Shamar Rinpoche
En
el
Budismo
se
muestra
que
nuestro
estado
mental
actual
está
condicionado
por
las
acciones
anteriores.
Esto
siempre
es
así,
independientemente
del
reino
de
existencia
en
el
que
uno
nace.
Las
diferentes
clases
de
existencia
ocurren
como
resultado
de
la
infalible
ley
de
causa
y
efecto.
La
mente
es
el
origen
de
todas
las
acciones.
El
comportamiento
individual
se
basa
en
los
pensamientos
y
creencias.
El
samsara,
que
es
el
estado
de
sufrimiento
perpetuo,
continuará
manifestándose
siempre
y
cuando
la
mente
esté
condicionada
por
la
ignorancia.
Éste
es
el
estado
real
de
la
cuestión;
y
esto
es
así
no
sólo
por
que
Buda
Shakyamuni
lo
dijera
.
Las
enseñanzas
budistas
son
métodos
para
salir
de
la
ignorancia.
Teniendo
en
cuenta
que
la
ignorancia
es
simplemente
un
estado
mental,
la
práctica
budista
es
siempre
un
proceso
mental
que
intenta
alcanzar
un
estado
de
claridad
mental
(iluminación).
Hay
dos
fases:
estudiar
y
contemplar
las
cosas
en
su
verdadera
realidad,
y,
cultivar
la
comprensión
resultante
para
que
la
percepción
que
se
tiene
de
dicha
realidad
sea
precisa.
El
nombre
tibetano
de
Buda,
'Sang-gye
',
ilustra
este
planteamiento.
'Sang'
significa
despertar,
es
decir,
despertar
del
sueño
de
la
ignorancia.
Este
despertar
es
como
el
sol
que
dispersa
la
oscuridad.
'Gye'
se
refiere
a
las
cualidades
de
la
iluminación
que
se
revelan
y
liberan
para
manifestar
que
la
ignorancia
ha
desaparecido.
Esto
es
como
cuando
una
flor
florece,
desplegando
toda
su
belleza.
Buda
impartió
tres
niveles
de
enseñanzas
que
se
denominan
los
Tres
Vehículos
o
los
Tres
Yanas.
El
nivel
apropiado
para
cada
individuo
depende
de
su
comprensión.
***
Estas
tres
escuelas
principales
tienen
diferentes
metas
y
maneras
de
presentar
la
realidad.
En
la
primera
escuela,
la
Shravakayana,
las
dos
principales
líneas
de
pensamiento
son
la
Vaibashika
y
la
Sautrantika.
Ambas
enseñan
que
la
causa
de
la
existencia
condicionada
es
la
creencia
ignorante
de
que
el
individuo
es
una
entidad
permanente
y
duradera.
Para
superar
esta
noción
equivocada,
se
estudian
las
enseñanzas
que
explican
que,
'el-self'
carece
de
esencia,
es
decir,
que
es
algo
insustancial,
e
irreal.
Una
vez
alcanzada
una
comprensión
profunda
de
esta
nueva
manera
de
entender
la
realidad,
el
individuo
se
familiariza
hasta
tal
punto
con
ella,
que
se
convierte
en
una
parte
íntegra
de
sí
mismo.
Esta
realización
se
corresponde
el
estado
de
un
Arhat
del
Shravakayana,
y
es
el
más
elevado
que
puede
lograrse
desde
este
planteamiento.
La
segunda
escuela,
la
Pratyekabuddhayana,
va
más
allá.
Señala
también
que,
al
igual
que
el
individuo,
todos
los
fenómenos,
todas
las
cosas,
no
son
entidades
verdaderamente
existentes,
sino
ilusorias
como
las
imágenes
de
un
sueño.
Lo
mismo
que
en
el
Shravakayana,
hay
dos
fases
de
desarrollo:
el
análisis
intelectual,
y
a
continuación,
el
cultivo
de
una
nueva
manera
de
percibir
la
realidad.
De
este
modo
se
logra
la
plena
realización
de
este
segundo
planteamiento.
Los
practicantes
contemplan
las
doce
fases
del
proceso
de
la
ocurrencia
dependiente
en
su
proceso
hacia
el
despertar,
el
conocimiento
básico,
las
acciones
y
el
karma
que
éstas
conllevan,
las
pautas
habituales
del
inconsciente,
y
así
sucesivamente.
También
contemplan
estas
fases
en
el
orden
inverso:
empezando
con
la
muerte,
el
envejecimiento,
el
nacimiento,
y
así
sucesivamente.
La
meta
de
este
planteamiento
es
lograr
el
estado
de
un
Arhat
del
Pratyekabuddhayana.
Este
estado
supone
la
realización
plena
de
la
vacuidad
individual,
así
como
una
realización
parcial
de
la
vacuidad
de
los
fenómenos
exteriores.
La
tercera
escuela,
la
escuela
Mahayana,
habla
de
la
compasión
hacia
todos
los
seres
sintientes
y
de
la
vacuidad
individual
y
de
todos
los
fenómenos.
Enseña
que
la
práctica
de
los
diez
paramitas
se
basa
en
el
conocimiento
de
la
percepción
cabal
de
la
insubstancialidad
de
los
fenómenos.
La
indivisibilidad
entre
la
compasión
y
la
vacuidad
es
la
enseñanza
principal
en
esta
tradición.
La
cuestión
es
que
la
compasión
empuja
a
trabajar
por
el
bienestar
de
los
demás
y
la
percepción
de
la
vacuidad
permite
hacerlo
de
una
forma
iluminada.
Tal
percepción
de
la
vacuidad
lleva
a
la
realización
de
la
verdadera
naturaleza
de
la
mente
que,
según
el
Mahayana,
es
la
unión
del
conocimiento
y
de
la
vacuidad,
libres
de
las
limitaciones
de
la
mente
conceptual.
En
este
planteamiento,
como
en
los
dos
anteriores,
la
práctica
empieza
con
un
proceso
de
aprendizaje,
en
el
que
la
correcta
comprensión
se
convierte
en
base
del
desarrollo
personal.
El
practicante
hace
un
esfuerzo
para
beneficiar
a
los
demás,
desde
la
comprensión
de
que
cualquier
hecho
carece
de
realidad
y
es
ilusorio.
Cuando
la
práctica
se
basa
en
esta
comprensión,
el
practicante
no
tendrá
expectativas
o
esperanzas
de
recibir
un
premio
por
ello.
El
conocimiento
del
punto
de
vista
del
Mahayana
en
todos
sus
aspectos,
es
la
base
para
cultivar
los
estados
mentales
que
permitirán
gradualmente
alcanzar
el
estado
de
Buda,
la
iluminación,
la
visión
profunda
de
lo
que
son
las
cosas
en
realidad,
es
decir,
la
visión
de
que
los
fenómenos
carecen
de
una
esencia
o
sustancia
real.
Tal
vacuidad
no
es
un
mero
vacío.
Más
bien,
es
lo
que
permite
que
se
manifiesten
las
cualidades
del
despertar
de
los
tres
kayas.
Ésta
es
una
breve
exposición
de
los
Tres
Vehículos,
que
incluyen
todas
las
enseñanzas
del
Buda.
Cualquiera
que
desee
seguir
el
camino
budista
tiene
que
estudiar
detalladamente
las
enseñanzas
y
a
continuación
ponerlas
en
práctica.
Buda
dijo
que
él
podía
mostrar
el
camino,
pero
la
iluminación
sólo
se
podía
alcanzar
con
el
trabajo
personal.