CAPITULO
4.
VUELVE
A
LAS
RAÍCES
LA
NATURALEZA
DE
LA
CONSCIENCIA
consiste
en
ser
solamente
un
espejo.
El
espejo
no
tiene
elecciones
propias.
Refleja
lo
que
aparece
delante
de
él,
sea
bueno
o
malo,
hermoso
o
feo;
sea
lo
que
sea.
El
espejo
no
tiene
preferencias,
no
juzga
y
no
condena.
La
naturaleza
de
la
consciencia,
en
su
origen,
es
exactamente
igual
que
un
espejo.
Cuando
un
niño
acaba
de
nacer
refleja
lo
que
aparece
ante
él.
No
dice
nada,
no
interpreta.
En
el
momento
en
que
entra
la
interpretación,
el
espejo
pierde
la
propiedad
de
reflejar.
Entonces
ya
no
es
puro.
Entonces
está
lleno
de
opiniones,
trastornado,
dividido,
fragmentado.
Se
ha
vuelto
esquizofrénico.
Cuando
la
consciencia
se
divide
y
deja
de
reflejar,
se
convierte
en
la
mente.
La
mente
es
un
espejo
roto.
La
mente,
en
su
raíz,
es
consciencia.
Si
dejas
de
discriminar,
si
dejas
de
hacer
divisiones
dualistas
(eligiendo
esto
en
oposición
a
aquello,
gustándote
esto
y
disgustándote
aquello),
si
te
sales
de
esas
divisiones,
la
mente
se
convierte
de
nuevo
en
un
espejo,
en
pura
consciencia.
Así
que
todo
el
afán
de
un
buscador
consiste
en
cómo
abandonar
todas
las
opiniones,
las
filosofías,
las
preferencias,
los
juicios,
las
elecciones.
Y
esto
no
debería
convertirse
de
nuevo
en
otra
elección;
ese
es
el
problema.
Intenta
entender
el
problema
básico,
de
otra
forma
puedes
hacer
de
esto
una
elección.
«No
voy
a
elegir,
a
partir
de
ahora
ya
no
voy
a
elegir
más.
Ya
no
estoy
interesado
en
elegir,
a
partir
de
ahora
permaneceré
en
un
estado
de
consciencia
sin
elección.»
Y
de
nuevo
vuelves
a
estar
en
la
misma
situación;
has
vuelto
a
elegir.
Ahora
estás
en
contra
de
elegir
y
a
favor
de
no
elegir.
No
lo
has
comprendido.
No
se
puede
estar
a
favor
de
no
elegir,
porque
al
estar
a
favor,
de
nuevo
se
ha
convertido
en
una
elección.
Entonces
¿qué
hacer?
Sólo
se
necesita
entender,
no
hay
que
hacer
nada.
Lo
más
elevado
se
alcanza
a
través
del
entendimiento,
no
a
través
del
esfuerzo.
Ningún
esfuerzo
te
conducirá
hasta
ello,
porque
el
esfuerzo
siempre
es
parte
de
la
mente
dualista.
Entonces
rechazarás
el
mundo
y
elegirás
a
Dios;
entonces
rechazarás
las
ataduras
y
elegirás
la
libertad;
entonces
perseguirás
el
moksha,
la
liberación
suprema.
Pero
de
nuevo
habrá
entrado
la
mente,
y
la
mente
siempre
está
entrando.
No
puedes
hacer
nada;
simplemente
estar
atento
a
toda
la
situación.
Si
estás
atento,
la
mente
se
evapora
en
una
repentina
iluminación.
De
repente
eres
uno
con
esa
consciencia
que
es
como
un
espejo;
has
descendido
a
tu
base,
a
tus
raíces.
Y
cuando
has
descendido
profundamente
a
las
raíces,
toda
la
existencia
desciende
a
las
raíces.
La
existencia
se
muestra
ante
ti
de
la
forma
que
tú
seas.
Esta
es
una
de
las
leyes
fundamentales.
Todo
lo
que
ves
depende
de
cómo
lo
veas.
Si
eres
una
mente,
si
estás
dividido,
entonces
toda
la
vida
estará
dividida.
La
existencia
le
hace
eco
a
tu
ser.
Si
tienes
una
mente
dividida,
entonces
todo
el
mundo
aparecerá
dividido,
entonces
el
día
estará
en
contra
de
la
noche.
Y
no
es
así,
porque
el
día
se
convierte
en
la
noche,
y
la
noche
en
día;
ambos
forman
un
círculo
completo.
No
están
en
contra,
son
complementarios.
El
día
no
puede
existir
sin
la
noche,
y
la
noche
no
puede
existir
sin
el
día.
Así
que
no
pueden
ser
opuestos;
en
el
fondo
son
uno.
La
vida
y
la
muerte
aparecen
como
opuestos
porque
tú
estás
dividido.
De
otra
forma
la
vida
se
vuelve
muerte
y
la
muerte
se
vuelve
vida.
El
mismo
día
que
naces
has
empezado
a
morir.
Y
en
el
momento
en
que
mueres
aparece
una
nueva
vida.
Es
un
círculo;
el
círculo
chino
del
yin
y
el
yang.
Hay
que
recordar
este
círculo
una
y
otra
vez.
Es
uno
de
los
símbolos
más
básicos
que
jamás
se
hayan
descubierto.
Ningún
otro
símbolo
se
puede
comparar
con
él;
la
cruz,
la
esvástica,
el
Om;
no,
no
tienen
punto
de
comparación
con
el
símbolo
chino
del
yin
y
el
yang,
porque
el
yin
y
el
yang
incluyen
todos
los
opuestos
de
la
existencia:
la
oscura
noche
y
el
luminoso
día,
la
vida
y
la
muerte,
el
amor
y
el
odio.
Todos
los
opuestos
están
unidos
en
la
existencia.
Tú
estas
dividido
en
el
interior,
ellos
están
divididos
en
el
exterior.
Cuando
vuelves
a
tu
origen
y
te
haces
uno,
de
repente
toda
la
existencia
se
alinea
y
se
hace
una.
Cuando
eres
uno,
aparece
Brahma,
aparece
lo
supremo,
porque
al
uno
sólo
se
le
puede
aparecer
el
uno;
al
dos
el
dos,
a
lo
múltiple
lo
múltiple.
Y
tú
eres
muchos,
eres
una
multitud;
ni
tan
siquiera
eres
dos.
Llevas
muchos
seres
en
tu
interior.
Gurdjief
solía
decir
que
tú
eres
una
casa
en
la
que
nadie
conoce
al
dueño.
En
la
casa
vive
mucha
gente,
hay
muchos
invitados;
pero
como
nadie
sabe
quién
es
el
dueño,
todo
el
mundo
piensa
que
es
el
dueño.
Y
quien
sea
que
en
cada
momento
tome
el
poder
hace
el
papel
de
dueño.
Cuando
la
ira
asume
el
poder,
la
ira
se
convierte
en
el
anfitrión.
Cuando
el
amor
se
vuelve
poderoso,
el
amor
es
el
anfitrión.
Cuando
los
celos
toman
el
poder,
los
celos
se
adueñan
de
la
casa.
Pero
hay
una
lucha
constante,
porque
hay
muchos
invitados
y
todos
quieren
ser
el
anfitrión,
el
dueño
de
la
casa.
Y
el
dueño,
o
se
ha
ido
de
viaje
y
no
ha
regresado,
o
está
durmiendo.
Tu
ser
está
profundamente
dormido.
De
ahí
la
insistencia
de
todos
los
Cristos,
los
Krishnas
y
los
Budas:
«¡Despierta».
Jesús
usa
constantemente
la
palabra
«despierta»:
«Despierta,
observa,
estate
atento».
Buda
repite
constantemente:
«Hazte
más
consciente».
Ambas
cosas
significan
lo
mismo:
que
si
te
vuelves
consciente,
el
dueño
aparece.
Y
en
el
momento
(y
esto
es
lo
bonito)
en
que
el
dueño
aparece,
los
invitados
desaparecen.
En
el
momento
en
que
llega
el
amo,
los
sirvientes
se
ponen
en
fila
y
reconocen
su
servidumbre.
No
pretenden
ser
lo
que
no
son.
Así
que
la
verdadera
cuestión
no
es
luchar
contra
la
ira,
los
celos
o
el
odio.
La
verdadera
cuestión
es
traer
al
dueño,
despertarle.
Una
vez
que
está
consciente,
cada
cosa
se
pone
en
su
lugar.
Pero
esta
consciencia
sólo
es
posible
si
regresas
al
origen.
La
mente
está
destinada
a
permanecer
dividida,
no
puede
volverse
una;
la
propia
naturaleza
de
la
mente
es
así.
Intenta
entender
la
naturaleza
de
la
mente,
y
entonces
estos
sutras
de
Sosan
se
volverán
claros,
transparentes.
LA
NATURALEZA
DE
LA
MENTE
es
mirar
a
las
cosas
de
tal
manera
que
siempre
van
con
su
opuesto.
Sin
el
opuesto
la
mente
no
entiende.
Si
digo:
«¿Qué
es
la
luz?»,
¿cómo
lo
entenderá
la
mente?
Inmediatamente
traerá
la
oscuridad.
Si
vas
al
diccionario
(el
diccionario
es
un
círculo
vicioso)
y
buscas
la
palabra
luz,
te
dirá:
lo
contrario
a
la
oscuridad.
Para
definir
la
luz,
hay
que
introducir
la
oscuridad.
¡Qué
tontería!
Y
cuando
vas
a
buscar
la
definición
de
la
oscuridad,
te
sorprenderás;
entonces
hay
que
traer
la
luz.
¿Qué
es
la
oscuridad?;
y
entonces
dice:
aquello
que
no
es
luz.
Ninguna
de
ellas
ha
quedado
definida,
porque
ambas
son
indefinibles.
¿Y
partiendo
de
algo
indefinible
cómo
vas
a
definir
eso
otro
que
aún
está
sin
definir?
Todo
este
juego
del
diccionario
consiste
en
no
mirar
al
conjunto.
Si
le
preguntas
a
los
lingüistas:
«¿Qué
es
la
mente?»,
dirán:
«Aquello
que
no
es
materia».
Y
si
preguntas:
«¿Qué
es
la
materia?»,
dirán:
«Aquello
que
no
es
mente».
Nada
queda
definido.
¿Cómo
puede
un
término
sin
definir
definir
algo?
Si
te
pregunto
dónde
vives,
y
me
contestas:
«Soy
vecino
de
A».
Y
si
te
pregunto
dónde
vive
este
A,
y
me
contestas:
«Es
mi
vecino».
¿Cómo
voy
a
saber
dónde
vives?
Porque
ni
se
define
A
ni
se
te
define
a
ti;
A
vive
cerca
de
B
y
B
cerca
de
A.
Pero
así
es
como
van
las
cosas.
La
mente
no
puede
entender
nada
a
no
ser
que
traiga
al
opuesto,
porque
la
mente
sólo
es
capaz
de
ver
a
través
del
contraste.
La
vida
no
se
puede
entender
si
no
hay
muerte,
es
imposible
sentir
la
felicidad
si
no
existe
la
infelicidad.
¿Cómo
vas
a
saber
lo
que
es
la
salud
si
nunca
has
conocido
la
enfermedad?
Puede
que
estés
sano
pero
no
te
darás
cuenta.
Se
puede
tener
salud
sin
haber
conocido
la
enfermedad,
pero
la
mente
no
puede
detectarla,
la
mente
no
puede
conocerla.
Para
conocerla
tienes
que
enfermarte.
Para
la
mente,
para
ser
santo
antes
tienes
que
haber
sido
pecador,
para
tener
salud
antes
tienes
que
haber
estado
enfermo,
y
para
amar
antes
tienes
que
odiar.
Si
amas
y
en
tu
amor
no
hay
odio,
no
te
será
posible
darte
cuenta.
Tu
mente
no
podrá
detectarlo
de
ninguna
manera.
Y
además
nadie
podrá
saberlo.
Este
es
el
problema
con
un
buda
o
un
«Jesús».
Buda
está
lleno
de
amor,
pero
no
podemos
detectar
su
amor;
en
su
amor
no
hay
ningún
fondo
que
le
haga
de
contraste,
ningún
odio.
Nunca
hemos
visto
odio
o
ira
en
sus
ojos.
¿Cómo
podemos
saber
que
ama?
Su
amor
nos
parece
incomprensible.
Para
la
mente
cualquier
cosa
es
comprensible
si
trae
consigo
su
opuesto.
Pero
en
el
momento
en
que
traes
el
opuesto
falsificas
la
existencia,
porque
en
la
existencia
no
existe
tal
cosa
como
«el
opuesto».
La
mente
se
mueve
a
través
de
los
opuestos,
y
la
existencia
es
unitaria.
La
existencia
es
advaita,
la
existencia
es
no-dual;
no
tiene
ningún
problema.
¿Dónde
está
la
línea
divisoria?,
¿dónde
acaba
el
día,
cuando
deja
de
ser
y
comienza
la
noche?
¿Hay
algún
espacio
entre
ambos?
Sólo
si
así
fuera
sería
posible
trazar
una
línea
divisoria.
¡Pero
no
es
así!
El
día
simplemente
se
funde
en
la
noche,
y
de
nuevo
la
noche
se
funde
en
el
día.
La
vida
es
una,
la
existencia
es
una;
la
mente
es
dualista.
Así
que
si
continúas
eligiendo,
nunca
llegarás
al
origen.
Entonces
te
aferrarás
a
la
vida
y
tendrás
miedo
a
la
muerte.
Te
aferrarás
al
amor
y
tendrás
miedo
al
odio.
Te
aferrarás
a
lo
bueno
y
tendrás
miedo
a
lo
malo.
Te
aferrarás
a
Dios
y
tendrás
miedo
al
Diablo.
La
vida
es
una.
Dios
y
el
Diablo
son
uno.
No
hay
una
línea
divisoria
en
la
que
Dios
acabe
y
comience
el
Diablo;
no
puede
haberla.
En
la
vida,
Ram
y
Ravan
son
uno,
pero
para
la
mente
son
enemigos,
luchan
entre
sí.
Para
la
mente
todo
es
un
conflicto,
una
guerra.
Si
eliges,
entonces
eres
parte
del
juego.
Y
todo
el
arte
de
la
religión
consiste
en
cómo
no
elegir,
cómo
entrar
en
ese
estado
en
el
que
no
hay
elección.
Pero
recuerda,
¡tampoco
elijas
no
elegir!
O,
si
no,
al
escucharme
a
mí,
a
Sosan
o
a
Krishnamurti
caerás
bajo
el
encanto
de
las
palabras
«no
elegir».
Tu
mente
dirá:
«Eso
está
muy
bien.
Así
es
posible
el
éxtasis,
si
dejo
de
elegir
vendrá
mucha
felicidad.
Entonces
se
me
abrirán
las
puertas
de
los
misterios
de
la
vida».
La
mente
siente
codicia.
La
mente
dice:
«Esta
bien,
así
que
elegiré
ese
estado
de
no-elección».
Y
así,
la
puerta
se
cierra,
sólo
cambia
la
etiqueta,
pero
vuelves
a
caer
en
la
misma
trampa.
Ahora
trata
de
entender
estos
sutras.
Son
unos
de
los
mejores
sutras
que
jamás
se
hayan
escrito
en
toda
la
historia.
Volver
a
las
raíces
es
encontrar
el
significado,
pero
perseguir
apariencias
es
alejarse
del
origen.
Volver
a
las
raíces
es
encontrar
el
significado...
¿CUÁL
ES
EL
PROPÓSITO
de
todo
este
juego
de
la
existencia?
¿Cuál
es
el
significado
de
todos
esos
árboles
creciendo,
de
los
seres
humanos,
de
los
animales?
¿Cuál
es
el
significado
de
esta
tierra
y
este
cielo?
¿Cuál
es
el
significado
de
todo
esto?
¿Dónde
está
el
significado?
Para
la
mente,
el
significado
debe
de
estar
al
final;
el
significado
debe
de
estar
en
el
lugar
hacia
donde
se
mueve
esta
existencia,
en
su
destino.
Para
la
mente
el
significado
debe
de
estar
en
alguna
parte
de
su
destino:
en
el
lugar
adonde
vamos.
Y
este
sutra
de
Sosan
dice:
Volver
a
las
raíces
es
encontrar
el
significado...,
no
en
el
futuro,
no
en
el
deseo
y
el
lugar
de
destino,
no
en
algún
otro
lugar,
sino
en
sus
raíces.
No
en
el
final
sino
en
el
principio.
Trata
de
entender.
Hay
muchas
cosas
que
entender.
Primero,
si
existe
algún
significado
debe
de
estar
en
la
semilla.
Quizá
oculto,
quizá
no
sea
visible,
pero
debe
de
estar
en
la
semilla,
porque
no
puede
surgir
nada
que
no
esté
en
la
semilla.
Nada
puede
surgir
del
vacío.
Incluso
si
existe
un
destino,
debe
de
estar
oculto
en
la
semilla,
como
la
flor
está
oculta
en
la
semilla;
la
flor
es
el
significado
del
árbol.
El
éxtasis
radica
en
su
florecimiento,
cuando
florece
canta
y
baila.
Se
ha
realizado,
está
contento,
feliz,
ya
no
le
falta
nada.
La
flor
es
su
deleite,
es
la
danza
del
árbol
expresando:
«¡Me
he
realizado».
Pero
esas
flores
ya
tenían
que
existir
en
sus
semillas;
si
no
¿cómo
iban
a
surgir?
El
final
tiene
que
estar
en
el
principio;
el
omega
tiene
que
estar
oculto
en
el
alfa.
Jesús
dice:
«Yo
soy
el
principio
y
el
fin.
Soy
el
alfa
y
el
omega».
El
principio
es
el
fin,
porque
puede
que
el
fin
no
esté
patente
en
este
momento,
pero
tiene
que
estar
aquí.
Y
si
está
en
la
semilla,
no
necesitas
esperar
a
que
llegue
el
futuro
para
que
florezca
la
flor.
Puedes
entrar
en
el
principio
ahora
mismo,
porque
está
aquí.
La
semilla,
recuerda,
no
está
en
el
pasado.
La
semilla
siempre
está
aquí
y
ahora,
en
el
presente,
porque
todo
el
pasado
está
en
el
presente.
Y
por
supuesto,
también
está
todo
el
futuro,
pero
el
futuro
no
ha
ocurrido,
mientras
que
el
pasado
ya
ha
ocurrido,
el
principio
ya
ha
ocurrido.
Penetra
en
el
principio,
ve
a
las
raíces,
al
origen,
y
el
significado
te
será
revelado.
Y
ahora
llevas
en
tu
interior
la
semilla;
la
semilla
de
todo
significado,
de
toda
posibilidad,
de
todas
las
puertas
que
pueden
abrirse
y
de
todos
los
misterios
que
pueden
ocurrir.
¡Llevas
la
semilla
en
ti!
Pero
si
esperas
al
futuro
puede
que
nunca
jamás
ocurra,
porque
el
futuro
es
infinito
y
esperar
será
perder
vida,
tiempo
y
energía.
Y
si
esperar
se
convierte
en
un
hábito,
puede
que
la
flor
florezca
y
tú
no
la
veas.
Al
haberte
acostumbrado
a
mirar
al
futuro,
tus
ojos
se
han
quedado
fijos.
No
pueden
ver
lo
cercano,
siempre
estarán
mirando
a
la
lejanía.
Si
durante
muchas
vidas
has
estado
mirando
hacia
el
futuro
para
encontrar
el
significado,
cuando
la
flor
florezca,
no
serás
capaz
de
verla;
porque
el
ver
no
depende
de
la
flor,
el
ver
depende
de
la
capacidad
de
penetración
de
tus
ojos.
Y
tus
ojos
no
son
tan
penetrantes,
si
lo
fueran
verías
que
el
principio
está
siempre
ahí,
que
la
semilla
está
siempre
ahí.
Podrías
haberlo
visto
en
ella.
Si
miras
hacia
el
futuro
y
esperas
a
que,
en
algún
lugar,
se
revele
el
significado,
entonces
tarde
o
temprano
sentirás
que
la
vida
no
tiene
significado.
Eso
es
lo
que
está
ocurriendo
en
Occidente,
porque
la
filosofía
ha
estado
pensando
siempre
que
el
destino
estaba
en
algún
lugar
del
futuro.
Parece
absurdo
pensar
que
el
destino
está
en
el
principio.
Parece
contradictorio,
porque
¿cómo
es
posible
que
el
destino
esté
en
el
principio?
Así
que
la
mente
dice
que
el
destino
tiene
que
estar
en
algún
lugar
hacia
adelante,
porque
ella
vive
a
través
del
deseo,
se
mueve
a
través
del
deseo.
La
motivación
tiene
que
estar
en
algún
lugar
en
el
futuro.
Y
ahora,
que
durante
dos
mil
años
siempre
se
ha
estado
pensando
en
términos
de
futuro,
la
mente
occidental
piensa
que
no
existe
ningún
significado
porque
el
futuro
nunca
ha
llegado.
¡El
futuro
nunca
llega!
No
puede
llegar
debido
a
su
propia
naturaleza;
nunca
termina
de
llegar.
Siempre
está
llegando
pero
nunca
llega.
Es
como
el
mañana
que
nunca
llega.
Siempre
que
llega
es
hoy,
siempre
que
llega
siempre
es
el
presente.
El
futuro
nunca
llega,
no
puede
llegar.
Su
propia
naturaleza
es
igual
que
la
esperanza:
un
sueño,
una
ilusión.
Parece
como
si
viniera,
es
como
el
horizonte
que
nunca
se
alcanza.
Entonces,
esperando
y
esperando
sientes
que
nada
tiene
ningún
sentido.
Hoy
día
todo
el
pensamiento
occidental
siente
que
la
vida
no
tiene
ningún
significado,
que
es
absurda.
Y
si
sientes
que
la
vida
no
tiene
ningún
significado,
entonces
el
suicidio
es
la
única
salida.
Uno
de
los
más
grandes
pensadores
occidentales
de
este
siglo,
Marcel,
escribió
que
el
único
problema
es
el
suicidio.
Si
ves
que
la
vida
no
tiene
ningún
sentido
entonces
¿qué
queda?
Entonces
¿para
qué
seguir
arrastrándose?
¿Para
qué
vivir?
Si
no
tiene
ningún
significado
y
te
mueves
en
la
misma
rutina...:
levantarse
cada
día,
ir
al
trabajo,
ganar
algo
de
dinero,
dormir
por
la
noche,
soñar,
y
otra
vez
la
mañana...;
la
rueda
sigue
girando
y
no
llegas
a
ninguna
parte.
Al
final
está
la
muerte.
¿Así
que
para
qué
esperar?
¿Por
qué
no
suicidarse?
¿Por
qué
no
acabar
con
todo
este
sinsentido?
¿Por
qué
preocuparse
tanto
y
vivir
con
una
carga
tan
pesada
y
con
tanta
ansiedad
y
angustia
por
algo
que
no
tiene
sentido?
Es
una
conclusión
lógica.
Si
miras
hacia
el
futuro
llegas
a
la
conclusión
de
que
no
hay
ningún
significado.
Pero
si
realmente
quieres
encontrar
un
significado,
la
única
forma
es
mirando
en
el
interior
de
la
semilla;
la
semilla
está
aquí
y
ahora.
Pero
la
mente
prefiere
mirar
al
futuro.
Es
más
fácil.
Mirar
dentro
de
la
semilla
es
difícil.
Esta
es
la
única
sadhana,
este
es
el
único
esfuerzo
arduo:
mirar
en
el
interior
de
la
semilla.
Porque
si
quieres
indagar
en
la
semilla,
necesitarás
una
cualidad
de
visión
diferente.
Necesitarás
un
tercer
ojo,
porque
estos
ojos
ordinarios
sólo
pueden
ver
la
corteza.
Pero
no
puedes
ver
lo
invisible,
lo
que
está
oculto
en
su
interior,
lo
secreto;
estos
ojos
no
pueden
ver
tan
adentro.
Se
necesitan
otros
ojos,
con
otra
cualidad,
que
sean
capaces
de
penetrar
en
la
semilla
y
ver
ahora
lo
que
lleva
consigo.
Si
miras
hacia
afuera
no
podrás
penetrar
porque
tus
ojos
sólo
verán
cuerpos,
los
cuales
no
son
más
que
las
cáscaras
de
las
semillas.
Si
de
verdad
quieres
mirar
en
el
interior
de
la
semilla,
mira
hacia
adentro
porque
entonces
la
cáscara
ya
no
será
un
problema;
tú
también
eres
una
semilla
en
el
interior.
Perteneces
a
esta
existencia,
has
surgido
de
ella.
Esta
existencia
ha
puesto
su
sello
en
ti,
esta
existencia
está
tratando
de
cumplir
algún
destino
a
través
de
ti.
Mira
adentro,
porque
entonces
la
cáscara
dejará
de
ser
un
problema.
Y
ni
siquiera
necesitas
penetrar
esa
cáscara,
ya
estás
en
el
interior.
Esto
es
la
meditación:
mirar
en
el
interior
de
la
semilla,
dentro
de
uno
mismo.
Allí
el
significado
florece
inmediatamente.
Siempre
ha
estado
allí;
sólo
necesitaba
de
tu
atención.
Pero
lo
habías
descartado,
te
había
sido
indiferente.
Habías
estado
ocupado,
liado
con
otras
cosas;
has
estado
dándote
la
espalda
a
ti
mismo.
Y
el
significado
espera,
y
todo
el
propósito
de
la
vida
permanece
oculto,
y
toda
su
gracia
y
sus
bendiciones
sólo
esperan
y
esperan
a
que
te
des
la
vuelta.
La
palabra
cristiana
«conversión»
quiere
decir
volverse.
No
libere
decir
hacer
que
un
hindú
o
un
musulmán
se
vuelva
cristiano;
quiere
decir
dar
un
giro
consciente
hacia
el
interior.
Volver
a
las
raíces
es
encontrar
el
significado,
pero
perseguir
apariencias
es
alejarse
del
origen.
AFUERA
SÓLO
HAY
APARIENCIAS.
No
puedes
conocer
lo
que
hay
afuera,
porque
a
través
de
los
sentidos
sólo
puedes
tocar
la
apariencia.
Yo
no
puedo
verte.
Sólo
puedo
ver
tu
cuerpo;
ni
siquiera
el
cuerpo
entero,
tan
sólo
la
superficie,
sólo
se
puede
ver
la
superficie
de
la
piel.
Ni
siquiera
sé
si
estás
ahí
o
no.
Quizá
sólo
seas
un
autómata,
un
robot;
¿quién
sabe?
Un
robot
es
algo
factible;
más
aún
hoy
día;
ahora
se
puede
hacer
un
robot.
Y
ni
siquiera
ante
un
robot
puedes
juzgar
por
el
exterior,
porque
puede
que
hasta
pestañee,
incluso
te
responderá;
cuando
le
saludes
y
le
digas:
«¡Hola!»,
te
contestará:
«¡Hola!»,
¿cómo
estás?
¿Cómo
podrás
saber
que
no
es
un
robot?
En
la
superficie
será
como
cualquier
otro
hombre,
sin
ninguna
diferencia.
Camina
y
habla
inteligentemente;
a
veces
hasta
más
inteligentemente
que
tú
porque
su
programación
será
muy
completa.
Su
información
será
precisa;
sabrá
mucho,
sabrá
más
que
tú.
Dicen
que
hasta
un
pequeño
ordenador
puede
acumular
más
conocimientos
que
quinientos
científicos
en
quinientas
vidas.
Un
robot
puede
llevar
un
ordenador
en
el
interior
de
su
mente;
desde
luego
a
pilas.
Preguntas
y
responderá,
y
sus
respuestas
no
tendrán
tantos
fallos
como
las
tuyas.
Y
nunca
se
comportará
como
un
idiota,
siempre
actuará
inteligentemente.
¿Cómo
saber
quién
hay
adentro?
No
puedes
penetrar.
Sólo
puedes
moverte
alrededor,
acercarte.
Tocar
la
superficie.
Solamente
tú
puedes
entrar
en
ti
mismo.
Solamente
ahí
puedes
estar
seguro
de
la
consciencia;
en
ningún
otro
lugar.
Este
mundo
entero
puede
ser
sólo
un
sueño.
¿Quién
sabe?
Puede
que
yo
esté
soñando
que
estáis
ahí
sentados
y
que
os
estoy
hablando.
Puede
que
vosotros
estéis
soñando
que
estáis
ahí
sentados
escuchándome.
¿Tenéis
algún
criterio
con
el
que
probar
que
esto
no
es
un
sueño?
No
hay
manera.
Hasta
ahora
nadie
ha
sido
capaz
de
probar
que
esto
no
es
un
sueño,
porque
en
los
sueños
las
cosas
también
parecen
ser
reales;
aún
más
reales
que
cuando
estás
despierto,
porque
incluso
a
veces
dudas
si
tu
despertar
es
real
o
no.
Pero
en
un
sueño
nunca
hay
la
menor
duda;
en
un
sueño
uno
siempre
toma
las
cosas
como
si
fueran
reales.
Se
dice
de
Chuang
Tzu
que:
Una
mañana
comenzó
a
llorar.
Sus
discípulos
se
reunieron
y
le
preguntaron:
«Maestro,
¿qué
haces?
¿Qué
te
ha
pasado?».
Chuang
Tzu
dijo:
«Tengo
un
problema.
Esta
noche
he
soñado
que
me
convertía
en
una
mariposa».
Los
discípulos
dijeron:
«¿Pero
que
hay
de
malo
en
ello
para
que
llores
y
te
pongas
tan
triste?
¡Todo
el
mundo
sueña
muchas
cosas!
No
hay
nada
de
malo
en
que
en
un
sueño
te
conviertas
en
una
mariposa».
Chuang
Tzu
dijo:
«Ese
no
es
el
problema.
El
problema
es
que
ahora
estoy
preocupado
porque
me
ha
surgido
una
duda
y
no
sé
como
llegar
a
una
conclusión.
Por
la
noche
Chuang
Tzu
soñó
que
se
había
convertido
en
una
mariposa.
Y
ahora
me
ha
surgido
la
duda:
puede
que
la
mariposa
esté
soñando
que
se
ha
convertido
en
Chuang
Tzu».
¿Y
quién
va
a
decidirlo?
Y
¿cómo?
Si
un
Chuang
Tzu
puede
convertirse
en
una
mariposa
en
su
sueño,
entonces
¿por
qué
no
puede
estar
sucediendo
lo
contrario:
que
una
mariposa
posada
sobre
una
flor
pueda
estar
soñando
que
se
ha
convertido
en
un
buda?
La
cosa
es
sencilla.
Chuang
Tzu
ha
hecho
surgir
una
cuestión
hermosa
y
muy
básica:
¿Cómo
puedes
estar
seguro
de
que
el
mundo
exterior
no
es
un
sueño?
Ha
habido
muchas
filosofías
que
han
intentado
probar
que
el
mundo
entero
es
un
sueño.
Nadie
cree
en
esas
filosofías,
pero
tampoco
nadie
ha
sido
capaz
de
refutarlas.
Berkeley,
en
Occidente,
ha
probado
que
toda
la
existencia
es
un
sueño.
Nadie
le
cree,
ni
él
mismo
se
lo
cree,
porque
toda
su
vida
demuestra
que
no
cree
que
sea
un
sueño.
Si
le
insultas
se
enfada.
Si
le
tiras
una
piedra
trata
de
esquivarla.
Y
si
le
hieres
corre
al
médico
para
que
le
cure
la
herida.
Así
es
como
el
doctor
lohnson
trató
de
refutar
la
teoría
de
Berkeley:
Eran
amigos,
y
un
día
mientras
paseaban,
Berkeley
dijo:
«Ahora
ya
he
demostrado
que
toda
la
vida
es
un
sueño,
y
siento
que
nadie
me
lo
puede
refutar».
Y
es
verdad,
tenía
razón.
Hasta
ahora
nadie
ha
sido
capaz
de
refutarlo;
¡es
imposible
refutarlo!
¿Cómo
refutarlo?
El
doctor
Johnson
se
agachó,
cogió
una
piedra
y
se
la
tiró
a
un
pie.
Berkeley
gritó.
El
doctor
Johnson
dijo:
«Lo
ves,
esta
piedra
es
real».
Berkeley
se
río
y
dijo:
«Eso
no
niega
mi
filosofía,
porque
hasta
el
propio
grito
puede
ser
parte
de
un
sueño
que
tú
has
soñado.
Y
esta
sangre
que
brota
de
mi
pierna,
¿cómo
vas
a
probar
que
es
real
y
no
un
sueño?
Porque
también
en
sueños,
si
te
hieren
sangras.
También
en
los
sueños
muchas
veces
gritas.
También
en
los
sueños,
en
las
pesadillas,
sudas,
tiemblas
y
tu
corazón
late
de
prisa,
y
aunque
te
despiertes
tardarás
un
tiempo
en
recomponerte.
Sabes
que
el
sueño
se
ha
acabado,
que
te
has
despertado,
y
que
sólo
ha
sido
un
sueño,
pero
todavía
el
corazón
está
alterado,
el
sudor
te
cae
por
la
frente
y
el
miedo
aún
perdura.
Puede
que
todo
sea
un
sueño,
no
hay
forma
de
refutarlo.
Coloquialmente,
como
mucho,
podemos
decir
que
son
apariencias.
Pero
en
el
fondo
no
hay
forma
de
saberlo.
Hay
sólo
una
realidad
de
la
cual
puedes
estar
absolutamente
seguro,
y
esta
es
la
realidad
interior.
Puedes
ir
hacia
tu
interior.
Sólo
puedes
estar
seguro
de
ti
mismo,
de
nada
más.
Pero
una
vez
que
penetras
en
la
certeza
de
que
tú
eres...
Recuerda,
hasta
en
sueños
tú
eres.
Puede
que
te
hayas
convertido
en
una
mariposa,
pero
tú
eres.
Hasta
para
que
pueda
existir
un
sueño
por
lo
menos
tú
eres
necesario.
Todo
lo
demás
puede
ser
un
sueño
pero
tú
no,
porque
sin
ti
ni
siquiera
el
sueño
puede
existir.
Hasta
para
soñar
se
necesita
la
consciencia.
Puedes
demostrar
que
todo
es
un
sueño,
pero
no
puedes
demostrar
que
el
que
sueña
es
un
sueño,
porque
el
que
sueña
tiene
que
ser
real,
de
otra
forma
los
sueños
no
pueden
existir.
Sólo
una
cosa
es
absolutamente
cierta
y
esa
es
tu
realidad
interior.
Conversión
quiere
decir
ir
de
un
mundo
incierto,
el
mundo
de
las
apariencias,
al
mundo
de
la
realidad.
Y
una
vez
que
tienes
esta
certeza
interior
y
se
solidifica,
una
vez
que
sabes
que
eres,
entonces
desde
esta
certeza
la
visión
cambia,
y
la
cualidad
cambia.
Entonces
miras
el
mundo
exterior
y
se
abre
ante
ti
un
mundo
diferente;
este
mundo
es
Dios.
Cuando
estás
enraizado
en
una
realidad
auténtica,
absolutamente
cierta,
entonces
tu
mirada
tiene
una
cualidad
diferente:
entonces
hay
confianza.
Ahora
puedes
mirar...,
y
el
mundo
entero
cambia.
Entonces
ya
no
son
apariencias,
sino
la
realidad,
lo
auténticamente
real.
Y
¿qué
es
eso
auténticamente
real?
No
son
las
formas
externas.
Las
formas
cambian,
pero
lo
que
se
mueve
a
través
de
las
formas
es
inmutable.
Primero
fuiste
niño,
luego
joven,
y
ahora
te
has
hecho
viejo;
la
forma
ha
estado
cambiando
constantemente.
Tu
cuerpo
cambia
a
cada
momento,
la
forma
cambia;
pero
si
te
fijas,
en
tu
interior
siempre
has
sido
el
mismo.
Al
principio
eras
una
pequeña
célula,
un
átomo
en
el
vientre
de
tu
madre,
ni
siquiera
eras
visible
a
simple
vista;
después
fuiste
un
niño
pequeño;
luego
un
joven
lleno
de
sueños
y
deseos;
y
después,
frustrado
y
abatido,
un
fracaso;
un
viejo.
Pero
si
miras
en
tu
interior,
todo
ha
seguido
igual.
La
consciencia
nunca
cambia.
Si
miras
adentro
te
sorprenderás:
no
puedes
sentir
qué
edad
tienes,
porque
la
consciencia
no
tiene
edad.
Si
cierras
los
ojos
no
puedes
decir
si
tienes
veinte,
cuarenta
o
sesenta
años,
porque
la
edad
es
algo
que
pertenece
al
cuerpo,
a
la
corteza.
Tu
realidad
no
tiene
edad;
nunca
ha
nacido
y
nunca
morirá.
Una
vez
que
te
centras
en
esta
eternidad,
inmutable,
absolutamente
inmóvil,
entonces
tu
cualidad
cambia.
Entonces
puedes
ver,
entonces
te
conviertes
en
un
espejo.
En
ese
espejo
se
refleja
la
realidad.
Pero
antes
tienes
que
convertirte
en
un
espejo.
De
momento
estás
tan
agitado,
tan
inquieto,
que
no
puedes
reflejar
nada;
sólo
distorsionas.
La
mente
distorsiona
la
realidad,
y
la
consciencia
la
revela.
Volver
a
las
raíces
es
encontrar
el
significado,
pero
perseguir
apariencias
es
alejarse
del
origen.
Si
continúas
persiguiendo
apariencias
te
alejarás
del
origen,
porque
las
apariencias
pertenecen
al
exterior.
Unas
veces
persigues
riqueza,
otras
una
mujer
o
un
hombre,
otras
prestigio
y
poder...,
y
sigues
persiguiendo
apariencias.
Y
todo
ese
tiempo
te
alejas
de
ti
mismo,
todo
ese
tiempo
vives
en
un
sueño.
Si
te
alejas
del
origen
te
lo
pierdes
todo.
Puede
que
en
el
mundo
exterior
consigas
muchas
cosas
pero
al
final
descubrirás
que
no
has
conseguido
nada.
Te
has
perdido
al
que
lleva
consigo
todo
el
significado.
Puede
que
te
mueras
siendo
muy
rico,
pero
en
el
interior
morirás
pobre,
tan
pobre
como
un
mendigo.
Al
morir,
puede
que
hayas
conseguido
tener
mucho
poder,
puede
que
seas
el
Presidente
o
el
Primer
Ministro
de
un
país,
pero
en
el
fondo
sabrás
que
no
tienes
ningún
poder.
La
muerte
demostrará
que
tu
poder
era
sólo
una
apariencia;
tu
poder
es
impotente,
impotente
ante
la
muerte.
Sólo
aquello
que
transciende
la
muerte
es
poderoso;
todo
lo
demás
es
impotencia.
Puede
que
durante
algún
tiempo
te
lo
creas,
pero
la
muerte
te
mostrará
la
verdad.
Recuerda
siempre
que
la
muerte
llegará,
y
ella
es
el
criterio:
lo
que
la
muerte
desapruebe
será
desaprobado,
lo
que
la
muerte
apruebe
será
aprobado.
Lo
que
sea
que
pueda
transcender
la
muerte,
lo
que
sea
más
poderoso
que
la
muerte,
será
la
realidad.
Lo
real
no
puede
morir,
lo
irreal
muere
una
y
mil
veces.
En
el
momento
de
la
iluminación
interior
se
transcienden
las
apariencias
y
el
vacío.
SÓLO
CUANDO
LA
ILUMINACIÓN
INTERIOR
OCURRE,
cuando
estás
lleno
de
luz
interior...
La
luz
está
ahí
pero
tú
la
echas
fuera.
Se
mueve
con
tu
deseo.
El
deseo
es
el
foco,
y
la
luz
le
sigue.
Si
te
obsesionas
demasiado
con
la
riqueza,
todo
tu
ser
se
enfoca
en
ella;
entonces
sólo
ves
dinero
y
nada
más.
Si
te
cruzas
con
una
persona,
no
ves
a
la
persona,
sino
su
dinero.
Si
la
persona
es
pobre,
no
deja
ninguna
huella
en
tu
mente;
pero
si
es
rica,
sí.
Y
si
es
muy
rica
entonces
la
recuerdas,
la
guardas
en
la
memoria.
Si
quieres
conseguir
poder
y
te
encuentras
con
un
Hitler,
con
un
Stalin,
o
con
un
Mao,
entonces
te
encuentras
con
alguien,
pero
su
persona
es
algo
secundario.
El
poder...
Cuando
Nixon
ya
no
sea
el
Presidente
no
serás
capaz
de
verle;
puede
que
pase
a
tu
lado
pero
ya
no
será
nadie.
Ves
lo
que
deseas.
Tu
deseo
es
tu
visión,
tu
luz
siempre
se
enfoca
en
tu
deseo.
Cuando
esta
luz
se
gira,
se
invierte,
se
mueve
hacia
adentro,
es
la
iluminación.
Entonces
estás
lleno
de
luz.
Te
conviertes
en
una
casa
con
luz,
dentro
ya
no
estás
en
la
oscuridad.
En
el
momento
de
la
iluminación
interior
se
transcienden
las
apariencias
y
el
vacío.
Y
de
repente
vas
más
allá
de
las
apariencias
y
del
vacío.
Entonces
nada
es
sólo
la
apariencia
y
nada
está
vacío;
todo
está
lleno
de
lo
Divino.
Todo
está
lleno,
rebosante
de
divinidad;
cada
árbol,
cada
río,
cada
océano;
rebosante
de
divinidad.
Entonces
Dios
está
en
todas
partes.
Puedes
llamarlo
la
verdad,
o
lo
que
quieras,
pero
lo
real
está
en
todas
partes.
Cuando
tú
eres
real,
el
mundo
es
real;
cuando
estás
viviendo
en
deseos
irreales
creas
un
mundo
de
apariencias.
Tu
mundo
es
lo
que
tú
eres.
Y
hay
tantos
mundos
como
personas,
porque
toda
la
gente
vive
en
su
propio
mundo,
toda
la
gente
crea
su
propio
mundo
a
su
alrededor.
Esa
es
tu
proyección,
tu
creación.
A
los
cambios
que
parecen
ocurrir
en
el
mundo
vacío
los
llamamos
reales
solamente
debido
a
nuestra
ignorancia.
TÚ
DICES
QUE
ALGUIEN
ES
VIEJO;
mantienes
que
la
vejez
es
algo
real
porque
no
sabes
lo
que
es
real.
Por
otra
parte
nadie
es
joven
y
nadie
es
viejo
y
nadie
es
niño.
El
interior
no
tiene
edad,
sólo
cambia
la
forma
exterior.
Si
mis
vestidos
fueran
viejos,
¿acaso
dirías
que
yo
soy
viejo
porque
mis
vestidos
estén
viejos?
Y
si
mis
vestidos
son
nuevos,
recién
salidos
de
la
sastrería,
¿acaso
dirías
que
yo
soy
joven
porque
mis
vestidos
sean
nuevos?
El
cuerpo
no
es
más
que
un
vestido.
¿Se
puede
decir
que
alguien
sea
viejo,
joven
o
niño
basándose
en
el
cuerpo?
¿Por
la
forma,
que
está
cambiando
constantemente?
Los
que
han
llegado
a
saber
dicen
que
la
realidad
es
inmutable,
que
no
cambia.
Lo
que
va
cambiando
son
los
vestidos.
Justo
antes
de
la
muerte
de
Ramakrishna,
cuando
el
médico
dijo:
«Ya
no
puede
seguir
viviendo»,
su
esposa,
Sharda,
empezó
a
llorar.
Y
estas
son
las
últimas
palabras
de
Ramakrishna:
«No
llores,
porque
yo
no
voy
a
morir.
Lo
que
el
médico
dice
sólo
tiene
que
ver
con
las
ropas».
Ramakrishna,
que
murió
de
cáncer,
dijo:
«En
lo
que
a
mí
concierne
no
tengo
ningún
cáncer.
El
cáncer
es
algo
que
concierne
a
las
ropas.
Así
que
acuérdate,
cuando
el
médico
diga
que
yo
he
muerto
no
le
creas,
créeme
a
mí;
estaré
vivo».
Y
Sharda
fue
la
única
viuda
en
la
India,
en
toda
la
historia
de
la
India,
que
nunca
enviudó;
porque
las
viudas
hindúes,
cuando
sus
maridos
mueren,
tienen
que
cambiar
su
estilo
de
vida.
No
pueden
usar
ropas
de
color,
porque
el
color
se
ha
ido
de
sus
vidas.
No
pueden
usar
ornamentos,
porque
¿para
quién?
Pero
Sharda
continuó
igual
que
cuando
Ramakrishna
vivía.
Y
la
gente
pensó
que
se
había
vuelto
loca,
venían
y
le
decían:
«Sharda
deja
ya
tus
ornamentos,
en
especial
las
pulseras.
¡Rómpelas!
Eres
una
viuda».
Y
ella
se
reía
y
decía:
«¿A
quién
voy
a
creer,
a
vosotros
o
a
Ramakrishna?
Porque
él
me
dijo:
"Sólo
las
ropas
morirán,
no
yo".
Y
yo
estaba
casada
con
él
no
con
sus
ropas.
Así
que,
¿a
quién
debería
escuchar,
a
vosotros
o
a
Ramakrishna?».
Ella
le
hizo
caso
a
Ramakrishna
y
siguió
como
una
mujer
casada
hasta
el
final.
Y
vivió
en
éxtasis,
porque
al
escucharle
se
transformó.
Se
dio
cuenta
de
un
hecho:
que
el
cuerpo
no
es
lo
real.
Ella
continuó
viviendo
de
la
misma
manera
que
había
vivido
hasta
entonces.
Parecerá
una
locura
porque,
en
este
mundo
de
locos
donde
se
cree
que
las
ropas
son
lo
real,
a
alguien
que
se
comporta
de
una
forma
que
contradiga
esto
se
le
toma
por
loco.
Ella
hacía
la
cama
cada
día,
y
por
la
noche
iba
a
la
habitación
de
Ramakrishna
y
decía:
«Paramhansdev,
venga,
es
la
hora
de
acostarse»;
aunque
allí
no
había
nadie.
Y
preparaba
la
comida,
cantando,
tan
feliz
como
siempre.
Llamaba
entonces
a
Ramakrishna:
«Ven,
Paramhansdev,
la
comida
está
lista».
Ella
debe
de
haberse
dado
cuenta
de
algo.
Y
esto
no
ocurrió
sólo
un
día,
sino
que
duró
durante
años.
Este
simple
mensaje
de
Ramakrishna
(«sólo
las
ropas
morirán,
no
yo»)
la
transformó
en
una
mujer
santa.
Ella
se
convirtió,
por
sí
misma,
en
una
persona
iluminada.
A
los
cambios
que
parecen
ocurrir
en
el
mundo
vacío
los
llamamos
reales
solamente
debido
a
nuestra
ignorancia.
No
busques
la
verdad;
tan
sólo
deja
de
mantener
opiniones.
Este
es
un
mantra
beeja;
un
mensaje
profundísimo:
No
busques
la
verdad;
tan
sólo
deja
de
mantener
opiniones.
¿CÓMO
PUEDES
TÚ
BUSCAR
LA
VERDAD?
¡Tú
eres
irreal!
¿Cómo
vas
a
buscar
lo
Divino?
¿Cómo
vas
a
buscar
la
verdad?
¿Cómo
vas
a
buscar?
¿Qué
vas
a
hacer?
Como
mucho,
tu
mente
proyectará
una
ilusión.
Como
mucho,
proyectarás
una
verdad.
Te
imaginarás
una
verdad,
soñarás
una
verdad.
Por
eso
los
hindúes
ven
a,
Krishna
cuando
alcanzan
lo
Divino
y
los
cristianos
ven
a
Jesús
cuando
llegan
a
la
verdad.
Pero
la
verdad
no
es
ni
hindú
ni
cristiana,
la
verdad
no
es
ni
Krishna
ni
Cristo.
¡Esas
son
formas,
ropajes!
Y
si
lo
que
te
llega
todavía
siguen
siendo
vestidos,
eso
muestra
que
estás
lleno
de
opiniones
(cristianas,
hindúes)
y
las
proyectas.
Sosan
dice:
No
busques
la
verdad...
No
puedes
buscarla.
¿Cómo
vas
a
buscarla?
Toda
búsqueda
es
de
la
mente,
todas
las
Búsquedas
surgen
de
la
mente.
La
consciencia
nunca
busca,
nunca
persigue
nada;
la
consciencia
simplemente
es.
Es
ser,
no
es
un
deseo.
La
búsqueda
es
un
deseo.
Has
buscado
la
riqueza
en
el
mundo,
el
poder
y
el
prestigio,
y
has
fracasado.
Ahora
buscas
a
Dios
y
la
verdad,
pero
tú
eres
el
mismo.
Nada
ha
cambiado,
sólo
las
palabras.
Antes
era
«poder»,
ahora
es
«Dios»;
pero
eres
el
mismo
buscador.
La
verdad
no
se
puede
buscar.
Por
el
contrario
cuando
toda
búsqueda
cesa,
es
cuando
la
verdad
llama
a
tu
puerta;
cuando
el
buscar
ya
no
existe,
la
verdad
te
llega.
Cuando
dejas
todos
los
deseos,
cuando
ya
no
tienes
ningún
motivo
para
ir
a
ninguna
parte,
de
repente
descubres
que
estás
iluminado.
De
pronto
encuentras
que
tú
mismo
eres
el
templo
que
buscabas.
De
repente
llegas
a
darte
cuenta
de
que
tú
eres
Krishna,
de
que
tú
eres
Jesús.
No
te
llega
ninguna
visión;
eres
el
origen
de
todo,
eres
la
propia
realidad.
No
busques
la
verdad;
tan
sólo
deja
de
mantener
opiniones.
No
mantengas
opiniones
(ya
sean
cristianas,
hindúes,
mahometanas
o
jainitas),
no
las
mantengas.
No
lleves
contigo
ninguna
escritura,
si
no
podrás
llegar
a
ser
un
hombre
con
conocimientos
pero
nunca
un
hombre
sabio.
Podrás
llenarte
de
conocimientos
e
información,
pero
todo
será
prestado
y
estará
muerto.
La
opinión
no
es
la
verdad,
no
puede
ser.
La
opinión
es
de
la
mente,
y
la
verdad
no
viene
de
la
mente;
la
verdad
ocurre
cuando
ya
no
hay
mente.
La
opinión
es
lo
conocido
y
la
verdad
es
lo
desconocido.
Cuando
cesa
lo
conocido,
lo
desconocido
llega
a
ti.
Cuando
no
te
envuelve
lo
conocido,
lo
desconocido
está
ahí.
Con
la
mente
no
puedes
alcanzar
la
verdad.
Esto
es
lo
único
a
lo
que
hay
que
renunciar:
la
mente,
la
opinión,
el
ser
cristiano,
el
ser
hindú,
el
Gita,
la
Biblia,
el
Corán.
No
puedes
cargar
con
ningún
conocimiento,
porque
el
conocimiento
pertenece
a
la
mente,
no
a
la
consciencia.
Observa
la
diferencia.
Te
he
dicho
que
la
consciencia
es
como
un
espejo:
lo
que
sea
que
se
ponga
ante
él
es
reflejado,
sin
ningún
prejuicio.
El
espejo
no
dirá:
«Esta
mujer
es
hermosa,
me
gustaría
reflejarla.
Y
esta
otra
no
me
gusta;
no
la
voy
a
reflejar,
es
fea».
No,
el
espejo
no
tiene
ninguna
opinión.
El
espejo
simplemente
refleja;
esa
es
su
naturaleza.
Otra
cosa
es
una
placa
fotográfica.
También
refleja,
pero
sólo
una
vez;
luego,
el
reflejo
se
queda
adherido.
Una
placa
fotográfica
oculta
en
la
parte
trasera
de
la
cámara
también
refleja,
pero
sólo
una
vez.
La
mente
es
como
una
placa
fotográfica:
refleja,
y
entonces
se
aferra
al
reflejo;
entonces
lleva
esa
información
muerta;
entonces
llevará
siempre
la
misma
información.
Un
espejo
refleja
y
de
nuevo
se
vacía...,
de
nuevo
está
listo
para
recibir.
Un
espejo
está
siempre
dispuesto
a
recibir
porque
nunca
se
queda
apegado
a
nada.
El
espejo
no
opina.
La
mente
tiene
muchas
opiniones,
y
debido
a
ese
muro
de
opiniones
nunca
serás
capaz
de
llegar
a
la
verdad.
La
verdad
está
ahí.
No
es
una
teoría,
es
una
realidad;
tiene
que
ser
experimentada;
no
puedes
pensar
acerca
de
ella,
no
puedes
filosofar
sobre
ella.
Cuanto
más
filosofas,
más
te
alejas.
Puede
que
los
pecadores
la
vislumbren
alguna
vez,
pero
los
filósofos
nunca.
Sosan
dice:
No
busques
la
verdad;
tan
sólo
deja
de
mantener
opiniones.
No
permanezcas
en
el
estado
de
dualidad;
evita
cuidadosamente
esas
búsquedas.
Si
queda
rastro
de
esto
o
aquello,
de
lo
correcto
o
lo
incorrecto,
la
esencia
de
la
Mente
se
perderá
en
la
confusión.
DIFÍCIL.
Hasta
puedes
entender
que
hay
que
abandonar
toda
información.
Pero
tu
conciencia
de
lo
bueno
y
lo
malo
está
en
un
nivel
aún
más
profundo
que
la
información
ordinaria.
Puedes
pensar:
«Está
bien,
ya
no
soy
ni
cristiano
ni
hindú»,
pero
¿la
moralidad,
el
bien
y
el
mal...?
¿Acaso
crees
que
la
moralidad
no
es
cristiana
o
hindú?
La
moralidad
es
algo
humano;
hasta
un
ateo
es
moral.
No
pertenece
a
ninguna
religión,
pero
también
piensa
en
términos
de
bien
y
mal.
Y
este
es
uno
de
los
problemas
más
básicos
que
tiene
que
resolver
un
buscador.
Un
buscador
auténtico
tiene
que
abandonar
todos
los
conceptos;
bien
y
mal.
He
oído
que:
Unas
personas
viajaban
en
un
barco
pequeño.
De
repente
el
océano
se
enloqueció
y
parecía
que
el
barco
fuera
a
hundirse
en
cualquier
momento.
Todo
el
mundo
se
arrodilló
y
empezó
a
rezar.
En
el
barco
iban
un
santo,
conocido
por
todos,
y
un
pecador,
a
quien
también
todo
el
mundo
conocía.
El
pecador
también
se
arrodilló
y
dijo:
«¡Dios
mío!
¡Sálvanos!».
El
santo
se
acercó
a
él
y
le
dijo:
«¡No
tan
alto.
Si
él
se
entera
de
que
tú
también
estás
aquí,
no
se
va
a
salvar
nadie.
Nos
vamos
a
ahogar
todos.
Así
que
no
grites
tanto!».
¿Pero
puede
un
santo
ser
un
santo
si
ve
en
alguien
a
un
pecador?
¿Puede
un
santo
realmente,
auténticamente,
ser
un
santo
si
piensa
que
el
otro
es
un
pecador?
Podrá
ser
una
persona
de
gran
moralidad,
pero
está
apegado
al
bien
y
todavía
condena
al
otro.
Un
hombre
religioso
no
condena.
Simplemente
acepta.
Un
hombre
religioso
es
humilde,
¿cómo
va
a
decir?:
«Yo
soy
un
santo
y
tú
eres
un
pecador».
Un
hombre
religioso
simplemente
abandona
todos
los
juicios
sobre
el
bien
y
el
mal.
Sosan
dice:
No
permanezcas
en
el
estado
de
dualidad;
evita
cuidadosamente
esas
búsquedas.
Si
queda
rastro
de
esto
o
aquello,
de
lo
correcto
o
lo
incorrecto,
la
esencia
de
la
Mente
se
perderá
en
la
confusión.
Y
piensa,
tú
también
lo
sabes
por
experiencia...
Si
piensas
demasiado
en
ser
bueno,
¿qué
harás?
Lo
malo
seguirá
ahí,
lo
reprimirás.
En
la
superficie
lo
pulirás,
pero
en
el
fondo
habrá
inquietud.
En
la
superficie
serás
un
santo,
pero
el
pecador
estará
oculto
en
lo
profundo.
Y
lo
mismo
le
ocurre
a
un
pecador.
En
la
superficie
es
un
pecador
pero
en
el
fondo
él
también
quisiera
ser
un
santo.
También
piensa:
«Esto
está
mal,
lo
voy
a
dejar».
También
quiere
mostrar
que
no
es
un
pecador.
Los
dos
están
divididos.
La
diferencia
no
está
en
la
división,
la
diferencia
sólo
radica
en
qué
es
lo
que
está
en
la
superficie
y
qué
es
lo
que
está
oculto.
El
santo
sueña
con
el
pecado;
sueña
con
todas
esas
cosas
malas
que
ha
reprimido.
Es
un
fenómeno
extraño,
si
pudieras
ver
los
sueños
de
los
santos
siempre
los
encontrarías
pecando,
y
si
observaras
los
sueños
de
los
pecadores
siempre
los
encontrarías
como
santos.
Los
pecadores
siempre
sueñan
con
ser
santos,
y
los
santos
siempre
sueñan
con
hacerse
pecadores,
porque
todo
lo
que
se
reprime
sale
en
los
sueños,
el
inconsciente
se
trasluce
a
sí
mismo
en
los
sueños.
Pero
la
división
permanece;
si
estás
dividido
no
puedes
entrar
en
la
fuente
original.
Es
como
un
árbol,
un
gran
árbol
con
miles
de
ramas.
Las
ramas
están
divididas.
¿Si
te
aferras
a
las
ramas
cómo
vas
a
llegar
a
las
raíces?
Cuanto
más
profundo
vayas,
menos
ramas
habrá;
a
medida
que
vayas
yendo
más
abajo,
las
ramas
irán
desapareciendo
y
llegarás
al
tronco
único,
sin
ramificaciones;
con
todas
las
ramas
en
él,
pero
sin
divisiones
en
sí
mismo.
Todo
sale
de
él.
Lo
múltiple
sale
del
uno,
pero
el
uno
sigue
siendo
uno.
Tienes
que
regresar
al
uno.
Y
esta
es
la
raíz,
el
origen.
Aunque
todas
las
dualidades
proceden
del
Uno,
no
te
apegues
ni
siquiera
a
este
Uno.
...Todas
las
dualidades
proceden
del
Uno,
no
te
apegues
ni
siquiera
a
este
Uno...
NO
HAGAS
DE
ESTO
UNA
TEORÍA
a
la
que
aferrarse,
dispuesto
a
pelearte
si
alguien
te
dice:
«¡No!».
Eso
es
lo
que
ha
ocurrido
en
la
India.
Hay
una
escuela
de
la
no-dualidad:
Shankara,
junto
con
su
escuela,
usaba
toda
clase
de
argumentos
para
defender
la
filosofía
de
que
sólo
el
uno
existe,
lo
no-dual.
Si
alguien
decía
que
lo
dual
existe,
él
estaba
dispuesto
a
argumentar.
Y
el
que
defendía
la
dualidad
se
defendía
diciendo:
«¿Cómo
puede
el
uno
existir?
El
uno
no
puede
existir
porque
necesita
al
otro
para
existir».
¿Puedes
hacer
operaciones
aritméticas
con
sólo
un
dígito?
No
se
necesitan
diez
pero
al
menos
dos
son
necesarios.
Einstein
lo
intentó
usando
sólo
dos
dígitos
en
aritmética
(el
uno
y
el
dos:
uno,
dos;
luego
vino
el
diez,
el
once,
el
doce,
y
después
el
veinte.
Esta
forma
funciona,
puede
hacerse.
No
se
necesitan
nueve
o
diez
dígitos),
pero
sólo
con
uno
no
es
posible.
Los
que
están
a
favor
de
la
dualidad
dicen
que
la
existencia
no
es
posible
sólo
con
el
uno.
Hasta
un
río
necesita
las
dos
orillas
para
fluir.
Se
necesita
un
hombre
y
una
mujer
para
que
nazca
un
niño;
la
vida
necesita
de
la
vida
y
de
la
muerte
como
las
dos
orillas
del
río
para
fluir
entre
ellas.
El
uno
sería
muy
monótono;
¿cómo
va
a
proceder
la
vida
del
uno?
Ellos
mantienen
que
es
dos.
Y
aquellos
que
dicen
que
es
uno,
no-dual,
también
luchan
contra
los
que
están
a
favor
de
la
dualidad.
Sosan
dice
que
si
realmente
has
entendido
que
todo
procede
del
uno,
ni
siquiera
te
identificas
con
ello,
porque
el
identificarte
muestra
que
estás
a
favor
de
algo
y
en
contra
de
algo.
Si
dices:
«Soy
no-dualista»,
no
has
entendido
nada;
porque
si
sólo
existe
el
uno,
¿cómo
puedes
ser
dualista
o
no-dualista?
¿Y
qué
quieres
decir
con
lo
de
no-dualista?
Si
no
hay
dualidad,
¿qué
quieres
decir
con
eso
de
no-dualista?
¡Quédate
en
silencio!
Un
verdadero
no-dualista
no
puede
afirmar,
no
puede
decir:
«Yo
creo
en
esto»,
porque
el
creer
siempre
implica
el
opuesto.
Si
digo:
«Creo
esto»,
entonces
queda
implicado
que
no
creo
en
lo
otro.
Entonces
se
crea
el
dos.
Sosan
(y
él
es
un
verdadero
no-dualista)
dice:
Aunque
todas
las
dualidades
proceden
del
Uno,
no
te
apegues
ni
siquiera
a
este
Uno.
Cuando
la
mente
existe
imperturbable
en
el
Camino,
nada
en
el
mundo
puede
ofender,
y
cuando
ya
nada
puede
ofender,
deja
de
existir
tal
como
era
antes.
Esto
es
muy
hermoso,
¡trata
de
recordarlo!
Cuando
la
mente
existe
imperturbable
en
el
Camino,
nada
en
el
mundo
puede
ofender;
y
cuando
ya
nada
puede
ofender,
deja
de
existir
tal
como
era
antes.
ALGUIEN
TE
INSULTA...
Si
realmente
vives
imperturbable,
no
se
te
puede
insultar;
pueden
intentarlo,
pero
tú
no
te
sentirás
insultado.
Pueden
hacer
lo
que
sea
para
insultarte,
pero
no
te
afectará.
Y
a
no
ser
que
a
ti
te
afecte,
fracasarán.
Ocurrió
una
vez:
Un
psicoanalista
estaba
dando
un
paseo
matinal
con
su
amigo.
Un
hombre
que
era
paciente
de
este
psicoanalista,
un
loco,
llegó
corriendo
y
golpeó
con
fuerza
al
psicoanalista
en
la
espalda.
El
psicoanalista
se
tambaleó,
cayó
al
suelo,
y
el
hombre
salió
corriendo.
El
psicoanalista
se
recompuso
y
continuó
con
su
paseo.
El
amigo
sorprendido
le
dijo:
«¿Pero
no
vas
a
hacer
nada?
¡Tienes
que
hacer
algo,
es
tu
deber!
¡Ese
hombre
está
loco!».
El
psicoanalista
contestó:
«Ese
es
su
problema».
Y
tiene
razón,
porque:
«Golpear
a
la
gente
es
su
problema,
no
el
mío.
¿Por
qué
me
voy
a
molestar?».
Tiene
razón,
porque
si
alguien
se
enfada
es
su
problema;
si
insulta
a
alguien
es
su
problema;
si
abusa
de
alguien
es
su
problema.
Si
tú
estas
tranquilo,
estás
tranquilo.
Pero
inmediatamente
te
inquietas;
eso
quiere
decir
que
su
ira
y
su
insulto
son
sólo
una
excusa.
Tú
estabas
dispuesto,
hirviendo
por
dentro,
sólo
a
la
espera
de
cruzarte
con
cualquier
excusa.
Sosan
dice:
Cuando
la
mente
existe
imperturbable...
Y
cuando
vuelves
al
origen
es
imperturbable.
...
en
el
Camino,
nada
en
el
mundo
puede
ofender;
y
cuando
ya
nada
puede
ofender,
deja
de
existir
tal
como
era
antes.
Y
la
cualidad
cambia
con
la
actitud.
Si
alguien
te
insulta,
es
un
insulto
porque
a
ti
te
lo
parece,
porque
te
sientes
insultado.
Si
no
te
sintieras
insultado,
no
te
lo
parecería.
¿Cómo
te
iba
a
parecer
un
insulto
si
no
te
sientes
insultado?
Alguien
está
enfadado;
tú
sientes
su
enfado
porque
te
molesta.
Si
no
te
molesta
no
puedes
sentirlo
como
ira.
La
cualidad
cambia
porque
tu
interpretación
cambia,
porque
tú
eres
diferente.
Alguien
te
odia,
y
lo
sientes
como
odio
porque
te
molesta.
Si
alguien
te
odia
pero
a
ti
no
te
molesta,
¿lo
llamarás
odio?
¿Cómo
vas
a
llamarlo
odio?
Ese
nombre
ya
no
será
el
adecuado,
porque
ya
no
tienes
la
misma
mente.
Puede
que
hasta
sientas
compasión,
que
te
apene.
Puedes
pensar:
«¿Qué
le
ha
ocurrido
a
este
hombre?
¡Cuánto
está
sufriendo,
e
innecesariamente,
sin
ningún
motivo!».
Puede
que
hasta
trates
de
ayudarle
a
salir
de
ahí,
porque
cuando
alguien
está
enfadado
está
envenenando
su
propio
cuerpo,
su
propio
ser;
está
enfermo.
Le
ayudarás
a
salir
de
ello.
Si
alguien
tiene
cáncer
no
te
peleas
con
él.
Le
ayudas,
le
sirves,
le
llevas
al
hospital.
Para
un
buda,
para
un
hombre
como
Sosan,
cuando
te
enfadas
tu
mente
tiene
cáncer;
necesitas
compasión,
necesitas
ayuda.
Y
si
el
mundo
se
iluminara
un
poco
más,
siempre
que
alguien
se
enfadara,
toda
su
familia,
sus
amigos,
le
llevarían
al
hospital.
Lo
que
necesita
es
una
buena
cura.
Es
estúpido
pelearse
y
enfadarse
con
él.
Es
absolutamente
absurdo:
está
enfermo,
y
además
todos
se
ponen
en
su
contra,
¿cómo
se
le
va
a
ayudar
así?
Con
las
enfermedades
físicas
tenemos
compasión,
pero
con
las
mentales
no
tenemos
ninguna
porque,
si
alguien
está
enfermo
físicamente,
no
nos
lo
tomamos
como
una
ofensa.
Cuando
alguien
está
enfermo
mentalmente,
pensamos
que
está
enfermo
por
nuestra
causa.
Porque
tú
también
lo
estás,
de
ahí
esa
actitud.
Una
vez
que
eres
imperturbable,
todo
cambia,
porque
tu
actitud
cambia.
Eres
diferente,
el
mundo
entero
es
diferente;
deja
de
existir
tal
como
era
antes.
Cuando
no
surgen
pensamientos
discriminatorios,
la
mente
de
antaño
deja
de
existir.
LA
DISCRIMINACIÓN
(eso
es
bueno
y
esto
es
malo,
esto
me
gusta
y
esto
no
me
gusta)...,
esta
discriminación
es
la
mismísima
base
de
tu
mente.
Si
desaparece
la
discriminación,
la
mente
cae
en
un
abismo;
y
llegarás
al
origen.
Y
este
origen
lleva
consigo
todo
el
significado,
todo
el
sentido,
todo
el
éxtasis,
todas
las
bendiciones.
Cuando
los
objetos
del
pensamiento
se
desvanecen,
el
sujeto
pensante
se
desvanece;
y
cuando
la
mente
se
desvanece,
los
objetos
se
desvanecen.
Las
cosas
son
objetos
debido
al
sujeto,
y
la
mente
es
tal
debido
a
las
cosas.
Entiende
la
relatividad
de
ambos,
así
como
la
realidad
básica:
la
unidad
del
vacío.
En
este
Vacío
ambos
son
indistinguibles
y
cada
uno
contiene
en
sí
mismo
el
mundo
entero.
Si
no
haces
ninguna
discriminación
entre
burdo
y
sutil,
no
te
tentarán
el prejuicio y la opinión.
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