Primer Capítulo
1.
Compasión, energía y deseo.
BUDA VIVIÓ CUARENTA AÑOS después de iluminarse. Cuando se le acabaron todos los
deseos y desapareció el ego, vivió otros cuarenta años. Muchas veces le
preguntaron: '¿Por qué sigues en el cuerpo?'. Cuando la tarea ha acabado
deberías desaparecer. Y es lógico, ¿para qué iba a quedarse Buda en el cuerpo
durante más tiempo? Cuando ya no hay deseos, ¿cómo es posible continuar en el
cuerpo?
Hay algo muy profundo que comprender. Cuando el deseo desaparece, permanece la
energía que estaba moviéndose en el deseo; esta no puede desaparecer. El deseo
solo es una forma de energía, por eso un deseo se puede convertir en otro deseo.
El enfado se puede convertir en sexo, y el sexo puede convertirse en enfado. El
sexo puede convertirse en avaricia, por eso, siempre que te encuentres a una
persona muy avariciosa será menos sexual. Si la persona es totalmente
avariciosa, entonces no será sexual en absoluto sino célibe, porque toda su
energía se ha transformado en avaricia. Y si te encuentras una persona muy
sexual, te darás cuenta de que no es avariciosa porque ya no le queda nada para
la avaricia. Una persona que reprime su sexualidad estará enfadada; el enfado
siempre estará a punto de saltar a la superficie. Podrás ver en sus ojos y en su
cara que siempre está enfadado: toda la energía sexual se convierte en rabia.
Por eso vuestros llamados monjes y sadhus siempre están enfadados. Reflejan su
enfado en la forma de caminar y en la forma de mirar. Su silencio solo está a
flor de piel, en cuanto les tocas se enfadan. El sexo se convierte en rabia.
Estas son las formas; y la vida es la energía.
¿Qué ocurre cuando desaparecen todos los deseos? La energía no puede desaparecer
porque es indestructible. Pregúntale a un físico, ellos también dicen que la
energía no se puede destruir. Cuando Gautama Buda se iluminó tenía determinada
energía. Esa energía se había ido trasformando en sexo, rabia, avaricia y
millones de formas más. Después, todas esas formas desaparecieron y ¿qué fue de
esa energía? La energía no puede dejar de existir, cuando no hay deseos pasa a
no tener forma, pero sigue existiendo. ¿Entonces cuál es su propósito? Esa
energía se convierte en compasión.
No puedes ser compasivo porque no tienes energía. Toda tu energía se divide y se
distribuye de diferentes formas, a veces como sexo, a veces como rabia, y a
veces como avaricia. La compasión no es una forma. Tu energía solo se convierte
en compasión cuando todos tus deseos desaparecen.
La compasión no se puede cultivar. La compasión sucede cuando no tienes deseos;
entonces, toda tu energía se convierte en compasión. Y es un camino muy
distinto. El deseo tiene una motivación, una meta; la compasión no tiene
motivos, no tiene metas. Es simplemente energía rebosante.
LA COMPASIÓN ES EL AMOR MADURO
En lo que respecta a los místicos de la Antigüedad, el énfasis que puso Gautama
Buda en la compasión fue un fenómeno nuevo. Gautama Buda creó una línea de
división histórica con el pasado. Antes de él, bastaba con la meditación; nadie
ponía énfasis en la compasión además de en la meditación. El motivo es que la
meditación trae consigo la iluminación, tu florecimiento y la expresión absoluta
de tu ser, ¿qué más necesitas? En lo que al individuo se refiere, la iluminación
es suficiente. La grandeza de Buda consiste en introducir la compasión incluso
antes de empezar a meditar. Deberías ser más cariñoso, más bueno y más
compasivo. Detrás de esto hay una ciencia oculta. Si tienes un corazón lleno de
compasión, existe una posibilidad de que tras meditar puedas ayudar a los demás
a alcanzar la misma belleza, la misma altura y la misma celebración que has
alcanzado tú antes de iluminarte. Gautama Buda hace que la iluminación se pueda
contagiar.
Pero si la persona siente que ha vuelto a casa, ¿para qué molestarse por los
demás? Por primera vez, Buda hace que la iluminación no sea egoísta; lo
convierte en una responsabilidad social. En perspectiva esto supone un gran
cambio. Pero la compasión se debería aprender antes de llegar a la iluminación.
Si esto no ha sucedido antes, después de la iluminación ya no queda nada más que
aprender. Cuando alcanzas tal éxtasis, incluso la compasión parece estar
impidiendo tu felicidad; es una especie de interferencia en tu éxtasis. Por ese
motivo ha habido cientos de iluminados, pero muy pocos maestros.
Estar iluminado no significa necesariamente que vayas a convertirte en un
maestro. Convertirse en un maestro quiere decir que tienes una extraordinaria
compasión y que sientes vergüenza de ir solo a esos bellos espacios que la
iluminación proporciona. Quieres ayudar a los que están ciegos, a los que están
en la oscuridad buscando su camino a tientas. Ayudarles se convierte en una
alegría y no en una interferencia. De hecho, cuando ves a tanta gente florecer a
tu alrededor, tu éxtasis se enriquece; no eres un árbol solitario que ha
florecido en un bosque en el que no florece ningún otro árbol. Cuando todo el
bosque florece contigo, la felicidad se multiplica; has empleado tu iluminación
para revolucionar el mundo.
Gautama Buda no solo estaba iluminado, sino que fue un revolucionario iluminado.
Su preocupación por el mundo y por la gente era inmensa. Enseñaba a sus
discípulos a no retener el silencio, la serenidad y la profunda felicidad que
bulle en tu interior cuando meditas, y a dársela al resto del mundo. No te
preocupes, porque cuanto más das, más posibilidades tendrás de recibir. El gesto
de dar tiene una enorme importancia una vez sabes que dar no te va a restar
nada, sino todo lo contrario, porque va a multiplicar tus experiencias. Pero
alguien que nunca ha tenido compasión no conoce el secreto de dar, no conoce el
secreto de compartir.
Ocurrió una vez que uno de los discípulos de Buda, un seglar -no era sannyasin
pero era muy devoto de Gautama Buda- dijo: «Yo lo haré. pero solamente con una
excepción. Voy a dar mi felicidad, mi meditación y todos mis tesoros internos a
todo el mundo, excepto a mi vecino, porque es un hombre realmente perverso».
Los vecinos son siempre los enemigos. Gautama Buda le dijo: «Entonces olvídate
del mundo y dáselo a tu vecino nada más».
El hombre no entendía nada: «¿Qué estás diciendo?».
Buda respondió: «Solamente si eres capaz de dárselo a tu vecino serás libre de
esta actitud antagonista hacia el ser humano».
Compasión quiere decir básicamente aceptar los fallos y las debilidades de los
demás, sin esperar que se comporten como si fuesen dioses. Sería una expectativa
cruel, porque no podrán comportarse como dioses, y no solo perderán tu estima
sino que perderán también el respeto hacia sí mismos. Les has herido gravemente
dañando su dignidad.
Uno de los principios de la com-pasión es dignificar a todo el mundo, hacer que
todo el mundo se dé cuenta de que lo que te ha sucedido a ti puede sucederle a
ellos; nadie es un caso perdido, todo el mundo es digno de ello, la iluminación
no es algo que debas merecer sino tu naturaleza misma.
Pero estas palabras deberían provenir de un iluminado, solo así pueden crear
confianza. Estas palabras no pueden crear confianza si provienen de discípulos
no iluminados. La palabra, hablada por un iluminado, empieza a respirar,
comienza a tener un latido propio. Cobra vida y va directamente a tu corazón, no
es una gimnasia intelectual. Pero con el discípulo es otra cuestión. Él mismo no
está seguro de lo que está diciendo o está escribiendo. Él mismo tiene tanta
incertidumbre como tú.
Gautama Buda es uno de los hitos en la evolución de la conciencia; su
contribución es enorme, inconmensurable. La idea de la compasión es lo esencial
en su contribución. Pero debes recordar que ser compasivo no te eleva más, si
no, lo estarás echando todo a perder. Se convertirá en una pretensión del ego.
Recuerda que el ser compasivo no puede humillar a la otra persona, de lo
contrario, no estarás siendo compasivo; detrás de las palabras estarás
disfrutando de su humillación.
Hay que comprender la compasión, porque es el amor maduro. El amor corriente es
muy infantil; un divertido juego para adolescentes. Cuanto antes salgas de él,
mejor, porque tu amor es una fuerza biológica ciega y no tiene nada que ver con
tu crecimiento espiritual; por eso todas las historias de amor cambian de un
modo extraño, se vuelven muy amargas. Algo que te resultaba tan atractivo,
emocionante y provocador, algo por lo que podías haber muerto. ahora también
podrías morir, pero no por eso, ¡sino para librarte de ello!
El amor es una fuerza ciega. Los únicos amantes que tienen éxito son los que
nunca consiguieron a sus amados. Todas las grandes historias de amor. Laila y
Majnu, Shiri y Farhad, Soni y Mahival, son las tres grandes historias de amor
orientales comparables a Romeo y Julieta. Pero todos estos grandes amantes
podrían formar un grupo. La sociedad, los parientes y todo lo demás se
convirtieron en un impedimento. Y creo que seguramente fue mejor así. En cuanto
los amantes se casan ya no queda historia de amor.
Majnu tuvo suerte de no conseguir a Laila. ¿Qué sucede cuando dos fuerzas ciegas
se juntan? Como ambas son ciegas e inconscientes, el resultado no puede tener
demasiada armonía. El resultado solo puede ser un campo de batalla de la
dominación, la humillación, y todo tipo de conflictos.
Pero cuando la pasión está alerta y despierta, toda la energía del amor alcanza
un gran refinamiento y se convierte en compasión. El amor siempre va dirigido a
otra persona y su deseo más profundo es poseer a esa persona. Lo mismo ocurre en
el lado contrario, y esto se convierte en un infierno para las dos personas.
La compasión no va dirigida a nadie. No es una relación sino simplemente tu
propio ser. Disfrutas siendo compasivo con los árboles, los pájaros, los
animales, los seres humanos, y con todo el mundo, incondicionalmente, sin pedir
nada a cambio. La compasión es libertad de la ciega biología.
Antes de iluminarte deberías estar atento a no reprimir tu energía de amor. Eso
es lo que han estado haciendo las viejas religiones: enseñarte a condenar las
expresiones biológicas de tu amor. De manera que reprimes tu energía de amor, ¡y
esa es la energía que se puede transformar en compasión!
Con el rechazo no hay ninguna posibilidad de transformación. Por eso vuestros
santos no tienen compasión; en sus ojos no verás compasión. Son huesos
absolutamente secos, no tienen sustancia alguna. Vivir con un santo durante
veinticuatro horas es suficiente para experimentar el infierno. Seguramente, la
gente se da cuenta de este hecho y, por eso, después de tocarle los pies salen
corriendo inmediatamente.
Uno de los grandes filósofos de nuestra época, Bertrand Russell, declaró
enfáticamente: «Si hay un cielo y un infierno, yo quiero ir al infierno». ¿Por
qué? Simplemente para no estar con los santos, porque el cielo debe de estar
lleno de esos santos muertos, aburridos y polvorientos. Y Bertrand Russell
piensa: «No toleraría su compañía ni siquiera un minuto. ¿¡Imaginarme pasar toda
una eternidad rodeado para siempre de cadáveres que no conocen el amor, que no
conocen la amistad y que nunca van de vacaciones...!?».
Un santo es santo los siete días de la semana. No le está permitido divertirse
como un ser humano ni siquiera un día, aunque solo sea el domingo. No, permanece
rígido y su rigidez sigue aumentando a medida que pasa el tiempo.
Comprendo la elección de Bertrand Russell de ir al infierno porque entiendo lo
que quiere decir. Está diciendo que en el infierno te encuentras a las personas
más divertidas del mundo: los poetas, los pintores, los espíritus rebeldes, los
científicos, la gente creativa, los bailarines, los actores, los cantantes o los
músicos. ¡El infierno debe de ser realmente un cielo porque el cielo no es más
que un infierno!
Las cosas han ido muy mal por una razón fundamental, y es que se ha reprimido la
energía de amor. La contribución de Gautama Buda es: «No reprimas tu energía de
amor. Refínala y usa la meditación para refinarla». Así, paralelamente, y a
medida que crece la meditación, esta va refinando tu energía de amor y la
convierte en compasión. Entonces, antes de que tu meditación alcance su punto
culminante y explote en una hermosa experiencia de iluminación, la compasión
estará muy cerca. Para la persona iluminada será posible dejar que su energía
fluya -y ahora tiene toda la energía del mundo- a través de las raíces de la
compasión hacia cualquier persona que esté lista para recibirla. Solamente este
tipo de personas se convierten en maestros.
Iluminarse es sencillo pero convertirse en un maestro es un fenómeno muy
complejo, porque es preciso que haya meditación y compasión. La meditación es
fácil, la compasión también es fácil; pero las dos juntas, creciendo
simultáneamente, es un asunto más complejo.
Las personas que se iluminan y no comparten su experiencia porque no sienten
compasión, no contribuyen a la evolución de la conciencia sobre la tierra. No
elevan el nivel de la comunidad. Solamente los maestros han sido capaces de
elevar la conciencia. No importa lo pequeña que sea tu conciencia, el mérito es
de los pocos maestros que, incluso después de la iluminación, han conseguido
seguir siendo compasivos.
No te va a resultar fácil comprenderlo... la iluminación es tan absorbente que
uno tiende a olvidarse del resto del mundo. Uno está tan absolutamente
satisfecho que no le queda espacio para pensar en los millones de personas que
están buscando la misma experiencia a tientas, a sabiendas o no, correcta o
incorrectamente. Pero es imposible olvidarse de esas personas cuando la
compasión sigue estando presente. De hecho, en ese momento tienes algo que dar,
algo que compartir. Compartir es una gran alegría. Por medio de la compasión has
llegado a saber, poco a poco, que cuanto más compartes más tienes. Si también
puedes compartir tu iluminación, esta tendrá mayor riqueza, mayor viveza, mayor
celebración y muchas otras dimensiones.
La iluminación puede ser unidimensional, como le ha ocurrido a mucha gente. Eso
les satisface y desaparecen en la fuente universal. Pero la iluminación puede
ser multidimensional, puede producir muchas flores en el mundo. Y estás en deuda
con el mundo porque eres hijo de esta tierra.
Recuerdo una frase de Zaratustra: «No traiciones nunca a la tierra. Incluso en
tu mayor gloria, no te olvides de la tierra, porque es tu madre. Y no te olvides
de la gente. Pueden haberte entorpecido el camino, pueden haber sido tus
enemigos, pueden haber intentado destruirte de todas las maneras; quizá ya te
hayan crucificado, apedreado o envenenado, pero no te olvides de ellos.
Cualquier cosa que te hayan hecho, lo han hecho de forma inconsciente. Si no les
perdonas, ¿quién les va a perdonar? Y tu perdón te enriquecerá inmensamente».
Ten cuidado de no estar a favor de nada que vaya contra la compasión. La
envidia, la competencia o el esfuerzo por dominar... todas esas cosas van contra
la compasión. Y te darás cuenta inmediatamente porque tu compasión empezará a
tambalearse. En cuanto sientas que tu compasión titubea, debes de estar haciendo
algo que va contra ella. Puedes envenenar tu compasión con cosas estúpidas que
solamente te provocan ansiedad, angustia, lucha y el desgaste absoluto de una
vida enormemente valiosa.
Te voy a contar una bella historia:
Juan llegó a casa una hora antes que de costumbre y se encontró a su mujer
desnuda en la cama. Cuando le preguntó por qué, ella le explicó. 'Estoy
protestando porque no tengo ropa bonita para ponerme'.
Juan abrió el armario. 'Eso es ridículo -dijo-, mira aquí dentro. Tienes un
vestido amarillo, un vestido rojo, un vestido estampado, un traje de chaqueta y
pantalón, un... ¡Hola, Paco! -y siguió diciendo-, un vestido verde...'
¡Eso es compasión! Compasión hacia su mujer y compasión hacia Paco. No hay celos
ni pelea, simplemente: '¡Hola, Paco! ¿Qué tal?', y sigue con lo suyo. Ni
siquiera le pregunta: '¿Qué estás haciendo en mi armario?'.
La compasión es muy comprensiva. Es la comprensión más refinada que puede tener
el ser humano.
A un hombre compasivo no deberían importunarle los pequeños detalles de la vida
que suceden continuamente. Solo así, de forma indirecta, estás ayudando a que
tus energías compasivas se acumulen, se cristalicen, se fortalezcan y sigan
aumentando con tu meditación. Así cuando llegue el momento dichoso, cuando estés
lleno de luz, al menos tendrás un compañero, la compasión. A partir de ahí
tendrás un nuevo estilo de vida... porque ahora es tanto lo que tienes que
puedes bendecir al mundo entero.
Aunque Gautama Buda siempre insistió en no hacerla, finalmente tuvo que hacer
una división o una clasificación de sus discípulos. A una categoría le da el
nombre de arhatas: son los iluminados, pero sin compasión. Han empleado toda su
energía en la meditación pero no han escuchado lo que Buda había dicho acerca de
la compasión. A los otros los llama bodhisattvas: son los que han escuchado su
mensaje sobre la compasión. Están iluminados con compasión, de forma que no
tienen prisa por llegar a la otra orilla; quieren quedarse en esta orilla
pasando todo tipo de dificultades para ayudar a la gente. Su barco ya ha
llegado, quizá el capitán esté diciendo: 'No pierdas el tiempo, ha llegado la
llamada de la otra orilla que has estado buscando toda tu vida'. Pero convencen
al capitán para que espere un poco y poder así compartir su alegría, su
sabiduría, su luz y su amor con todas las personas que están buscando lo mismo.
En su interior, esto se convertirá en un sentimiento de confianza: «Sí,
efectivamente hay otra orilla, y cuando estés listo vendrá el barco para
llevarte hasta allí. Hay una orilla de inmortales, una orilla donde no existe la
desdicha, y donde la vida es simplemente una canción y una danza del momento.
Pero, antes de dejar el mundo déjame darle a estas personas algo para que al
menos lo puedan saborear».
Los maestros han intentado aferrarse a algo de todas las formas posibles para no
ser arrastrados hasta la otra orilla. Según Buda, lo mejor es la compasión,
porque la compasión, si se analiza en profundidad, también es un deseo. La idea
de ayudar a los demás también es un deseo, siempre que tengas ese deseo no
podrás ser transportado a la otra orilla. Es un hilo muy fino que te mantiene
unido al mundo. Todo se rompe, todas las cadenas... excepto un fino hilo de
amor. Pero Buda hacía énfasis en aferrarse en todo lo posible a ese fino hilo,
ayudar a toda la gente que sea posible. Es la única forma de elevar la
conciencia del mundo que te ha dado la vida, que te ha dado la oportunidad de
iluminarte.
Ahora es el momento de devolverle algo, aunque no puedas devolver todo lo que la
vida te ha dado; de dar algo en agradecimiento, aunque solo sean dos flores.
LA MEDITACIÓN ES LA FLOR Y LA COMPASIÓN ES SU FRAGANCIA
La meditación es la flor y la compasión es su fragancia.
Ocurre exactamente así. La flor florece y la fragancia se esparce por el viento
en todas las direcciones para ser transportada hasta los confines del mundo.
Pero lo más importante es el florecimiento de la flor.
El hombre también tiene un potencial de florecimiento. Hasta que el ser interno
del hombre florezca, no será posible la fragancia de la compasión. La compasión
no se puede practicar, no es una disciplina ni puedes dirigirla. Está más allá
de ti. Si meditas, un día, súbitamente te darás cuenta de un nuevo fenómeno,
algo absolutamente extraño que sale de tu ser, es la compasión que fluye hacia
toda la existencia. Va hasta los mismos confines de la existencia sin
encaminarla, sin dirigirla.
Sin la meditación, la energía sigue siendo pasión; con la meditación, la misma
energía se convierte en compasión. La pasión y la compasión no son dos energías,
sino una y la misma. Cuando esa energía pasa a través de la meditación se
transforma, se transfigura y adquiere una cualidad diferente. La pasión se
dirige hacia abajo, la compasión se dirige hacia arriba; la pasión se mueve a
través del deseo, la compasión se mueve a través de la ausencia de deseos; la
pasión es un entretenimiento para que olvides la desdicha en la que vives, la
compasión es una celebración y una danza de realización, de satisfacción...
estás tan satisfecho que puedes compartir. Ahora ya no queda nada; has alcanzado
el destino que llevabas dentro de ti como un potencial o un brote sin florecer
desde hace milenios. Ahora ha florecido y está bailando. Lo has conseguido,
estás satisfecho y ya no tienes que conseguir nada más, no tienes que ir a
ninguna parte, no tienes que hacer nada.
¿Y qué sucederá ahora con la energía? Empezarás a compartir. La misma energía
que se movía por las capas oscuras de la pasión ahora se dirige hacia arriba con
rayos luminosos; no está contaminada por ningún deseo ni por ningún
condicionamiento. No está corrompida por ninguna motivación, por eso la llamo
fragancia. La flor es limitada, pero la fragancia no. La flor tiene
limitaciones, porque en alguna parte está enraizada en las ataduras, pero la
fragancia no tiene ataduras. Simplemente se mueve, va por el viento; no tiene
amarres en la tierra.
La meditación es una flor, tiene raíces y existe dentro de ti. La compasión,
cuando sucede, no está arraigada sino que se va moviendo. Buda desapareció pero
su compasión no. La flor tarde o temprano morirá -es parte de la tierra y el
polvo vuelve a ser polvo- pero la fragancia que ha liberado se quedará para
siempre jamás. Buda ha desaparecido y Jesús ha desaparecido, pero su fragancia
no. Su compasión sigue estando, y cualquiera que esté receptivo a su compasión
sentirá su impacto inmediatamente, le afectará y le iniciará en un nuevo viaje,
una nueva peregrinación.
La compasión no se limita a la flor; aunque proviene de la flor, no es la flor.
Llega a través de la flor, pero la flor solamente es un canal; en realidad,
viene del más allá. Sin la flor no puede existir -la flor es un estadio
necesario-, pero no pertenece a la flor. En cuanto la flor florece, libera su
fragancia.
Hay que comprender profundamente esta insistencia, este énfasis, porque puedes
empezar a practicar la compasión pero, si no lo comprendes, no se tratará de la
auténtica fragancia. Una compasión practicada es sencillamente la misma pasión
con otro nombre. Es el mismo deseo contaminado, la motivación corrompida y puede
ser muy peligrosa para los demás, porque en nombre de la compasión puedes
destruir, en nombre de la compasión puedes crear ataduras. No se trata de
compasión y si la practicas estarás siendo artificial y convencional; en el
fondo, un hipócrita.
Lo primero que debes recordar es que la compasión no se puede practicar. En esto
han fallado los seguidores de todos los grandes maestros religiosos. Buda
alcanzó la compasión a través de la meditación, y ahora los budistas continúan
practicando la compasión. Jesús alcanzó la compasión a través de la meditación y
ahora los católicos, los misioneros católicos, continúan practicando el amor, la
compasión, el servicio a la humanidad, pero su compasión ha demostrado ser muy
destructiva para el mundo. Su compasión solo ha originado guerras y ha destruido
a millones de personas que han acabado en profundas prisiones.
La compasión te libera y te da libertad, pero solo puede llegar a través de la
meditación, no hay otra forma. Buda dijo que la compasión es un resultado, una
consecuencia. No puedes lograr la consecuencia directamente, sino que debes
hacer algo; tienes que provocar la causa para que le siga el efecto. Si
realmente quieres entender qué es la compasión debes entender qué es la
meditación. Olvídate de la compasión, porque llega espontáneamente.
Intenta comprender qué es la meditación. La compasión puede convertirse en el
criterio que define si la meditación ha sido correcta o no. Si la meditación ha
sido correcta, tenderá a haber compasión; eso es lo natural, ya que la sigue
como si fuera su sombra. Si la meditación no ha sido correcta entonces no habrá
compasión. La compasión puede por tanto actuar como un criterio para saber si la
meditación ha sido realmente correcta o no. Y puede ser que la meditación esté
mal. Las personas tienen la idea equivocada de que todas las meditaciones son
correctas, pero no es así. Las meditaciones pueden estar mal. Por ejemplo, una
meditación que te conduce a una concentración profunda no es correcta, y no
acabará en compasión. En vez de ir abriéndote, te irás cerrando cada vez más. Si
vas reduciendo tu conciencia, concentrándote en algo y excluyendo al resto de la
existencia, si te centras solamente en una cosa, cada vez habrá más tensión
dentro de ti. De ahí la palabra «atención». Significa 'entensión'.
Concentración, el mismo sonido de la palabra ya crea una sensación de tensión.