Mahamudra
trasciende
las
palabras
y
símbolos,
pero
para
ti,
Naropa,
he
decir
esto:
“El
vacío
no
necesita
apoyo;
Mahamudra
descansa
en
la
nada.
Sin
hacer
ningún
esfuerzo;
permaneciendo
relajado
y
natural
puede
uno
romper
el
yugo
y
obtener
de
esta
manera
la
Liberación.
Si
ves
el
vacío
cuando
contemplas
el
espacio;
si
con
la
mente
observas
la
mente,
destruyes
las
distinciones
y
alcanzas
el
estado
de
Buda.
Las
nubes
que
vagan
por
el
cielo
no
tienen
raíces,
ni
hogar,
ni
tampoco
los
diversos
pensamientos
que
flotan
en
la
mente.
Una
vez
contemplas
la
propia
mente,
cesa
la
discriminación.
En
el
espacio
se
forman
figuras
y
colores,
pero
ni
el
negro
ni
el
blanco
tiñen
el
espacio.
Todo
emerge
de
la
propia
mente;
la
mente
no
es
manchada
ni
por
virtudes
ni
por
vicios.
La
oscuridad
de
siglos
no
puede
ocultar
el
brillante
sol,
ni
tampoco
los
largos
kalpas
del
samsara
pueden
ocultar
la
esplendorosa
luz
de la
mente.
Aunque
se
utilizan
palabras
para
explicar
el
Vacío,
el
Vacío
como
tal
no
puede
ser
nunca
expresado.
Aunque
decimos:
`La
mente
es
tan
brillante
como
la
luz´,
ésta
trasciende
palabras
y
símbolos.
Aunque
la
mente
es
en
esencia
vacío,
contiene
y
abarca
todas
las
cosas.
No
hagas
nada
con
el
cuerpo;
sólo
relájalo..
Cierra
la
boca
firmemente
y
guarda
silencio.
Vacía
tu
mente
y
céntrate
en
el
vacío.
Como
un
bambú
hueco
relaja
tu
cuerpo.
Sin
dar
ni
tomar,
pon
tu
mente
a
descansar.
Mahamudra
es
como
una
mente
que
a
nada
se
apega.
Practicando
así,
a
su
tiempo
alcanzarás
el
estado
de
Buda.
Ni
la
práctica
de
mantras
ni
el
paramita,
ni
la
instrucción
en
sutras
y
preceptos,
ni
las
enseñanzas
de
escuelas
y
escrituras,
proporcionan
la
realización
de
la
Verdad
innata.
Si
la
mente
llena
de
deseo
busca
una
meta,
solamente
logra
ocultar
la
Luz.
Aquél
que
observa
los
preceptos
tántricos
y
sin
embargo
hace
discriminaciones,
traiciona
el
espíritu
del
samaya.
Cesa
toda
actividad,
abandona
todo
deseo,
deja
que
los
pensamientos
surjan
y
desaparezcan
como
las
olas
del
océano.
Aquél
que
nunca
contradice
el
no-morar-en-nada,
ni
el
principio
de
la
no-distinción,
cumple
los
preceptos
tántricos.
Aquél
que
abandona
sus
deseos
y
no
se
aferra
ni
a
esto
ni
a
aquello,
percibe
el
verdadero
significado
que
expresan
las
escrituras.
En
Mahamudra
todos
los
pecados
son
incinerados;
en
Mahamudra
uno
es
liberado
en
la
prisión
del
mundo.
Ésta
es
la
suprema
antorcha
del
Dharma.
Los
que
no
creen
en
ella,
son
tontos
que
para
siempre
se
revuelcan
en
el
sufrimiento
y
la
miseria.
Para
luchar
por
la
liberación
uno
debe
depender
de
un
Gurú.
Cuando
tu
mente
reciba
sus
bendiciones,
la
emancipación
estará
a
tu
alcance.
De
este
modo,
todas
las
cosas
de
este
mundo
resultan
insignificantes;
no
son
más
que
semillas
de
dolor.
Las
pequeñas
enseñanzas
te
llevan
a
actuar;
uno
debe
seguir
sólo
las
grandes
enseñanzas.
Trascender
la
dualidad
es
la
visión
del
rey.
Conquistar
las
distracciones
es
la
práctica
de
los
reyes.
El
camino
de
la
no-práctica
es
el
camino
de
todos
los
Budas.
Aquél
que
recorre
ese
camino
alcanza
el
estado
del
Buda.
Este
mundo
es
transitorio,
como
los
fantasmas
y
los
sueños,
sin
substancia
alguna.
Renuncia
a
él
y
abandona
a
tus
parientes,
corta
los
cordones
de
la
lujuria
y
del
odio
y
medita
en
los
bosques
y
montañas.
Si
dejas
de
luchar
y
permaneces
relajado
y
natural,
pronto
obtendrás
el
Mahamudra
y
alcanzarás
lo
inalcanzable.
Corta
la
raíz
de
un
árbol
y
sus
hojas
se
secarán;
corta
la
raíz
de
tu
mente
y
el
samsara
se
desvanecerá.
La
luz
de
una
lámpara
dispersa
instantáneamente
la
oscuridad
de
largos
kalpas;
la
intensa
luz
de
la
Mente
quemará,
como
un
rayo,
el
velo
de
la
ignorancia.
Quien
se
aferra
a
la
mente
no
ve
la
verdad
de
lo
que
está
más
allá
de
la
mente.
Quien
se
esfuerza
en
practicar
el
dharma
no
encuentra
la
verdad
que
está
más
allá
de
la
práctica.
Para
conocer
lo
que
está
más
allá
de
ambas,
mente
y
práctica,
uno
debe
cortar
de
raíz
la
mente
y
observarlo
todo
en
total
desnudez.
De
esta
forma,
uno
deja
de
lado
toda
distinción
y
permanece
tranquilo.
Uno
no
debe
dar
ni
tomar,
sino
permanecer
natural,
porque
Mahamudra
está
más
allá
de
toda
aceptación
o
rechazo.
Puesto
que
alaya
es
no-nacido,
nadie
puede
obstruirlo,
ni
mancillarlo.
Al
permanecer
en
el
reino
de
lo
no-nacido
toda
apariencia
se
disolverá
en
el
Dharmata,
y
la
voluntad
y
el
orgullo
se
desvanecerán
en
la
nada.
La
comprensión
suprema
trasciende
«esto»
y
«eso».
La
acción
suprema
maneja
todas
las
situaciones,
sin
apego.
La
realización
suprema
es
tomar
consciencia
de
lo
inmanente,
sin
esperanza.
Al
principio,
el
yogui
siente
que
su
mente
se
precipita
como
una
cascada;
a
mitad
de
su
curso
fluye
lenta
y
plácida,
como
el
Ganges;
al
final
es
como
un
grandioso
y
vasto
océano
donde
las
luces
del
hijo
y
de
la
madre
se
funden
en
una
sola.