LIE-TSE
CABALGAR
SOBRE
EL
VIENTO,
FLOTAR
CON
LAS
NUBES.
Lie
Tse
consideraba
maestro
al
inmortal
Anciano
Shang
y
amigo
al
sabio
Pai-kao-tse.
Tras
acabar
su
formación,
regreso
a
su
hogar
montado
en
el
viento
y
flotando
sobre
las
nubes.
Un
hombre
llamado
Yin-sheng
se
enteró
de
la
hazaña
de
Lie
Tse
y
quiso
aprender
su
capacidad
de
cabalgar
sobre
el
viento.
Así
pues,
acudió
a
Lie
Tse
y
le
pidió
que
le
dejase
ser
discípulo
suyo.
Tan
determinado
estaba
Yin-sheng
a
aprender
esta
habilidad
que
se
quedó
en
la
casa
de
Lie
Tse
asediando
al
maestro
con
preguntas.
Esta
situación
continuó
durante
varios
meses,
pero
Lie
Tse
se
limitaba
a
ignorarlo.
Yin-sheng
empezó
a
impacientarse
y,
después,
a
enojarse
porque
LieTse
no
le
enseñaba.
Un
día
se
marchó
completamente
enfadado.
Cuando
Yin-sheng
llegó
a
su
casa,
se
calmó
y
se
dio
cuenta
de
lo
estúpido
e
impulsivo
que
había
sido,
así
que
acudió
a
Lie
Tse
y
le
pidió
que
le
permitiese
de
nuevo
ser
discípulo
suyo.
Lie
Tse
se
limitó
a
decir:
“¿por
qué
viniste,
te
fuiste
y
a
continuación
regresaste?”
Yin-sheng
respondió:
“Cuando
vine
por
primera
vez
a
que
me
enseñases,
me
ignoraste.
Así
que
me
aburrí
y
me
fui.
A
continuación,
me
di
cuenta
de
que
había
sido
demasiado
impaciente
y
temerario,
y
por
ello
volví
y
te
pedí
que
me
aceptases
de
nuevo
como
discípulo”.
Lie
Tse
contestó:
“Pensé
que
eras
inteligente,
pero
ahora
veo
que
eres
muy
tonto.
Escucha
por
dónde
tuve
yo
que
pasar
cuando
aprendí
de
mis
maestros.”
Lie
Tse
le
contó
a
continuación:
“Cuando
pedí
al
Anciano
Shang
que
fuera
mi
maestro
y
a
Pai-kao-tse
que
fuera
mi
amigo,
decidí
esforzarme
para
disciplinar
mi
cuerpo
y
mi
mente.
Después
de
tres
años,
temía
poseer
todavía
conceptos
sobre
lo
correcto
y
lo
equivocado,
y
no
me
atrevía
a
pronunciar
palabras
que
pudieran
ofender
o
agradar.
Fue
sólo
entonces
cuando
mi
maestro
me
miró
y
reconoció
mi
presencia.
Cinco
años
después,
yo
pensaba
libremente
sobre
lo
correcto
y
lo
equivocado
y
hablaba
con
libertad
sobre
la
aprobación
y
la
desaprobación.
Mi
maestro
me
sonrió.
Siete
años
después,
mis
pensamientos
me
llegaban
de
forma
natural
sin
ningún
concepto
sobre
lo
correcto
y
lo
equivocado,
y
las
palabras
acudían
de
forma
natural
sin
ninguna
intención
de
agradar
u
ofender.
Por
primera
vez,
mi
maestro
me
invitó
a
sentarme
a
su
lado.
Nueve
años
después,
en
cualquier
cosa
que
venía
a
mi
mente
o
salía
de
mi
boca,
no
había
nada
correcto
ni
equivocado,
que
agradase
u
ofendiese.
Ni
siquiera
mantenía
la
idea
de
que
el
Anciano
Shang
era
mi
maestro
y
Pai-kao-tse
era
mi
amigo.
“Fue
entonces
cuando
me
di
cuenta
que
no
existía
ninguna
barrera
entre
lo
que
había
dentro
y
lo
que
había
fuera.
Mi
cuerpo
se
iluminó
con
una
brillante
luz.
Oía
con
mis
ojos
y
veía
con
mis
oídos.
Utilizaba
mi
nariz
como
boca
y
mi
boca
como
nariz.
Viví
el
mundo
con
la
totalidad
de
mis
sentidos
cuando
mi
espíritu
se
unió
y
mi
forma
se
disolvió.
No
había
ninguna
distinción
entre
músculos
y
huesos.
Mi
cuerpo
dejo
de
ser
pesado
y
me
sentí
como
una
hoja
flotante.
Sin
saberlo,
estaba
siendo
transportado
por
el
viento.
A
la
deriva
de
un
lado
para
otro,
no
sabía
si
yo
cabalgaba
sobre
el
viento
o
el
viento
cabalgaba
sobre
mí.”
A
continuación
miró
a
Yin-sheng
y
dijo:
“Tú
has
estado
aquí
menos
de
una
hora
y
ya
estabas
insatisfecho
de
no
haber
sido
enseñado.
Observa
tu
condición.
Las
partes
de
tu
cuerpo
no
cooperan;
los
vapores
del
cielo
y
de
la
tierra
no
entran
en
tu
cuerpo;
tus
articulaciones
y
huesos
son
tan
pesados
que
ni
siquiera
puedes
moverte.
¿Y
tú
quieres
aprender
cómo
cabalgar
sobre
el
viento?”
Cuando
Yin-sheng
oyó
estas
palabras,
quedó
avergonzado
y
no
preguntó
de
nuevo
cómo
cabalgar
sobre
el
viento.