Por:
Lama
Ole
Nydahl
Hace
aproximadamente
mil
años-
vivió
un
hombre
llamado
Tilopa.
Su
nombre
significa
"el
que
hace
tahin".
Tahin
es
una
pasta
elaborada
de
semilla
de
ajonjolí.
"Til"
significa
semilla
de
ajonjolí.
No
aparece
en
la
transmisión
si
Tilopa
pertenece
a
la
raza
clara
de
India,
que
vino
de
Rusia
Central
y
portaba
su
cultura
o
si
era
descendiente
de
los
habitantes
primigenios
de
este
país.
A
veces
se
lo
describe
como
pequeño
y
con
un
color
de
cara
casi
azulado,
ni
muy
buenmozo
ni
de
muy
alta
alcurnia,
mientras
que
en
otros
textos
es
descrito
como
un
príncipe.
A
veces
oímos
de
él
hasta
en
el
papel
de
un
chulo.
Sea
como
sea,
un
día
reconoció
que
todo
en
el
mundo
es
transitorio
y
que
lo
único
que
existe
siempre
y
en
todas
partes
es
la
mente.
Se
decidió
a
encontrarla
y
fue
donde
los
maestros
que
poseían
transmisiones
auténticas,
ellos
mismos
eran
maestros
tántricos
realizados.
Obtuvo
enseñanzas
y
se
volvió
un
sustentador
de
todos
los
linajes,
seguramente
el
único
en
su
tiempo.
Así
obtuvo
la
transmisión
tanto
del
"camino
de
los
medios
hábiles",
conocido
hoy
en
día
como
las
"Seis
enseñanzas
de
Naropa",
como
del
"Camino
del
reconocimiento":
las
enseñanzas
del
Mahamudra,
que
le
fueron
dadas
sobre
todo
por
Maitripa.
Luego
Tilopa
meditó
en
dos
cuevas
diferentes,
porque
sobre
todo
quería
realizar
el
nivel
energético
de
la
mente,
se
amarró
con
una
pesada
cadena,
para
no
caerse
durante
la
meditación.
La
cinta
roja
de
Yogui
que
con
frecuencia
vemos
en
Milarepa
cumple
la
misma
función.
Tilopa
practicó
durante
muchos
años
y
luego
se
encontró,
tal
como
es
descrito
tradicionalmente,
con
la
mente
de
todos
los
Budas
en
la
forma
del
Sustentador
del
Diamante,
una
forma
de
luz
azul,
atemporal.
Se
fundió
con
ella,
todas
las
separaciones
entre
adentro
y
afuera
se
disolvieron
y
su
mente
ya
no
estuvo
limitada
por
el
tiempo
y
el
espacio.
En
la
misma
época
en
que
Tilopa
alcanzó
la
iluminación
completa,
habitaba
en
Norte
de
la
India
un
profesor
muy
famoso.
Se
llamaba
Naropa
y
era
la
cabeza
mas
lúcida
de
la
Universidad
de
Nalanda.
A
menudo
debatía
con
quinientos
profesores
al
mismo
tiempo,
así
como
hoy
en
día
nuestros
campeones
mundiales
de
ajedrez
juegan
simultáneamente
con
varios
contrincantes.
Después
de
haberle
ganado
a
todos
el
debate,
cambiaba
su
punto
de
vista
por
el
de
ellos
y
nuevamente
les
ganaba.
Un
día
estaba
sentado
con
sus
libros
enfrente
de
la
universidad
cuando
una
sombra
extraña
cayó
sobre
él.
Se
volteó
y
con
su
mente
veloz
como
el
rayo
percibió
una
vieja
dama
con
las
treinta
y
siete
señales
de
la
fealdad
absoluta.
Algo
así
no
lo
había
visto
nunca.
Mientras
la
miraba
perplejo,
ella
le
preguntó
qué
estaba
leyendo
allí.
El
le
contestó:
"Las
enseñanzas
de
Buda".
Ella
le
preguntó
si
entendía
lo
que
estaba
leyendo,
y
él
dijo:
"Comprendo
las
palabras."
Entonces
la
mujer
comenzó
a
bailar
de
alegría.
En
seguida
se
volvió
indeciblemente
bella,
porque
él
había
dicho
la
verdad-
conocía
las
palabras
porque
era
un
ratón
de
biblioteca,
pero
después
se
puso
orgulloso
y
dijo":...
y
yo
también
entiendo
su
sentido."
Apenas
dijo
esto,
la
vieja
se
puso
más
fea
que
antes
y
comenzó
a
llorar,
porque
era
obvio
que
eso
no
era
cierto.
El
no
era
un
Yogui,
no
tenía
experiencias
internas
y
había
entendido
las
enseñanzas
sólo
en
un
nivel
intelectual.
Naropa
se
puso
rojo
y
preguntó:
¿"Quién
me
puede
enseñar
el
verdadero
sentido?"
La
vieja
contestó:
¡"Mi
hermano
Tilo!"
y
desapareció
en
un
arco
iris.
Naropa
no
podía
olvidar
esta
experiencia.
Si
bien
obtuvo
otros
tantos
títulos
de
doctor,
eso
ya
no
lo
satisfacía.
Un
día
dejó
atrás
todos
los
honores
y
se
fue.
Leer
y
discutir
ya
no
le
era
suficiente,
ahora
quería
vivir
realmente
el
Dharma
y
se
dispuso
a
buscar
a
su
maestro.
Pero
Tilopa
no
se
lo
hizo
fácil.
Una
y
otra
vez
ponía
a
Naropa
en
situaciones
en
las
cuales
sus
conceptos
bloqueaban
claramente
su
fuerza
de
acción.
En
una
oportunidad
Naropa
iba
bajando
por
un
sendero
estrecho,
allí
yacía
en
medio
del
camino
una
vieja
leprosa.
Inseguro
en
cuanto
a
lo
que
debía
hacer
y
probablemente
temeroso
de
contraer
la
enfermedad,
se
cerró
la
nariz
y
brincó
por
encima
de
ella.
Después
de
haber
dado
unos
pasos,
la
mala
consciencia
lo
martirizaba
y
se
volteó
hacia
ella.
Entonces
la
vieja
voló
hacia
el
cielo
como
un
arco
iris
y
le
dijo:
"¿Cómo
quieres
encontrar
a
tu
maestro,
si
no
tienes
compasión?"
Naropa
siguió
buscando.
Tilopa
siempre
se
le
aparecía
en
las
más
diversas
formas
y
de
tal
manera,
que
Naropa
sentía
nítidamente
que
algo
le
faltaba.
Pero
un
día
en
que
Naropa
estaba
completamente
agotado
-
los
conceptos
y
el
orgullo
ya
se
habían
vuelto
superfluos
-
Tilopa
se
mostró
como
un
yogui,
con
huesos
en
el
cabello
y
ojos
inyectados
de
sangre.-
Tomó
a
Naropa
de
la
mano
y
lo
haló.
Así
comenzaron
sus
años
de
aprendizaje.
Tilopa
enseguida
acertó
al
ego
de
Naropa
en
el
sitio
más
sensible:
silenció
su
aparato
mental,
el
cual
permanentemente
requería
alimentarse
de
nuevas
ideas.
A
pesar
de
que
Naropa
todo
el
tiempo
le
rogaba
a
su
maestro
que
le
diera
enseñanzas,
éste
durante
el
primer
año
no
dijo
ni
una
sola
palabra.
Un
día
cuando
ambos
estaban
parados
en
el
techo
de
una
casa
alta,
Tilopa
habló
por
primera
vez
y
dijo
:
"Si
tuviese
un
buen
discípulo,
éste
brincaría
ahora
desde
este
techo."
Naropa
brincó
y
poco
después
yacía,
severamente
herido,
en
el
suelo.
Al
cabo
de
un
tiempo
Tilopa
bajo,
lo
miró
y
le
preguntó:
"Qué
te
pasa?".
Naropa
gemía:
"Estoy
sufriendo.".
Tilopa
sólo
contestó
"Eso
es
porque
asumes
que
las
cosas
son
reales,
eso
es
lo
que
te
hace
tan
pesado."
Lo
toco
e
inmediatamente
Naropa
estaba
curado
y
recibió
algunas
enseñanzas.
No
eran
tantas
como
para
volver
a
encender
"el
computador",
pero
suficientes
como
para
dejar
una
impresión
en
su
mente.
Durante
otro
año
más
no
dijo
una
sola
palabra,
hasta
que
un
día
cuando
paso
por
enfrente
una
voluptuosa
reina
con
su
guardia
armada,
Tilopa
le
dijo:
"Si
tuviese
un
buen
discípulo,
sería
capaz
de
tumbar
esa
reina
del
caballo."
Naropa
lo
hizo
y
los
soldados
le
dieron
una
gran
golpiza.
Una
vez
mas
quedó
medio
muerto.
Tilopa
le
preguntó
qué
ocurría
y
Naropa
contesto:
"Estoy
como
muerto."
Nuevamente
Tilopa
lo
bendijo
y
le
dijo:
"Mira
en
tu
corazón,
allí
vive
una
Dakini,
la
sabiduría
espontánea.
Entonces
las
cosas
externas
ya
no
te
molestarán."
Así,
Tilopa
lo
expuso
a
doce
accidentes
grandes
y
veinticuatro
pequeños
,
hasta
que
todas
sus
concepciones
rígidas
se
disolvieron.
Luego,
en
algún
momento
se
sentaron
uno
frente
al
otro.
Tilopa
miró
amablemente
a
Naropa,
luego
le
pegó
con
un
zapato
y
en
un
instante
Naropa
estuvo
completamente
iluminado.
Es
el
único
en
nuestro
linaje
que
se
iluminó
sin
meditación.
Pero
en
verdad
nada
le
fue
regalado.
Al
mismo
tiempo
que
Naropa
alcanzaba
la
iluminación,
en
el
Sur
del
Tíbet
crecía
un
muchacho
vigoroso,
de
nombre
Marpa.
A
decir
verdad,
el
inquieto
muchacho
no
era
un
aburrido.
Desde
pequeño
la
gente
decía:
"Si
se
vuelve
bueno,
será
muy
bueno,
pero
si
se
vuelve
malo,
nos
mudamos
al
próximo
valle."
Allí
donde
Marpa
creció
las
posibilidades
laborales
eran
muy
limitadas.
Solo
había
tres:
se
podía
ser
pastor,
ladrón
o
Lama.
Marpa
pensó
que
lo
mejor
sería
ser
Lama.
Empezó
a
indagar
en
dónde
podría
aprender
algo
acerca
de
la
mente.
En
el
Tíbet
mismo
no
se
podía
aprender
mucho
en
esa
época.
Padmasambhava
había
llevado
las
enseñanzas
al
Tíbet
doscientos
años
atrás,
pero
más
adelante
el
Rey
Langdharma
lo
destruyó
todo.
Sólo
quedaban
pocos
practicantes
en
áreas
remotas
del
país
y
muchas
transmisiones
valiosas,
las
Termas.
Si
bien,
éstas
solo
aparecerían
varios
siglos
después.
De
manera
que
Marpa,
para
poder
aprender
algo,
tenia
que
cruzar
las
montañas
y
recorrer
el
largo,
insalubre
camino
a
la
India,
plagado
de
mosquitos
y
ladrones.
Sus
buenas
conexiones
de
vidas
anteriores
lo
llevaron
directamente
a
la
choza
de
Naropa.
Este
le
dio
la
bienvenida,
lo
bendijo
y
le
impartió
enseñanzas
básicas.
Luego,
de
regreso,
Marpa
se
encontró
de
nuevo
con
el
tibetano
Nyo,
con
el
que
había
emprendido
su
viaje
a
la
India.
Compararon
lo
que
habían
obtenido
hasta
ese
momento.
Nyo,
había
recogido
en
todas
partes
fracciones
de
enseñanzas
y
poseía
un
grueso
libro,
Marpa
en
cambio
tenía
poco
que
mostrar
y
por
ello
concluyó
que
había
aprendido
poco.
Al
instante
se
regresó
apurado
donde
Naropa
y
éste
le
dijo:
"En
realidad
tienes
todo
lo
que
necesitas.
Pero
si
a
toda
costa
quieres
más,
puedes
ir
a
donde
mi
amigo
Kukuripa.
Es
un
Yogui
loco,
el
cual
vive
al
oeste
de
aquí,
a
cincuenta
días
de
camino
por
la
selva.
Como
todos
los
Budas,
está
rodeado
de
Budas
femeninos.
Pero
como
habló
mal
de
las
mujeres
en
su
última
vida,
durante
el
día,
los
Budas
femeninos
se
le
muestran
como
perras
rabiosas
y
entrada
la
noche
como
diosas
de
inspiración
que
bendicen
el
espacio
en
todas
las
direcciones."
Marpa
emprendió
el
largo
viaje
hasta
encontrar
a
Kukuripa
y
éste
era
tal
como
se
lo
habían
descrito.
Se
veía
como
un
mono
y
hablaba
insensateces
mientras
las
perras
acosaban
a
Marpa
por
todos
lados.
Tan
pronto
como
Marpa,
sin
aprehensión
alguna,
botó
sus
implementos
para
escribir
y
con
ello
sus
planes
y
concepciones
rígidas,
todo
cambió.
Kukuripa
se
mostró
de
repente
en
forma
completamente
normal,
las
perras
se
transformaron
en
Dakinis.
Le
dieron
el
tan
significativo
Mahamaya-Tantra,
una
transmisión
muy
importante
de
la
línea
materna,
la
cual
hoy
en
día
todavía
se
transmite
en
el
Kagyü-Nagzo,
el
"Tesoro
de
los
Mantras
Kargyupas".
Ahora
Marpa
también
poseía
un
grueso
libro
de
enseñanzas.
Camino
de
regreso
al
Tíbet,
al
cruzar
un
río,
Nyo
por
envidia,
sobornó
al
cargador
para
que
tirara
disimuladamente
el
libro
de
Marpa
al
río.
Cuando
Marpa
al
llegar
abrió
su
caja,
sólo
encontró
piedras
y
tierra.
Primero
pensó
que
su
viaje
había
sido
en
vano,
pero
luego
entendió
que
aun
así
había
pasado
algo
muy
especial.
Sintió
cada
vez
con
mas
frecuencia,
cómo
una
voz
hablaba
a
través
de
él,
una
fuerza
fluía
de
sus
manos,
cómo
cada
vez
más
y
más
gente
le
tenía
confianza
y
le
pedía
su
bendición.
Marpa
fundó
muchos
grupos
de
meditación,
que
a
menudo
eran
dirigidos
por
mujeres
y
llevó
a
muchas
personas
al
rápido
Camino
del
Diamante.
A
pesar
de
haber
regresado
a
casa
sin
textos,
sólo
por
su
entrega
y
dedicación
llevó
la
bendición
de
Naropa
al
Tíbet.
Cuando
comenzaron
a
hacer
falta
las
enseñanzas
formales
para
apoyar
la
transmisión,
Marpa
regresó
a
la
India.
Tal
como
en
el
primer
viaje,
esta
vez
también
llevó
tanto
oro
como
pudo
conseguir.
Ahora
estaba
dispuesto
a
recibir
los
más
altos
medios
y
obtuvo
las
"Seis
Enseñanzas":
las
enseñanzas
del
calor
interno,
de
la
Clara
Luz,
del
estado
del
sueño,
del
cuerpo
ilusorio,
de
la
transmisión
de
consciencia
y
del
estado
intermedio.
Actualmente
todavía
utilizamos
estos
métodos.
Cuando
regresó
de
nuevo
al
Tíbet,
tradujo
y
difundió
estos
tesoros
y
así
recibió
el
apodo
de
"Marpa,
El
Traductor".
A
Marpa,
o
bien
lo
valoraban
mucho,
o
lo
rechazaban.
Externamente
era
el
guía
protector,
el
"Jefe"
por
antonomasia
y
hombre
de
varias
mujeres,
al
cual
le
gustaba
emprender
sus
cometidos
con
vigor.
Internamente
había
realizado
la
sabiduría
Vajrayana
más
elevada.
Los
que
recibían
sus
iniciaciones
y
transmisiones
de
fuerza,
lo
veían
realmente
como
un
Buda.
Mostraba
en
el
cielo
y
en
su
propio
cuerpo
los
círculos
de
fuerza
de
Alegría
Sublime
y
de
otros
aspectos
búdicos.
El
discípulo
más
importante
de
Marpa
fue
Milarepa,
cuya
biografía
es
muy
conocida.
Milarepa
había
pasado
por
situaciones
muy
difíciles.
Antes
de
que
su
padre
muriera
delirante,
había
dispuesto
que
un
tío
lo
representara.
Pero
el
tío
y
su
esposa
se
apoderaron
de
todos
lo
bienes
de
la
familia
de
Milarepa,
condenándolos
a
una
gran
miseria.
La
madre
de
Milarepa
estaba
tan
indignada,
que
bajo
amenaza
de
suicidarse,
obligó
al
joven
Milarepa
a
aprender
magia
negra,
ya
que
él
no
era
capaz
de
vencer
a
los
enemigos
de
su
familia
con
la
espada.
Milarepa
hizo
lo
que
ella
le
exigió
y
en
los
años
siguientes
aprendió
algunas
prácticas
de
magia
negra,
como
por
ejemplo,
matar
a
distancia
y
generar
pesadas
tormentas
de
granizo.
Estos
métodos
fueron
efectivos
y
así
mató
a
treinta
y
cinco
enemigos
de
su
clan.
Pero
pronto
ya
no
se
sintió
a
gusto
en
su
piel.
De
noche
no
podía
dormir,
de
día
no
podía
comer.
Cuando
caminaba
quería
sentarse
y
cuando
estaba
sentado
prefería
caminar.
Ya
no
tenía
paz
y
algo
lo
carcomía
por
dentro.
Su
maestro,
del
cual
había
aprendido
la
magia
negra,
le
dijo
entonces
un
día:
"He
reconocido
que
hemos
ocasionado
mucho
sufrimiento.
O
bien
tú
te
quedas
con
mi
mujer
y
yo
me
voy
a
aprender
cómo
transformar
lo
negativo
o
yo
me
quedo
con
mi
mujer
y
tú
te
vas
y
aprendes.
Alguno
de
nosotros
dos
tiene
que
hacer
algo
juicioso".
Probablemente
la
mujer
no
correspondía
mucho
al
gusto
de
Milarepa
y
así
se
puso
en
camino.
Llegó
a
donde
un
maestro
que
le
dio
la
iniciación
de
un
protector
rojo-negro
y
le
dijo
"Si
utilizas
esta
práctica
en
la
mañana,
en
la
tarde
ya
estarás
iluminado;
si
la
utilizas
en
la
tarde,
en
la
noche
estarás
iluminado
."
Milarepa
pensó
para
sus
adentros:
"Esto
está
muy
bien,
así
no
hay
afán"
y
se
acostó
a
dormir.
El
Lama
lo
encontró
así,
lo
despertó
y
le
dijo
:
"Obviamente
contigo
no
tengo
la
conexión
como
para
motivarte,
pero
he
sentido
en
mi
meditación
que
un
maestro
llamado
Marpa
en
verdad
si
te
puede
ayudar."
Cuando
Milarepa
oyó
el
nombre
de
Marpa,
casi
se
desmaya
de
devoción
y
enseguida
se
fue
a
buscarlo.
Lo
encontró
justo
cuando
estaba
arando
un
pedazo
de
tierra,
lo
cual
no
había
hecho
desde
hacían
años.
Milarepa
no
lo
reconoció
y
le
preguntó
si
podía
presentarle
a
Marpa.
Este
contestó:
"Yo
te
lo
voy
a
presentar,
pero
primero
tienes
que
terminar
de
arar
esta
tierra.
Aquí
hay
una
cerveza
para
ti."
Milarepa
aró
la
tierra
y
se
tomó
toda
la
cerveza.
Esta
era
una
buena
señal
de
que
algún
día
asumiría
todas
las
enseñanzas.
Su
época
como
estudiante
de
Marpa,
fue
de
un
sufrimiento
interminable.
Así
se
purificó
por
completo.
La
idea
de
que
después
de
la
muerte
podría
entrar
en
estado
de
delirio
de
persecución
por
las
impresiones
que
habían
quedado
en
su
mente
al
haber
matado
a
treinta
y
cinco
personas,
lo
motivaba
a
aguantar
todo.
No
conocía
a
nadie
que,
como
Marpa,
tuviese
los
medios
para
poder
llegar
en
una
sola
vida
a
la
iluminación.
La
purificación,
a
menudo,
siguió
el
mismo
modelo:
Marpa
le
pedía
construir
una
casa
especial,
y
le
prometía
darle
enseñanzas
después
de
que
la
terminara.
Cuando
Milarepa
se
encontraba
ya
con
llagas
en
las
manos
y
espalda
de
tanto
cargar
piedras,
Marpa
entonces
se
acercaba
y
le
preguntaba:
"¿Qué
estás
haciendo
allí?".
Milarepa
le
contestaba:
"Te
estoy
construyendo
una
casa.
Me
prometiste
que
después
me
darías
las
enseñanzas
liberadoras."
Marpa
decía:
"Este
es
un
sitio
horrible.
Debo
haber
estado
borracho
cuando
te
encomendé
eso.
Vuelve
a
tumbarla,
pon
las
piedras
otra
vez
en
el
sitio
en
donde
las
conseguiste
y
construye
una
casa
allí
en
aquel
otro
lugar!
Entonces
obtendrás
las
enseñanzas
que
deseas."
De
esa
manera,
construyendo
y
destruyendo
las
cuatro
casas
(construidas
con
la
forma
de
los
símbolos
de
las
cuatro
actividades
búdicas)
se
llevó
a
cabo
la
purificación
externa
y
por
las
decepciones
la
purificación
interna
de
Milarepa.
Las
últimas
construcciones,
un
salón
gigantesco
y
una
torre
de
once
pisos,
todavía
están
en
pie.
Lo
que
le
ocasionaba
más
dolor
a
Milarepa
era
que
muchos
estudiantes
venían
de
todas
partes,
para
recibir
elevadas
enseñanzas
e
iniciaciones
de
Marpa,
y
las
obtenían,
mientras
que
a
él
siempre
lo
volvían
a
botar.
Dagmema,
la
mujer
principal
de
Marpa,
completaba
su
actividad.
Siempre
le
daba
apoyo
y
confianza
a
Milarepa
de
tal
manera
que
cada
vez
que
Marpa
lo
volvía
a
echar
era
aún
más
doloroso.
Entre
estos
dos
polos,
Milarepa
se
desarrolló
muy
rápido.
Un
día,
después
de
una
situación
especialmente
desagradable,
Marpa
dijo:
"Que
venga
el
gran
mago.
Hoy
es
nuestro
principal
invitado."
Junto
con
Dagmema
le
dio
toda
la
transmisión
de
cuerpo,
habla
y
mente.
Transformó
las
vibraciones
de
su
cuerpo
de
materia
sólida
en
energía
de
luz
y
Milarepa
vio
con
toda
claridad,
en
los
cinco
centros
internos
de
Marpa,
los
círculos
de
poder
de
los
Budas.
Entonces
Marpa
lo
encerró
en
una
cueva
para
que
meditara.
Allí
Milarepa
hizo
las
prácticas
preliminares
y
obtuvo
conocimientos
esenciales
e
importantes.
Luego
recibió
más
enseñanzas
de
Marpa,
hasta
que
tuvo
un
sueño
tan
fuerte
que
se
le
olvidó
todo
lo
demás:
vio
la
casa
de
sus
padres
con
el
techo
derrumbado,
los
ratones
la
habían
invadido
y
su
madre
yacía
muerta
en
la
tierra.
Sin
percatarse
bien
de
lo
que
hacia,
tumbó
la
pared
de
la
cueva
y
corrió
donde
Marpa.
Entró
en
la
habitación
mientras
Marpa
todavía
estaba
durmiendo,
los
rayos
del
sol
caían
directamente
sobre
su
cara
y
Dagmema
traía
el
desayuno.
Marpa
luego
le
explicó
el
significado
del
sueño:
"La
comida
y
los
rayos
del
sol
significan
que
en
ti
todo
va
a
florecer,
vas
a
poder
transmitir
las
enseñanzas.
Pero
el
que
me
encontrases
dormido
significa
que
no
nos
volveremos
a
ver
en
esta
vida."
En
ese
momento
Milarepa
no
podía
entenderlo
a
cabalidad,
solo
pensaba
en
su
madre.
Marpa
le
dijo
que
todavía
se
quedara
unos
días
y
luego
le
dio
instrucciones
precisas
sobre
cuando
y
con
qué
señales
debía
abrir
determinados
rollos
de
escrituras.
Luego
lo
dejó
partir.
Cuando
llegó
a
su
casa,
Milarepa
encontró
todo
tal
como
lo
había
soñado.
Se
sentó
y
lo
contempló
todo
hasta
darse
cuenta
de
repente
de
que
estaba
sentado
sobre
los
huesos
de
su
madre.
Entonces
entendió
la
impermanencia
de
todas
las
cosas
en
lo
más
interno.
Juró
trabajar
solo
con
la
mente
y
no
dejarse
distraer
por
nada.
Su
empeño
era
tan
grande,
que
no
encontró
tiempo
de
ocuparse
de
su
comida
y
así
vivió
casi
exclusivamente
de
ortigas
que
crecían
alrededor
de
su
caverna.
Después
de
varios
años
incluso
su
piel
se
había
vuelto
verde,
de
manera
que
los
cazadores
que
pasaba
por
allí
creían
que
era
un
espíritu
del
bosque.
Por
la
fuerza
de
su
entrega
y
su
meditación
realizó
todas
las
características
liberadoras.
Como
abrió
su
centro
del
habla
muy
pronto,
sus
experiencias
emanaban
como
bellos
cantos.
Si
bien
otros
también
se
realizaron,
la
capacidad
de
expresar
las
enseñanzas
de
una
manera
tan
inspiradora,
hacen
que
su
experiencia
de
la
iluminación
sea
tan
fácil
de
transmitir.
Cuando
una
y
otra
vez
la
gente
veía
a
Milarepa
volando
de
montaña
en
montaña
y
llevando
a
cabo
docenas
de
milagros,
cada
vez
venían
mas
y
más
estudiantes.
Uno
de
ellos
era
Rechungpa,
una
emanación
muy
atractiva
de
Diamante
en
la
Mano,
la
fuerza
de
todos
los
Budas
y
padre
del
Gran
Manto
Negro.
Dominaba
las
practicas
más
elevadas
y
llevó
a
muchas
mujeres
a
la
iluminación,
pero
era
muy
independiente
y
no
quería
quedarse
en
un
solo
sitio.
Constantemente
y
en
todas
partes
Rechungpa
construía
nuevos
círculos
de
fuerza
y
fué
llamado
el
discípulo
"lunar"
de
Milarepa.
Luego
llegó
el
momento
en
el
cual
para
sostener
el
linaje
de
transmisión,
además
de
yoguis
alegres,
hacían
falta
las
organizaciones.
Estas
surgieron
con
el
estudiante
"solar"
de
Milarepa,
Gampopa,
un
modelo
de
virtud
en
nuestro
linaje
por
demás
salvaje.
Era
la
reencarnación
de
un
Bodhisattva
en
el
décimo
nivel.
En
la
India
fue
un
discípulo
del
Buda
Shakyamuni
y
obtuvo
junto
con
muchos
otros
Bodhisattvas,
enseñanzas
en
las
cuales
sutra
y
tantra
se
complementaban.
Cuando
el
Buda
le
preguntó
a
sus
discípulos
quién
estaría
dispuesto
a
llevar
más
adelante
estas
enseñanzas
al
gran
país
de
las
nieves
en
el
Norte,
un
monje
de
nombre
Da'o
Shonu
se
ofreció
voluntariamente.
Este
vino
al
mundo
1500
años
más
tarde
como
Gampopa.
También
fué
el
primer
monje
entre
los
sustentadores
del
linaje.
Hasta
ese
momento
había
laicos,
yoguis
y
yoguinis.
Al
lado
de
la
vieja
transmisión
de
yoguis
laicos,
también
surgió
entonces
la
tradición
de
monjes
y
monjas.
Al
parecer
Gampopa
no
había
recibido
o
entendido
la
enseñanza
de
ver
al
maestro
como
al
Buda
y
así,
por
el
alto
nivel
en
el
que
se
encontraba,
se
le
hacía
difícil
hallar
un
maestro.
Siempre
veía
con
demasiada
facilidad
los
defectos
y
por
eso
se
sentía
cada
vez
más
inconforme,
hasta
que
una
noche
soñó
con
un
yogui
que
volaba
por
el
aire
delante
de
él,
puso
un
poco
de
saliva
en
su
mano
y
se
la
lanzó
directamente
a
la
cara.
Desde
este
momento
su
profundización
en
la
meditación
se
hizo
ilimitada.
Al
día
siguiente
pasó
al
lado
de
tres
mendigos,
que
hablaban
en
voz
alta.
Uno
de
ellos
decía:
"Uno
debería
ser
como
un
rey,
así
siempre
tendría
suficiente
comida",
pero
el
otro
replicaba:
"Uno
debería
ser
como
Milarepa,
entonces
ya
no
tendría
que
comer
más
nada".
En
el
instante
en
que
escuchó
el
nombre
de
Milarepa
casi
se
va
de
bruces
y
supo
intituitivamente
que
ese
era
el
yogui
de
sus
sueños.
Gampopa
invitó
a
los
mendigos,
les
dio
abundante
comida
y
les
preguntó
acerca
de
Milarepa.
Finalmente
se
disolvieron
en
el
espacio,
porque
no
eran
otra
cosa
que
emanaciones
de
Milarepa.
Fuera
de
sí,
de
alegría,
tocó
el
tambor
más
grande
y
sopló
la
trompeta
más
larga
del
oeste
del
Tíbet.
El
camino
hacia
donde
estaba
Milarepa
lo
recorrió
"absorto"
en
su
entrega
y
todo
el
tiempo
tenía
lágrimas
en
los
ojos.
Abrazaba
y
besaba
a
todo
el
que
podía
decirle
algo
acerca
de
Milarepa,
porque
pensaba
que
todos
ellos
eran
sus
emanaciones.
Mientras
tanto
Milarepa
estaba
sentado
con
sus
estudiantes
en
su
caverna,
a
veces
se
reía
y
luego
se
ponía
todo
serio
y
de
vez
en
cuando
hacía
unos
cuantos
movimientos
con
sus
manos.
Sus
discípulos
querían
saber
qué
estaba
pasando
y
él
explicaba:
"Mi
discípulo
muy
especial
Gampopa
está
en
camino
hacia
acá
y
se
comporta
como
un
borracho.
Ahora
se
acaba
de
caer
por
un
precipicio
y
tengo
que
enviar
gente
para
que
otra
vez
lo
ayuden.
Antes
de
esto
se
le
había
acabado
el
agua
y
tuve
que
hacer
brotar
un
manantial.
Finalmente,
Milarepa
envió
a
sus
discípulos
a
recibir
a
Gampopa.
Una
muchacha
se
lo
encontró
de
primera
y
le
dijo
"Tú
debes
ser
el
discípulo
muy
especial
de
Milarepa,
Gampopa."
Y
a
pesar
de
estar
en
el
décimo
nivel
del
Bodhisattva,
en
el
cual
los
velos
son
sólo
muy
finos,
sintió
un
poco
de
orgullo.
Al
ser
llevado
donde
Milarepa,
primero
tuvo
que
esperar
en
una
cueva
cercana
durante
diez
días,
hasta
que
su
orgullo
se
hubiese
calmado.
Luego
ocurrieron
muchas
cosas:
Gampopa
obtuvo
en
muy
corto
tiempo
todas
las
enseñanzas
y
toda
la
bendición,
pero
no
el
tiempo
para
realizarlas.
Poco
después
de
la
transmisión,
Milarepa
le
explicó:
"Tienes
que
seguir
tu
camino,
gente
con
la
cual
tienes
una
conexión
kármica
y
a
la
cual
debes
ayudar,
te
espera
en
el
este
del
Tíbet,
tienes
que
ir
allá."
Le
habló
de
una
montaña,
que
tenía
la
forma
del
sombrero-Gampopa
del
actual
Karmapa
y
le
indicó
que
primero
debía
abrir
allí
los
centros
de
meditación
y
fundar
los
monasterios.
Luego
Milarepa
le
prometió
que
aprendería
enseñando
y
alcanzaría
la
iluminación
completa,
trabajando
para
los
demás.
Las
últimas
palabras
de
Milarepa
al
despedirse
fueron:
"Todavía
tengo
una
enseñanza
que
darte,
pero
esa
es
demasiado
elevada
para
ti,
no
te
la
puedo
dar".
Gampopa
le
dio
las
gracias
y
partió
por
un
pequeño
sendero,
mientras
Milarepa
volando
por
encima
de
él,
se
sentó
a
esperarlo
en
una
piedra
cercana.
Lo
miró
y
dijo:
"¿Si
no
te
la
doy
a
ti,
entonces
a
quién
se
la
voy
a
dar?".
Entonces
se
volteó,
levantó
su
larga
túnica
y
le
mostró
sus
nalgas
peladas,
llenas
de
cicatrices,
heridas
y
callos.
Luego
agregó:
"Si
no
meditas
tanto
como
yo
lo
he
hecho,
no
alcanzarás
nada.
Ahora
te
puedes
ir."
Muchas
personas
tenían
un
vínculo
kármico
con
Gampopa
y
asi
surgieron
rápidamente
varios
monasterios
y
sitios
de
meditación
en
el
este
del
Tíbet.
Un
día
vinieron
al
monasterio
de
Gampopa
tres
hombres
fuertes
de
la
provincia
de
Kham.
Por
la
noche
celebraban
el
cumpleaños
de
uno
de
ellos
y
gozaban
mucho,
hasta
que
los
monjes
los
descubrieron.
Al
día
siguiente
los
botaron.
Al
abandonar
los
hombres
el
monasterio,
Gampopa
sintió
cómo
un
gigantesco
campo
de
fuerza
se
desplazaba
y
vio
cómo
todos
los
pájaros
de
la
región
iban
volando
hacia
abajo
por
el
camino.
Hizo
parar
a
los
tres
hombres
y
ordenó
que
los
devolvieran.
Luego
examinó
si
eran
aptos
para
recibir
las
enseñanzas
que
él
mismo
había
recibido
de
Milarepa
y
se
las
transmitió
de
manera
diversa.
Su
líder,
que
era
especialmente
forzudo,
recibió
todas
las
enseñanzas.
Tenía
una
cabeza
que
denotaba
su
fuerza
de
carácter:
sus
cabellos
se
habían
encanecido
temprano
y
tenía
el
mentón
inferior
muy
pronunciado.
Se
retiró
a
una
cueva
tan
pequeña,
que
sus
rodillas
quedaban
afuera
en
la
nieve.
Después
de
ocho
meses
estaba
completamente
iluminado.
Fue
el
más
rápido
en
nuestro
linaje.
Los
otros
yoguis
veían
con
claridad
un
campo
de
fuerza
negro-azulado
de
cinco
ángulos
sobre
su
cabeza.
Gampopa
lo
reconoció
como
Karmapa
y
confirmó
que
era
aquel
sobre
el
cual
el
Buda
había
hecho
varías
predicciones,
por
ejemplo
en
los
Sutras
de
Mahasamadhiraj
y
Mahaparanirvana.
También
Gurú
Rinpoche
había
anunciado
su
llegada.
Karmapa
le
agradeció
a
Gampopa
y
se
fue
al
Tíbet
Central.
En
el
camino
fundó
dos
monasterios
importantes:
una
vez
echó
su
mala
al
aire
y
un
gran
pájaro
negro
lo
atrapó
-
los
pájaros
negros
son
actividades
de
Gran
Manto
Negro
-
y
voló
hacia
una
montaña
llamada
"La
Montaña
de
la
Gran
Alegría".
En
el
lugar
donde
el
pájaro
dejó
caer
el
mala,
surgió
la
comunidad
y
el
monasterio
de
Tsurphu.
Esta
montaña,
al
final
de
un
largo
valle,
a
setenta
kilómetros
de
Lhasa,
era
muy
adecuada
para
yoguis
por
sus
múltiples
cavernas
naturales
y
sus
campos
de
fuerza
iluminados.
En
las
profecías
del
Buda
y
de
Gurú
Rinpoche
se
habla
de
la
corona
negra,
el
campo
de
fuerza
sobre
la
cabeza
del
Karmapa,
que
aquel
que
la
ve,
en
el
lapso
de
sus
próximas
tres
vidas,
no
volverá
a
renacer
en
el
mundo
condicionado,
ya
que
alcanzará
un
nivel
puro
de
conciencia,
desde
el
cual,
si
lo
desea,
puede
regresar
como
encarnación.
También
se
dice
que
todo
aquel
que
sólo
oye
el
nombre
del
Karmapa
que
significa
"La
fuerza
de
acción
de
todos
los
Budas"
debido
a
la
energía
relacionada
con
él,
obtendrá
la
liberación
en
un
lapso
comprendido
entre
siete
y
diez
y
seis
vidas.
Este
primer
Karmapa,
con
el
nombre
de
Dusum
Khyenpa,
nació
en
1110.
Su
nombre
significa
"El
conocedor
de
los
tres
tiempos"
-pasado,
presente
y
futuro-.
Cuando
Dusum
Khyenpa
abandonó
su
cuerpo
a
los
ochenta
y
tres
años,
vio
que
su
trabajo
aún
no
estaba
concluido
y
que
sus
discípulos
todavía
lo
necesitaban.
Entonces
decidió
regresar
y
prometió,
como
primer
Lama
tibetano,
asumir
una
y
otra
vez
la
forma
humana,
para
que
sus
estudiantes
pudiesen
entrar
en
contacto
con
él
y
pudiesen
seguir
desarrollándose.
Dejó
todas
las
indicaciones
acerca
de
su
próximo
renacimiento
en
una
carta,
y
algunos
años
después
de
su
muerte,
sus
discípulos
lo
volvieron
a
encontrar,
según
sus
indicaciones,
como
un
niño
pequeño.
No
se
había
interrumpido
la
corriente
de
consciencia
de
su
vida
pasada.
De
nuevo
reconoció
todo
y
de
niño
ya
bendecía
a
los
animales
que
pasaban.
Este
segundo
Karmapa
se
llamó
Karma
Pakshi
y
por
muchas
razones
era
extraordinario.
Sus
hazañas,
al
igual
que
las
de
todos
los
demás
Karmapas,
no
sólo
están
contenidas
en
los
"Anales
Azules"
tibetanos
y
en
las
crónicas
chinas
y
de
Mongolia,
sino
que
también
están
documentadas
en
manuscritos
occidentales.
Encarnaciones
del
Karmapa:
1.
Dusum
Khyenpa
(1110
-
1193)
2.
Karma
Pakshi
(1204
-
1283)
3.
Rangjung
Dorje
(1284
-
1339)
4.
Rolpe
Dorje
(1340
-
1383)
5.
Deshin
Shegpa
(1384
-
1415)
6.
Tongwa
Donden
(1416
-
1453)
7.
Chodrag
Gyamtso
(1454
-
1506)
8.
Mikyo
Dorje
(1507
-
1554)
9.
Wangchuk
Dorje
(1556
-
1603)
10.
Choying
Dorje
(1604
-
1674)
11.
Yeshe
Dorje
(1676
-
1702)
12.
Changchub
Dorje
(1703
-
1732)
13.
Dudul
Dorje
(1733
-
1797)
14.
Thegchog
Dorje
(1798
-
1868)
15.
Khakyab
Dorje
(1871
-
1922)
16.
Rangjung
Rigpe
Dorje
(1924
-
1981)
17.
Thaye
Dorje
(1983
-
)
Tomado
del
libro:
"Ngöndro",
por
Lama
Ole
Nydahl.
y
de
http://www.karmapa.com