos
técnicas
porque
funcionan
de
diferente
manera,
sus
bases
son
diferentes.
Llevan
al
mismo
fin
pero
como
medios
son
totalmente
diferentes.
A
veces,
incluso
pueden
ser
diametralmente
opuestas…¡entonces
no
mezcles
dos
técnicas!
En
realidad,
no
mezcles
nada;
usa
la
técnica
tal
cual
se
te
dá.
No
la
cambies
ni
la
mejores
-porque
igual
no
la
podés
mejorar
y
cualquier
cambio
que
hagas
va
a
ser
fatal.
Y
antes
de
empezar
a
practicar
una
técnica,
estáte
completamente
alerta
de
que
la
entendiste;
si
te
sentís
confundido
y
no
sabés
realmente
cómo
es
la
técnica,
es
mejor
no
hacerla,
porque
cada
técnica
está
para
producir
una
revolución
en
vos.
Primero
tratá
de
entender
la
técnica
en
la
forma
absolutamente
correcta.
Cuando
la
entiendas,
recién
entonces,
probála.
Y
no
apliques
el
lema
del
doctor
anciano
de
hacer
algo
cuando
no
sepas
que
hacer;
no,
no
hagas
nada;
no
hacer
nada
va
a
ser
más
beneficioso.
En
realidad,
cuando
pruebes
el
método
apropiado
vas
a
notar
que
encaja
inmediatamente,
por
eso
te
voy
a
ir
hablando
de
métodos
todos
los
días.
Vos
probálos,
jugá
con
ellos:
andá
a
casa
y
probá.
Cuando
encuentres
el
método
apropiado,
va
a
encajar
solo;
explota
algo
adentro
tuyo
y
sabés
que:
‘Este
es
el
método
apropiado
para
mí’.
Pero
se
necesita
esfuerzo,
y
puede
ser
que
te
sorprendas
cuando,
un
día,
de
repente,
te
posea
un
método
a
vos.
Observé
que
mientras
jugás
tu
mente
está
más
abierta;
cuando
estás
serio
tu
mente
no
está
tan
abierta,
se
cierra;
entonces,
jugá,
no
seas
demasiado
serio…jugá
simplemente.
Y
estos
métodos
son
fáciles,
podés
jugar
con
ellos
fácilmente.
Tomá
un
método:
jugá
con
él
por
tres
días
como
mínimo;
si
te
da
cierto
sentimiento
de
afinidad,
si
te
da
cierta
sensación
de
bienestar,
si
te
da
cierta
sensación
de
que
es
para
vos,
entonces
sí,
se
serio
con
él;
olvidáte
de
los
otros;
no
juegues
más
con
los
otros
métodos.
Seguí
con
él
por
tres
meses
por
lo
menos.
¡Los
milagros
son
posibles!
Lo
único
que
necesitás
es
encontrar
tu
técnica.
Si
la
técnica
no
es
para
vos,
entonces
no
pasa
nada.
Podés
seguir
con
ella
durante
vidas
pero
no
va
a
pasar
nada.
Si
el
método
es
para
vos,
tres
minutos
nada
más
son
suficientes.
Todos
los
grandes
Maestros
dicen:
“Un
día
tendrás
que
dejar
el
método...”
Y,
cuanto
antes
lo
hagas,
mejor.
En
el
momento
en
que
arribes,
en
el
momento
en
que
la
conciencia
se
libere
en
vos,
dejá
el
método
inmediatamente.
Buddha
solía
contar
una
historia
una
y
otra
vez:
cinco
idiotas
pasaban
por
un
pueblo.
Al
verlos,
la
gente
se
sorprendía
porque
cargaban
un
bote
sobre
sus
cabezas.
El
bote
era
tan
grande
que
casi
se
estaban
muriendo
bajo
su
peso;
y
la
gente
les
preguntaba:
-“¿Qué
están
haciendo?”
Ellos
decían:
-“No
podemos
dejar
este
bote...
Este
es
el
bote
que
nos
ayudó
a
cruzar
de
la
otra
orilla
a
ésta,
¿cómo
lo
vamos
a
dejar?
Gracias
a
él
estamos
acá,
sin
él
nos
habríamos
muerto
en
la
otra
orilla...
Se
hacía
de
noche,
había
animales
salvajes
y
era
absolutamente
seguro
que,
antes
del
amanecer
nos
habríamos
muerto.
Nunca
vamos
a
dejar
este
bote.
Le
vamos
a
quedar
eternamente
agradecidos.
Lo
vamos
a
llevar
sobre
nuestras
cabezas
por
pura
gratitud...”
Los
métodos
son
peligrosos
únicamente
si
sos
inconsciente,
si
no,
pueden
usarse
bellamente.
¿Creés
que
un
bote
puede
ser
peligroso?
Es
peligroso
si
pensás
llevarlo
en
tu
cabeza
por
el
resto
de
tu
vida
por
pura
gratitud,
si
no,
no
es
más
que
un
bote
que
se
usa
y
se
descarta,
se
usa
y
se
abandona,
se
usa
y
no
se
lo
vuelve
a
mirar
nunca
más.
¡No
hay
necesidad,
no
tiene
sentido!
Si
dejás
el
remedio,
vas
a
empezar
a
asentarte
en
tu
ser
automáticamente.
La
mente
se
aferra,
no
te
deja
nunca
descansar
en
tu
ser;
te
mantiene
interesado
en
lo
que
no
sos:
los
botes.
Cuando
no
te
aferrás
a
nada,
no
hay
adonde
ir;
se
abandonaron
todos
los
botes,
no
podés
irte
a
ninguna
parte;
todos
los
caminos
quedaron
atrás,
no
podés
irte
a
ningún
lugar,
los
sueños
y
deseos
desaparecieron,
ya
no
podés
moverte.
La
relajación
llega
por
sí
sola...
Pensá
en
la
palabra
relajación…sé,
sedimentáte…ya
llegaste
a
casa…Por
un
momento
es
todo
fragancia
y
al
rato
lo
buscás
y
no
podés
encontrarlo
¿Dónde
se
fue?
Al
principio,
van
a
haber
vislumbres,
nada
más…lenta,
lentamente,
se
van
a
ir
haciendo
cada
vez
más
sólidos,
van
a
permanecer
cada
vez
más
y
más…lenta,
lenta,
muy
lentamente,
se
van
a
arraigar
para
siempre…Antes
de
eso,
no
podés
darlo
por
logrado,
eso
sería
un
error…
Cuando
te
sientes
a
meditar
en
una
sesión
de
meditación
va
a
pasar
esto
pero
se
va
a
ir,
entonces,
¿qué
vas
a
hacer
entre
sesión
y
sesión?
Entre
sesión
y
sesión,
seguí
usando
el
método
y
dejálo
cuando
estás
en
meditación
profunda.
Al
ir
haciéndose
cada
vez
más
pura
la
conciencia,
llega
un
momento
en
que
de
repente
es
totalmente
pura:
dejá
el
método,
abandoná
el
método;
olvidáte
del
método
totalmente,
asentáte
en
vos
y
sé…Pero
al
principio
esto
va
a
pasar
por
momentos;
a
veces
pasa
acá,
mientras
me
escuchás…por
un
momento
sos
transportado,
como
una
brisa,
a
otro
mundo,
al
mundo
de
la
no-mente…nada
más
que
por
un
momento,
sabés
que
sabés…pero
nada
más
que
por
un
momento
y
de
nuevo
se
acumula
la
oscuridad
y
vuelve
la
mente
con
todos
sus
sueños,
con
todos
sus
deseos
y
todas
sus
estupideces…Por
un
momento
se
despejó
el
cielo
y
viste
el
sol;
ahora
vuelven
las
nubes
otra
vez,
se
oscurece
todo
y
desaparece
el
sol;
ahora
hasta
creer
que
el
sol
existe
va
a
ser
difícil…pudo
haber
sido
una
fantasía.
La
mente
puede
decirte
que
pudo
haber
sido
sólo
tu
imaginación.
Es
tan
increíble…parece
tan
imposible
que
te
haya
podido
pasar
a
vos…
Con
toda
esa
estupidez
en
la
mente,
con
todas
estas
nubes
y
esta
oscuridad,
te
pasó:
por
un
momento
viste
el
sol.
No
parece
probable;
lo
debés
haber
imaginado…quizás
te
quedaste
dormido
y
lo
viste
en
un
sueño…
Entre
sesiones,
volvé
a
empezar
de
nuevo;
entrá
en
el
bote,
usá
el
bote
otra
vez…
Primero
tenés
que
entender
qué
es
la
imaginación.
Hoy
en
día
es
muy
condenada.
Desde
el
momento
en
que
escuchás
la
palabra
‘imaginate’,
vas
a
decir
que
no
sirve.
Queremos
algo
real,
no
imaginario.
Pero
la
imaginación
es
una
realidad;
es
una
capacidad,
una
potencialidad
adentro
tuyo.
Podés
imaginar;
ésta
capacidad
es
una
realidad;
mediante
ésta
imaginación
podés
destruirte
o
crearte
a
vos
mismo,
eso
depende
de
vos.
La
imaginación
es
muy
poderosa;
es
poder
potencial...
¿Qué
es
la
imaginación?
es
tomar
una
actitud
de
manera
tan
profunda
que
la
misma
actitud
se
vuelve
real.
Por
ejemplo,
debés
haber
escuchado
de
una
técnica
que
se
usa
en
el
Tíbet;
la
llaman
calor-yoga:
la
noche
es
fría,
cae
la
nieve
y
el
lama
tibetano
está
desnudo
bajo
el
cielo
abierto.
La
temperatura
es
bajo
cero,
te
empezarías
a
morir,
te
congelarías…pero
el
lama
practica
una
técnica
particular:
se
imagina
que
su
cuerpo
es
fuego
ardiente
y
que
está
transpirando…-es
tanto
el
calor
que
está
transpirando.
Y
empieza
a
transpirar
de
verdad,
aunque
esté
bajo
cero
la
temperatura
y
se
le
tendría
que
congelar
hasta
la
sangre…¿Qué
está
pasando?
Ésta
transpiración
es
real;
el
cuerpo
está
caliente
de
verdad
-pero
ésta
realidad
la
creó
con
la
imaginación…
Una
vez
que
te
sintonizás
con
tu
imaginación,
empieza
a
funcionar
el
cuerpo.
Vos
ya
estás
haciendo
muchas
cosas
sin
saber
que
es
tu
imaginación
la
que
está
funcionando.
Muchas
veces
creás
enfermedades
solamente
con
tu
imaginación;
te
imaginás
que
ahora
tenés
esta
enfermedad
infecciosa;
que
está
por
todas
partes…te
hiciste
receptivo.
Ahora
existen
todas
las
posibilidades
de
que
caigas
enfermo
-y
esa
enfermedad
es
real,
pero
fué
creada
con
tu
imaginación.
La
imaginación
es
una
fuerza,
una
energía
y
la
mente
se
mueve
mediante
ella;
y
cuando
la
mente
se
mueve
mediante
ella
el
cuerpo
la
sigue.
Esta
es
la
diferencia
entre
la
tradición
tántrica
y
la
hipnosis
occidental:
los
partidarios
de
la
hipnosis
piensan
que
mediante
la
imaginación
creás
algo,
en
cambio
el
Tantra
dice
que
no
lo
creás,
que
al
imaginarte
lo
único
que
hacés
es
sintonizar
con
algo
que
ya
estaba
ahí.
Cualquier
otra
cosa
que
crees
con
la
imaginación
no
puede
ser
permanente;
si
no
es
una
realidad,
entonces
es
falso,
irreal
y
estás
creando
una
alucinación…
n
ESPACIO
SUFICIENTE:
Cuando
trates
de
meditar,
descolgá
el
teléfono,
desconectáte
de
todo.
Poné
un
cartel
en
la
puerta
que
diga
que
no
te
tienen
que
interrumpir
por
una
hora,
que
estás
meditando.
Y
cuando
entres
a
la
habitación
de
meditación,
sacáte
los
zapatos
porque
estás
caminando
en
terreno
sagrado.
No
te
saques
solamente
los
zapatos,
sacáte
todas
tus
preocupaciones
también.
Dejá
todo
junto
a
los
zapatos
concientemente;
entrá
desocupado.
Uno
puede
tomarse
una
hora
de
las
veinticuatro;
dejá
veintitrés
horas
para
tus
pensamientos,
deseos,
trabajo,
ambiciones,
proyecciones;
quitále
una
hora
a
todo
eso
y
al
final
vas
a
darte
cuenta
que
esa
hora
fue
la
única
hora
real
de
tu
vida;
las
restantes
veintitrés
fueron
un
desperdicio,
nada
más…esa
es
la
única
hora
que
se
salvó,
el
resto
se
fue
por
el
desagüe...
n
EL
LUGAR
ADECUADO:
Encontrá
un
lugar
que
propicie
la
meditación;
por
ejemplo
sentarse
abajo
de
un
árbol
va
a
ser
bueno.
En
lugar
de
ir
a
sentarse
enfrente
de
un
cine
o
ir
a
la
estación
del
tren
y
sentarte
en
el
andén,
andá
a
la
naturaleza,
a
las
montañas,
a
los
árboles,
a
los
ríos
donde
todavía
fluye
el
Tao…vibra,
late,
fluye
por
todas
partes...
Los
árboles
están
en
meditación
constantemente;
su
meditación
es
inconsciente,
silenciosa…no
digo
que
te
vuelvas
un
árbol…¡Tenés
que
llegar
a
ser
un
Buda!
Pero
Buddha
tiene
algo
en
común
con
el
árbol:
es
tan
brillante
como
el
árbol,
tan
lleno
de
savia
y
tan
festivo
como
él…
-con
una
diferencia,
por
supuesto:
él
es
conciente;
el
árbol
es
inconsciente;
el
árbol
está
en
el
Tao,
pero
inconscientemente…el
Buddha
está
en
el
Tao,
pero
conscientemente;
hay
una
gran
diferencia;
la
diferencia
entre
la
tierra
y
el
cielo...
Pero
si
te
sentás
al
lado
de
un
árbol,
rodeado
de
pájaros
hermosos
cantando
o
de
un
pavo
real
bailando
o
simplemente
al
lado
de
un
río
fluyendo
y
el
sonido
del
agua
que
corre
o
de
una
cascada
y
su
gran
música...
Encontrá
un
lugar
donde
la
naturaleza
no
haya
sido
perturbada
ni
contaminada
todavía;
si
no
podés
encontrar
un
lugar
así,
entonces
simplemente
cerrá
la
puerta
y
sentate
en
tu
propio
cuarto.
Si
podés,
tené
una
sala
especial
para
meditación
en
tu
casa;
un
rincón
pequeño
va
a
ser
suficiente,
pero
que
sea
especialmente
para
meditar...
¿Por
qué?
Porque
cada
clase
de
acto
crea
su
propia
vibración;
si
en
ese
lugar
solamente
meditás,
ese
lugar
llega
a
ser
meditativo.
Cada
día
que
meditás
absorbe
tu
vibración
de
la
meditación;
cuando
volvés
al
otro
día,
empiezan
a
caer
esas
mismas
vibraciones
sobre
vos…te
ayudan,
hay
reciprocidad,
te
devuelven
esa
energía,
te
responden...
Cuando
alguien
se
convierte
en
meditador,
puede
meditar
frente
a
un
cine
o
en
la
estación
de
tren…Durante
quince
años
estuve
continuamente
viajando
por
todo
el
país;
un
día
tras
otro,
año
tras
año;
siempre
en
tren,
en
avión
o
en
auto…Para
mí
no
había
diferencia;
una
vez
que
te
arraigaste
realmente
en
tu
ser
no
te
perturba
nada…pero
para
el
principiante
esto
no
es
así...
Cuando
el
árbol
se
arraigó
no
importa
que
vengan
los
vientos
y
las
lluvias,
ni
que
truenen
las
nubes;
está
todo
bien,
le
dan
integridad
al
árbol;
pero
cuando
el
árbol
es
pequeño,
tierno,
hasta
un
niño
es
peligroso
e
incluso
una
vaca
que
pasa
lo
puede
destruir…
n
PONETE
COMODO:
La
postura
tiene
que
permitirte
olvidarte
de
tu
cuerpo.
¿Qué
es
estar
cómodo?
Estás
cómodo
cuando
te
olvidás
de
tu
cuerpo;
cuando
te
acordás
de
tu
cuerpo
constantemente
estás
incómodo…
Aunque
estés
sentado
en
una
silla
o
en
el
suelo,
no
importa;
ponete
cómodo,
porque
si
no
te
sentís
cómodo
con
tu
cuerpo
no
podés
aspirar
a
las
bendiciones
que
pertenecen
a
niveles
más
profundos…Si
falla
el
primer
nivel,
se
cierran
los
que
le
siguen.
Si
realmente
querés
estar
bien
empezá
a
estar
bien
desde
el
principio
mismo.
La
comodidad
del
cuerpo
es
una
necesidad
básica
para
cualquiera
que
aspire
a
conocer
el
éxtasis
interior…
n
EMPEZA
CON
CATARSIS:
Nunca
le
digo
a
la
gente
que
empiece
sentándose;
empezá
por
donde
te
sea
más
fácil,
sino,
vas
a
empezar
a
sentir
muchas
cosas
innecesariamente…-cosas
que
ni
siquiera
existen…
Si
empezás
tratando
de
quedarte
sentado,
vas
a
sentir
una
gran
inquietud
adentro
tuyo
y
cuanto
más
trates
de
quedarte
quieto,
más
inquieto
vas
a
sentirte.
Lo
único
que
vas
a
lograr
es
darte
cuenta
de
la
locura
de
tu
mente
y
nada
más;
esto
va
a
deprimirte;
vas
a
sentirte
frustrado,
no
vas
a
sentirte
bien…Es
más,
vas
a
sentir
que
estás
loco…¡y
a
veces
podés
volverte
loco
en
serio!
Si
hacés
un
esfuerzo
sincero
para
quedarte
sentado
sin
hacer
nada,
podés
volverte
loco
de
verdad.
La
locura
no
se
da
más
seguido
porque
la
gente
no
lo
intenta
con
sinceridad,
nada
más
que
por
eso.
Quedándote
sentado,
llega
un
momento
en
el
que
te
das
cuenta
de
que
hay
tanta
locura
adentro
tuyo,
que
si
sos
sincero
y
seguís,
realmente
podés
volverte
loco.
Eso
pasó
tantas
veces…Por
eso
nunca
sugiero
nada
que
pueda
crear
frustración,
depresión,
tristeza…nada
que
te
deje
tomar
demasiada
conciencia
de
tu
locura.
Por
ahí
no
estés
preparado
para
tomar
conciencia
de
toda
la
locura
que
hay
adentro
tuyo…Te
tienen
que
dejar
conocer
ciertas
cosas
gradualmente;
el
saber
no
siempre
es
bueno;
tiene
que
desplegarse
lentamente,
a
medida
que
crece
tu
capacidad
de
absorberlo.
Yo
empiezo
por
tu
locura
en
vez
de
decirte
que
te
sientes;
yo
permito
tu
locura.
Si
bailás
demencialmente,
adentro
tuyo
pasa
lo
opuesto.
Con
una
danza
loca
te
empezás
a
dar
cuenta
que
hay
un
punto
silencioso
adentro
tuyo.
En
cambio,
sentado
en
silencio
empezás
a
ver
tu
locura.
Lo
opuesto
siempre
es
el
foco
de
conciencia.
Al
bailar
descontroladamente,
caóticamente,
con
llanto,
con
respiración
caótica,
dejo
que
se
exprese
tu
locura;
después,
empezás
a
tomar
conciencia
de
un
punto
sutil,
de
un
punto
profundo
adentro
tuyo
que
es
silencioso
y
quieto,
que
contrasta
con
la
locura
de
la
periferia…¡vas
a
sentirte
muy
alegre!
En
tu
centro
hay
un
silencio
interno,
pero
si
empezás
sentándote,
el
punto
interior
es
el
de
la
locura;
en
el
exterior
estás
silencioso,
pero
por
dentro
estás
loco…
Si
empezás
con
algo
activo
-algo
positivo,
con
vida,
con
movimiento-
,va
a
ser
mejor.
Entonces
vas
a
empezar
a
sentir
una
cierta
quietud
interior
que
crece;
cuanto
más
crezca,
más
posible
va
a
ser
que
tomes
una
posición
sentado
o
acostado
-las
meditaciones
más
silenciosas
van
a
ser
posibles,
pero
en
ese
momento
las
cosas
van
a
ser
diferentes,
muy
diferentes…
Una
meditación
que
empieza
con
movimiento
y
acción,
va
a
ayudarte
también
en
otras
formas;
se
vuelve
una
catarsis.
Si
solamente
te
sentás,
te
sentís
frustrado;
tu
mente
se
quiere
mover
y
vos
estás
sentado;
se
agita
cada
músculo,
cada
nervio.
Estás
tratando
de
forzar
algo
en
vos
que
no
es
natural,
así
te
dividís
entre
el
que
hace
fuerza
y
el
que
es
forzado;
y
la
parte
que
está
siendo
forzada,
reprimida,
es
realmente
la
más
auténtica;
es
una
parte
de
la
mente
mayor
que
la
parte
que
está
reprimiendo,
y
la
parte
mayor
tiene
que
ganar.
Lo
que
reprimís,
en
realidad
se
tiene
que
expulsar;
se
convirtió
en
un
cúmulo
adentro
tuyo
porque
lo
estuviste
reprimiendo
constantemente.
Toda
la
crianza,
la
educación,
la
civilización,
son
represivas.
Estuviste
reprimiendo
muchas
cosas
que
hubieras
podido
desechar
fácilmente
con
una
educación
diferente,
con
una
educación
más
conciente,
con
padres
más
conscientes.
Con
una
conciencia
mejor
de
los
mecanismos
internos
de
la
mente,
la
cultura
te
habría
dejado
descartar
muchas
cosas.
Por
ejemplo,
cuando
se
enoja
un
niño
le
decimos:
“no
te
enojes”.
Entonces,
empieza
a
reprimir
su
enojo.
De
a
poco,
algo
que
es
momentáneo,
pasa
a
ser
permanente,
entonces
no
va
a
actuar
enojado,
se
va
a
quedar
enojado.
Acumulamos
mucho
enojo
de
lo
que
eran
cosas
pasajeras.
Nadie
puede
estar
enojado
continuamente,
a
no
ser
que
lo
hayan
reprimido.
El
enojo
es
algo
momentáneo
que
va
y
viene;
si
lo
expresás,
ya
no
estás
más
enojado.
Por
mi
parte,
yo
dejaría
que
el
niño
se
enoje
más
auténticamente.
Tené
rabia
pero
entrá
en
ella
profundamente,
no
la
reprimas.
Va
a
haber
problemas,
por
supuesto…
Si
decimos:
“enojate”,
ese
enojo
va
a
ser
“en
contra”
de
alguien;
pero
un
niño
puede
moldearse;
podés
darle
una
almohada
y
decirle:
“¡Enojate
con
la
almohada!
¡sé
violento
con
ella!”.
Desde
un
principio
puede
criarse
al
niño
de
tal
manera
que
se
desvíe
su
rabia.
Se
le
puede
dar
algún
objeto
para
que
lo
tire
hasta
que
desaparezca
su
rabia;
en
minutos,
es
más,
en
segundos
se
disipa
su
enojo
en
vez
de
acumularlo.
Vos
venís
acumulando
rabia,
sexo,
violencia,
codicia…-todo.
Ahora,
esta
acumulación
es
una
locura
adentro
tuyo.
Está
ahí,
en
tu
interior.
Si
empezás
con
una
meditación
represiva
(por
ejemplo,
sentándote),
estás
reprimiendo
todo
esto,
no
estás
dejando
que
se
libere.
Por
eso
empiezo
con
una
catarsis;
primero,
dejo
que
tires
todas
tus
represiones
al
viento
y
cuando
podés
tirar
tu
rabia
al
viento,
empezás
a
madurar.
Si
no
puedo
ser
amable
estando
solo,
si
únicamente
puedo
ser
amoroso
con
la
persona
que
amo
es
porque
todavía
no
estoy
maduro;
estoy
dependiendo
de
alguien
hasta
para
ser
amable…tiene
que
haber
alguien,
recién
ahí
puedo
ser
amable
o
amoroso.
Ese
amor
va
a
ser
algo
muy
superficial;
no
es
mi
naturaleza.
Si
estoy
solo
en
mi
habitación
y
no
puedo
ser
amoroso
en
absoluto
es
porque
la
cualidad
de
amor
no
llegó
a
lo
profundo,
todavía
no
llegó
a
formar
parte
de
mi
ser
.
Al
hacerte
menos
y
menos
dependiente,
te
hacés
más
y
más
maduro.
Si
podés
enojarte
a
solas,
sos
más
maduro;
no
necesitás
ningún
objeto
para
estar
enojado.
Por
eso,
al
principio
hago
de
la
catarsis
un
prerrequisito;
tenés
que
tirar
todo
al
aire,
al
espacio
abierto,
sin
estar
conciente
de
ningún
objeto.
Enojate
sin
la
persona
con
quien
te
gustaría
enojarte;
llorá
sin
motivo,
reíte;
reíte
sin
que
haya
nada
de
qué.
Entonces,
podés
tirar
toda
la
cosa
acumulada,
y
una
vez
que
conocés
el
camino
te
sacás
todo
el
pasado
de
encima…En
un
rato
podés
descargar
toda
tu
vida;
varias
vidas.Si
estás
listo
para
tirar
todo,
si
podés
dejar
que
salga
toda
tu
locura
en
unos
momentos
se
limpia
todo
profundamente.
Ahora
estás
limpio,
fresco,
inocente;
sos
un
niño
otra
vez.
Ahora
en
tu
inocencia,
podés
meditar
sentado,
acostado
o
como
quieras,
porque
ahora
no
hay
un
loco
adentro
que
te
perturbe…
El
primer
paso
tiene
que
ser
la
limpieza,
con
una
catarsis;
porque
con
ejercicios
respiratorios
solamente
o
sentándote
solamente,
practicando
asanas
o
posturas
de
yoga,
lo
único
que
hacés
es
reprimir.
Y
pasa
algo
muy
extraño:
cuando
dejaste
que
se
expulse
todo,
el
hecho
de
‘sentarse’
viene
solo.
Los
asanas
se
van
a
dar
por
si
solos,
va
a
ser
espontáneo…
Empezá
con
catarsis
y
va
a
poder
florecer
algo
bueno
adentro
tuyo;
va
a
tener
una
cualidad
diferente,
una
belleza
diferente,
totalmente
diferente:
va
a
ser
auténtica.
Cuando
el
silencio
viene
a
vos,
cuando
desciende
sobre
vos,
no
es
algo
falso,
no
lo
estuviste
cultivando,
solamente
desciende
sobre
vos,
te
pasa…Empezás
a
sentir
que
crece
adentro
tuyo,
como
siente
una
madre
que
crece
su
niño…
Cuando
yo
mismo
coordinaba
los
campamentos
de
meditación,
usaba
un
método
donde
cada
tarde
todos
los
participantes
se
sentaban
juntos
y
se
les
dejaba
hacer
lo
que
quisieran,
sin
restricciones,
excepto
interferir
en
el
trabajo
del
otro.
Podían
decir
lo
que
quisieran;
si
tenían
ganas
de
llorar,
podían
llorar,
si
querían
reírse
podían
reírse…-¡y
eran
mil
personas!
¡era
una
escena
tan
cómica!…Gente
que
nunca
te
la
hubieras
imaginado…
-gente
seria-
¡haciendo
cosas
tan
estúpidas!
Algunos
hacían
muecas,
sacaban
la
lengua…¡y
uno
de
estos
era
un
comisario
de
la
policía!
No
me
puedo
olvidar
de
un
hombre
que
todos
los
días
se
sentaba
enfrente
mío;
un
hombre
de
Almedabad,
muy
rico…y
como
su
negocio
era
en
la
Bolsa
de
valores,se
la
pasaba
todo
el
tiempo
en
el
teléfono.
Cada
vez
que
empezaba
la
meditación,
que
duraba
una
hora,
a
los
dos
minutos
agarraba
el
teléfono,
marcaba
un
número
y
decía…
-“¡Aló!…”
y
por
su
cara
parecía
que
le
contestaban
algo
y
decía:
-“¡comprá!”
Esto
seguía
por
una
hora;
llamaba
una,
dos,
tres
veces
acá
y
allá
y
cada
tanto
me
miraba
sonriendo
y
me
decía:
-“¡qué
estupidez
estoy
haciendo!”
pero
yo
tenía
que
mantenerme
completamente
serio,
jamás
le
devolví
la
sonrisa.
Entonces,
de
vuelta
empezaba
a
hacer
llamadas
y
comentaba:
-“…acá
nadie
se
dio
cuenta…cada
uno
está
en
lo
suyo”
¡Mil
personas
haciendo
tantas
cosas
y
todas
estas
cosas
estaban
pasando
continuamente
en
sus
mentes!
Esa
era
una
gran
oportunidad
para
sacarlas…¡era
tal
drama!
Jayantibhai
solía
estar
a
cargo
del
campamento
en
Monte
Abu
y
uno
de
sus
amigos
más
íntimos
se
sacó
toda
la
ropa…¡nos
sorprendió
de
verdad!…¡Jayantibhai
estaba
al
lado
mío
y
no
lo
podía
creer!
Ese
hombre
era
muy
serio,
muy
rico,
¿qué
hacía
desnudo
frente
a
mil
personas?
Y
después
empezó
a
empujar
el
auto
en
el
que
yo
había
ido…-era
el
auto
de
Jayantibhai.
Estábamos
en
las
montañas
y
justo
adelante
nuestro
había
un
precipicio
de
trescientos
metros…¡y
él
desnudo
empujando
el
auto!
Jayantibhai
me
preguntó:
-“¿Qué
hay
que
hacer?
Va
a
destruir
el
auto,
y
jamás
pensé
que
este
hombre
estuviese
en
contra
del
auto…somos
amigos
íntimos…”
Entonces
le
dije:
-“Vos
empujá
del
otro
lado,
porque
sino…”
El
trataba
de
frenar
el
auto
y
su
amigo
saltando
alrededor
gritando:
-
“¡Fuera
del
camino!
¡siempre
odié
este
auto!”
…-porque
él
no
tenía
un
auto
importado
y
éste
era
uno
importado;
Jayantibhai
lo
guardaba
para
mí.
Yo
iba
tres
o
cuatro
veces
al
año
a
Monte
Abu
y
él
reservaba
ese
auto
nada
más
que
para
mí…Su
amigo
debe
haber
sentido
envidia
por
no
tener
un
auto
importado;
después,
al
ver
la
situación,
varias
personas
corrieron
a
ayudar.
Al
ver
que
tanta
gente
lo
frenaba,
se
trepó
a
un
árbol
para
protestar
justo
enfrente
mío.
Se
sentó,
desnudo,
en
la
copa
del
árbol
y
lo
empezó
a
sacudir…El
peligro
era
que
se
caiga
con
árbol
y
todo
encima
de
la
gente.
Jayantibhai
me
preguntó:
-“Y
ahora,
¿qué
hacemos?”
Le
dije:
-“Es
tu
amigo,
dejálo,
no
te
preocupes;
hacé
que
la
gente
se
ponga
a
salvo
y
dejálo
que
haga
lo
que
quiera…El
auto
ya
lo
dejó,
ahora
a
lo
sumo
va
a
tener
fracturas
múltiples…”
Mientras
la
gente
se
iba,
él
se
calmaba.
Se
sentó
en
el
árbol
en
silencio;
incluso,
cuando
la
meditación
ya
había
terminado,
él
seguía
ahí
arriba
sentado
y
Jayantibhai
le
dijo:
-“Bajáte;
la
meditación
ya
terminó…”
Miró
a
su
alrededor
como
si
se
hubiera
despertado
de
un
sueño
y
se
dio
cuenta
que
estaba
desnudo;
bajó
del
árbol
de
un
salto,
corrió
a
vestirse
y
dijo:
-“Pero,
¿qué
me
pasó?”
A
la
noche
me
vino
a
ver
y
dijo:
-“¡Esa
fue
una
meditación
peligrosa!
¡me
pude
haber
matado
o
pude
haber
matado
a
otro!…¡pude
haber
destruido
el
auto
y
soy
un
gran
amigo
de
Jayantibhai
y
jamás
se
me
hubiera
ocurrido!…aunque
claro
que
esa
idea
debe
haber
estado
en
mí…En
realidad,
odiaba
la
idea
de
que
siempre
vinieras
en
su
auto
y
que
él
tuviera
un
auto
importado,
pero
no
era
algo
conciente…¿y
qué
hacía
arriba
del
árbol?
Debería
llevar
mucha
violencia
en
mí…Quería
matarlos
a
todos…”
Esa
meditación
fue
de
una
ayuda
inmensa;
la
relajaba
tanto
a
la
gente
que
me
decían:
“Parece
como
si
me
hubiese
desaparecido
una
carga
tremenda
de
mi
cabeza…No
estábamos
conscientes
de
lo
que
llevábamos
en
la
mente…”
Pero
para
tomar
conciencia
no
había
otra
forma
que
la
expresión
ilimitada.
Fue
nada
más
que
un
pequeño
experimento.
Le
dije
a
la
gente
que
la
siguieran,
que
pronto
iban
a
alcanzar
muchas
otras
cosas
y
que
un
día
iban
a
llegar
a
un
punto
donde
se
agota
todo;
que
se
acuerden
solamente
de
dos
cosas:
no
interferir
con
nadie,
no
ser
destructivo.
Que
pueden
decir
lo
que
quieran,
gritar,
insultar…y
agotar
todo
lo
que
estuvieron
coleccionando…
Pero
este
es
un
mundo
extraño.
El
gobierno
de
Rajasthan
sacó
una
resolución
en
su
asamblea
que
prohibía
los
campamentos
en
Monte
Abu
porque
se
habían
enterado
de
que
pasaban
todas
estas
cosas…-la
gente,
que
está
perfectamente
bien,
de
pronto
se
vuelve
loca
y
empieza
a
hacer
toda
clase
de
cosas…
-Pero
los
políticos
de
la
asamblea
no
tienen
ni
la
más
mínima
idea
de
la
mente
humana,
de
sus
inhibiciones
y
de
cómo
drenarlas,
cómo
quemarlas…Tuve
que
parar
esa
meditación
porque
sino
no
me
iban
a
dejar
seguir
con
los
campamentos
en
Monte
Abu…
La
meditación
tiene
algunas
cosas
esenciales.
Cualquiera
sea
el
método,
son
necesarias.
El
primer
punto
es
un
estado
relajado:
no
pelear
con
la
mente,
no
controlar
la
mente,
no
concentrarse.
Segundo,
presenciá
lo
que
pase
a
tu
alrededor
con
una
conciencia
relajada,
sin
ninguna
interferencia
-solamente
mirando
la
mente,
silenciosamente,
sin
ningún
juicio,
sin
evaluación.
Estas
son
las
tres
cosas:
relajación,
observación,
no
juicio,
y
de
a
poco,
desciende
sobre
vos
un
gran
silencio;
para
todo
el
movimiento
adentro
tuyo.
Sos,
pero
no
está
el
sentimiento
de
“Yo
soy”
-solamente
hay
espacio
puro.
Hay
ciento
doce
métodos
de
meditación;
hablé
sobre
cada
uno
de
ellos.
En
lo
único
que
se
diferencian
es
en
su
constitución,
porque
en
lo
esencial
son
lo
mismo:
relajación,
observación
y
una
actitud
de
no
juzgar.
SÉ
JUGUETON
Millones
de
personas
se
pierden
la
posibilidad
de
meditar
porque
la
meditación
fue
tomando
una
connotación
errada.
Parece
demasiado
seria,
demasiado
triste,
que
tiene
algo
de
iglesia;
pareciera
como
si
fuera
solamente
para
gente
muerta,
o
casi
muerta
-lúgubres,
serios,
de
caras
largas,
que
perdieron
festividad,
diversión,
alegría,
celebración…
Las
cualidades
de
la
persona
meditativa
son:
ser
juguetón,
tomar
la
vida
como
leela,
un
juego,
como
una
diversión;
gozarla
tremendamente;
no
ser
serio;
estar
relajado.
TENÉ
PACIENCIA
No
te
apures.
Muchas
veces
el
apuro
causa
retraso.
Mientras
lo
anhelás,
esperá
pacientemente.
Cuanto
más
profunda
es
la
espera,
más
rápido
llega.
Ya
sembraste
la
semilla,
ahora
sentáte
en
la
sombra
y
observá
lo
que
pasa:
la
semilla
se
va
a
romper;
va
a
florecer,
pero
no
podés
acelerar
el
proceso;
¿acaso
no
se
necesita
tiempo
para
todo?
El
trabajo
tenés
que
hacerlo,
pero
dejále
los
resultados
a
Dios.
En
la
vida
jamás
se
pierde
nada,
en
especial
los
pasos
hacia
la
verdad.
Pero
a
veces
viene
la
impaciencia:
viene
con
la
sed,
pero
es
un
obstáculo.
Quedate
con
la
sed
y
dejá
la
impaciencia.
No
confundas
el
anhelo
con
la
impaciencia.
Con
el
anhelo
hay
añoranza,
pero
no
hay
lucha;
con
la
impaciencia
hay
lucha
inquieta.
A
la
verdad
no
se
la
puede
asaltar;
se
la
consigue
con
la
entrega,
no
con
la
lucha.
Se
la
conquista
con
la
rendición
total.
NO
BUSQUES
RESULTADOS
El
ego
está
orientado
a
los
resultados,
la
mente
siempre
busca
resultados;
la
mente
jamás
se
interesa
en
el
acto
en
sí,
su
interés
está
en
el
resultado:
“¿y
qué
gano
con
eso?”
Si
la
mente
se
las
puede
ingeniar
para
ganar
algo
sin
ninguna
acción,
entonces
va
a
elegir
el
camino
más
corto.
Por
eso
la
gente
educada
se
vuelve
muy
astuta,
porque
son
capaces
de
encontrar
el
camino
más
corto.
Si
ganás
plata
por
un
medio
legal,
va
a
llevarte
toda
tu
vida;
pero
si
podés
ganar
plata
con
el
contrabando,
con
el
juego
o
con
alguna
otra
cosa
-llegando
a
ser
un
líder
político,
un
primer
ministro,
un
presidente-
,
entonces
tenés
a
tu
alcance
todos
los
caminos
más
cortos.
La
persona
educada
se
vuelve
astuta;
no
se
vuelve
sabia;
solamente
se
vuelve
astuta.
Se
vuelve
tan
astuta
que
quiere
tenerlo
todo,
sin
tener
que
hacer
nada.
La
meditación
le
sucede
solamente
a
quienes
no
están
orientados
a
los
resultados.
La
meditación
es
un
estado
de
no
estar
orientado
a
ninguna
meta.
DISFRUTA
LA
INCONSCIENCIA
Mientras
estés
conciente,
disfrutá
tu
conciencia,
y
mientras
estás
inconsciente
disfrutá
tu
inconsciencia.
no
tiene
nada
de
malo,
porque
la
inconsciencia
es
como
un
descanso,
si
no
el
estar
conciente
se
convertiría
en
una
tensión.
Si
estás
despierto
veinticuatro
horas,
¿cuántos
días
creés
que
podés
sobrevivir?
Sin
comida
un
hombre
puede
vivir
tres
meses;
sin
dormir,
en
tres
semanas
se
va
a
volver
loco
y
se
va
a
querer
suicidar…Durante
el
día
estás
alerta,
durante
la
noche
te
relajás,
y
esa
relajación
te
ayuda
para
que
durante
el
día
estés
más
alerta,
fresco
otra
vez.
Las
energías
pasaron
por
un
período
de
descanso,
entonces
en
la
mañana
están
más
vivas
de
nuevo.
Lo
mismo
pasa
con
la
meditación:
por
unos
momentos
estás
perfectamente
conciente,
en
la
cúspide,
y
por
unos
momentos
estás
en
el
valle,
descansando.
La
conciencia
desapareció,
te
olvidaste;
pero,
¿qué
hay
de
errado
en
eso?
Es
simple:
por
medio
de
la
inconsciencia,
va
a
surgir
la
conciencia
otra
vez,
fresca
y
joven.
Y
esto
va
a
continuar.
Si
podés
disfrutar
de
las
dos,
vas
a
llegar
a
ser
el
tercero
y
este
es
el
punto
que
hay
que
entender;
si
podés
disfrutar
de
ambas,
quiere
decir
que
no
sos
ninguna
de
las
dos
-ni
conciencia,
ni
inconsciencia-
sos
el
que
puede
disfrutar
de
ambas;
te
penetró
algo
del
más
allá.
De
hecho,
este
es
el
verdadero
espectador.
La
felicidad
la
disfrutás,
¿qué
hay
de
malo
en
eso?
Cuando
la
felicidad
se
fue
y
te
pusiste
triste,
¿qué
tiene
de
malo
la
tristeza?
Disfrutála.
Una
vez
que
seas
capaz
de
disfrutar
la
tristeza,
entonces
no
sos
ninguna
de
las
dos
cosas.
Y
te
digo
esto:
si
disfrutás
la
tristeza,
va
a
tener
su
propia
belleza.
La
felicidad
es
un
poco
hueca,
se
queda
en
la
superficie.
La
tristeza
es
como
una
noche
oscura,
muy
profunda.
La
oscuridad
tiene
su
propio
silencio
y
la
tristeza
también.
La
felicidad
es
burbujeante,
tiene
un
sonido,
es
como
un
río
en
las
montañas;
se
crea
el
sonido.
Pero
en
las
montañas
un
río
nunca
puede
ser
muy
profundo;
siempre
es
hueco.
Cuando
llega
a
la
planicie,
llega
a
ser
profundo,
pero
ya
no
hay
sonido.Avanza
como
sin
moverse.
La
tristeza
tiene
su
profundidad.
¿Por
qué
crear
problemas?
mientras
estés
feliz,
estáte
feliz,
disfrutalo.
No
te
identifiques
con
la
felicidad;
cuando
digo
que
seas
feliz,
quiero
decir
que
lo
disfrutes.
Dejá
que
sea
como
el
clima,
que
pase
y
cambie.
El
amanecer
se
convierte
en
día,
el
día
en
atardecer
y
después
viene
la
noche.
Dejá
que
la
felicidad
sea
el
clima
alrededor
tuyo.
Disfrutala,
y
cuando
venga
la
tristeza,
disfrutala
también.
Te
estoy
enseñando
a
gozar
en
cualquier
caso.
Sentáte
en
silencio
y
disfrutá
la
tristeza,
y
de
repente,
la
tristeza
ya
no
es
más
tristeza;
se
transformó
en
un
momento
de
silencio
y
de
paz,
bello
en
sí
mismo.
No
hay
nada
de
errado
en
eso.
Y
después
viene
la
última
alquimia,
el
punto
donde
repentinamente
te
das
cuenta
que
no
sos
nada
de
eso
-ni
la
felicidad,
ni
la
tristeza.
Sos
el
observador:
observás
las
cumbres,
observás
los
valles;
pero
vos
no
sos
nada
de
eso.
Una
vez
que
llegás
a
ese
punto,
podés
empezar
a
celebrar
todo:
celebrás
la
vida,
celebrás
la
muerte.
LAS
MAQUINAS
AYUDAN,
PERO
NO
CREAN
MEDITACION
Están
creándose
tantas
máquinas
en
el
mundo
que
pretenden
dar
meditación...
Solamente
te
ponés
unos
auriculares,
te
relajás,
y
en
diez
minutos
llegás
al
estado
de
meditación...
Esto
es
estupidez
pura.
Pero
hay
un
motivo
por
el
cual
entró
esta
idea
en
las
mentes
de
gente
técnica.
La
mente
funciona
en
una
cierta
longitud
de
onda
cuando
está
en
la
vigilia.
Cuando
está
soñando,
funciona
en
otra.
Cuando
está
profundamente
dormida,
funciona
en
una
longitud
de
onda
diferente.
Pero
ninguna
de
ellas
es
meditación.
Por
miles
de
años
llamamos
a
la
meditación
turiya,
“el
cuarto”.
Cuando
vas
más
allá
del
sueño
más
profundo,
y
todavía
estás
conciente,
esa
conciencia
es
meditación.
No
es
una
experiencia,
es
tu
mismo
ser.
Pero
estos
mecanismos
de
alta
tecnología
pueden
ser
de
gran
utilidad
en
las
manos
apropiadas.
Pueden
ayudar
a
crear
en
tu
mente
el
tipo
de
ondas
para
que
empieces
a
sentirte
relajado,
como
si
estuvieras
medio
dormido…los
pensamientos
empiezan
a
desaparecer,
y
viene
un
momento
en
que
todo
se
silencia
en
vos.
Ese
es
el
momento
en
que
las
ondas
son
las
de
un
sueño
profundo.
No
vas
a
ser
conciente
de
este
sueño
profundo,
pero
después
de
diez
minutos,
cuando
te
desconecten
la
máquina,
vas
a
ver
los
efectos:
estás
tranquilo,
quieto,
en
paz,
sin
preocupación,
sin
tensión;
la
vida
parece
más
risueña
y
alegre.
Uno
se
siente
como
si
se
hubiese
dado
un
baño
interno.
Todo
tu
ser
está
calmo
y
fresco.
Con
las
máquinas
las
cosas
son
muy
ciertas,
porque
no
dependen
de
ninguna
acción
tuya;
es
como
escuchar
música:
te
sentís
en
paz
y
en
armonía.
Esas
máquinas
te
llevan
hasta
el
tercer
estado
-un
dormir
profundo,
un
dormir
sin
sueños.
Pero
si
pensás
que
esto
es
meditación,
estás
equivocado.
Te
voy
a
decir
que
es
una
buena
experiencia,
y
si
también
podés
estar
conciente
desde
el
mismo
comienzo,
cuando
empezás
a
profundizar
en
el
sueño,
mientras
la
mente
empieza
a
cambiar
sus
ondas…tenés
que
estar
más
alerta,
más
despierto,
más
vigilante
-¿Qué
está
pasando?-
y
vas
a
ver
que
de
a
poco
la
mente
se
va
cayendo
dormida.
Y
si
podés
ver
que
la
mente
se
va
cayendo
dormida…ese
que
está
viendo
a
tu
mente
dormirse,
es
tu
ser
y
ese
es
el
propósito
de
toda
meditación
auténtica.
Esas
máquinas
no
pueden
crear
esa
conciencia;
esa
conciencia
la
tenés
que
crear
vos
mismo.
Pero
esas
máquinas
ciertamente
pueden
crear,
en
diez
minutos,
una
posibilidad
que
probablemente
vos
no
seas
capaz
de
crear
en
años
de
esfuerzo.
Entonces,
no
estoy
en
contra
de
estos
instrumentos
de
alta
tecnología;
estoy
totalmente
a
favor.
Solamente
quiero
que
esta
gente
que
está
diseminando
estas
máquinas
por
todo
el
mundo,
sepa
que
está
haciendo
un
buen
trabajo,
pero
que
está
incompleto.
Va
a
estar
completo
solamente
cuando
la
persona
en
el
silencio
más
profundo,
esté
también
alerta,
como
una
pequeña
llama
de
conciencia
que
sigue
ardiendo.
Todo
desaparece;
hay
oscuridad,
silencio
y
paz
alrededor
-excepto
una
inconmovible
llama
de
conciencia.
Entonces,
si
la
máquina
está
en
las
manos
apropiadas,
y
si
se
le
puede
enseñar
a
la
gente
que
lo
más
real
no
va
a
llegar
por
la
máquina,
la
máquina
va
a
poder
crear
el
terreno
esencial
para
que
esa
llama
pueda
crecer.
Pero
esa
llama
depende
de
vos,
no
de
la
máquina.
Entonces,
por
un
lado
estoy
a
favor
de
esas
máquinas
y
por
otro
estoy
muy
en
contra,
porque
mucha,
mucha
gente
va
a
pensar:
“Esto
es
meditación”.
Y
va
a
ser
engañada.
Estas
máquinas
van
a
hacer
un
daño
inmenso,
pero
se
van
a
extender
por
todo
el
mundo
muy
pronto.
Y
son
simples
-no
hay
mucho
en
ellas;
es
solamente
cuestión
de
crear
ciertas
ondas.
Los
músicos
pueden
aprender
de
esas
máquinas
el
tipo
de
ondas
que
crean
en
la
gente
y
pueden
empezar
a
crear
esas
ondas
con
sus
instrumentos.
No
hay
necesidad
de
máquinas,
los
músicos
solamente
ya
pueden
crearte
esas
ondas,
¡y
vas
a
empezar
a
quedarte
dormido!
Pero
si
podés
estar
despierto
incluso
en
el
sueño
más
profundo,
cuando
veas
que
te
falta
un
paso
para
quedar
inconsciente,
aprendiste
un
secreto.
Esa
máquina
puede
usarse
hermosamente.
Y
esto
es
verdad
para
todas
las
máquinas
del
mundo:
en
las
manos
apropiadas,
pueden
usarse
tremendamente
para
el
beneficio
de
la
humanidad.
En
las
manos
equivocadas
pueden
convertirse
en
trabas.
Y,
lamentablemente,
hay
tantas
manos
equivocadas…
Pero
no
es
meditación;
es
solamente
un
cambio
en
las
ondas
de
radio
en
el
aire
que
continuamente
están
pasando
alrededor
tuyo.
Seguramente
puede
ser
útil
como
experiencia;
de
otra
manera,
para
mucha
gente,
la
meditación
se
quedaría
solamente
en
la
palabra.
Piensan
que
en
algún
momento
van
a
meditar,
y
queda
la
duda
de
si
alguien
verdaderamente
medita.
Pero
en
el
oeste,
la
mente
es
mecánica,
la
actitud
es
mecánica;
todo
lo
quieren
reducir
a
una
máquina
-y
son
capaces
de
eso.
Pero
hay
cosas
que
están
más
allá
de
la
capacidad
de
cualquier
máquina.
La
conciencia
no
puede
crearse
con
ninguna
máquina;
está
más
allá
del
alcance
de
toda
alta
tecnología.
Pero
lo
que
puede
darte
la
tecnología,
ciertamente
puede
usarse.
Esto
puede
usarse
como
un
hermoso
trampolín
hacia
la
meditación.
Y
una
vez
que
probaste
la
conciencia,
por
unas
cuantas
veces
tal
vez
la
máquina
te
pueda
ser
útil
para
que
se
te
haga
más
claro,
para
que
tu
conciencia
se
separe
cada
vez
más
del
silencio
que
está
creando
la
máquina.
Y
después
tendrías
que
empezar
a
hacerlo
sin
la
máquina.
Una
vez
que
hayas
aprendido
a
hacerlo
sin
la
máquina,
la
máquina
te
ayudó
inmensamente.
Una
de
las
cosas
más
fundamentales
que
hay
que
tener
presente
-no
solo
vos
,
sino
todos-
es
que
vos
no
sos
nada
de
lo
que
te
puedas
llegar
a
cruzar
en
tu
viaje
interno.
Vos
sos
el
que
lo
presencia
-puede
no
ser
nada,
puede
ser
felicidad,
puede
ser
silencio.
Pero
hay
que
acordarse
de
algo:
por
más
bella
y
encantadora
que
sea
la
experiencia
que
encuentres,
vos
no
sos
nada
de
eso.
Vos
sos
el
que
lo
está
experimentando
y
seguís
y
seguís
y
seguís
hasta
el
final
del
viaje,
donde
ya
no
quedan
experiencias
-ni
silencio,
ni
alegría,
ni
nada.
Ya
no
hay
objetos
para
vos;
solamente
tu
subjetividad.
El
espejo
está
vacío;
no
refleja
nada.
Ese
sos
vos.
Incluso
grandes
viajeros
de
la
interioridad
se
quedaron
detenidos
en
bellas
experiencias
y
se
identificaron
con
ellas
pensando:
“Me
encontré
a
mí
mismo”.
Se
detuvieron
antes
de
llegar
a
la
etapa
final
donde
desaparecen
todas
las
experiencias.
La
iluminación
no
es
una
experiencia.
Es
el
estado
en
el
que
te
quedás
absolutamente
solo,
sin
nada
que
saber.
No
hay
ningún
objeto
por
más
bello
que
sea.
Recién
en
ese
momento,
tu
conciencia,
que
no
está
obstruida
por
ningún
objeto,
vuelve
a
su
fuente;
llega
a
ser
auto-realización;
llega
a
ser
iluminación.
Tengo
que
recordarte
la
palabra
‘objeto’.
Cada
objeto
significa
un
impedimento.
El
significado
mismo
de
la
palabra
es
impedimento,
objeción.
Entonces,
el
objeto
puede
estar
fuera
de
vos,
en
el
mundo
material;
el
objeto
puede
estar
adentro
tuyo,
en
tu
mundo
psicológico;
los
objetos
pueden
estar
en
tu
corazón,
en
tus
sentimientos,
en
tus
estados
de
ánimo.
Y
los
objetos
pueden
estar
incluso
en
tu
mundo
espiritual.
Y
son
tan
extáticos
que
uno
no
puede
imaginarse
que
puede
haber
más.
Y
muchos
místicos
del
mundo
se
detuvieron
en
el
éxtasis,
que
es
un
bello
lugar,
un
lugar
pintoresco,
pero
todavía
no
llegaron
a
casa.
Cuando
llegás
a
un
punto
donde
las
experiencias
están
ausentes,
entonces
no
hay
objeto,
entonces
la
conciencia
sin
obstáculos
se
mueve
en
un
círculo
-en
la
existencia
todo
se
mueve
en
círculos,
si
no
se
lo
bloquea-
,
viene
de
la
fuente
misma
de
tu
ser
y
da
una
vuelta.
Al
no
encontrar
obstáculos
-ni
experiencias,
ni
objetos-
vuelve.
Y
el
sujeto
mismo
se
convierte
en
objeto.
Eso
es
lo
que
J.
Krishnamurti
estuvo
diciendo
toda
su
vida:
cuando
el
observador
se
vuelve
el
observado,
sabés
que
llegaste
a
casa.
Antes
de
eso
hay
miles
de
cosas
en
el
camino.
El
cuerpo
da
sus
propias
experiencias,
que
se
llegaron
a
conocer
como
la
experiencia
de
los
centros
del
kundalini;
los
siete
centros
se
convierten
en
siete
flores
de
loto.
Cada
uno
es
más
grande
y
más
elevado
que
el
anterior
y
su
fragancia
es
intoxicante.
La
mente
te
da
grandes
espacios,
ilimitados,
infinitos;
pero
acordate
de
la
máxima
fundamental:
todavía
no
llegaste
a
casa.
Disfrutá
el
camino
y
disfrutá
todos
los
paisajes
que
aparecen
-los
árboles,
las
montañas,
las
flores,
los
ríos,
el
sol,
la
luna
y
las
estrellas-
pero
no
te
detengas
en
ninguna
parte,
a
no
ser
que
tu
propia
subjetividad
sea
su
propio
objeto.
Cuando
el
observador
es
lo
observado,
cuando
el
conocedor
es
lo
observado,
llegaste
a
casa.
Esta
casa
es
un
templo
real
que
estuvimos
buscando
durante
muchas
vidas,
pero
siempre
nos
perdemos;
quedamos
satisfechos
con
experiencias
bellas.
Un
buscador
valiente
tiene
que
dejar
todas
esas
bellas
experiencias
de
lado
y
seguir
avanzando.
Cuando
se
hayan
agotado
todas
las
experiencias
y
quede
solamente
él
mismo
en
su
soledad…no
hay
éxtasis
más
grande
que
ese,
ninguna
suerte
es
mayor,
no
hay
verdad
más
verdadera;
ingresaste
a
lo
que
llamo
divinidad,
te
hiciste
un
dios.
Un
viejo
va
a
ver
a
su
doctor:
-“Tengo
problemas
con
el
baño”,
se
queja.
-“Bien,
a
ver
decime,
¿cómo
está
tu
orina?
”
-“Todos
los
días
a
las
siete,
como
un
bebé”
-“Muy
bien
¿y
cómo
va
tu
evacuación?
”
-“Todas
las
mañanas
a
las
ocho
en
punto,
como
un
reloj”
-“Pero,
entonces,
¿cuál
es
el
problema?”,
pregunta
el
doctor.
-“Es
que
me
despierto
recién
a
las
nueve…”
Estás
durmiendo
y
llegó
el
momento
de
despertar.
Todas
esas
experiencias
son
experiencias
de
una
mente
somnolienta.
La
mente
que
llegó
a
despertar
no
tiene
experiencias
en
absoluto.
EL
OBSERVADOR
NO
ES
EL
TESTIGO
El
observador
y
lo
observado
son
solamente
dos
aspectos
del
testigo.
Cuando
uno
desaparece
en
el
otro,
cuando
uno
se
disuelve
en
el
otro,
cuando
ya
son
uno,
por
primera
vez
surge
el
espectador
en
su
totalidad.
Pero
en
muchas
personas
surge
una
pregunta
porque
creen
que
el
espectador
es
el
observador.
En
sus
mentes,
observador
y
espectador
son
sinónimos.
Es
una
falacia;
el
observador
no
es
el
espectador,
sino
solamente
una
parte
de
él,
y
cada
vez
que
la
parte
se
cree
el
todo,
surge
el
error.
El
observador
quiere
decir
lo
subjetivo,
y
lo
observado
quiere
decir
lo
objetivo:
el
observador
quiere
decir
eso
que
está
afuera
de
lo
observado,
lo
observado
quiere
decir
eso
que
está
adentro.
Lo
de
adentro
y
lo
de
afuera
no
pueden
estar
separados;
están
juntos,
solamente
pueden
estar
juntos.
Cuando
se
experimenta
este
conjunto,
o
mejor
dicho
unidad,
entonces
surge
el
espectador.
No
podés
practicar
ser
el
espectador;
si
lo
intentás
vas
a
ser
solamente
el
observador,
y
el
observador
no
es
el
espectador.
Entonces,
¿qué
hay
que
hacer?
Tenés
que
disolverte;
tenés
que
fusionarte.
Cuando
veas
una
rosa,
olvidate
por
completo
que
hay
un
objeto
que
se
ve
y
un
sujeto
que
ve.
Dejá
que
la
belleza
del
momento,
que
la
alegría
del
momento
los
inunde
a
los
dos,
para
que
la
rosa
y
vos
no
estén
más
separados,
sino
que
se
conviertan
en
un
solo
ritmo,
en
una
sola
canción,
en
un
solo
éxtasis.
Cuando
ames,
cuando
sientas
la
música,
cuando
veas
una
puesta
de
sol,
dejá
que
pase
una
y
otra
vez;
cuanto
más
pase
mejor,
porque
no
es
un
arte
sino
un
truco.
Lo
tenés
que
intuir;
una
vez
que
lo
conseguiste,
podés
provocarlo
en
cualquier
parte,
en
cualquier
momento.
Cuando
surge
el
espectador,
no
hay
nadie
que
esté
presenciando
y
no
hay
nada
que
sea
presenciado.
Es
un
espejo
puro,
que
refleja
nada.
Incluso
decir
que
es
un
espejo
no
es
correcto;
sería
mejor
decir
que
es
un
reflejar
continuo;
es
un
proceso
más
dinámico
de
disolución
y
fusión.
No
es
un
fenómeno
estático;
es
un
fluir.
La
rosa
que
te
llega,
vos
llegándole
a
la
rosa.
Es
un
compartir
del
ser.
Olvidate
de
la
idea
que
el
espectador
es
el
observador;
no
es
así.
El
observador
puede
practicarse,
en
cambio
el
espectador
sucede.
El
observador
es
una
forma
de
concentración,
y
te
mantiene
separado.
Va
a
expandir,
fortificar
tu
ego.
Cuanto
más
te
vuelvas
el
observador,
más
vas
a
sentirte
como
una
isla
-separado,
distanciado,
por
encima.
Por
muchos
siglos,
los
monjes
de
todo
el
mundo,
estuvieron
practicando
el
observador.
Lo
pueden
haber
llamado
el
espectador,
pero
no
lo
era.
El
espectador
es
algo
totalmente
diferente,
cualitativamente
diferente.
Al
observador
se
lo
puede
practicar,
cultivar;
podés
llegar
a
ser
un
mejor
observador
con
la
práctica.
El
científico
observa,
el
místico
presencia.
Todo
el
proceso
científico
es
el
de
la
observación:
muy
penetrante,
aguda,
cortante,
como
para
que
no
se
pueda
escapar
nada.
Pero
el
científico
no
llega
a
conocer
a
Dios.
Aunque
su
observación
sea
muy,
muy
experta,
permanece
inconsciente
de
Dios;
nunca
se
tropieza
con
Dios;
al
contrario,
niega
que
exista,
porque
cuanto
más
observa
-y
todo
su
proceso
es
de
observación-,
más
se
separa
de
la
existencia,
se
cortan
los
puentes
y
se
levantan
los
muros.
Se
queda
aprisionado
en
su
propio
ego.
El
místico
es
un
espectador;
pero
acordate;
el
ser
espectador
sucede
solo,
es
un
subproducto
-un
subproducto
de
ser
total
en
cualquier
momento,
en
cualquier
situación,
en
cualquier
experiencia.
La
llave
es
la
totalidad.
De
la
totalidad
surge
la
alegría
de
ser
espectador.
Olvidate
de
todo
lo
que
tenga
que
ver
con
la
observación;
eso
va
a
darte
información
más
exacta
del
objeto
observado,
pero
vos
vas
a
olvidarte
completamente
de
tu
propia
conciencia.
LA
MEDITACION
ES
UN
TRUCO
La
meditación
es
un
misterio
tal
que
se
la
puede
llamar
una
ciencia,
un
arte,
un
truco,
sin
ninguna
contradicción.
Desde
un
punto
de
vista
es
una
ciencia
porque
hay
una
técnica
muy
definida
de
lo
que
se
tiene
que
hacer;
no
hay
excepciones,
es
casi
como
una
ley
científica.
Pero
desde
un
punto
de
vista
distinto,
puede
decirse
también
que
es
un
arte.
La
ciencia
es
una
extensión
de
la
mente
-es
matemática,
es
lógica,
es
racional.
La
meditación
pertenece
al
corazón,
no
a
la
mente
-no
es
lógica,
está
más
cerca
del
amor.
No
es
como
otras
actividades
científicas;
se
parece
más
a
la
música,
a
la
poesía,
a
la
pintura,
a
la
danza;
por
lo
tanto
se
la
puede
llamar
un
arte.
Pero
la
meditación
es
un
misterio
tal
que
llamarla
‘ciencia’
o
‘arte’,
no
la
agota.
Es
un
truco,
lo
aciertes
o
no.
Un
truco
no
es
una
ciencia,
no
puede
enseñarse.
Un
truco
no
es
un
arte;
un
truco
es
la
cosa
más
misteriosa
del
entendimiento
humano.
Cuando
era
niño
me
llevaron
con
un
maestro,
con
un
maestro
de
natación.
Era
el
mejor
nadador
del
pueblo,
y
nunca
me
había
tropezado
con
nadie
que
estuviera
más
tremendamente
enamorado
del
agua.
El
agua
era
su
Dios,
la
veneraba,
y
el
río
era
su
hogar.
Temprano
-a
las
tres
de
la
madrugada-
lo
encontrabas
en
el
río;
al
atardecer,
lo
encontrabas
en
el
río,
y
a
la
noche,
lo
encontrabas
sentado,
meditando
al
lado
del
río.
Toda
su
vida
consistía
en
estar
cerca
del
río.
Cuando
me
llevaron
con
él
-quería
aprender
a
nadar-
me
miró,
sintió
algo.
Dijo:
“No
puede
aprenderse
a
nadar;
lo
único
que
puedo
hacer
es
tirarte
al
agua
y
el
nadar
va
a
surgir
por
sí
mismo.
No
se
puede
aprenderlo,
ni
se
lo
puede
enseñar;
es
una
maña,
no
un
conocimiento…”
Y
eso
fue
lo
que
hizo
-me
tiró
al
agua
y
se
paró
en
la
orilla.
Me
hundí
dos
o
tres
veces
y
sentí
que
casi
me
ahogaba.
El
se
quedaba
parado,
¡ni
siquiera
trataba
de
ayudarme!
Por
supuesto,
cuando
está
en
juego
tu
vida,
hacés
todo
lo
que
podés,
entonces
empecé
a
bracear
-como
sea,
frenéticamente
y
surgió
el
truco.
Cuando
está
en
juego
la
vida,
hacés
todo
lo
que
podés…y
cada
vez
que
hacés
todo,
pero
todo
lo
que
podés,
¡algo
pasa!
¡Pude
nadar!,
¡Estaba
completamente
emocionado!
Le
dije:
“La
próxima
vez,
no
vas
a
necesitar
empujarme,
yo
mismo
voy
a
saltar.
Ahora
sé
que
hay
una
tendencia
natural
del
cuerpo
a
flotar.
No
es
cuestión
de
nadar,
solamente
hay
que
sintonizar
con
el
elemento
agua;
una
vez
que
te
sintonizás
con
él,
el
agua
misma
te
protege…”
¡Y
desde
aquella
vez
estoy
empujando
a
mucha
gente
al
río
de
la
vida!
Yo
solamente
me
paro
ahí…Casi
nadie
falla
si
da
el
salto.
Uno
está
obligado
a
aprender.
Puede
tomarte
unos
cuantos
días
descubrir
el
truco,
¡porque
es
un
truco,
no
un
arte!
Si
la
meditación
fuese
un
arte,
hubiese
sido
muy
fácil
enseñarla,
pero
como
es
un
truco,
tenés
que
ensayarla;
de
a
poco
la
conseguís.
Un
profesor
de
psicología
de
Japón
estuvo
tratando
de
enseñar
a
nadar
a
pequeños
niños
de
seis
meses
y
tuvo
éxito.
Después
lo
intentó
con
niños
de
tres
meses
y
también
lo
logró.
Ahora
está
tratando
con
recién
nacidos
y
espero
que
lo
consiga.
Existen
todas
las
posibilidades
porque
es
un
knack.
No
se
necesita
ningún
tipo
de
experiencia:
ni
edad,
ni
educación…solamente
es
un
truco.
Y
si
un
bebé
de
seis
meses
o
de
tres
puede
nadar,
quiere
decir
que
naturalmente
estamos
dotados
con
la
idea
de
‘como’
nadar…Lo
que
pasa
es
que
tenemos
que
descubrirla.
Con
un
poquito
de
esfuerzo,
solamente
vas
a
ser
capaz
de
descubrirla.
Con
la
meditación
pasa
lo
mismo,
todavía
más
que
con
la
natación;
solamente
tenés
que
hacer
un
pequeño
esfuerzo.
MEDITACION : LA PRIMERA Y LA ULTIMA LIBERTAD
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